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domingo, 31 de mayo de 2015

1169. LA GRANJA DE SAN ILDEFONSO** (I), Segovia: 27 de febrero de 2011.

1. LA GRANJA DE SAN ILDEFONSO, Segovia. Colegiata y parte del conjunto del Palacio Real.

2. LA GRANJA DE SAN ILDEFONSO, Segovia. Vista lateral de la colegiata.

3. LA GRANJA DE SAN ILDEFONSO, Segovia. Fachada principal del Palacio Real.

4. LA GRANJA DE SAN ILDEFONSO, Segovia. Vista frontal de la fachada principal del Palacio Real.

5. LA GRANJA DE SAN ILDEFONSO, Segovia. Patio de la Herradura.

6. LA GRANJA DE SAN ILDEFONSO, Segovia. Vista de parte de los jardines del Palacio Real.

7. LA GRANJA DE SAN ILDEFONSO, Segovia. Otra vista de los jardines del Palacio Real.

8. LA GRANJA DE SAN ILDEFONSO, Segovia. Portada de las Caballerizas.

LA GRANJA DE SAN ILDEFONSO** (I), provincia de Segovia: 27 de febrero de 2011.
   El lujoso palacio borbónico y los bellísimos jardines con fuentes monumentales se unen, en este Real Sitio de la sierra del Guadarrama, al cuidado urbanismo de un pueblo que, si bien surgido en relación directa con los usos cortesanos, ha sabido alcanzar carácter propio.
   Una vez atravesadas las puertas con buenas verjas que preceden al recinto, al fondo de una apacible avenida flanqueada por frondosos castaños de Indias, surge, impresionante, el complejo del Palacio Real**. Ante él se abre una espaciosa plaza ajardinada con extraordinarios ejemplares de secoyas, cedros y otros árboles de gran porte. Las obras, que comenzaron en 1721, fueron dirigidas por Teodoro Ardemans y a partir de 1734 las prosiguió el italiano Francisco Juvara, al que dos años después sucedió su compatriota Juan Bautista Sachetti. Una pléyade de excelentes artistas intervinieron en ellas.
   Concebido en principio como residencia para un rey retirado, la vuelta de Felipe V al trono, tras la súbita muerte de su hijo y sucesor Luis I, y el influjo de su segunda mujer, Isabel de Farnesio, hicieron que el proyecto tomara derroteros mucho más ambiciosos. Las sobrias realizaciones iniciales fueron sustituidas por un despliegue de fórmulas al gusto de la arquitectura italiana y francesa de la época que, matizadas por ciertas improntas del barroco español, acabaron configurando el suntuoso conjunto que hoy se puede contemplar.
   El edificio, de trazado rectangular, está formado por cuatro alas en cuyos extremos se abren sendos patios. En el centro de la fachada situada ante la llamada puerta de Segovia sobresalen las torres y las cúpulas de la colegiata, edificada en 1723, aunque su diseño interior fue embellecido por Sabatini y contó con la intervención de pintores como Francisco Bayeu y Mariano Maella. Junto a la sacristía se encuentra el panteón real, donde reposan los restos de Felipe V e Isabel de Farnesio.
   La espléndida fachada principal*, enfrentada a los jardines, en el lado opuesto, está recorrida por inmensos pilares y adornada por balaustradas, estatuas, bustos y blasones, con profusión de mármoles que resaltan sobre las tonalidades rosáceas de la piedra caliza de Sepúlveda y el granito gris del Guadarrama.
   Por la puerta situada junto al patio de la Herradura se accede al interior del palacio. Las diferentes estancias, además de sus peculiaridades arquitectónicas, exhiben pinturas, esculturas, frescos, tapices, mobiliario, alfombras, lámparas, relojes ... Y ello, pese a lo que destruyó el incendio de 1918 o al traslado de muchas obras, principalmente pinturas y esculturas, al Museo del Prado. Especial interés poseen, en la planta baja, la sala de los Mármoles, cuyo techo está decorado con la representación del Rapto de Europa; y en la planta principal, el Salón Chino, dispuesto al estilo oriental y con cuatro lienzos de Paolo Panini sobre la vida de Cristo; el Comedor de Gala, adornado con bodegones; el Despacho Oficial del Rey, donde cuelgan retratos de los Borbones, o el lujoso salón del Trono, con espléndidas vistas sobre los jardines.
   En el museo de Tapices*, instalado en un ala del edificio que fue reconstruida tras el mencionado incendio, se exhibe una impresionante colección de obras flamencas, francesas y españolas, de los siglos XVI y XVII, con series tan notables como las dedicadas a la Historia de Ciro, La fundación de Roma, la llamada de Los Honores o La Fortuna, Los Trabajos de Hércules y Los Triunfos de Petrarca.
   De singular belleza son los extensos jardines** que se disponen junto al conjunto palaciego. Proyectados por René Carlier y Esteban Boutelou, siguen los esquemas clásicos de la jardinería francesa, según el modelo de Versalles, aunque con una clara influencia italiana en la concepción escenográfica y la ornamentación. Armónicos parterres, cuadros de flores, simétricas composiciones, todo un despliegue de cuidado artificio abre el paso, por grandes avenidas arboladas, hacia bosquecillos amenos y escondidos rincones donde una naturaleza más libre surge espléndida.
   Jalones fundamentales del paseo son las numerosas fuentes, uno de los mejores conjuntos mundiales en su género. Unen a la belleza escultórica de las escenas mitológicas representadas sorprendentes juegos acuáticos. Las preferencias son siempre discutibles, pero será difícil no prestar atención a la Gran Cascada, sobre cuyos tramos en pendiente las Tres Gracias exhiben las suyas. O la fuente de la Fama, provista de un surtidor capaz de elevar el agua hasta una altura de 40 m. O la denominada los Baños de Diana, en si misma una verdadera galería escultórica que, ocasionalmente, se ilumina par su contemplación nocturna. O, en fin, la fuente de Neptuno, con tan prodigioso movimiento de imágenes que parece requerir la presencia de un mar embravecido. Un gran estanque artificial denominado El Mar, situado donde el jardín juega a volverse bosque, en el encargado de abastecerlas.
   En el pueblo, por último, aparte de las simétricas y funcionales construcciones de servicio palaciego, no carecen de interés sendas iglesias construidas a mitad del siglo XVIII y ambas decoradas con esculturas barrocas de Luis Salvador Carmona.

sábado, 30 de mayo de 2015

1168. SEGOVIA** (III), capital: 26 de febrero de 2011.

30. SEGOVIA, capital. El acueducto desde la plaza de la Artillería.

31. SEGOVIA, capital. El acueducto desde la plaza del Azoguejo.

32. SEGOVIA, capital. La catedral segoviana.

33. SEGOVIA, capital. El Alcázar.

34. SEGOVIA, capital. El monasterio del Parral.

35. SEGOVIA, capital. Igl. de la Vera Cruz.

SEGOVIA** (III), capital de la provincia: 26 de febrero de 2011.
   El Acueducto**, una de las más impresionantes obras de ingeniería romana, probablemente fue construido a finales del siglo I d.C., en la época de Domiciano o Trajano, para llevar el agua desde la sierra a un posible campamento situado donde hoy se alza el Alcázar. El tramo más relevante de los 15 km. de extensión que posee su trazado es el puente de 728 m. de longitud y 163 arcos formados por piezas de granito berroqueño superpuestas, sin ningún tipo de ligazón, sostenidas sólo mediante un sabio equilibrio de fuerzas. Tras un profundo giro y ya con el airoso vuelo de su doble arquería, la "madeja de piedra" salva la profunda vaguada de la plaza del Azoguejo, a 29 m. de altura máxima.
   El llamado "puente del diablo", imagen ya casi intemporal de la ciudad, ha sufrido sin embargo tal deterioro en los últimos años que incluso se ha llegado a temer seriamente por su supervivencia. Diversas medidas llevadas a cabo en los últimos años tratan de salvar para la posteridad este emblema segoviano ferozmente atacado por la contaminación del tráfico rodado y otras causas de erosión, sin excluir los atentados directos, tales como choques contra sus muros, raspaduras y pintadas. Las tareas de restauración, durante las cuales se han dejado al descubierto tramos de la cacera o canalización subterránea, son lentas y sumamente complicadas y, mientras se realizaban, el símbolo máximo de Segovia ha añadido a su archivo iconográfico un aspecto inédito, rodeado de andamios y envuelto en plásticos. Ojalá sea sólo una anécdota más entre las muchas que jalonan su larga historia.
   A la plaza mayor asoma el ábside de la Catedral**, uno de los últimos grandes templos góticos construidos en la Península, entre 1525 y 1577, después de que un incendio redujera a cenizas la anterior obra románica, situada frente al Alcázar, durante el conflicto comunero. Se la conoce como la "dama de las catedrales" y fue trazada originalmente por Juan Gil de Hontañón, aunque no se consagró hasta mediados del siglo XVIII. Sobre la austera fachada sobresale a gran altura (90 m.) la poderosa torre*, mientras que la zona de la cabecera, dispuesta en planos decrecientes, se corona con airosos pináculos.
   La herreriana puerta de San Frutos, en el lado norte, da acceso al interior, armónico y de grandes proporciones. Consta de tres naves, crucero, ábside con girola y cubierta de bóvedas de crucería que apoyan sobre esbeltos pilares de diversos estilos. En la parte alta se abren ventanales con vidrieras bajo los que corre una larga galería. Una veintena de capillas, cerradas por buenas rejas y provistas de valiosos retablos, se disponen en las naves laterales y alrededor de la girola.
   Precedido de jardines y sobre el espolón que circundan los ríos Eresma y Clamores, se eleva como quilla de barco el Alcázar**, "un castillo de verdad, el más parecido del mundo a un castillo de mentira soñado por un niño", según expresión de Dionisio Ridruejo que algunas fantasías de Walt Disney han demostrado atinada. Su origen, aparte de los precedentes de época romana e incluso anteriores, se remonta a los tiempos inmediatos a la repoblación de la ciudad (siglo XII).
   Al otro lado del Eresma se alza el monasterio del Parral*, fundado a mediados del siglo XV y formado por un conjunto de edificios góticos y renacentistas que acogen una comunidad de monjes jerónimos. No queda lejos, junto a la carretera de Zamarramala, la singular iglesia de la Vera Cruz**. Se trata de un templo de origen templario (siglo XIII), de exterior poligonal, de 12 lados, saliente torre cuadrada y sencillas portadas.
   
Enlace a la Entrada anterior de Segovia**:

viernes, 29 de mayo de 2015

1167. CUÉLLAR* (I), Segovia: 26 de febrero de 2011.

1. CUÉLLAR, Segovia. Arco de San Martín.

2. CUÉLLAR, Segovia. Ábside de la igl. de San Esteban.

3. CUÉLLAR, Segovia. Portada de la igl. de San Esteban.

4. CUÉLLAR, Segovia. La igl. de San Andrés.

CUÉLLAR* (I), provincia de Segovia: 26 de febrero de 2011.
   La segunda localidad más poblada de la provincia segoviana, célebre por sus encierros taurinos, zigzaguea entre las colinas a las que alude su nombre, en medio de una vasta extensión de pinares. En su todavía rico patrimonio monumental, además del castillo y los restos de la muralla, destacan sus numerosos templos mudéjares. Es conjunto histórico-artístico.
   En la parte más alta del casco antiguo, a la vista del impresionante bosque de pinos que se pierde en la lejanía, se levanta el castillo-palacio*, construido sobre los restos de una fortaleza anterior de los duques de Alburquerque, entre los siglos XV y XVI.
   Desde la misma fortaleza parte la muralla que, con un doble recinto, encastillaba la ciudad. Sobreviven de ella importantes fragmentos, sobre todo del cerco alto, como el arco de San Martín, flanqueado por amplios lienzos de la muralla.
   La iglesia de San Esteban*, del siglo XIII, al pie de la inmediata plaza del Estudio, es una de las más importantes de la villa y sorprende por su monumental ábside, con un cuerpo poligonal sobremontando otro recto. Cobija sepulcros gótico-mudéjares con afiligranadas yeserías y retablos.
   La iglesia de San Andrés es de la misma fecha y posee una notable fachada. En el interior, con revestimiento barroco, custodia un notable Calvario del románico de transición.

jueves, 28 de mayo de 2015

1166. MONASTERIO DE SAN FRUTOS DE DURATÓN* (I), Segovia: 26 de febrero de 2011.

1. MONASTERIO DE SAN FRUTOS DE DURATÓN, Segovia. Vista del conjunto monacal.

2. MONASTERIO DE SAN FRUTOS DE DURATÓN, Segovia. Meandro del Duratón en el Parque Natural de las Hoces.

3. MONASTERIO DE SAN FRUTOS DE DURATÓN, Segovia. El mon. sobre el acantilado.

4. MONASTERIO DE SAN FRUTOS DE DURATÓN, Segovia. Llegando al conjunto monacal.

5. MONASTERIO DE SAN FRUTOS DE DURATÓN, Segovia. Dependencias monacales.

6. MONASTERIO DE SAN FRUTOS DE DURATÓN, Segovia. Vista de otras dependencias del conjunto.

7. MONASTERIO DE SAN FRUTOS DE DURATÓN, Segovia. Portada de la igl. del monasterio.

8. MONASTERIO DE SAN FRUTOS DE DURATÓN, Segovia. Detalle de la portada de la igl. del monasterio.

9. MONASTERIO DE SAN FRUTOS DE DURATÓN, Segovia. Interior de la igl. del monasterio.

MONASTERIO DE SAN FRUTOS DE DURATÓN* (I), provincia de Segovia: 26 de febrero de 2011.
   Enclave situado en el Parque Natural de las Hoces del Duratón** se alza el antiguo priorato benedictino. Un paisaje excepcional para un enclave privilegiado por la naturaleza que transmite toda su fuerza telúrica.
   Este mágico lugar al que se llega por una pista de tierra, apta para vehículos, que aparta junto a la iglesia de Villaseca.
   Tras un recorrido de unos 4 km hasta la zona de aparcamiento, una buena caminata, que muy probablemente se verá acompañada de los buitres leonados y otras aves de presa, permite llegar al borde mismo de la meseta rocosa que el río abraza en un asombroso meandro.
   A este apartado rincón se retiraron, hacia finales del siglo VII, San Frutos y sus hermanos mártires, Valentin y Engracia, a hacer vida eremítica, y aquí fueron enterrados, según recuerda aún una capillita. Muy pronto los milagros atribuidos al justo varón atrajeron el piadoso interés del pueblo y el lugar se convirtió en santuario.
   Tras hacerse cargo de él los monjes de Silos, hacia el siglo XI, se construyó la iglesia románica, reformada con posterioridad y restaurada recientemente, y un monasterio benedictino, de cuyas dependencias aún quedan restos precedidos de un arco con el escudo silense. En los muros del templo hay piedras romanas y visigodas, y una lápida que recuerda la donación de bienes hecha al santuario por una mujer que fue despeñada por su marido y no murió. A los pies sorprende, por su delicadeza, la ranura de luz bajo una pequeña arquivolta y entre dos columnillas cuyos capiteles son sendos ojos. El interior, de penumbrosa nave única y techo abovedado, transmite una sensación de gran recogimiento.
   Entre los milagros atribuidos a San Frutos, el más popular es "el de la cuchillada": el santo hizo con un su báculo una raya sobre el suelo para impedir el paso de los moros y, al intentar éstos atravesarla, se abrió en la roca un tajo tan profundo que aún recibe ese nombre. Cada 25 de octubre tiene lugar una popular romería que evoca éstos y otros detalles de la vida del patrono.

miércoles, 27 de mayo de 2015

1165. SEPÚLVEDA* (I), Segovia: 26 de febrero de 2011.

1. SEPÚLVEDA, Segovia. La villa desde el mirador de Zuloaga.

2. SEPÚLVEDA, Segovia. Plaza Mayor, con el Ayuntamiento, Castillo y la igl. del Salvador.

3. SEPÚLVEDA, Segovia. Ayuntamiento y restos del Castillo.

4. SEPÚLVEDA, Segovia. Igl. del Salvador.

5. SEPÚLVEDA, Segovia. Santuario de la Virgen de la Peña.

6. SEPÚLVEDA, Segovia. Portada del Santuario de la Virgen de la Peña.

7. SEPÚLVEDA, Segovia. Uno de los capiteles del Santuario de la Virgen de la Peña.

8. SEPÚLVEDA, Segovia. Retablo mayor del Santuario de la Virgen de la Peña.

9. SEPÚLVEDA, Segovia. Crucificado gótico del Santuario de la Virgen de la Peña.

10. SEPÚLVEDA, Segovia. Acceso a la igl. de San Bartolomé.

11. SEPÚLVEDA, Segovia. Ábside de la igl. de San Bartolomé.

12. SEPÚLVEDA, Segovia. Igl. de Santiago.

SEPÚLVEDA* (I), provinvia de Segovia: 26 de febrero de 2011.
   La profunda hoz de Duratón esculpe el promontorio sobre el que se escalona la antigua ciudad. Sus iglesias románicas en los artístico, su laberinto urbano en lo pintoresco y los sabrosos asados de cordero en lo gastronómico forman un triple atractivo al que es difícil sustraerse.
   Conviene entrar en Sepúlveda por la carreterra que viene del interior de la provincia para descubrir, desde el llamado mirador de Zuloaga, desde las alturas del camino a Villar de Sobrepeña, su espléndido emplazamiento: "Donde el serrijón acaba y los ríos se juntan, un altozano imita la forma de una silla de montar. El caserío cubre y oculta su jumento calcáreo y desde lo alto del páramo se le ve de una vez, reunido en el espacio que aún limitan en parte sus viejas murallas, hermoso en su vetustez abigarrada, todo en un mismo color de ocre rosa empolvado". Son palabras exactas de Dioniso Ridruejo. Tal vez sólo falta añadirles el contraste del verde tapiz de los huertos de la vega.
   Una pronunciada revuelta nos introduce en la villa. Por la estrecha carretera que avanza dejando a un lado restos de la muralla, en seguida se desemboca en la Plaza Mayor*. Resulta patente su originalidad condición de coso, alargado, amplio, irregular. En sus flancos se alzan casonas de buena piedra que asoman al exterior balcones enrejados y acogen en sus bajos figones y otros establecimientos tradicionales. En un extremo se sitúa el edifico barroco del Ayuntamiento, blasonado y con reloj, y tras él los rotos torreones y muros del antiguo castillo, con una rústica solanera abierta hacia la izquierda y, al otro lado del cubo coronado por un grácil campanil de dos campanas, un insólito balcón de ver los toros (al parecer, de uso clerical). En el lado opuesto, la escalinata con crucero que precede a la iglesia de San Bartolomé forma un rincón muy sugerente. Desde ella es bellísima la vista del conjunto, con la torre de la iglesia del Salvador emergiendo al fondo.
   La verdad es que la villa toda es una sucesión de esquinas sorprendentes que, merced al juego de niveles propiciado por el empinado laberinto de las calles, componen un escenario urbano de gran viveza, cuajado de nobles casonas y de buenas muestras de arquitectura popular, en una permanente invitación al escudriñamiento. El recorrido en búsqueda de los principales monumentos sepulvedanos, las iglesias románicas, numéricamente muy disminuidas (sólo restan cuatro de la veintena que hubo), será el mejor itinerario.
   Conviene empezar subiendo cuestas y escalinatas hacia la iglesia del Salvador*, que corona el pueblo y es uno de los edificios más antiguos del románico castellano. Está fechada en el año 1093 y se considera modelo prototípico de este arte caracterizado en la provincia de Segovia (también en puntos cercanos de la de Soria, como San Esteban de Gormaz) por la presencia de la galería porticada. Componen esta última ocho arcos sobre columnas con capiteles rudamente esculpidos y agrupados de dos en dos mediante pilastras prismáticas. La sólida torre, cuadrada y exenta, y el hermoso ábside, cuyas piedras de tono dorado contrastan con el gris dominante, contribuyen notablemente a la pureza de líneas de la obra. El interior, sencillo a la par que elegante, es de una sola nave, cubierta por bóveda de cañón, dividida en tres tramos y con arquerías ciegas en los muros.
 Junto al céntrico arco de la Villa hay una pequeña placita, poco más que un ensanchamiento de la calle, a la que mira la portada renacentista de la iglesia de San Justo, originariamente románica (siglo XII), como se adivina por la sencilla torre, aunque muy rehecha y sometida a un demorado proceso de restauración. Tiene tres naves y una cripta de triple ábside cuyo altar adornan curiosos altorrelieves románicos. Frente al templo, la llamada casa del Moro, mansión de los González Sepúlveda, exhibe en su fachada un buen alfiz y expresivos motivos heráldicos. En la misma calle otro noble edificio recibe el nombre de Casa de las Conchas.
   Enseguida se alcanza, al fondo de la villa, la zona próxima a los profundos barrancos del Duratón, que al parecer se utilizaban en la Edad Media como despeñadero para los condenados por la justicia. La sentencia, qué duda, era letal. Allí se alza el santuario de la Virgen de la Peña, también románico (siglo XII), aunque bastante modificado a lo largo del tiempo, lo más interesante es la portada principal, formada por columnas y arquivoltas profusamente esculpidas con motivos vegetales y figurillas de los ancianos bíblicos en torno a un tímpano que representa, de forma ingenua y apenas marcada, al Pantócrator entre los símbolos de los Evangelistas, mientras que sobre el dintel aparece un crismón entre ángeles. El ábside guarda estrecha relación con el del Salvador y al pie de la torre figura la firma y fecha de la obra: Dominicus Iuliani, 1144. En el interior, además de la muy venerada imagen medieval de la patrona de la villa y comarca, dispuesta en un retablo barroco, hay un crucifijo del siglo XIV.
   Retornando hacia el centro, al lado mismo de la Plaza Mayor, en sentido opuesto al Ayuntamiento, la ya mencionada escalinata renacentista precede a la iglesia de San Bartolomé (finales del siglo XI), otro ejemplo, sencillo y retocado, del románico que floreció en la villa y que, por su ubicación, viene a cumplir funciones de templo parroquial. En la nave única y las capillas laterales hay esculturas de calidad y laudas sepulcrales sobre el pavimento.
   Gran atractivo tiene, por último, la calle de Santiago, a lo largo de la cual se suceden las casonas de diversas épocas y estilos (del gótico al barroco), alternando con más populares edificios de mampostería, pero en ambos casos con detalles de interés. Por ella puede accederse al enclave de la antigua Judería, precedida de arquerías de ladrillo, y a la iglesia de Santiago, que sólo pudo salvar de la ruina un original ábside mudéjar y la torre románica. Recientemente restaurada y reconstruido su  interior, acoge el Centro de Interpretación del Parque Natural de las Hoces del Duratón.

martes, 26 de mayo de 2015

1164. IGLESIA DE LA VIRGEN DE LAS VEGAS* - Pedraza* (II), y PEDRAZA* (III) Segovia: 26 de febrero de 2011.

12. IGLESIA DE LA VIRGEN DE LAS VEGAS - Pedraza, Segovia. Vista general.

13. IGLESIA DE LA VIRGEN DE LAS VEGAS - Pedraza, Segovia. Portada.

14. IGLESIA DE LA VIRGEN DE LAS VEGAS - Pedraza, Segovia. Capitel de la galería meridional.

24. PEDRAZA, Segovia. Vista de la población.

25. PEDRAZA, Segovia. Puerta de la Villa.

26. PEDRAZA, Segovia. Cárcel, junto a la puerta de la Villa.

27. PEDRAZA, Segovia. Plaza Mayor.

28. PEDRAZA, Segovia. Ayuntamiento en la plaza Mayor.

29. PEDRAZA, Segovia. Igl. de San Juan Bautista, en la plaza Mayor.

30. PEDRAZA, Segovia. El llamado "Balcón Verde", en la plaza Mayor.

31. PEDRAZA, Segovia. Torre de las ruinas de la igl. de Sta. Mª.

32. PEDRAZA, Segovia. Castillo.

IGLESIA DE LA VIRGEN DE LAS VEGAS* - Pedraza* (II) y PEDRAZA* (III), provincia de Segovia: 26 de febrero de 2011.
   Poco antes de llegar a Torre Val de San Pedro desde La Velilla. Cercana a la carretera a mano izquierda encontramos la iglesia de la Virgen de las VegasTransformada y degradada por los siglos, consta de triple nave y cabecera, con torre septentrional, interesando principalmente su galería meridionalEstá formada ésta por siete arcos y dos entradas, una meridional y otra oriental. Fustes dobles sostiene cinco anchos capiteles sobre cuyos cimacios se desarrollan sencillos arcos de medio punto. Los temas cincelados son principalmente animalísticos fabulosos: centauros saeteros, sirenas pez y pájaro, dromedarios, arpías. Junto a este bestiario, algo exótico en ocasiones, aparece en determinadas escenas la figura humana junto a los cuadrúpedos (cabalgándolos incluso) como inmersa en el espeso mundo vegetal. Las entradas son sencillas. La portada de la iglesia consta de cuatro arquivoltas que apean sobre capiteles con el repertorio habitual de felinos y sirenas. La obra escultórica se completa con una Anunciación en una de las enjutas.
   Pedraza aparece ante los ojos del viajero como una plaza que para hacerse fuerte sólo ha tenido que fortificar las pendientes de su entorno y alzar una fortaleza en la parte más abrupta. Frente a la única entrada abierta en la muralla, la puerta de la Villa, formada por un hermoso arco de origen morisco con el escudo de los Fernández de Velasco y una hornacina interior que cobija un Crucifijo, arranca la Calle Real.
   Junto al arco se encuentra el edificio de la antigua Cárcel, con gruesos muros y fuertes rejas bajo el singular alero. Tras su restauración, existe el proyecto de transformar en museo sus siniestras dependencias.
   Avanzando entre buenas muestras de arquitectura popular, con esgrafiados en los muros, alguna arquería en los vanos, encantadores aleros y profusión de escudos, y sin que falten verdaderas mansiones, como la llamada casa de Pilatos, construcción del siglo XVI provista de balcón esquinero y portada con arco de medio punto, se alcanza la Plaza Mayor**. Es realmente un espacio de insólita y anárquica belleza en cuya construcción se han empleado, a lo largo de los siglos, materiales y elementos de diversa procedencia y factura, como las columnas y pilares que sostienen los pórticos de dos de sus lados. Bajo ellos abren sus puertas, aparte de una antigua farmacia, algunos de los más tradicionales hornos de asar y tabernas de la villa.
   Cada rincón de la plaza tiene su propia peculiaridad, pero el conjunto resulta de una armonía asombrosa. Tres airosas arcadas componen en un lateral el pórtico del edificio del Ayuntamiento, coronado por un reloj con gracioso campanil y cuyo salón de actos suele utilizarse como sala de exposiciones. Al lado corre la balconada de la Casa de la Comunidad de Villa y Tierra.
   Sobre el flanco contiguo se encuentra la iglesia de San Juan Bautista, de origen románico (siglo XII), aunque casi tan sólo la torre calada por ventanales geminados en sus tramos superiores corresponde a esa época y estilo, ya que fue por completo trastocada en el siglo XVIII. Bajo la torre, el llamado Balcón Verde es un extraño aditivo que un noble de la villa se tomó la licencia de construir para poder asistir a las corridas de toros.
   Desde la plaza, al otro lado del munón del olmo centenario arrasado por la grafiosis, arranca la Calle Mayor. Tras dejar atrás la que al parecer fue casa de la Inquisición, ahora convertida en acogedora posada, y las ruinas de la iglesia de Santa María, en tiempos la más importante de la villa, se llega al castillo, alzado ante una vasta explanada sobre el escarpado barranco y precedido de un foso excavado en la roca.
   Fue construido en el siglo XIII y rehecho en el XV. Los Velasco volvieron a reedificarlo en el siglo XVI, época de la que, al parecer, procede la portada ojival, flanqueada por dos cubos o garitones, con escudo de los Condestables de Castilla en el centro y adusta puerta de álamo negro tachonada de clavos. Estaba casi completamente arruinado cuando el pintor Ignacio Zuolaga lo compró, en el año 1927, y acondicionó la torre del homenaje para instalar su estudio y vivienda. 
   Pueden visitarse los patios interiores y el museo con obras y recuerdos del pintor.

Enlace a la Entrada anterior de Iglesia de la Virgen de las Vegas* - Pedraza*: