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jueves, 31 de agosto de 2017

1992. CÓRDOBA** (LXIV), capital: 28 de junio de 2015.

324. CÓRDOBA, capital. Acceso al interior de la Mezquita-Catedral desde el patio de los Naranjos.
325. CÓRDOBA, capital. Interior de la Mezquita-Catedral.
326. CÓRDOBA, capital. Otra perspectiva del llamado "bosque de columnas" de la Mezquita-Catedral.
327. CÓRDOBA, capital. Restos romanos y visigodos en el interior de la Mezquita-Catedral.
328. CÓRDOBA, capital. La primera catedral de la Mezquita-Catedral.
329. CÓRDOBA, capital. Cúpula de la capilla de Villaviciosa, en la Mezquita-Catedral.
330. CÓRDOBA, capital. Otra perspectiva del bosque de columnas de la Mezquita-Catedral.
331. CÓRDOBA, capital. Antesala de la maqsura de la Mezquita-Catedral.
332. CÓRDOBA, capital. Cúpula de la maqsura y parte superior del mihrab de la Mezquita-Catedral.
333. CÓRDOBA, capital. Mihrab de la Mezquita-Catedral.
334. CÓRDOBA, capital. Otra de las cúpulas de la maqsura de la Mezquita-Catedral.
335. CÓRDOBA, capital. Otra cúpula de la maqsura de la Mezquita-Catedral.
336. CÓRDOBA, capital. Zona de la última ampliación de la Mezquita-Catedral.
CÓRDOBA** (LXIV), capital de la provincia: 28 de junio de 2015.
El interior
   Al templo propiamente dicho se entra por un acceso, a la derecha, inmediatamente después de la puerta de los Deanes.
   Es aquí, sobre todo, en el interior de este grandioso edificio, donde se comprueba de forma inmediata en qué medida la Mezquita Catedral es un modelo de arte sobre arte, un soberbio crisol en el que se funden los más diversos conceptos arquitectónicos, los más heterogéneos materiales, para alumbrar la piedra filosofal de una construcción incomparable, una obra humana más propia, sin embargo, del fantástico mundo de Las mil y una noches que de la realidad.
La Mezquita de Abd al-Rahmán I. La visita al interior de la edificación puede realizarse de muchas maneras. En atención a las características ya mencionadas del templo, la elegida aquí sigue un itinerario cronológico, el que lleva desde el comienzo de la obra a su finalización, eso sí, teniendo en cuenta todos los elementos -islámicos o cristianos- que van saliendo al paso. Sea cual sea el ánimo con el que se acometa la visita, la primera visión del interior del monumento resulta sobrecogedora: un mar inabarcable de columnas se ofrece a la vista del visitante en medio de una penumbra mansa, pero persistente. Sobre las columnas, en incomprensible equilibrio, se suceden las arquerías, dobles, triples, lobuladas, lisas o decoradas, con el rojo y el blanco de las dovelas alternados en característica ilación.
   Al otro lado del acceso se inicia la Mezquita construida por Abd al Rahmán I entre el 786 y el 787. Se trata de una sala rectangular que cuenta con once naves perpendiculares a la qibla y doce tramos de fondo. Dichas naves aparecen separadas por hileras de columnas sobre las que apean pilares enlazados entre sí por arcos de herradura de inspiración hispano-visigoda, dobles, en los que alternan dovelas bermejas de ladrillo con otras de piedra, de color blanco marfil, fórmula que ya habían empleado los romanos. Sobre estos arcos montan otros tantos de medio punto, lo que confiere al espacio, además de una singular belleza, altura, visibilidad y la sensación armoniosa de un campo de palmeras extendiéndose hacia la lejanía. El sistema de doble arcada constituye una interesante innovación constructiva destinada a resolver los empujes de las importantes cargas que sobre él se abaten. Basas, fustes, capiteles y cimacios, todos de distinta traza y de materiales diferentes, como puede comprobarse, proceden de construcciones romanas y visigodas de la ciudad, abandonadas por sus antiguos propietarios y reutilizados para la ocasión. El pavimento era de terrizo, cubierto con esteras de pita. La techumbre, que se sitúa a unos diez metros de altura, consiste en un artesonado de madera decorado con motivos de cintas y lacerías en colores negro, oro, rojo y verde. El número total de columnas de esta primera Mezquita es de 142, siendo en sus orígenes de 1013 el de la totalidad del edificio islámico, que quedaron reducidas a las 856 actuales como consecuencia de las distintas intervenciones cristianas.
   En este tramo, adosadas a sus muros, aparecen ya una serie de capillas construidas por los cristianos. Destacan las de San Eulogio, San Esteban, San Ambrosio, la Concepción de Salizanes, ...
La ampliación de Abd al-Rahmán II. Poco más de cincuenta años después de su construcción, la mezquita de Abd al-Rahmán I se había quedado pequeña, motivo por el que Abd al-Rahmán II decidió su ampliación, Esta ampliación se llevó a cabo derribando el muro de la qibla y trasladándolo más al sur. La anchura del nuevo espacio siguió siendo la misma, es decir, once naves, pero la profundidad se amplió en ocho nuevos tramos, unos veinticuatro metros, y el edificio ganó setenta columnas que, como puede observarse, carecen de basa. Se repiten esquema y elementos constructivos, aunque en este espacio aparecen los primeros capiteles -once en total- que, aunque inspirados en los clásicos, son ya de pura -y exquisita- labra islámica. Los trabajos de ornamentación de esta zona se efectuaron en tiempos de Muhamad I, quien, entre otras cosas, ordenó construir la primera maqsura, esto es, un lugar acotado ante el mihrab y separado por una celosía de madera para uso exclusivo del soberano y de su séquito. Fue en el siglo X cuando el emir Abd Allah sacó adelante la construcción del sabat, que comunicaba directamente la maqsura con el alcázar de los gobernantes.
La Mezquita de Al-Hakam II: el esplendor musulmán. Menos de un siglo más tarde, la Mezquita había vuelto a quedarse pequeña y el entonces califa al-Hakam II, hombre culto, amante de las ciencias, las artes y las leyes, se propuso su ampliación. Ésta se realizó manteniendo la anchura y volviendo a acrecentar la profundidad con doce nuevos tramos. Es la parte más suntuosa de la Mezquita, aquella en la que se pone de manifiesto todo el esplendor de una arquitectura y cristaliza el que sería llamado estilo califal. Pero, en su configuración actual, es también una de las partes más complicadas de describir. Se introdujeron sustanciosas novedades arquitectónicas: las columnas, sin basa como en la ampliación anterior, fueron labradas in situ y se alternan las de mármol rojo con capitel compuesto y las de mármol verde jaspeado con capitel corintio; además de los arcos de herradura, aparecen los bellos arcos lobulados, de origen mesopotámico, polilobulados y entrecruzados y decorados con ataurique; los pilares que soportan las arquerías altas son ochavados y se adornan con pilastrillas decoradas a base de motivos geométricos; dado que la profundidad de la nueva Mezquita no permitía la llegada fácil de la luz desde el patio, se construyeron cuatro lucernarios cubiertos con cúpula, etc.
   Ahora bien, lo primero que aparece al entrar en esta zona es la estructura de la primera Catedral que, en 1489 y siguiendo las directrices del obispo Íñigo Manríquez, construyeron los cristianos. Este templo primero partía del muro oeste y seguía la dirección del este. Era, por tanto, paralelo a la qibla. Lo que se ve en la actualidad es una nave abierta de estilo gótico que ocupa, en anchura, cuatro tramos de los construidos por al-Hakam II, con arcos fajones apuntados y cubierta de madera a dos aguas y casetones. En la cabecera se sitúa la magnífica capilla de Villaviciosa, que en su día fue el presbiterio de esta Catedral. Se encuentra bajo uno de los lucernarios mencionados y es puramente musulmana. Los cristianos se limitaron a acotar el espacio y adornarlo con altares y pinturas italo-góticas, hoy desaparecidas. Conviene fijarse en la maravillosa bóveda, construida a base de arcos diagonales cruzados, con gallones centrales y apoyo en una cornisa sostenida por múltiples arcos polilobulados y de herradura sobre columnas.
   El muro que ahora aparece en esta capilla sirve, en realidad, de cerramiento a la que está a su lado; la Capilla Real. Al contrario que la anterior, esta es, a pesar de su aspecto, de construcción puramente cristiana. Se empezó a levantar en 1258 para cámara funeraria de Alfonso X el Sabio, pero no se terminó hasta 1371, en época de Enrique II de Trastámara. La capilla es una asombrosa muestra del arte mudéjar, consistente en la fusión de elementos constructivos y decorativos cristianos con almohades y nazaríes. Independientemente de las arquerías que aparecen en la bóveda y en los muros, son espectaculares los mocárabes, las labores de ataurique y el zócalo que recorre todo el perímetro.
   Volviendo a la ampliación de al-Hakam II, en el muro sur se sitúa el mihrab, pequeña capillita adosada al muro desde la que el imán dirigía la plegaria de los fieles. Delante la maqsura, cuyo espacio aparece acotado por el frente con gráciles arcos de herradura entrecruzados, decorados con ataurique y enlazados con arcos polilobulados, en un increíble juego arquitectónico de absoluta belleza. Sobre estos arcos se alzan tres de los lucernarios ya comentados, los cuales se cubren con preciosas cúpulas, siendo la del central la más ricamente decorada. Ésta se eleva  sobre arquillos lobulados en los ángulos a modo de trompas, sobre los que apoyan ocho arcos de herradura que dan paso al octógono de la base. Todo el conjunto presenta ornamentación vegetal, en su tiempo pintada en rojo y azul, y maravillosos mosaicos realizados por artistas bizantinos enviados desde Constantinopla por el emperador Nicéforo Focas, quien, al efecto, regaló además 320 quintales de teselas de pasta vítrea en diversos colores.
   Esta es, sin duda, la zona de mayor riqueza decorativa de toda la Mezquita, cuya culminación se alcanza en el mihrab. A la entrada de éste hay un zócalo de mármol con motivos referentes al Árbol de la Vida y, sobre él, un doble alfiz que encuadra un arco de herradura apoyado en columnas corintias rojas y verdes procedentes del mihrab que Abd al-Rahmán II construyó en su ampliación. Como en la maqsura, la decoración utiliza mosaico bizantino en oro y azul junto con atauriques tallados en mármol y se completa con inscripciones cúficas doradas que hacen referencia a la construcción. Este frente acaba en un friso de siete arquillos ciegos lobulados, también con mosaicos y atauriques. El mihrab tiene planta octogonal, muy rara en este tipo de elementos, y una delicada composición: por encima de un zócalo de mármol veteado, corre una cornisa que presenta modillones entre metopas así como una inscripción cúfica; sobre la cornisa, seis arquillos trilobulados con dovelas lisas y de ataurique y, por último, una curiosa bóveda en forma de venera.

Enlace a la Entrada anterior de Córdoba**:

miércoles, 30 de agosto de 2017

1991. CÓRDOBA** (LXIII), capital: 28 de junio de 2015.

319. CÓRDOBA, capital. Torre de la Mezquita-Catedral en el patio de los Naranjos.
320. CÓRDOBA, capital. Otra perspectiva de la Torre de la Mezquita-Catedral.
321. CÓRDOBA, capital. La Mezquita-Catedral desde el patio de los Naranjos.
322. CÓRDOBA, capital. Una de las galerías del patio de los Naranjos.
323. CÓRDOBA, capital. Otra de las galerías del patio de los Naranjos, de acceso a la Mezquita.
CÓRDOBA** (LXIII), capital de la provincia: 28 de junio de 2015.
La Mezquita-Catedral**
Historia
   El San Rafael del Triunfo mira hacia el muro sur de la Mezquita, y más concretamente, hacia la calle Torrijos, que sube levemente flanqueando el muro oeste de aquélla. La Mezquita islámica, convertida en Catedral cristiana poco después de la conquista de la ciudad, y declarada Patrimonio de la Humanidad, es, como primera aproximación, uno de los más antiguos edificios europeos en uso y, seguidamente, el ejemplo más notable de esa simbiosis singular entre el ayer y el hoy que constituye la característica primera de Córdoba.
   Tal y como hoy aparece, el desarrollo de la edificación se prolongó durante once siglos, los que van del VIII, momento del inicio de las obras, hasta el XIX, en que se realizan las últimas reformas. Esta circunstancia hace que, independientemente del hecho de que la Catedral fue construida en el interior de la Mezquita, se sucedan los diferentes estilos artísticos, las diferentes soluciones arquitectónicas, es decir, la amalgama, la multiplicidad y, en cierto modo, el mestizaje. Y no obstante -en su momento se verá- pocas construcciones, religiosas o no, alcanzan el sereno equilibrio que las manos de los sucesivos artistas han conseguido imprimir en el conjunto de la edificación y, lo que resulta más asombroso, en cada una de sus partes.
   Entre las muchas mezquitas que la Córdoba musulmana llegó a tener, la Aljama destacaba por su grandiosidad. Hoy como ayer, en las ciudades islámicas tiene categoría de Aljama la mezquita de mayor tamaño y es en ella donde se pronuncia la kutba coránica, el sermón de los viernes al mediodía. En esencia, las mezquitas musulmanas son todas iguales. Se componen de un patio con galerías en tres de sus lados y de un recinto techado, aunque abierto al patio, del que forma parte principal el muro llamado qibla, en el que se sitúa el mihrab, especie de capilla hacia la que los fieles dirigen sus rezos. En su época, la característica más llamativa de la Mezquita de Córdoba era su orientación. Todas las mezquitas del mundo están orientadas hacia la ciudad sagrada de la Meca; ésta, en cambio, en lugar de mirar hacia el este, como debiera, mira hacia el sur.
   La Mezquita se fue construyendo por tramos rectangulares. Fue el emir Abd al-Rahmán I el que ordenó la construcción del primer tramo. Lo hizo en la que había sido basílica visigótica de San Vicente, que, según afirma la tradición, moros y cristianos utilizaron conjuntamente para practicar sus devociones. Abd al Rahmán adquirió la basílica a los cristianos por la exorbitante suma de 100.000 dinares. Posteriores mandatarios llevaron a cabo sucesivas ampliaciones de este espacio, hasta formar un edificio de 125 metros de ancho por 175 de largo lo que lo convierte en el mayor edificio religioso del mundo musulmán.
   Posteriormente, en 1236, tan pronto como se produjo la conquista cristiana, el obispo de Osma, cumpliendo las órdenes de Fernando III, procedió a la consagración de la Aljama, dándole en aquel momento el nombre de iglesia de Santa María Madre de Dios. Más tarde se construyó una primera capilla Mayor, que se consagró como catedral, y en fecha más reciente se levantó, en medio de la edificación musulmana, la construcción catedralicia que hoy puede contemplarse. Entre una obra y la otra, se fueron acotando espacios, principalmente laterales, para la erección de capillas, dedicadas de manera especial a enterramientos. Aunque no cabe duda de que la conservación de la Mezquita tal y como la terminaron los musulmanes hubiera sido la mejor de todas las soluciones, debe reconocerse que el conjunto conseguido con las distintas obras posteriores resulta colosal y, al mismo tiempo, de una armonía sorprendente y sobrecogedora, hasta el punto de que quizá en esta hibridación se encuentre el mérito principal de esta obra tal y como ha llegado a los tiempos actuales.
Las puertas
   Al exterior, la Mezquita ofrece un muro de cerramiento levantado a base de sillería de piedra caliza coronado por almenas, escalonadas en unos tramos -los originales- y flordelisadas en otros -los que han sufrido reparaciones-. Poderosos contrafuertes enmarcan un buen número de portadas, la mayoría de ellas con arcos de herradura y labores de ataurique. Arrancando de la esquina que forman las calles Cardenal Herrero y Torrijos y caminando hacia el sur, es decir, hacia el río, se encuentra, en primer lugar, el postigo de la Leche, llamado así por ser el lugar en el que madres desesperadas abandonaban a sus hijos con la esperanza de que el cabildo catedralicio se hiciera cargo de ellos. Viene a continuación la puerta de los Deanes, muy reformada a lo largo del tiempo. Recibía este nombre porque era por aquí por donde entraban los nuevos deanes para tomar posesión de su cargo.
   La portada de San Esteban es una de las más bellas del conjunto. En tiempos árabes se llamó a los Visires. Su origen se encuentra en el siglo IX y ofrece dintel adovelado bajo arco ciego de herradura. Dicho arco presenta alternancia de dovelas, unas de ladrillo rojo y otras de piedra con motivos vegetales, con un fuerte contraste de color. Algo más abajo se abre la puerta de San Miguel o de los Obispos. Se llama así por encontrarse frente al Palacio Episcopal. Se construyó en tiempos de Abd al-Rahmán II, pero sólo conserva de la original el arco y el mosaico del intradós. Vienen a continuación tres portadas soberbias. La primera y la tercera reúnen lo más exquisito del arte califal, con sus arcos de herradura y enlazados, el ataurique, los mosaicos, las ventanas de arco polilobulados y sus celosías. La segunda, denominada de la Paloma, es también bellísima, aunque su aspecto sea gótico debido a una reforma llevada a cabo en el siglo XV. La última de las puertas de este lado es la del Sabat. Desde ella partía un pasadizo volado que conducía al palacio califal, por el que los califas entraban directamente en el templo.
La Puerta del Perdón. El muro sur carece de puertas, por ser este el lugar hacia el que los mahometanos rezaban. En fechas posteriores se le añadieron balconadas con arcos de medio punto en los que figuran escudos de varios obispos. El muro oriental presenta, de sur a norte, siete portadas califales, cinco de ellas restauradas a principios del siglo XX por el escultor Mateo Inurria. Tras éstas, se encuentra la puerta de Santa Catalina, construida en 1573 en estilo renacentista. Todavía, al final de este muro, se conserva una portada churrigueresca por la que se accede al patio. Pero el mejor acceso a la Mezquita se encuentra en el muro norte. Es la Puerta del Perdón, nombre que le pusieron los cristianos porque era aquí donde se le perdonaban los pecados a los penitentes públicos. Se construyó en el siglo X, bajo el reinado de Abd al-Rahmán III, pero fue muy reformada en 1377, momento en que adquirió su majestuoso aspecto mudéjar. En ella destacan sobremanera el arco de herradura aguda enmarcado en alfiz y los atauriques de yeso que adornan las albanegas, en las que resaltan los escudos de Castilla y León. En la decoración del arco constan y conviven, como emblema de tolerancia, dos citas, una musulmana y otra cristiana, de asunto religioso. Sobre el arrabá se alza un arco de medio punto con un trío de arcos polilobulados ciegos entre cuyas columnas aparecen pinturas de Antonio del Castillo.
La torre
   Junto a esta puerta se encontraba el alminar que mandó construir Abd al-Rahmán III en 951. Era de base cuadrada, tenía 39 metros de alto y casi 9 de lado y de tan hermosa factura que se convirtió en modelo de campanarios cristianos y de otros alminares magrebíes e hispanos, como el de la Mezquita de Sevilla.
   Dicho alminar se encuentra actualmente embutido en la imponente torre catedralicia que Hernán Ruiz el Viejo comenzó en 1593 y cuya obra no se terminó hasta el tercer cuarto del siglo XVII. Su construcción sigue esquemas manieristas. El campanario alberga doce campanas, entre las que sobresale la llamada Gorda. Una escultura de San Rafael, atribuida a Pedro de Paz, remata el conjunto.
El patio de los Naranjos
   Como ya se ha dicho, la Mezquita Aljama de Córdoba, siguió en su construcción el modelo clásico, según el cual se dividía en dos zonas: el patio (shan) y la sala de oraciones (haram). Existían además en los alrededores diversos lavatorios (mida'a), unos para hombres y otros para mujeres, destinados a la ablución menor antes de entrar al oratorio. Recientes excavaciones han sacado a la luz los restos de uno de estos recintos. Se encuentra en la calle Magistral González Francés, concretamente, en el subsuelo del hotel Conquistador, que los ha integrado en su infraestructura. Es el único lavatorio de este tipo que puede visitarse en España, por supuesto, con la autorización del hotel.
   El patio, llamado de los Naranjos por la abundancia de árboles de este tipo que contiene, a los que, de todos modos, ya que añadir palmeras, cipreses y hasta un olivo, es amplio, majestuoso. Cuenta con una retícula de atarjeas que llevan el agua al pie de cada árbol, además de con dos fuentes, la del Cinamomo, llamada así por el árbol de este nombre que existió en sus proximidades, y el Caño del Olivo, un magnífico pilar barroco que durante mucho tiempo surtió de un agua deliciosa al vecindario de los alrededores. Igual que la Mezquita, el patio experimentó también diversas ampliaciones, una de ellas con Abd al-Rahmán III, en 951, y la última con Almanzor. Entre 1505 y 1514 sufrió además una profunda reforma. en las galerías de origen musulmán, que recorren el perímetro del espacio, Hernán Ruiz el Viejo dispuso módulos tripartitoss con arcos peraltados sobre columnas y encuadrados por alfiz, consiguiendo un conjunto de traza limpia y gran esbeltez.

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martes, 29 de agosto de 2017

1990. CÓRDOBA** (LXII), capital: 28 de junio de 2015.

310. CÓRDOBA, capital. Fachada con la portada principal y torre de la igl. conventual de San Agustín.
311. CÓRDOBA, capital. Bóveda de la nave central hacia los pies de la igl. conventual de San Agustín.
312. CÓRDOBA, capital. Cúpula sobre el crucero de la igl. conventual de San Agustín.
313. CÓRDOBA, capital. Capilla mayor de la igl. conventual de San Agustín.
314. CÓRDOBA, capital. Ntra. Sra. de las Angustias en su camarín de la igl. conventual de San Agustín.
315. CÓRDOBA, capital. Detalle de Ntra. Sra. de las Angustias, en la igl. conventual de San Agustín.
316. CÓRDOBA, capital. Refrescándonos en las fuentes de la plaza de las Tendillas.
317. CÓRDOBA, capital. Al agua ... en la plaza de las Tendillas.
318. CÓRDOBA, capital. A mojarse en la plaza de las Tendillas.
CÓRDOBA** (LXII), capital de la provincia: 28 de junio de 2015.
Iglesia conventual de San Agustín
   Situada en la plaza a la que da nombre, la primitiva fundación es de época de Fernando III, pero hasta el actual emplazamiento, que se remonta a 1328, la comunidad pasó por diversos lugares. A lo largo del XVI se construyeron capillas y ya en el XVII se procedió a reformar profundamente todo el conjunto. Exclaustrado en el siglo XIX, fue entregado a comienzos del XX a la orden dominica, bajo cuya jurisdicción permanece. La iglesia ha estado cerrado al culto desde 1961 hasta 2014 tras una profunda restauración. Al exterior destaca la fachada principal del templo en forma de hastial desmochado, en la que se sitúan las tres portadas; por encima luce tres vanos coronados por óculos, que recuerdan el lenguaje formal usado por Hernán Ruiz. La portada principal coincide con la nave central del templo y su estructura no responde a un planteamiento unitario, sino que más bien parece fruto de las sucesivas reformas. En el centro hay una hornacina de medio punto con imagen del titular, flanqueada por escudos. A los lados de la portada principal hay otras dos, igualmente del XVII, que coinciden con el desarrollo de las calles laterales. Completa la fachada la torre de dos cuerpos.
   El edificio está construido en sillería, mampuesto y ladrillo y presenta una planta rectangular dividida en tres naves de seis tramos separados por pilares, crucero alineado y triple cabecera ochavada. La triple cabecera se cubre con bóveda de crucería con espinazo, y los plementos lucen pinturas que representan ángeles portando instrumentos musicales. El coro está situado a los pies y en alto ocupando los tres últimos tramos; descansa sobre ménsulas bellamente ornamentadas y se prolonga por el resto de la nave central y parte de los brazos del crucero con rica balconada. El crucero se cubre con bóveda oval sobre pechinas, que tienen tondos embutidos en yeserías con las representaciones de los Padres de la Iglesia. Los brazos del crucero se cubren con bóvedas de nervios ornadas con pinturas de santos de la orden agustina, datables en el siglo XVII.
   En el brazo izquierdo del crucero se venera la imagen de Nuestra Señora de las Angustias**, importante grupo en madera policromada encargado en Sevilla a Juan de Mesa y Velasco por el padre maestro de los agustinos fray Pedro de Góngora en 1627; es titular de su cofradía.
   La nave central tiene bóveda de cañón con lunetos; está compartimentada en recuadros y decorada con pinturas que representan escenas relacionadas con el Credo. En los lunetos se ven parejas de santas de medio cuerpo: Águeda e Inés, Justa y Rufina, Lucía y Catalina, Áurea y Columba, Flora y María, Marta y Margarita, Olaya y Leocadia, Dorotea y Polonia. Estas pinturas, al igual que las de la bóveda, constituyen un conjunto de gran calidad y son obra de Juan Luis Zambrano, realizadas en torno a 1630.
   En los pilares se representan escenas de la infancia de Cristo y una serie con los Profetas, pintada por Cristóbal Vela y muy elogiada por Palomino.
   Las naves laterales se cubren con techumbre plana decorada con yeserías que enmarcan recuadros para pinturas murales que representan escenas de la Vida de Santo Tomás de Villanueva, en la nave de la izquierda, en tanto que las correspondientes a la nave de la derecha están prácticamente perdidas. En la nave derecha hay cinco capillas que se encuentran desmanteladas.
   El sotocoro presenta una ornamentación similar, destacando la Inmaculada rodeada por símbolos marianos, obra de gran calidad, atribuida desde antiguo a Cristóbal Vela. La mayor parte de toda esta decoración escultórica y pictórica se llevó a cabo entre 1621 y 1633. La sacristía está ubicada en la cabecera sobre la nave de la izquierda, y consta de un tramo techado con cubierta plana.
Plaza de las Tendillas
   Desde los años veinte del siglo pasado, este es oficialmente el centro de Córdoba. Después de la última reforma llevada a cabo en los años noventa de dicho siglo, se ha convertido en una plaza de salón, con edificios predominantemente modernistas, con la estatua ecuestre del Gran Capitán, que fundiera Mateo Inurria, el cual, a falta de modelo oficial, le puso al insigne militar la cabeza del torero Lagartijo, con el famoso reloj que da las horas con un toque a la guitarra por soleares, el palo de Córdoba y, en fin, ahora que la ciudad ha crecido y se desplaza hacia el norte, con cierto aire nostálgico y entrañable.

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lunes, 28 de agosto de 2017

1989. CÓRDOBA** (LXI), capital: 28 de junio de 2015.

302. CÓRDOBA, capital. Torre de la igl. de San Andrés.
303. CÓRDOBA, capital. Nave central y retablo mayor de la igl. de San Andrés.
304. CÓRDOBA, capital. Los titulares de la Hdad. del Buen Suceso, en su capilla de la igl. de San Andrés.
305. CÓRDOBA, capital. Ntro. Padre Jesús del Buen Suceso, en la igl. de San Andrés.
306. CÓRDOBA, capital. Mª Stma. de la Caridad, en la igl. de San Andrés.
307. CÓRDOBA, capital. Imágenes de la Hdad. de la Esperanza, en el sotocoro de la igl. de San Andrés.
308. CÓRDOBA, capital. Ntro. Padre Jesús de las Penas, en la igl. de San Andrés.
309. CÓRDOBA, capital. Mª Stma. de la Esperanza, en la igl. de San Andrés.
CÓRDOBA** (LXI), capital de la provincia: 28 de junio de 2015.
Parroquia de San Andrés
   Es ésta una de las iglesias de fundación fernandina, aunque existen indicios para suponer que se estableció sobre la antigua basílica visigoda de San Zoilo. En el Setecientos se decidió ampliar el templo y por esa circunstancia se cambió la disposición, convirtiéndose en crucero del nuevo templo la iglesia medieval. La obras, realizadas por los hermanos Aguilar, concluyeron el 14 de febrero de 1733, bajo el mecenazgo del obispo Siuri. En la actualidad se conserva de la obra originaria el ábside central y uno de los laterales, hoy convertidos en capilla del Sagrario.
   Destaca la fachada principal, situada a los pies del templo, construida en la reforma setecentista. La portada es una interesante composición barroca, con vano de medio punto entre pilastras, entablamento partido con el escudo del obispo Siuri y hornacina con imagen en piedra del titular.
   En el lado oeste del edificio hay varias portadas; la primera abre al segundo tramo de la iglesia y está realizada en mampostería y ladrillo. La segunda es de piedra, también adintelada, y corresponde al despacho parroquial; la tercera es la de la antigua iglesia, una construcción bajogótica de 1489, tallada en piedra. La torre es de ladrillo, con entablamento y balaustrada de piedra. Se construyó en el episcopado de fray Martín de Córdoba (1578-1581) y se inspira en modelos de Hernán Ruiz el Joven.
   La iglesia es una construcción de mampuesto, ladrillo y piedra, de planta rectangular, tres naves de tres tramos, cabecera recta y crucero. Las cubiertas son muy variadas, empleándose bóvedas de aristas en las naves y el presbiterio, de cañón con lunetos en los brazos de la cruz, y bóveda baída en el crucero. El coro se sitúa a los pies, sobre el último tramo de la nave de la derecha, formando una balconada abierta a la nave central. La sacristía, situada en la cabecera del templo, es de planta rectangular y se cubre con bóveda de cañón.
   En el presbiterio destaca el retablo mayor, trazado por Pedro Duque Cornejo y realizado en 1753 por Teodosio Sánchez Cañada; es de madera policromada y se compone de banco, cuerpo de tres calles y ático adaptado al medio punto. En el centro está el sagrario, flanqueado por esculturas de San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino. Sobre él se ve el manifestador, en el que se ha colocado en 2003 una imagen de vestir de la Virgen de las Nieves, del siglo XVIII, titular de una antigua cofradía. En la base hay una frontalera de altar, de madera dorada y policromada, que tiene un óvalo al centro con la figura tallada de San Andrés, flanqueado por dos cruces. Una inscripción informa que se hizo en 1855 por el presbítero Diego Serrano Galindo, sacristán mayor de la parroquia, a los 73 años de edad, siendo cura ecónomo Miguel Riera.
   Las entrecalles se ocupan con hornacinas para esculturas que representan, en el primer cuerpo, a San Miguel y San Rafael, obras de Duque Cornejo, y al centro, la talla de San Andrés, titular del templo, realizada en fecha más temprana por un autor desconocido. En el ático remata el Crucificado, entre dos bellos ángeles pasionarios, los tres de Pedro Duque Cornejo.
   De las paredes cuelgan un notable número de lienzos, en su mayor parte obras de escuela cordobesa del siglo XVII. Al lado izquierdo, la Virgen con el Niño y ángeles es obra anónima de hacia la mitad del siglo  XVI, hacia 1630 se fecha la Imposición de la casulla a San Ildefonso, obra firmada por Juan de Peñalosa, al que se atribuye también el Apostolado. Al lado derecho, el cuadro de la Virgen de las  Angustias, que reproduce el grupo escultórico de Juan de Mesa, es obra de fines del Seiscientos y el de Jesús Nazareno, de hacia 1650. De igual fecha es la cruz parroquial de plata y figuras sobredoradas, situada en el presbiterio entre dos ciriales del XIX.
   Ya en el crucero, se ve un retablo de columnas salomónicas y estípites con espejos, con hornacina central y registros para lienzos en los laterales. Perteneció a la familia Hoces y los preside la imagen de candelero de Nuestra Señora de los Ángeles, que se fecha en el XVIII. Las pinturas laterales representan a los mártires Acisclo y Victoria. En el ático hay un Crucificado pequeño de papelón, flanqueado por dos lienzos con escudos de los Hoces.
   En el frente del crucero está ubicada la capilla del Sagrario, que se corresponde con el ábside de la primitiva iglesia fernandina, transformada en capilla sacramental en el primer tercio del siglo XVIII. En el lado izquierdo hay un pequeño retablo de estuco, de fines del XVIII, con un lienzo que representa a San Joaquín y a continuación, la interesante Inmaculada firmada por Antonio Palomino, que se data hacia 1680.
   El frente de la capilla lo ocupa un retablo hecho por Juan Fernández del Río en 1739. El cuerpo principal lo forman dos columnas salomónicas y en el banco hay un sagrario de plata, obra de Martínez, de 1800. Preside el retablo una imagen devocional del Sagrado Corazón de Jesús y se remata con un pequeño lienzo de la Santa Cena. A los lados del retablo hay sendos marcos de estuco, que reciben lienzos, destacando el Descendimiento y la Adoración de los Reyes, de hacia 1650, recientemente desestimados como obras de Antonio del Castillo. Sobre ellos hay otros dos con la Dolorosa y Santo Tomás de Aquino, también del XVII.
   En la capilla lateral, cubierta con bóveda de crucería, se ve en el muro de la izquierda una tabla con Santo Domingo, del primer tercio del siglo XVI, con fondo de paisaje en que se ve al santo penitente y zócalo de escudos, entre ellos el del obispo fray Juan Álvarez de Toledo. En el muro de la derecha hay dos lienzos, uno con una buena copia de Murillo, con el tema de Santa Ana enseñando a leer a la Virgen, firmado por F. Ferrando, y otro mediocre con Santo Domingo curando a una dama tullida.
   La pieza más importante es el retablo de la Asunción, anónimo del hacia 1540; el banco va decorado con relieves que representan la Adoración de los Pastores, la Presentación del Niño Jesús en el Templo y la Misa de San Gregorio; el espacio central muestra una temprana talla de la Inmaculada, a la que se le han retirado los Apóstoles que componían la Asunción, hoy en la sacristía. Las calles van divididas en registros con pinturas en tabla, los dos inferiores con la Anunciación y la Adoración de los Reyes, y los cuatro superiores con parejas de santos sobre fondo dorado: San Lorenzo y San Esteban, San Francisco y Santo Domingo, San Andrés y Santiago, y San Juan Bautista y la Magdalena. El centro del ático luce un Calvario de escultura.
   En el muro derecho de la capilla del Sagrario cuelga un lienzo de la Virgen con el Niño, de escuela italiana de finales del XVII. Sobre la puerta de la sacristía se ve un lienzo con San Juan en la tina, de medio cuerpo; hace juego con el de San Felipe que tiene enfrente y son obras manieristas, de hacia 1620. En la sacristía de la capilla sacramental se guarda un Crucificado de hacia 1610, atribuido a Juan de Peñalosa. Saliendo otra vez a la nave puede verse, junto al primer pilar, una imagen popular de vestir de Santa Lucía. El retablo de la Virgen del Buen Suceso ocupa lo que fuera la entrada de una antigua capilla. Es de madera policromada en rojo y oro y se hizo en honor de San Antonio de Padua. Ahora sirve a la imagen de candelero de ese nombre, fechada hacia 1636, que fue titular de la ermita y hospital del Buen Suceso, junto al Arroyo de San Andrés. En el segundo tramo hay un retablo de estética neoclásica, pintado imitando mármol, dedicado a San Juan Nepomuceno a comienzos del XIX por el rector de la parroquia Juan Nepomuceno Henao. En él se venera hoy la Virgen del Pilar; que tiene a sus pies una urna con pequeña imagen de la Virgen arrodillada, interpretada como Inmaculada, del XVIII.
   Al final de esta nave se halla la antigua capilla del Bautismo, cuyo ingreso es un vano de medio punto con reja del siglo XIX. En el interior se han colocado las imágenes pasionistas del Buen Suceso. El Nazareno titular es original del siglo XVII, pero ha sufrido cuatro restauraciones en el plazo de veinte años. Compone misterio con la Dolorosa, barroca pero muy restaurada, y San Juan y la Magdalena, obras de Miguel Ángel González Jurado de 2004. María Santísima de la Caridad, titular del palio, es del mismo autor, de 1991.
   Cerrando la nave se encuentra un lienzo del XVII con Jesús Nazareno ayudado por el Cirineo. A los pies de la nave se encuentra el retablo que fue de Nuestra Señora de las Nieves. En él se venera ahora la Virgen de la Salud y Consuelo, traída de la provincia de Jaén y retocada en 1978 por Martínez Cerrillo. El retablo, articulado con estípites y abundante hojarasca, procede del desaparecido hospital de Nuestra Señora de las Nieves y Santo Domingo de Silos, cuya imagen pintada centra el ático. A los lados se han colocado imágenes de San Antonio de Padua, del siglo XVIII, que perdió el Niño original, y San Juan Nepomuceno, del XIX, procedentes de sus antiguos altares. Por encima se ve un lienzo barroco de San José con el Niño.
   En el lado derecho del crucero puede verse el retablo de San José, obra barroca de hacia 1740, de estética próxima a Teodosio Sánchez Cañada. La hornacina central tiene la imagen del titular y el ático muestra una pintura de la Pentecostés flanqueada por óvalos con azucenas. Los laterales lucen dobles registros para lienzos con Santa Ana enseñando a leer a la Virgen, San Martín con el pobre, San Andrés y Santo Domingo.
   Sigue la actual capilla bautismal, que se corresponde con los pies del templo medieval. Se ha trasladado aquí la pila del Bautismo, con pie abalaustrado, fechada en 1795. Preside la capilla el Cristo de Ánimas, de tamaño menor que el natural, obra de finales del XIX, donada al templo en el año 1924 por Ángel Redel, según recuerda una lápida a los pies de la nave derecha, donde tuvo su emplazamiento original. En la pared de enfrente hay un lienzo de taller cordobés de fines del XVIII con el Bautismo de Cristo y en el muro de entrada, dos lienzos del siglo XVII con la Magdalena y Santa María Egipciaca, de escasa calidad.
   En la nave se encuentra el altar de Ánimas, con la Virgen rodeada de Santos sacando las almas del Purgatorio, óleo barroco anónimo del primer cuarto del XVIII. Va rodeado de un marco de talla de la segunda mitad del Setecientos. Bajo el coro hay un altar neoclásico con pintura del Nazareno de los Reyes, del primer cuarto del XVIII, aunque muy retocado. También neoclásico es la caja del órgano. En este sotocoro se han dispuesto sobre peanas las imágenes procesionales de Jesús de las Penas y María Santísima de la Esperanza, obras talladas por Martínez Cerrillo en 1954 y 1947 respectivamente. La sacristía conserva igualmente algunos lienzos y esculturas. La preside una hermosa pintura de San Andrés, de estética romanista del XVII, firmada por Hipólito Torres. En las dependencias parroquiales se guardan así mismo varias piezas de escultura y pintura, de calidades muy diversas, entre las que pueden mencionarse un lienzo de la Piedad, basado en modelos flamencos del XVII.
   La orfebrería de esta parroquia es abundante y pertenece en su mayor parte a los siglos XIX y XX. Del siglo XVII conserva un cáliz liso sin punzonar; de la segunda mitad del XVIII hay un relicario de San Andrés, sin punzones, dos ostensorios, uno con punzón de Sánchez y otro con el de Aranda, además de un juego formado por cruz de altar y candelabros punzonados por Damián de Castro.

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domingo, 27 de agosto de 2017

1988. CÓRDOBA** (LX), capital: 28 de junio de 2015.

290. CÓRDOBA, capital. Portada principal de la igl. conventual de San Pablo.
291. CÓRDOBA, capital. Fachada principal de la igl. conventual de San Pablo.
292. CÓRDOBA, capital. Nave central y capilla mayor de la igl. conventual de San Pablo.
293. CÓRDOBA, capital. Nave central hacia los pies de la igl. conventual de San Pablo.
294. CÓRDOBA, capital. Capilla de la Hdad. de la Virgen del Rocío en la igl. conventual de San Pablo.
295. CÓRDOBA, capital. Xto. de Ánimas en su capilla de la igl. conventual de San Pablo.
296. CÓRDOBA, capital. Capilla de la Virgen del Rosario, en la igl. conventual de San Pablo.
297. CÓRDOBA, capital. Ntra. Sra. del Rosario en su baldaquino de la capilla en la igl. conventual de San Pablo.
298. CÓRDOBA, capital. Ntra. Sra. del Rosario, de la igl. conventual de San Pablo.
299. CÓRDOBA, capital. La capilla de la Hdad. de la Expiración en la igl. conventual de San Pablo.
300. CÓRDOBA, capital. El Stmo. Xto. de la Expiración y Mª Stma. del Silencio en su capilla de la igl. conventual de San Pablo.
301. CÓRDOBA, capital. Ntra. Sra. del Rosario en sus Misterios Dolorosos, en su paso de palio tras participar el día anterior en la Regina Mater, en el interior de la igl. conventual de San Pablo.
CÓRDOBA** (LX), capital de la provincia: 28 de junio de 2015.
Iglesia conventual de San Pablo*
   Documentalmente se conoce que la orden de Santo Domingo autorizó la fundación en 1237, sin embargo la tradición la relaciona con la llegada de Fernando el Santo.
   La construcción de la iglesia se llevó a cabo entre el tercio final del siglo XIII y los comienzos del XIV. Con el tiempo se introdujeron reformas y añadidos, siendo las más destacadas las correspondientes al siglo XVIII. Como tal convento dominico fue desamortizado en el siglo XIX; a finales del Ochocientos fue cedido a los Misioneros Hijos del Corazón de María por el obispo don Sebastián Herrero Espinosa de los Monteros. Promovió la restauración el padre Pueyo, que contó con la colaboración del arquitecto Adolfo Castiñeyra y el escultor Mateo Inurria, terminándose los trabajos en 1903.
   El edificio presenta externamente dos portadas, una abierta a la plaza y la otra a la calle San Pablo. Ésta es una obra en piedra de mediados del Setecientos, junto a la cual puede verse un relieve de la Virgen del Rosario, obra de fines del siglo XVIII debida a Juan Navarro León. Desde esta entrada, atravesando un pequeño compás, se accede a una portada lateral abierta al lado izquierdo del templo, que fue trasladada a su actual emplazamiento en 1409. La portada principal, que da a poniente, tiene columnas salomónicas y una hornacina con la imagen de San Pablo; es obra realizada en 1706 por los canteros lucentinos Andrés del Pino y Bartolomé de Rojas. Al fondo se ve la fachada principal de la iglesia, situada a los pies, con portada manierista y rosetón, añadido en la restauración del siglo XX. La portada presenta dos cuerpos; el inferior es de medio punto entre dobles pilastras, con nichos para esculturas; remata el frontón partido con figuras recostadas de la Fe y la Esperanza y por encima escudos de la orden.
   El cuerpo superior muestra la imagen de Santo Domingo y encima un tondo con la Caridad. Es obra de los últimos años del XVI, de estética próxima a Juan de Ochoa. El hastial remata con una escultura de Santo Tomás de Aquino.
   La iglesia presenta planta rectangular con tres naves, capillas laterales, y triple ábside, precedido de espacios cuadrangulares, sin crucero. El ábside central, poligonal, se cubre con bóveda de crucería simple, reconstruida a principios del siglo XX por Mateo Inurria, copiando los restos conservados de épocas anteriores. El arco toral es apuntado y decorado con baquetones; por encima hay un pequeño rosetón que da luz a la nave central. Los ábsides laterales se cubren con bóveda de crucería sobre ménsulas decoradas en el primer tramo, y con bóveda de horno en el segundo. El coro está situado a los pies, y fue realizado durante las reformas de comienzos del XX. Asienta sobre una bóveda de crucería apoyada en columnas, con capiteles figurados que proceden de San Jerónimo de Valparaíso.
   El ábside central carece de ornamentación, a excepción de las vidrieras de Maumejean, que adornan toda la iglesia, y la imagen moderna del Sagrado Corazón de María. En la capilla absidial de la izquierda se venera el Simpecado de la Hermandad del Rocío cordobesa junto a una réplica de Ntra. Sra. del Rocío.
   De las tres capillas ubicadas en el lado izquierdo del templo, las dos primeras están dedicadas al Cristo de Ánimas y a San José. Tienen planta cuadrangular y se cubren por bóvedas de ocho paños apeadas sobre trompas, y se fechan en el siglo XV. La capilla del Cristo de Ánimas tiene un retablo de hacia 1760 con una estética próxima a Gómez de Sandoval; lo adornan imágenes de los ángeles Rafael, Gabriel y Custodio, ocupando el ático San Miguel. En cuanto a la imagen del Cristo de Ánimas, es obra de estética manierista de comienzos del XVII, de autor anónimo.
   En el espacio existente entre ambas capillas hay un altar con frontal fechado en 1662, sobre el que se halla un pequeño retablo barroco con fanal para la imagen de Nuestra Señora de las Angustias, obra anónima del XVII atribuida a Pedro de Paz.
   La capilla de San José acoge un interesante retablo realizado por Jorge Mejías en 1708; tiene en la caja principal una hornacina con la imagen devocional de San José y en los laterales luce peanas con imágenes barrocas de San Miguel y Santa Catalina. En el ático hay un relieve de la Inmaculada flanqueado por pinturas de San José con el Niño y Santo Domingo.
   La capilla de Nuestra Señora del Rosario es uno de los espacios más interesantes del templo. Se erigió como capilla funeraria de Martín López de Córdoba en 1409, pero no se terminó hasta 1482-89, bajo la dirección del alarife Pedro López II. En la segunda mitad del siglo XVIII, se le añadió el retablo de mármoles y el edificio del camarín de la Virgen del Rosario, una de las más notables realizaciones del barroco cordobés, cercano por su estética a Francisco de Aguilar y a Alonso Gómez de Sandoval.
   En el centro del altar se venera una imagen de vestir de la Virgen del Rosario, anónima del XVIII, cobijada en un bello baldaquino rococó. El camarín es de planta circular, sostenido por columnas ricamente labradas, todo recubierto de mármoles; se cierra con bóveda semiesférica de estilo académico, pintada imitando mármol. Los lados se disponen como altares con hornacinas entre estípites, encima de las cuales hay un relieve representando, de izquierda a derecha, el Ángel de la Guarda, San Miguel, San Rafael, y San Gabriel. Las puertas también tienen relieves con Santa Ana enseñando a leer a la Virgen, San José con el Niño y Jesucristo.
   A la nave derecha abren dos capillas. La primera tiene planta poligonal y se cubre con una bóveda neogótica apeada en capiteles ménsulas. Se construyó en la reforma del XX y se entra a ella por un arco apuntado de mediados del siglo XIV, que corresponde a la primitiva puerta lateral. A los pies de la nave se halla una imagen de vestir del padre Posadas, obra anónima de taller local de hacia 1800. A su lado se encuentra la segunda capilla, de la que se sirve la cofradía de la Expiración. Es una interesante construcción, rehecha en gran parte a comienzos del siglo XX por Adolfo Castiñeyra y Mateo Inurria. En ella se veneran las imágenes del Cristo de la Expiración, fechada hacia 1675, de estética granadina muy próxima a la obra de Pedro de Mena, que ha sufrido frecuentes intervenciones, la última y más correcta debida al restaurador José Rodríguez Rivero-Carreras en 1985. María Santísima del Silencio es imagen de candelero fechable en el XVIII, también restaurada por el mismo autor en dicho año; Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos es obra de Luis Álvarez Duarte, fechada en 1973.
   Qubba de la Antesacristía. Por la cabecera de la nave derecha se pasa a la sacristía y dependencias conventuales. Actúa como distribuidor un gran espacio, usado hoy como almacén de pasos, en cuyo suelo se han reunido las losas sepulcrales repartidas por el templo.
   Este espacio es un viejo edificio islámico integrado en la fábrica cristiana del convento dominico, donde quizá tuvo funciones de capilla mayor antes de construirse la iglesia gótica. Su primitivo uso y fecha de construcción son desconocidos, pero actualmente se tiene por una qubba -capilla sepulcral- almohade de fines del XII o comienzos del XIII, sin duda de un importante personaje.
   El conjunto se divide en tres secciones; la primera conserva las trompas que sostenían la perdida cubierta primitiva; la segunda va flanqueada por dos arcos de herradura apuntados, la tercera, que es la más importante, se abre con gran arco de herradura y es de planta cuadrada, cubierta por bóveda ochavada sobre trompas, sustentada por cuatro pares de nervios que dejan un óculo octogonal, en el que hay una linterna que repite en menor escala el mismo tipo de cubierta. En las paredes del primer tramo cuelgan lienzos muy deteriorados, en su mayor parte de personajes de la orden dominica.

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