5627. SEVILLA, capital. Bóveda y retablo mayor de la igl. de San Bartolomé. |
5628. SEVILLA, capital. Retablo mayor de la igl. de San Bartolomé. |
5629. SEVILLA, capital. Retablo de la Virgen de la Alegría, en su capilla de la igl. de San Bartolomé. |
5630. SEVILLA, capital. Ntra. Sra. de la Alegría, en Besamanos. |
5631. SEVILLA, capital. Ntra. Sra. de la Alegría. |
5632. SEVILLA, capital. Detalle de la Virgen de la Alegría. |
5633. SEVILLA, capital. Retablo de la capilla sacramental de la igl. de San Bartolomé. |
5634. SEVILLA, capital. Retablo del Crucificado y Dolorosa de la igl. de San Bartolomé. |
5635. SEVILLA, capital. Dolorosa de la igl. de San Bartolomé. |
5636. SEVILLA, capital. Crucificado de la igl. de San Bartolomé. |
SEVILLA** (DCCCXXXVIII), capital de la provincia y de la comunidad: 16 de abril de 2017.
Iglesia de San Bartolomé.
calle Virgen de la Alegría
calle Virgen de la Alegría
En la antigua judería sevillana se encuentra una iglesia dedicada al apóstol que fue desollado, Bartolomé, llamado originalmente Natanael, el hijo de Tolomeo y acompañante de Felipe, el último elegido por Jesús. Evangelizó por Armenia, Persia, Arabia y la India. Cuentan que llegó a traducir al hindú el Evangelio de San Mateo. Y que un rey pagano, al que destruyó un ídolo, le quitó la piel a tiras. Toda una iconografía barroca que curiosamente en Sevilla, se plasma en una de sus iglesias neoclásicas, con una larga historia a sus espaldas.
Junto a la calle Levíes, en la actual calle Virgen de la Alegría, se sitúa un templo que viene a suceder en el tiempo a una de las antiguas sinagogas del barrio judío de la ciudad. Tras la decadencia que supuso para los judíos el violento asalto de su barrio en 1391, la comunidad se mantuvo a duras penas hasta la definitiva expulsión en 1492. Precisamente este solar fue el único que mantuvieron los pocos judíos que se habían estabilizado en la ciudad en la época de Enrique II, ya que las otras dos sinagogas pasaron al patrimonio del cabildo catedralicio, siendo el germen de las iglesias de Santa Cruz y de Santa María la Blanca. Fue después de esa expulsión cuando se produjo el definitivo traslado de la conocida como parroquia de San Bartolomé el Viejo, que ha existía en la ciudad desde la reconquista y que debía situarse en la zona actualmente ocupada por el convento de la Visitación (Salesas). El traslado al lugar actual debió producirse hacia 1500 y desde entonces comenzó a conocerse como parroquia de San Bartolomé el Nuevo, aunque mantuvo la antigua edificación judía. Así fue hasta 1779. En aquel año el edificio que fue mezquita, y que Alfonso X concedió a los judíos como sinagoga, estaba en estado ruinoso y fue demolido. Se comenzó la edificación de la actual iglesia con los donativos de los fieles y las limosnas del cardenal Delgado y Venegas. Especialmente importante fue la actuación del párroco José Granados, nombrado en 1781, que logró concluir las obras del nuevo templo. La nueva edificación fue consagrada entre 1800-1806, dato que varía según las fuentes consultadas. La obra fue dirigida por el reconocido arquitecto neoclásico José Echamorro, que creó un edificio con planta de cruz latina, luminosa nave central cerrada con bóvedas de cañón y bóvedas laterales baídas. En el crucero dispuso airosa cúpula sobre tambor poligonal, colocando a los pies del templo el coro con su órgano en alto y el correspondiente sotocoro en la parte inferior. La entrada a la iglesia se realiza por el muro izquierdo, una puerta de austera decoración neoclásica coronada por frontón recto. Accede a un templo en cuya última restauración, muy discutida en algunos aspectos, se le añadieron nuevos canceles de madera, nuevo suelo y minimalistas pilas de agua bendita que contrastan con los otros estilos del edificio. Domina la blanca nave central un discreto retablo neoclásico presidido por una escultura de San Bartolomé, de época anterior. Está flanqueado por dos tallas que representan a San Juan Nepomuceno adorando al Crucifijo y a San Cayetano con el Niño en brazos, tallas anónimas de finales del siglo XVII, al igual que la Virgen con el Niño que se sitúa en la parte baja del conjunto. Sobre columnas clásicas de imitación marmórea se sitúa un ático presidido por el grupo escultórico de la Santísima Trinidad.
En la cabecera de la nave derecha se encuentra la capilla de la Virgen de la Alegría (en el momento de la visita se encontraba en Besamanos, como cada Domingo de Resurrección), imagen del XVI atribuida al flamenco Roque Balduque, aunque fue transformada en la intervención a la que fue sometida en el siglo XVIII. Se sitúa en un retablo de plata de estilo neoclásico y está flanqueada por tallas de San Joaquín y Santa Ana, del siglo XIX. Una antigua leyenda hace provenir el título de la Alegría del próximo Oriente. En torno a la imagen se creó una hermandad cuyas primeras reglas datan de 1672, siendo la primera que, en 1690, celebró el primer rosario público cantado. Tras un periodo de decadencia, fue refundada en 1828 con nuevas reglas. Ya en 1972 se fusionó con la hermandad sacramental, siendo considerada la imagen de la Virgen la patrona del barrio.
En el muro izquierdo del crucero se abre, tras una notable reja de forja del siglo XVII con figuras doradas, la capilla sacramental. Está presidida por un retablo de hacia 1650, en madera oscura y compartimentada por columnas estriadas. Lo preside el grupo escultórico de la Piedad, anónimo del siglo XVI, basado en iconografías centroeuropeas medievales y de gran expresividad. Lo flanquean diversas tallas de la segunda mitad del siglo XVII; San Juan de la Cruz, San Antonio de Padua, San Francisco de Asís y San Ignacio de Loyola. Por el estilo se puede atribuir ésta última a las manos de Pedro Roldán, que en 1672 contrató un retablo con la parroquia. Sobre el ático, también en madera sin policromar, se sitúa un gran relieve con el tema de la Imposición de la casulla a San Ildefonso, de la época del resto del retablo. De gran interés es el sagrario de la capilla, donado en 1630 por doña María de Arellano, y que se puede considerar como una copia, a menor escala, del gran tabernáculo que realizó Francisco de Alfaro para el retablo mayor de la Catedral sevillana. Precisamente, en la misma capilla se sitúa la lauda sepulcral de don Fernando López, de su mujer, María de Arellano, y de su hija doña Catalina, una notable obra de la primera mitad del siglo XVII. Dos lienzos de Esteban Márquez, un seguidor de Murillo de finales del siglo XVII, con los temas de Cristo Salvador y de la Dolorosa, completan la capilla. El mismo Esteban Márquez firma la mitad de un apostolado que se cuelga en las paredes del muro del crucero.
Neoclásico, en blanco siguiendo las frías recomendaciones de los académicos, y sin gran interés, es el retablo del Corazón de Jesús, que se abre en la capilla colateral derecha, completándose con tallas de San Cayetano y de San Jerónimo. Ya en el lado derecho del crucero, un nuevo retablo neoclásico acoge a la talla de San José, del siglo XVII, con un relieve del Santo Patriarca en el ático del conjunto. El resto del apostolado de Esteban Márquez se sitúa en el testero del crucero. Por último, destaca en la nave derecha un retablo de estípites de hacia 1740, con un crucificado atribuido a Hernando de Uceda y una Dolorosa de candelero cercana al estilo de Cristóbal Ramos, que curiosamente sobrevivió a un incendio y cuyo rostro ha sido comparado por algunos autores con el de la dolorosa trianera de la Estrella. Destaca a los pies del templo un gran lienzo de la Asunción de la Virgen, firmado por Ignacio de Ríes en 1661.
Tuvieron gran relación con la parroquia personajes como Bartolomé Esteban Murillo, que fue vecino y hermano de la hermandad sacramental, Miguel de Mañara, que fue allí bautizado, junto a su casa, y la familia Montoto, con sepulcro en la propia iglesia.
Junto a la calle Levíes, en la actual calle Virgen de la Alegría, se sitúa un templo que viene a suceder en el tiempo a una de las antiguas sinagogas del barrio judío de la ciudad. Tras la decadencia que supuso para los judíos el violento asalto de su barrio en 1391, la comunidad se mantuvo a duras penas hasta la definitiva expulsión en 1492. Precisamente este solar fue el único que mantuvieron los pocos judíos que se habían estabilizado en la ciudad en la época de Enrique II, ya que las otras dos sinagogas pasaron al patrimonio del cabildo catedralicio, siendo el germen de las iglesias de Santa Cruz y de Santa María la Blanca. Fue después de esa expulsión cuando se produjo el definitivo traslado de la conocida como parroquia de San Bartolomé el Viejo, que ha existía en la ciudad desde la reconquista y que debía situarse en la zona actualmente ocupada por el convento de la Visitación (Salesas). El traslado al lugar actual debió producirse hacia 1500 y desde entonces comenzó a conocerse como parroquia de San Bartolomé el Nuevo, aunque mantuvo la antigua edificación judía. Así fue hasta 1779. En aquel año el edificio que fue mezquita, y que Alfonso X concedió a los judíos como sinagoga, estaba en estado ruinoso y fue demolido. Se comenzó la edificación de la actual iglesia con los donativos de los fieles y las limosnas del cardenal Delgado y Venegas. Especialmente importante fue la actuación del párroco José Granados, nombrado en 1781, que logró concluir las obras del nuevo templo. La nueva edificación fue consagrada entre 1800-1806, dato que varía según las fuentes consultadas. La obra fue dirigida por el reconocido arquitecto neoclásico José Echamorro, que creó un edificio con planta de cruz latina, luminosa nave central cerrada con bóvedas de cañón y bóvedas laterales baídas. En el crucero dispuso airosa cúpula sobre tambor poligonal, colocando a los pies del templo el coro con su órgano en alto y el correspondiente sotocoro en la parte inferior. La entrada a la iglesia se realiza por el muro izquierdo, una puerta de austera decoración neoclásica coronada por frontón recto. Accede a un templo en cuya última restauración, muy discutida en algunos aspectos, se le añadieron nuevos canceles de madera, nuevo suelo y minimalistas pilas de agua bendita que contrastan con los otros estilos del edificio. Domina la blanca nave central un discreto retablo neoclásico presidido por una escultura de San Bartolomé, de época anterior. Está flanqueado por dos tallas que representan a San Juan Nepomuceno adorando al Crucifijo y a San Cayetano con el Niño en brazos, tallas anónimas de finales del siglo XVII, al igual que la Virgen con el Niño que se sitúa en la parte baja del conjunto. Sobre columnas clásicas de imitación marmórea se sitúa un ático presidido por el grupo escultórico de la Santísima Trinidad.
En la cabecera de la nave derecha se encuentra la capilla de la Virgen de la Alegría (en el momento de la visita se encontraba en Besamanos, como cada Domingo de Resurrección), imagen del XVI atribuida al flamenco Roque Balduque, aunque fue transformada en la intervención a la que fue sometida en el siglo XVIII. Se sitúa en un retablo de plata de estilo neoclásico y está flanqueada por tallas de San Joaquín y Santa Ana, del siglo XIX. Una antigua leyenda hace provenir el título de la Alegría del próximo Oriente. En torno a la imagen se creó una hermandad cuyas primeras reglas datan de 1672, siendo la primera que, en 1690, celebró el primer rosario público cantado. Tras un periodo de decadencia, fue refundada en 1828 con nuevas reglas. Ya en 1972 se fusionó con la hermandad sacramental, siendo considerada la imagen de la Virgen la patrona del barrio.
En el muro izquierdo del crucero se abre, tras una notable reja de forja del siglo XVII con figuras doradas, la capilla sacramental. Está presidida por un retablo de hacia 1650, en madera oscura y compartimentada por columnas estriadas. Lo preside el grupo escultórico de la Piedad, anónimo del siglo XVI, basado en iconografías centroeuropeas medievales y de gran expresividad. Lo flanquean diversas tallas de la segunda mitad del siglo XVII; San Juan de la Cruz, San Antonio de Padua, San Francisco de Asís y San Ignacio de Loyola. Por el estilo se puede atribuir ésta última a las manos de Pedro Roldán, que en 1672 contrató un retablo con la parroquia. Sobre el ático, también en madera sin policromar, se sitúa un gran relieve con el tema de la Imposición de la casulla a San Ildefonso, de la época del resto del retablo. De gran interés es el sagrario de la capilla, donado en 1630 por doña María de Arellano, y que se puede considerar como una copia, a menor escala, del gran tabernáculo que realizó Francisco de Alfaro para el retablo mayor de la Catedral sevillana. Precisamente, en la misma capilla se sitúa la lauda sepulcral de don Fernando López, de su mujer, María de Arellano, y de su hija doña Catalina, una notable obra de la primera mitad del siglo XVII. Dos lienzos de Esteban Márquez, un seguidor de Murillo de finales del siglo XVII, con los temas de Cristo Salvador y de la Dolorosa, completan la capilla. El mismo Esteban Márquez firma la mitad de un apostolado que se cuelga en las paredes del muro del crucero.
Neoclásico, en blanco siguiendo las frías recomendaciones de los académicos, y sin gran interés, es el retablo del Corazón de Jesús, que se abre en la capilla colateral derecha, completándose con tallas de San Cayetano y de San Jerónimo. Ya en el lado derecho del crucero, un nuevo retablo neoclásico acoge a la talla de San José, del siglo XVII, con un relieve del Santo Patriarca en el ático del conjunto. El resto del apostolado de Esteban Márquez se sitúa en el testero del crucero. Por último, destaca en la nave derecha un retablo de estípites de hacia 1740, con un crucificado atribuido a Hernando de Uceda y una Dolorosa de candelero cercana al estilo de Cristóbal Ramos, que curiosamente sobrevivió a un incendio y cuyo rostro ha sido comparado por algunos autores con el de la dolorosa trianera de la Estrella. Destaca a los pies del templo un gran lienzo de la Asunción de la Virgen, firmado por Ignacio de Ríes en 1661.
Tuvieron gran relación con la parroquia personajes como Bartolomé Esteban Murillo, que fue vecino y hermano de la hermandad sacramental, Miguel de Mañara, que fue allí bautizado, junto a su casa, y la familia Montoto, con sepulcro en la propia iglesia.
Textos de:
ARJONA, Rafael: Guía Total: Andalucía. Ed. Anaya. Madrid, 2005.
ARJONA, Rafael y WALLS, Lola: Guía Total: Sevilla. Ed. Anaya. Madrid, 2007.
MORALES, Alfredo J.; SANZ, María Jesús; SERRERA, Juan Miguel y VALDIVIESO, Enrique: Guía artística de Sevilla y su provincia [I]. Fundación José Manuel Lara y Diputación provincial de Sevilla. Sevilla, 2004.
ROLDÁN, Manuel Jesús: Iglesias de Sevilla. Almuzara. Sevilla, 2010.
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