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lunes, 31 de mayo de 2021

3362. SEVILLA** (MCDLXXXV), capital: 20 de febrero de 2020.












SEVILLA** (MCDLXXXV), capital de la provincia y de la comunidad: 20 de febrero de 2020.
   Mostramos imágenes del Puente de Triana, o de Isabel II, que se encuentra, salvando el cauce (actual dársena) del río Guadalquivir, entre la confluencia de las calles Arjona, Reyes Católicas y el paseo de Colón; y la plaza del Altozano.
   La luz del puente, incluyendo los estribos, es de ciento treinta y seis metros y medio y de ciento sesenta y dos metros, la anchura entre barandas es de trece metros y cuarenta centímetros y la luz de los arcos de sus tres vanos, de cuarenta y tres metros y cuarenta y seis centímetros.
   La estructura se compone de cuatro bases de piedra, dos pilas centrales y dos estribos laterales, entre las que se abren tres vanos iguales, contando además con un arco marinero también de sillería. Cada vano está constituido por cinco arcos gemelos de hierro colado unidos por cruces interiores, sujetas por tornillos y cada arco está formado por piezas de fundición de sección elíptica rellenas por tablas de madera de pino del norte pegadas con un betún especial. Entre tablero y arcos se situaban cinco arcos resistentes de hierro colado unidos también por tornillería.
   El pavimento previsto para la calzada era de hormigón y el de los andenes, de piedra ó ladrillo. El firme se apoyaba sobre un tablero cruzado de hierro unido a las armaduras. Encima de éste se situaba un relleno compuesto por botijas o ladrillos y pequeñas bóvedas, y sobre ellas el hormigón.
   Los cimientos de los estribos son de hormigón y argamasa, y los de los pilares de argamasa, cal hidráulica y guijarros, protegido con encofrado de hierro y madera. Tras los problemas detectados en esta estructura, debidos al cada vez más pesado y frecuente tráfico que había de soportar, para el que no había sido diseñado, hubo un amplio debate en la ciudad sobre la conveniencia de demoler el puente ó de conservarlo pero sin uso, optando al final por una solución intermedia, que consistió en sustituir el tablero existente apoyado en las pilas, estribos y arcos por otro que sólo se apoyase en pilas y estribos, dejando a los arcos sin función estructural alguna.
   El tablero del actual puente está constituido por una viga continua formada por dos vigas cajón, con un canto constante de un metro y cuarenta y tres centímetros y una anchura de dos metros y medio, separadas nueve metros y veinte centímetros entre sí, pero arriostradas por una losa ortótropa de chapa rigidizada inferior y longitudinalmente con nervios en V, formando una estructura única. La definición de este tablero estuvo condicionada fundamentalmente por el canto que debía tener para no interferir en la percepción y proporciones del puente. Al final, el canto se vio incrementado en sesenta y dos centímetros, aunque esto no perjudicó a la esbeltez del mismo. La solución no es sincera estructuralmente, pero si consigue los objetivos planteados: devolver a su uso normal el puente, conservar su aspecto y mantener los elementos originales. Se conservaban los arcos y anillos y sus arriostramientos, únicos elementos que quedaban del puente original. La cimentación también fue reforzada consolidando las pilas y estribos mediante inyección de lechadas de cemento a baja presión y micropilotando los apoyos hasta la capa de margas. En la línea de conservar cuantos elementos del puente fueran posibles, se repuso la misma barandilla, así como las farolas
fernandinas existentes, que tampoco eran las originales.
   Históricamente las dos orillas del río entre la zona del Arenal y las inmediaciones del Castillo de San Jorge en Triana se habían unido mediante un puente de barcas, debido a las frecuentes avenidas del río que hacían muy difícil la construcción de otro tipo de estructura. Los altos costes de conservación y el elevado riesgo que suponía la existencia de este paso provisional dieron lugar a que
se pensase en una solución de carácter permanente, que no se llevaría a cabo hasta el siglo XIX, bajo el reinado de Isabel II, siendo el primer puente fijo que tuvo la ciudad.
   En Marzo de 1844 los ingenieros franceses Fernando Bernardet y Gustavo Steinacher presentaron al Ayuntamiento los planos correspondientes a tres soluciones distintas para la construcción del puente: de piedra, colgante de alambre y de hierro colado con dos pilastras centrales, inspirado este último en las soluciones adoptadas en los puentes de Austerlitz y Carrousel en París, construidos ambos en el sistema que proponían. Esta sería la opción finalmente adoptada, comenzándose las obras en 1848 e inaugurándose el puente en febrero de 1852.
   En el proyecto de los ingenieros franceses se adoptaba una solución de tres vanos, por seguridad y para que no resultase demasiado elevado el punto central del puente respecto de las márgenes. La distancia prevista entre las pilas aseguraba que el viaducto no sería obstáculo para los troncos que se transportaban flotando desde la Sierra de Segura, ni para otros elementos que arrastraran las aguas en tiempo de crecidas, y la altura libre en pleamar viva se consideraba suficiente para dejar paso a toda clase de barcos de vapor con chimenea abatible.
   El puente de Triana, como obra pública y urbana, se ha visto sometido durante su andadura a reparaciones, renovaciones y modificaciones debidas al paso del tiempo ó a nuevas necesidades.
Primero fueron los cimientos, una construcción defectuosa de éstos provocó que desde que se inauguró en 1852 hasta 1881 se llevaran a cabo trabajos de consolidación de las pilas y estribos. Solventado el problema de los cimientos la segunda época del puente concluiría en 1918 con la sustitución del tablero que se aprovechó además para darle una mayor anchura al puente, construyendo los andenes para peatones en voladizo. Esta sustitución se debió a la necesidad de soportar un tráfico más pesado por el cambio de los medios de transporte (tranvías) durante esa época. Esta obra fue llevada a cabo por el ingeniero Ramírez Doreste y el arquitecto Juan Talavera.
   En la tercera etapa, que transcurre hasta finales de los cincuenta, el puente no necesitó más que las habituales tareas de conservación.
   La cuarta etapa, cuando el viaducto tiene ya más de un siglo, viene marcada por la incapacidad de servir a las nuevas características del tráfico urbano, cada vez de mayor intensidad y con mayor número de vehículos pesados. Este periodo comienza en 1958 con el cierre del puente a camiones y autobuses, y concluye con la construcción de un tablero autoportante en 1977, cambiándose así la esencia del puente que ya no será de arcos de hierro salvo en su forma. El proyecto fue encargado por el Ministerio de Obras Públicas a Juan Batanero García Geraldo, catedrático de Estructuras Metálicas de la Escuela de Caminos Canales y Puertos de Madrid. La dirección del proyecto correspondió a la Jefatura Provincial de Obras Públicas que puso al frente de las mismas al ingeniero Manuel Ríos Pérez. La primera tarea emprendida fue la consolidación de la cimentación, procediéndose después a la sustitución del tablero. El nuevo puente fue inaugurado el 13 de Junio de 1977.

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3361. SEVILLA** (MCDLXXXIV), capital: 20 de febrero de 2020.

domingo, 30 de mayo de 2021

3361. SEVILLA** (MCDLXXXIV), capital: 20 de febrero de 2020.
























SEVILLA** (MCDLXXXIV), capital de la provincia y de la comunidad: 20 de febrero de 2020.
   Mostramos imágenes de la Iglesia de San Pedro. Desde la calle Imagen, uno más de los atentados urbanísticos cometidos en la Sevilla del siglo XX, se explica la interpretación que dio un historiador sevillano al campanario de la iglesia de San Pedro: la torre de Pisa sevillana. Inclinaciones aparte, la parroquia de San Pedro es un compendio artístico que puede resumir buena parte de la historia del arte sevillano, del mudéjar al renacimiento, del barroco al romanticismo. Con la habitual hipótesis sobre su precedente en una mezquita musulmana, San Pedro es iglesia gótico-mudéjar del siglo XIV que fue reformada en el siglo XVI, el siglo XVIII e, incluso, en 1922.
   Inclinada o no, su torre es la segunda en altura de Sevilla hasta que llegue la fiebre de los rascacielos, mostrando dos airosos cuerpos superpuestos. El primero es del momento de edificación de la parroquia, según delatan algunos restos mudéjares, el segundo se añadió en el siglo XVI como cuerpo de campanas: el esbelto capitel lo terminó en 1597 el maestro Martín Infante.
   El acceso de los pies, junto al monumento de Santa Ángela que realizó A. Gavira, tiene origen en la etapa mudéjar del edificio, siendo la portada un añadido del año 1612 compuesto por un arco de medio punto entre pilastras. En el lateral derecho se sitúa el azulejo de Madre de Dios de la Palma, obra de Antonio Kiernam. La portada lateral, hacia la plaza del Cristo de Burgos, es obra protobarroca de Diego de Quesada (1613-1624) siendo la estatua sedente de San Pedro obra de Martín Cardino. La inscripción alusiva al Pasce Oves Meas, el texto que figura en el sillón papal del Vaticano, explica en latín la misión del santo titular: "Tú eres el pastor de las ovejas, príncipe de los Apóstoles; a ti han sido dadas las llaves del reino de los cielos". Suele pasar desapercibido para los visitantes, que se suelen esforzar en encontrar un pajarito perdido entre el moderno retablo de ánimas que decora el muro. Una tradición muy extendida afirma que contraerá matrimonio aquel que logre hallarlo.
   Formalmente, San Pedro es una iglesia de tres naves separadas por cuatro pilares rectangulares que rematan en arcos apuntados, cubierta la nave central con artesonado a dos aguas y las laterales de colgadizo. El presbiterio mantiene la original bóveda de nervadura de piedra.
   El retablo mayor, situado en el presbiterio, corresponde a la segunda mitad del siglo XVII. Tanto la arquitectura como los relieves y esculturas son de Felipe de Rivas, si bien se conoce la intervención, en una última etapa, de su hermano Francisco Dionisio de Ribas. Presenta seis relieves alusivos al santo titular. En el lado izquierdo aparecen, de abajo a arriba, las escenas de La entrega de las llaves, Caída de Simón Mago y Pedro andando sobre las aguas. En la parte de la derecha, Liberación de San Pedro por el ángel, Quo vadis Domine y la Visión de Joppe o de las sabandijas. En la calle central figura el santo titular, obra de Andrés de Ocampo (autor del Cristo de la Fundación), realizada hacia el año 1591. Aparece San Pedro sentado en un trono, con la tiara papal y vestido con túnica y capa pluvial. Mientras en su brazo izquierdo sostiene el báculo, su mano derecha está en actitud de bendecir. En el centro del segundo cuerpo se encuentra la Virgen de la Asunción, con corona de estrellas y peana cubierta de querubines. Corona el ático una talla de Cristo crucificado.
   Del siglo XIX son los altares neogóticos que se sitúan en el acceso al presbiterio, estando decorados con pinturas de Rafael de Blas que siguen el mismo estilo. Destaca en estos retablos la Inmaculada del siglo XVIII del retablo de la izquierda. También de estilo neogótico son los púlpitos que se sitúan en la zona del presbiterio, obra de José Merino, autor también del Vía Crucis que se distribuye por la iglesia.
   Comenzando por el muro de la Epístola (derecho), destaca en su cabecera la capilla sacramental, realizada en el siglo XIV, quizás de origen funerario. Sigue la habitual estructura de las capillas qubba de inspiración islámica, con planta cuadrada y cubrimiento por bóveda de lacería mudéjar del año 1379, con una gran perfección en el trabajo del ladrillo y de las piezas cerámicas en verde. El retablo de azulejos es moderno, acoge a Nuestro Padre Jesús de la Salud, notable talla del siglo XVII de Felipe de Ribas que pertenece a la hermandad sacramental. Las imágenes de San Sebastián y San Roque están cercanas a la escuela de Duque Cornejo. Destacan tres lienzos en sus muros: la Santa Faz, en la pared de la izquierda, atribuido a Zurbarán; Alegoría Eucarística, de Lucas Valdés; y Cristo atado a la columna, probable obra de Luis de Morales. 
   Le sigue la capilla de Ánimas del Purgatorio, que es de planta rectangular, tiene zócalo de azulejería y es de dimensiones muy reducidas. La preside un gran lienzo con el tema de las Ánimas del Purgatorio, obra de Domingo Martínez en el siglo XVIII, que sustituye a una pintura anterior de Francisco de Herrera. El lienzo sirvió de modelo para el retablo de azulejos de la fachada exterior. En el banco de esta capilla hay cuatro pequeñas pinturas que son obra de Francisco de Herrera (1617-20). La Capilla de San José ocupa el hueco de la torre, y tras ella se encuentra la sala de reuniones de la hermandad del Cristo de Burgos. Presenta un retablo neobarroco dorado con la imagen de José y el Niño, obras de Juan de Astorga de hacia 1815, siendo las imágenes de San Joaquín y Santa Ana del siglo XVIII. La última capilla del muro es de planta rectangular y fue la sede de la hermandad de San Pedro Ad Víncula, formado por sacerdotes. Destaca en ella el efectista lienzo barroco con el tema de la Liberación de San Pedro por el ángel, obra del pintor y clérigo Juan de Roelas (1612). Otras pinturas menores con escenas de la vida de San Pedro se distribuyen por los muros. Ya en los pies de la nave, muy olvidado pero de gran interés, se sitúa un retablo recompuesto con pinturas italianas del siglo XVI entre las que destacan el Crucificado central y una escena con el tema de Adán y Eva, uno de los escasos ejemplos de desnudo en el arte sevillano de siglos pasados.
   Pasando el cancel de la puerta de los pies, sobre el que se sitúa el órgano historicista construido por Blas Beracoechea en 1904, destaca, al pie de la ave del Evangelio, el retablo de Nuestra Señora de la Paz. Se compone por cinco tablas pictóricas y un banco. Es obra de Pedro Campaña (hacia 1540), pintor de origen flamenco considerado uno de los grandes maestros de la pintura sevillana del siglo XVI. En el centro del banco se representa la Anunciación de la Virgen y en los laterales dos pequeñas tablas con los familiares del donante del retablo, una curiosa ordenación de recuerdo medieval que coloca a los hombres a un lado y las mujeres al otro. 
   Ya en el muro del Evangelio, tras superar la pequeña capilla bautismal gótica, reformada en épocas de revivalismo neogótico, se sitúa el retablo neoclásico que acoge a la Virgen del Rosario, imagen de candelero del siglo XVIII a cuyos pies se sitúa una buena talla de la Inmaculada. Sobre peana laterales se sitúan las imágenes de San Rafael y del Ángel de la Guarda a la izquierda. En la parte superior del altar, la imagen de San Juan Nepomuceno, que en siglos pasados tuvo mucha devoción en la parroquia. Le sigue la capilla del Cristo de Burgos que cobija un retablo moderno totalmente dorado. En el centro se sitúa el crucificado del Santísimo Cristo de Burgos, obra de Juan Bautista Vázquez el Viejo, realizado en 1574, aunque en el siglo XIX le fue retirada la cabellera de pelo natural y se le añadió un sudario de telas encoladas que sustituyó el antiguo faldellín de inspiración medieval. A su izquierda se sitúa Madre de Dios de la Palma, imagen de vestir realizada por Manuel Gutiérrez Cano en 1897. A la derecha, la imagen de San Juan Evangelista es obra moderna y de calidad inferior. Bajo el Cristo de Burgos se halla una talla de Niños Jesús, fechada en el siglo XVIII. Son titulares de la Pontificia, Real, Ilustres y Fervorosa Hermandad del Santísimo Cristo de Burgos, Negaciones y Lágrimas de San Pedro, y Madre de Dios de la Palma, reorganización de una antigua hermandad desaparecida que comenzó a funcionar a fines del XIX pero que no tuvo nuevas reglas hasta 1942. Procesiona en la tarde del Miércoles Santo, siendo de gran interés el paso de caoba del crucificado y el palio de Rodríguez Ojeda en el que procesiona la Virgen.
   La capilla de Nuestra Señora del Pilar consta de un retablo dorado de gusto neoclásico colocado en el año 1922. En el centro se encuentra la Virgen del Pilar con el Niño, de mediados del siglo XVIII. A sus pies está Santiago orando y dos figuras durmientes, que fueron añadidas en 1763. La imagen de la Virgen del Pilar es de pequeño tamaño: algo más de un metro con la peana, que se configura por una nube de querubines que descansa sobre la columna. Le rinde culto una hermandad de gloria cuyos orígenes algunos remontan a la toma de Sevilla por San Fernando, aunque los documentos más antiguos conservados sólo acreditan su existencia en 1695.
   En el conjunto de pinturas que decoran los muros de la iglesia, junto a las ya mencionadas, destaca el apostolado del siglo XVII en la zona del presbiterio, la Virgen con el Niño cercana a Sebastián de Llanos Valdés del muro izquierdo, las escenas evangélicas que en 1824 realizó Gutiérrez de la Vega en el muro derecho o los restos de pinturas medievales que quedan en algunos pilares. 
   Junto a la capilla del Pilar existe una placa o lápida que atestigua que el pintor Diego de Silva y Velázquez fue bautizado en San Pedro el 6 de junio de 1599, conservándose en la parroquia su partida de bautismo y la del matrimonio de sus padres Joao Rodríguez de Silva y Jerónima Velázquez.
Textos de:
Manuel Jesús Roldán, Iglesias de Sevilla. Almuzara, 2010.

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3360. SEVILLA** (MCDLXXXIII), capital: 19 de febrero de 2020.

sábado, 29 de mayo de 2021

3360. SEVILLA** (MCDLXXXIII), capital: 19 de febrero de 2020.











SEVILLA** (MCDLXXXIII), capital de la provincia y de la comunidad: 19 de febrero de 2020.
   Mostramos imágenes de la Iglesia de San Pedro. Desde la calle Imagen, uno más de los atentados urbanísticos cometidos en la Sevilla del siglo XX, se explica la interpretación que dio un historiador sevillano al campanario de la iglesia de San Pedro: la torre de Pisa sevillana. Inclinaciones aparte, la parroquia de San Pedro es un compendio artístico que puede resumir buena parte de la historia del arte sevillano, del mudéjar al renacimiento, del barroco al romanticismo. Con la habitual hipótesis sobre su precedente en una mezquita musulmana, San Pedro es iglesia gótico-mudéjar del siglo XIV que fue reformada en el siglo XVI, el siglo XVIII e, incluso, en 1922.
   Inclinada o no, su torre es la segunda en altura de Sevilla hasta que llegue la fiebre de los rascacielos, mostrando dos airosos cuerpos superpuestos. El primero es del momento de edificación de la parroquia, según delatan algunos restos mudéjares, el segundo se añadió en el siglo XVI como cuerpo de campanas: el esbelto capitel lo terminó en 1597 el maestro Martín Infante.
   El acceso de los pies, junto al monumento de Santa Ángela que realizó A. Gavira, tiene origen en la etapa mudéjar del edificio, siendo la portada un añadido del año 1612 compuesto por un arco de medio punto entre pilastras. En el lateral derecho se sitúa el azulejo de Madre de Dios de la Palma, obra de Antonio Kiernam. La portada lateral, hacia la plaza del Cristo de Burgos, es obra protobarroca de Diego de Quesada (1613-1624) siendo la estatua sedente de San Pedro obra de Martín Cardino. La inscripción alusiva al Pasce Oves Meas, el texto que figura en el sillón papal del Vaticano, explica en latín la misión del santo titular: "Tú eres el pastor de las ovejas, príncipe de los Apóstoles; a ti han sido dadas las llaves del reino de los cielos". Suele pasar desapercibido para los visitantes, que se suelen esforzar en encontrar un pajarito perdido entre el moderno retablo de ánimas que decora el muro. Una tradición muy extendida afirma que contraerá matrimonio aquel que logre hallarlo.
   Formalmente, San Pedro es una iglesia de tres naves separadas por cuatro pilares rectangulares que rematan en arcos apuntados, cubierta la nave central con artesonado a dos aguas y las laterales de colgadizo. El presbiterio mantiene la original bóveda de nervadura de piedra.
   El retablo mayor, situado en el presbiterio, corresponde a la segunda mitad del siglo XVII. Tanto la arquitectura como los relieves y esculturas son de Felipe de Rivas, si bien se conoce la intervención, en una última etapa, de su hermano Francisco Dionisio de Ribas. Presenta seis relieves alusivos al santo titular. En el lado izquierdo aparecen, de abajo a arriba, las escenas de La entrega de las llaves, Caída de Simón Mago y Pedro andando sobre las aguas. En la parte de la derecha, Liberación de San Pedro por el ángel, Quo vadis Domine y la Visión de Joppe o de las sabandijas. En la calle central figura el santo titular, obra de Andrés de Ocampo (autor del Cristo de la Fundación), realizada hacia el año 1591. Aparece San Pedro sentado en un trono, con la tiara papal y vestido con túnica y capa pluvial. Mientras en su brazo izquierdo sostiene el báculo, su mano derecha está en actitud de bendecir. En el centro del segundo cuerpo se encuentra la Virgen de la Asunción, con corona de estrellas y peana cubierta de querubines. Corona el ático una talla de Cristo crucificado.
   Del siglo XIX son los altares neogóticos que se sitúan en el acceso al presbiterio, estando decorados con pinturas de Rafael de Blas que siguen el mismo estilo. Destaca en estos retablos la Inmaculada del siglo XVIII del retablo de la izquierda. También de estilo neogótico son los púlpitos que se sitúan en la zona del presbiterio, obra de José Merino, autor también del Vía Crucis que se distribuye por la iglesia.
   Comenzando por el muro de la Epístola (derecho), destaca en su cabecera la capilla sacramental, realizada en el siglo XIV, quizás de origen funerario. Sigue la habitual estructura de las capillas qubba de inspiración islámica, con planta cuadrada y cubrimiento por bóveda de lacería mudéjar del año 1379, con una gran perfección en el trabajo del ladrillo y de las piezas cerámicas en verde. El retablo de azulejos es moderno, acoge a Nuestro Padre Jesús de la Salud, notable talla del siglo XVII de Felipe de Ribas que pertenece a la hermandad sacramental. Las imágenes de San Sebastián y San Roque están cercanas a la escuela de Duque Cornejo. Destacan tres lienzos en sus muros: la Santa Faz, en la pared de la izquierda, atribuido a Zurbarán; Alegoría Eucarística, de Lucas Valdés; y Cristo atado a la columna, probable obra de Luis de Morales. 
   Le sigue la capilla de Ánimas del Purgatorio, que es de planta rectangular, tiene zócalo de azulejería y es de dimensiones muy reducidas. La preside un gran lienzo con el tema de las Ánimas del Purgatorio, obra de Domingo Martínez en el siglo XVIII, que sustituye a una pintura anterior de Francisco de Herrera. El lienzo sirvió de modelo para el retablo de azulejos de la fachada exterior. En el banco de esta capilla hay cuatro pequeñas pinturas que son obra de Francisco de Herrera (1617-20). La Capilla de San José ocupa el hueco de la torre, y tras ella se encuentra la sala de reuniones de la hermandad del Cristo de Burgos. Presenta un retablo neobarroco dorado con la imagen de José y el Niño, obras de Juan de Astorga de hacia 1815, siendo las imágenes de San Joaquín y Santa Ana del siglo XVIII. La última capilla del muro es de planta rectangular y fue la sede de la hermandad de San Pedro Ad Víncula, formado por sacerdotes. Destaca en ella el efectista lienzo barroco con el tema de la Liberación de San Pedro por el ángel, obra del pintor y clérigo Juan de Roelas (1612). Otras pinturas menores con escenas de la vida de San Pedro se distribuyen por los muros. Ya en los pies de la nave, muy olvidado pero de gran interés, se sitúa un retablo recompuesto con pinturas italianas del siglo XVI entre las que destacan el Crucificado central y una escena con el tema de Adán y Eva, uno de los escasos ejemplos de desnudo en el arte sevillano de siglos pasados.
   Pasando el cancel de la puerta de los pies, sobre el que se sitúa el órgano historicista construido por Blas Beracoechea en 1904, destaca, al pie de la ave del Evangelio, el retablo de Nuestra Señora de la Paz. Se compone por cinco tablas pictóricas y un banco. Es obra de Pedro Campaña (hacia 1540), pintor de origen flamenco considerado uno de los grandes maestros de la pintura sevillana del siglo XVI. En el centro del banco se representa la Anunciación de la Virgen y en los laterales dos pequeñas tablas con los familiares del donante del retablo, una curiosa ordenación de recuerdo medieval que coloca a los hombres a un lado y las mujeres al otro. 
   Ya en el muro del Evangelio, tras superar la pequeña capilla bautismal gótica, reformada en épocas de revivalismo neogótico, se sitúa el retablo neoclásico que acoge a la Virgen del Rosario, imagen de candelero del siglo XVIII a cuyos pies se sitúa una buena talla de la Inmaculada. Sobre peana laterales se sitúan las imágenes de San Rafael y del Ángel de la Guarda a la izquierda. En la parte superior del altar, la imagen de San Juan Nepomuceno, que en siglos pasados tuvo mucha devoción en la parroquia. Le sigue la capilla del Cristo de Burgos que cobija un retablo moderno totalmente dorado. En el centro se sitúa el crucificado del Santísimo Cristo de Burgos, obra de Juan Bautista Vázquez el Viejo, realizado en 1574, aunque en el siglo XIX le fue retirada la cabellera de pelo natural y se le añadió un sudario de telas encoladas que sustituyó el antiguo faldellín de inspiración medieval. A su izquierda se sitúa Madre de Dios de la Palma, imagen de vestir realizada por Manuel Gutiérrez Cano en 1897. A la derecha, la imagen de San Juan Evangelista es obra moderna y de calidad inferior. Bajo el Cristo de Burgos se halla una talla de Niños Jesús, fechada en el siglo XVIII. Son titulares de la Pontificia, Real, Ilustres y Fervorosa Hermandad del Santísimo Cristo de Burgos, Negaciones y Lágrimas de San Pedro, y Madre de Dios de la Palma, reorganización de una antigua hermandad desaparecida que comenzó a funcionar a fines del XIX pero que no tuvo nuevas reglas hasta 1942. Procesiona en la tarde del Miércoles Santo, siendo de gran interés el paso de caoba del crucificado y el palio de Rodríguez Ojeda en el que procesiona la Virgen.
   La capilla de Nuestra Señora del Pilar consta de un retablo dorado de gusto neoclásico colocado en el año 1922. En el centro se encuentra la Virgen del Pilar con el Niño, de mediados del siglo XVIII. A sus pies está Santiago orando y dos figuras durmientes, que fueron añadidas en 1763. La imagen de la Virgen del Pilar es de pequeño tamaño: algo más de un metro con la peana, que se configura por una nube de querubines que descansa sobre la columna. Le rinde culto una hermandad de gloria cuyos orígenes algunos remontan a la toma de Sevilla por San Fernando, aunque los documentos más antiguos conservados sólo acreditan su existencia en 1695.
   En el conjunto de pinturas que decoran los muros de la iglesia, junto a las ya mencionadas, destaca el apostolado del siglo XVII en la zona del presbiterio, la Virgen con el Niño cercana a Sebastián de Llanos Valdés del muro izquierdo, las escenas evangélicas que en 1824 realizó Gutiérrez de la Vega en el muro derecho o los restos de pinturas medievales que quedan en algunos pilares. 
   Junto a la capilla del Pilar existe una placa o lápida que atestigua que el pintor Diego de Silva y Velázquez fue bautizado en San Pedro el 6 de junio de 1599, conservándose en la parroquia su partida de bautismo y la del matrimonio de sus padres Joao Rodríguez de Silva y Jerónima Velázquez.
Textos de:
Manuel Jesús Roldán, Iglesias de Sevilla. Almuzara, 2010.

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3359. SEVILLA** (MCDLXXXII), capital: 17 de febrero de 2020.

viernes, 28 de mayo de 2021

3359. SEVILLA** (MCDLXXXII), capital: 17 de febrero de 2020.









SEVILLA** (MCDLXXXII), capital de la provincia y de la comunidad: 17 de febrero de 2020.
   Mostramos imágenes del Víacrucis presidido por el Stmo. Xto. de las Tres Caídas, en su traslado desde la Capilla de los Marineros a la Iglesia parroquial de Santa Ana. La Pontificia, Real e Ilustre Hermandad y Archicofradía de Nazarenos del Santísimo Sacramento, de la Pura y Limpia Concepción de la Santísima Virgen María, Santísimo Cristo de las Tres Caídas, Nuestra Señora de la Esperanza y San Juan Evangelista; es ésta una corporación fundada en 1418, con sede canónica en la Capilla de Los Marineros y la Real parroquial de Señora Santa Ana,  siendo  sus imágenes titulares el Santísimo Cristo de las Tres Caídas, obra atribuida a Marcos Cabrera en torno a 1607; Nuestra Señora de la Esperanza, obra anónima del siglo XVII, remodelada por Juan de Astorga y posteriormente por Antonio Castillo Lastrucci en 1929, la Pura y Limpia Concepción de la Santísima Virgen María, obra de Miguel Franco en 1710; San Juan Evangelista, obra de Luis Álvarez Duarte en 1967; y la Sagrada Custodia, obra de Andrés y Antonio Osorio en 1726.

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3358. SEVILLA** (MCDLXXXI), capital: 17 de febrero de 2020.