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domingo, 28 de febrero de 2021

3269. SEVILLA** (MCDXI), capital: 22 de octubre de 2019.









SEVILLA** (MCDXI), capital de la provincia y de la comunidad: 22 de octubre de 2019.
   Mostramos imágenes de la Exposición de banderas históricas "De los Reyes Católicos hasta nuestros días", celebrada en el Real Círculo de Labradores, de Sevilla.

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3268. SEVILLA** (MCDX), capital: 20 de octubre de 2019.

sábado, 27 de febrero de 2021

3268. SEVILLA** (MCDX), capital: 20 de octubre de 2019.






SEVILLA** (MCDX), capital de la provincia y de la comunidad: 20 de octubre de 2019.
   Mostramos imágenes de la salida procesional de la Virgen del Rosario, de San Julián, en el interior de la Capilla de los Dolores, de la Hermandad de los Servitas, donde tuvo que refugiarse debido a la lluvia. La Pontificia, Real e Ilustre Hermandad, Primitiva Orden Tercera del Santísimo Rosario de la Virgen Santa María y del Gran Patriarca Santo Domingo de Guzmán, es ésta una corporación fundada según la tradición en el siglo XIII, con sede canónica en la iglesia parroquial del Señor San Julián, siendo sus imagen titular Nuestra Señora del Rosario, obra de José Antonio Rodríguez Fernández - Andés en 1937.

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3267. SEVILLA** (MCDVIII), capital: 20 de octubre de 2019.

viernes, 26 de febrero de 2021

3267. SEVILLA** (MCDIX), capital: 20 de octubre de 2019.



















SEVILLA** (MCDIX), capital de la provincia y de la comunidad: 20 de octubre de 2019.
   Mostramos imágenes del Convento de San José del Carmen, conocido como "Las Teresas". "Las injusticias que se guardan en esta ciudad, la poca verdad, las dobleces... Yo le digo con razón [Sevilla] tiene la fama que tiene. Yo confieso que la gente de esta tierra no es para mí y me deseo ver ya en la tierra de promisión. La abominación de pecados que hay por aquí son para afligir harto. El Señor lo remedie..." Duras palabras las que lanzaba Teresa de Jesús sobre los sevillanos en 1576 tras la dificultosa fundación del primitivo convento de San José. Había llegado a Sevilla, uno de los grandes emporios comerciales y artísticos de la Europa del siglo XVI, en mayo de 1575, acompañada de pocas monjas, muchos recelos y muy poco dinero. Su primera casa se situó en la calle Armas, actual de Alfonso XII, junto al desaparecido convento mercedario de la Asunción, donde se acomodaron en unas estancias que les parecieron la casa lóbrega y oscura del hidalgo del Lazarillo. Allí convivieron con un ajuar escaso, sobre unos colchoncillos que según las monjas "estaban acompañados de mucha gente como piojos, chinches y otras molestas visitas". No fue éste el peor trago para santa de Ávila ya que tuvo que defenderse de un proceso de la Inquisición firmado en el castillo de San Jorge de Triana a comienzos de 1576. A ello habría que añadir las dificultades que les pusieron "los del paño" (los otros carmelitas), algunos sectores de la nobleza y del clero de la ciudad, la general incomprensión y hasta un calor sofocante que le hizo anhelar sus orígenes castellanos y comparar el verano sevillano con el mismísimo infierno. Pero, a pesar de tantas dificultades, la santa de Ávila supo salir airosa y, con apoyos como el de Lorenzo Cepeda, su hermano, pudo trasladarse en el mismo año 1576 a una nueva casa en la calle Pajería, la actual Zaragoza según nos recuerda un azulejo en el cruce con Doña Guiomar. No siendo muy conocido,sigue conservándose ese lugar en las cercanías a la Plaza Nueva, un rincón que parece llevarnos a la Sevilla del siglo XVI.
   La primera comunidad estuvo formada por María de San José, Isabel de San Francisco, María del Espíritu Santo, Isabel de San Jerónimo, Leonor de San Gabriel y Ana de San Alberto. En 1586 se mudó a su actual emplazamiento, traslado que estuvo presidido por el propio San Juan de la Cruz, llegado a Sevilla para la ocasión, que valoró la compra de "unas casas principalísimas, que aunque costaron casi catorce mil ducados hoy valen más de veinte mil". En 1603 agregaron nuevas casas adquiridas al banquero sevillano Pedro de Morga, lo que conllevó la adaptación de los esquemas de los conventos carmelitas a la intrincada disposición de la judería sevillana y a una edificación civil preexistente. Esto explica que el convento no siga los modelos carmelitas que sí se siguieron en otros conventos andaluces de Úbeda, Lucena o Antequera. El banquero Pedro de Morga se vio obligado a la venta de su casa tras haber llegado a la quiebra económica; sus acreedores sacaron sus posesiones en pública subasta, siendo adquirida la construcción por Alonso de Paz, que vendió posteriormente el edificio a la comunidad carmelita. 
   Desde sus orígenes el convento fue una fuente continua de la que han surgido numerosas fundaciones por Andalucía, es el caso del convento de Sanlúcar la Mayor (1590), fundado por monjas sevillanas, el de Écija (1638) y el de Sanlúcar de Barrameda, cuya creación patrocinaron los duques de Medina Sidonia. Curiosamente, la comunidad de Sanlúcar fue acogida en Sevilla en 1702 por el temor de las monjas a la llegada de tropas inglesas en el desarrollo de la guerra de Secesión. Etapa de gran dificultad en la historia del convento fue la desamortización eclesiástica de 1835-37, uno de cuyos decretos ordenaba el cierre de aquellos monasterios que tuvieran menos de 20 religiosas, grave amenaza para una orden cuyos conventos no debían exceder, por normativa, el número de 21 monjas. Las carmelitas pudieron sortear la normativa mediante la apelación directa a la reina Isabel II, que permitió la entrada de novicias a pesar de las directrices del gobierno. La práctica desaparición de los carmelitas masculinos (Santo Ángel y convento de los Remedios) supuso una inseguridad jurídica añadida, ya que estaban bajo su jurisdicción, algo que acabó desembocando en el sometimiento al Ordinario a partir de 1852. Junto a las dificultades económicas, el convento sufrió otras penalidades en el siglo XIX, como la caída de un proyectil del bombardeo al que sometió la ciudad el general Van Halen en 1843 y el terremoto de 1856, que motivó necesarias reparaciones posteriores.
   En la historia de la edificación destacan las obras y reformas realizadas en el siglo XX. Entre 1950-52 el arquitecto municipal Aurelio Gómez Millán realizó un proyecto de restauración llevado a cabo solo en parte, actuación que conllevó la construcción de nuevas celdas y sus correspondientes servicios. Posteriores intervenciones fueron las del arquitecto Fernando Balbuena Cavallini en 1959, que añadió alguna celda nueva, y la más reciente restauración y consolidación del edificio por Rafael Manzano entre los años setenta y ochenta. En la historia más reciente del monasterio todavía se produciría una nueva fundación con origen sevillano; tendría lugar el 1 de noviembre de 1956, inicio de la nueva comunidad carmelita de Dos Hermanas, en unas casas solariegas que donó la condesa de Santa Teresa, que posteriormente profesaría en el convento.
   La dedicación del templo a San José tiene origen en la profunda devoción que Santa Teresa tenía hacia el santo, una devoción que recogía la exaltación de "los padres terrenos", de Jesús que se realizó por los teólogos de la Edad Moderna. Un ejemplo representativo sería la obra del dominico Isolanus publicada den 1522 titulada Suma de los dones de San José, que defendió su figura como un compendio de todas la virtudes cristiana, idea que asimilarán órdenes como la del Carmelo, que la coloca como modelo de pobreza, obediencia y castidad en su camino de perfección. La devoción aumentó en Santa Teresa tras una enfermedad que sufrió en 1539 y de la que sanó gracias a su invocación. Por ello fue devoción principal del Carmen Descalzo, que en 1629 lo declaró patrono principal de la orden.
   A la calle se abre la puerta de la iglesia, sencilla disposición cubierta por un amplio tejaroz de madera, estructura poco habitual en los conventos sevillanos. Por una puerta lateral se accede al compás del convento, luminosa estancia donde se sitúan la portería, el torno, la puerta reglar del convento, un locutorio bajo y el acceso lateral a la iglesia.
   La iglesia presenta una sencilla disposición de una sola nave cubierta con bóveda de cañón mientras que la capilla mayor se cubre con una bóveda semiesférica. Las pilastras adosadas a los muros se alternan con grandes hornacinas que acogen diferentes retablos. Tras el traslado de las monjas en 1586, las obras debieron marchar a buen ritmo ya que en enero de 1616 se colocaron las esteras de su interior y se procedió al traslado desde la antigua capilla, de la cual hay noticias desde 1590. Fue el arquitecto milanés Vermondo Resta, afincado en Sevilla como maestro mayor de los Reales Alcázares en la primera mitad del siglo, el que diseñó en 1603 el proyecto de la planta del edificio y el pliego de condiciones para su realización. Las obras se paralizaron al año siguiente por motivos económicos, reanudándose durante el priorato de la madre María de San José, entre los años 1613 y 1615. Sus proporciones recuerdan a la iglesia parroquial de la Campana, obra documentada del autor italiano que, al parecer, también intervino en la sacristía, los coros, y los locutorios del convento. La iglesia primitiva debió estar situada en una de las alas del claustro central, en la zona actualmente ocupada por la enfermería. Entre las intervenciones posteriores que se le conocen destaca el arreglo de la bóveda en 1736 por el carpintero Fernando Rodríguez, la reforma de sus cubiertas en 1821 bajo la dirección de José Echamorro, la restauración posterior al terremoto de 1856 y la colocación de la actual solería de mármol  en 1866. Es peculiar la disposición en planta de los coros, poco habitual en la ciudad. El coro bajo se abre en ángulo recto a la iglesia en la zona del presbiterio, el coro alto se sitúa a los pies de la nave de la iglesia.
   El retablo principal ha conocido diversos cambios en la colocación de sus imágenes aunque en los últimos años se ha vuelto a estructurar según su primitiva disposición. Fue concertado el 15 de febrero de 1630 con el ensamblador Jerónimo Velázquez, costando algo más de cuatro mil ducados. Junto al contrato del retablo se estipuló un dibujo en el que se perfilaban sus trazas, documento que no se conserva en la actualidad. Se estructura según los modelos tardomanieristas de Montañés y se inspira claramente en modelos como el de Alonso Cano en la parroquia de Lebrija y, de forma más lejana, en el retablo principal de la iglesia jesuita de la Anunciación. Alterna columnas estriadas con frontones rectos de corte clásico, pinturas y esculturas y una sencilla decoración geométrica que incluso fue repetida, en época más tardía, en otros conventos carmelitas como el de San José en Sanlúcar la Mayor. La fuente fundamental de alternancia del orden gigante de las columnas con espacios decorados con frontones aparece en los Libros de arquitectura del italiano Jacoppo Vignola. En el banco, flanqueado el sagrario, se sitúan las tallas de Santa Inés con el cordero que hace alusión a su nombre y Santa Catalina, con la rueda alusiva a su martirio. Ya en el primer cuerpo aparece el grupo de San José con el Niño, iconografía habitual de los conventos carmelitas, con una disposición en la que el Niño aparece de pie conduciendo a San José, forma de representación habitual en la primera mitad del siglo (en la segunda mitad del siglo el Niño será portado por su padre). Es obra de Juan de Mesa, con algunas dudas en su cronología, al parecer existía con anterioridad al retablo. Estilísticamente se acerca mucho a la plástica de Martínez Montañés y a las piezas del retablo mayor de San Isidoro del Campo, por lo que no sería imposible la participación conjunta del taller. Se acompaña por dos imágenes laterales, de autoría anónima, representan a Santa Teresa de Jesús y a San Juan de la Cruz, los creadores de la reforma del Carmelo. Todas las tallas fueron policromadas por el pintor de origen luxemburgués Pablo Legot en 1632 una vez finalizada la obra de talla del conjunto. En décadas pasadas se alteró la concepción de la Inmaculada de Juan de Mesa de un retablo lateral, situándose al grupo de San José en la parte superior. Completan el retablo dos lienzos de la primera mitad del siglo XVII representando al profeta Elías, considerado origen de la orden, vestido con pieles y con su espada de fuego, y San Juan de la Cruz, reformador de la orden, con hábito carmelita y capa blanca y en actitud de oración ante la aparición de Cristo llevando la Cruz. El cuerpo superior está presidido por un Calvario en su parte central y se flanquea por otras dos pinturas anónimas que representan dos apariciones milagrosas a Santa Teresa de Jesús, la de Cristo atado a la columna y la de la Virgen María.
   En el muro de la izquierda aparece el retablo de la Inmaculada, presidido por la imagen de Juan de Mesa, excelente talla de bulto redondo que muestra a la Virgen con el hábito de la orden carmelita y que llegó a estar situada en el retablo mayor. Podría ser una obra de juventud del maestro, ya que se apunta su cronología hacia 1610, momento en el que un documento de la comunidad hace alusión a la posesión de una talla de la Inmaculada y otro de San José. Se puede relacionar con otras obras del maestro como la Virgen de las Cuevas que se conserva en el Museo de Bellas Artes proveniente de la Cartuja sevillana. Es un retablo del último tercio del siglo XVII cercano a la plástica de Fernando de Barahona, que se completa con las esculturas de San Juan Bautista con el cordero, y el profeta Elías con su espada de fuego, todo en un conjunto de minuciosa y recargada decoración de hojarascas, racimos de uvas y frutas. En el cuerpo superior hay un altorrelieve con el tema de los Desposorios místicos de Santa Teresa, flanqueado por dos ángeles mancebos. Las esculturas del retablo parecen cercanas al taller de Pedro Roldán, habitual colaborador de Simón de Pineda.
   A continuación, en el retablo del Calvario, encargado por los herederos de Héctor Antúnez, destacan las pinturas sobre tabla de San Agustín, Santa Catalina, San Juan Bautista, la alegoría del Cordero Místico y San Juan de la Cruz, obras que suelen atribuirse a Francisco Varela. Originalmente esta ocupado por una pintura central de la Virgen acompañada por una talla de San Francisco. Es un conjunto de formas manieristas, realizado en 1630, de una capilla cuya propiedad inicial correspondió al poeta Francisco de Rojas.
   La siguiente hornacina la ocupa otro retablo de la Inmaculada, del último tercio del siglo XVII, con pinturas alusivas a la orden carmelita de autoría anónima  de cronología anterior. Originalmente estuvo dedicado a San Juan de la Cruz, según consta en la inscripción de su ático y probablemente se realizó con motivo de la beatificación del santo. En su ático hay un lienzo de la Virgen del Carmen como madre de Misericordia, cobijando con su manto a la comunidad carmelita, iconografía que ya fue empleada por autores del siglo XVI en alusión a otras órdenes religiosas e incluso a gremios. Presidida por una Inmaculada del siglo XVIII en una hornacina, presenta pinturas en sus laterales que representan a Santa Teresa inspirada por el Espíritu Santo y a Santa María Magdalena de Pazzi en la visión de los instrumentos de la Pasión. En la zona interior del arco se sitúan las escenas del milagro de fray Jerónimo Gracián al contemplar un gran resplandor en la Sagrada Forma y la aparición de Cristo con la cruz a cuestas a San Juan de la Cruz.
   El retablo de la Encarnación, a continuación, es obra documentada de Luis de Figueroa, con pinturas de Francisco de Herrera contratadas en 1627 y puede tomarse como típico ejemplo de arquitectura protobarroca del retablo sevillano, aquellas estructuras que siguieron los modelos de Montañés y que avanzaron hacia el dinamismo barroco. El dorado y encarnado de la obra corrió a cargo del pintor imaginero Baltasar Quintero. Presenta el tema de la Anunciación coronado en el ático por el Padre Eterno. El resto de las pinturas del retablo representan al Bautista, a San José, a la Virgen con el Niño y a Santa Teresa, siendo obras del siglo XVIII que se pueden atribuir al pintor sevillano Juan del Espinal. Al final del muro, junto a la puerta principal aparece un retablo con bustos relicarios y elementos recompuestos tanto del siglo XVII como del siglo XIX. Suele identificarse como el encargo de Antonio Cepeda que realizó en 1633 Antonio de la Puerta. A los pies de la nave de la iglesia se sitúa el llamado retablo de las reliquias, estructura de las llamadas de acarreo, formada por piezas de diferente procedencia. En su parte baja aparecen piezas como un autógrafo de Santa Teresa, reliquias del hábito de San Francisco de Asís o diversos relicarios con fragmentos de las vestimentas de San Fernando. En el cuerpo superior hay varias imágenes que fueron donadas en 1755 por Pedro Muñoz Barrientos y representan al Niño Jesús, la Virgen de los Reyes y a la Inmaculada. En un urna se agolpan diversos huesos y el posible cráneo de San Vicente Mártir. En la parte superior las reliquias parecen corresponder a Santa Venaria y a Santa Juliana, restos trasladados en época medieval.
   En el muro de la derecha, tras pasar el acceso de la, habitualmente cerrada, puerta principal, se sitúa el retablo de Santa Teresita del Niño Jesús. Es una pieza que realizó entre 1732-33 el tracista José Maestre, con una estructura en la que se muestra a la santa titular en una gran hornacina con un mediobaldaquino flanqueado por dos estípites. Se completa con las figuras de Santa Inés, San Antonio de Padua, la Inmaculada y un relieve con la cabeza del Bautista. La escultura de la titular parece provenir de la transformación de una antigua Virgen del Carmen del siglo XVIII que se adaptó a la iconografía actual. En siglos pasados parece que el retablo estuvo dedicado a San Juan de la Cruz. El singular retablo de San Carlos Borromeo, presidido por un busto-relicario del santo, está fechado en 1627. Se completa con diferentes escenas alusivas a la vida del obispo italiano. La motivación de este retablo podría buscarse en una tradición que indicaba la existencia de una capilla anterior al convento que estaría dedicada a San Carlos, la donación del terreno habría conllevado la dedicación de un altar al santo de Milán. Las escenas que aparecen  alrededor del busto tienen una inscripción latina en la parte inferior que sirven de explicación narrativa. Entre las escenas representadas se pueden percibir el nacimiento del santo presidido por una gran luz dorada, los rezos de su infancia, su huida de las insinuaciones de una mujer, la elección de su tío Médicis como papa Pío VI, sus labores en defensa de la labor del Concilio de Trento, su visita a Suiza como arzobispo de Milán, representaciones alusivas a la terrible peste que asoló Milán o escenas finales que representan su ejemplar muerte. Son composiciones muy descriptivas de un discreto pintor anónimo que debió inspirarse en alguna de las numerosas fuentes grabadas que circulaban en la época por Sevilla. El último retablo del muro, junto al acceso a la sacristía, muestra a Santa María Magdalena de Pazzi, con hábito carmelita, imagen del siglo XIX que representa a la patrona del Carmelo y de Nápoles y Florencia. Se trata de un nuevo retablo recompuesto con materiales de acarreo que van desde las piezas de un retablo que realizó en 1633 Bartolomé de la Puerta a añadidos del siglo XIX que le dieron el actual aspecto neoclásico a la obra. Se corona en el ático por una pintura de la Piedad del siglo XVI.
    Es visitable la sacristía, convertida en un pequeño museo de la historia del convento y de la orden. Allí destaca el original autógrafo del libro de Las Moradas y un ejemplar de la constituciones del convento de la Encarnación, así como diferentes cartas particulares de la santa fundadora. También se muestran diferentes objetos que pertenecieron a Santa Teresa como un relicario, un tambor, la campana, una capa, una sandalia y su báculo. Llama la atención la imagen del Niño Jesús conocido como el Quitito por haberlo traído de Quito la sobrina de la santa, Teresita de Cepeda, que fue novicia en esta comunidad. Otra imagen peculiar que se conserva en una de las vitrinas es la del Niño Jesús conocido en la comunidad como El Peregrino, pieza realizada en el siglo XVIII.
   Excepcional documento gráfico es el retrato original de Santa Teresa que en 1576 realizó fray Juan de la Miseria, toda una descripción de aquella santa "de mediana estatura, antes grande que pequeña, tuvo en su mocedad fama de muy hermosa y hasta en su última edad mostraba serlo, era su rostro nada común sino extraordinario y de suerte que no se puede decir ni redondo ni aguileño... mal se puede con la pluma pintar la perfección que tenía...". Descripción literaria que no concuerda con el retrato del hermano carmelita. Dicen que al ver la obra, la santa de Ávila se quejó fraternalmente: "Ay fray Juan, que me has sacado fea y legañosa...". Genio y figura.
   La clausura se organiza en torno al patio central de la antigua casa del banquero Pedro de Morga. Es un espacio irregular con dos niveles de arquería, de medio punto en la planta baja y rebajadas en la superior, solución que aparece en otros palacios y claustros conventuales de la época. En torno a esta zona se sitúan las principales dependencias de la vida comunitaria, el locutorio bajo, la sacristía interior, la sala capitular y la cocina. En el locutorio, lugar de encuentro de las monjas con familiares y amigos, destaca su artesonado de madera decorado con escudos y grutescos, de la época fundacional del convento, así como un lienzo de San José con el Niño y otro de San Pedro, ambos del siglo XVII. El refectorio está presidido por azulejos de iconografía carmelita del siglo XVII, siendo de la misma época algunas pinturas de sus muros como un San Francisco de Paula, la Sagrada Familia, o un milagro de Santa Teresa, no faltando el habitual púlpito desde el que una monja dirigirá lecturas de tipo espiritual durante las comidas. A continuación del refectorio se sitúa una doble crujía de celdas que cierra el jardín y la zona de granja posterior, lugar donde se criaban las famosas codornices productoras de los suculentos huevos empleados en algún bar del barrio de Santa Cruz. En este pasillo de tránsito abundan obras artística de notable interés como un retablo barroco dedicado a la Virgen del Carmen, la llamada Virgen de la Pera, de estilo cercano a Juan Bautista Vázquez, a finales del siglo XVI o un excelente San José con el Niño, habitual iconografía carmelita cuya talla parece obra salida directamente del taller de Pedro Roldán. Junto a numerosos grabados y cornucopias de estilo tardobarroco, destacan lienzos como los del Nazareno, de finales del XVI, los profetas Elías y Eliseo, de principios del XVII, y una Virgen de Guadalupe firmada por Andrés Mendoza, de la segunda mitad del siglo XVII. Otra sala importante de la planta baja es la llamada del relicario u oratorio, pequeña estancia en la que destaca un gran altar a modo de relicario de la primera mitad del siglo XVII con esquema tardomanierista y decoración de pináculos y frontones. Está presidida por una excelente tabla de la Piedad, del estilo de Luis de Morales que se flanquea por tablas de San Juan y la Magdalena. Todo el retablo aparece recargado de numerosas reliquias, calaveras y pequeños huesos de variada procedencia.
   En la planta alta destaca la estancia de la recreación, con un notable artesonado de madera que se sostiene sobre cuatro trompas en forma de venera en sus esquinas. Acoge los restos de un retablo de finales del siglo XVII cercano al estilo de Bernardo Simón de Pineda, presidido por una talla de la Inmaculada. La otra sala destacable del piso superior es la llamada estancia de la santa, título que recoge de una talla de la fundadora, que no llegó a conocer el convento en su ubicación actual. Junto a un Crucificado de marfil y a diversas vitrinas propias de la estética conventual del siglo XVIII, destaca un excelente grupo en barro cocido de la Virgen con el Niño, pieza firmada por "Luisa Roldán, escultora de cámara de su magestad en Madrid. Año de 1699". Se trata de una de las escasas obras firmadas en la ciudad por la hija de Pedro Roldán, excelente escultora que terminó sus días como escultora de la corte tras una azarosa vida.
   Los tres pilares de la comunidad de carmelitas descalzas son la oración, la vida fraterna y el trabajo. Su jornada comienza con el despertar a las 6.30 h de la mañana al que seguirá, media hora más tarde, el oficio de lectura y el rezo de laudes. Tras una oración posterior, llega la eucaristía a las 8.45 h (Domingos y festivos se retrasa hasta las 9.00 h). Le sigue el rezo de tercia y el desayuno, comenzando a las 10 de la mañana los quehaceres de la casa. Junto a las tareas propias de la casa (limpieza, mantenimiento, elaboración de la comida...) la comunidad realiza labores de encuadernación y bordados a máquina, siempre "en un clima de silencio y de oración". La comunidad también confecciona y vende rosarios, escapularios y diversas artesanías religiosas, así como ropitas para bebés, batones, baberitos, etc. La jornada de trabajo terminará  a las 13.30 con el rezo  de sexta al que sigue el almuerzo en el refectorio que se realiza en silencio, solo roto por una lectura espiritual. Tras el fregado llega la recreación durante una hora, que da paso al rezo de nona a las 15.30 h. Le sigue una hora libre o de descanso, que se extiende hasta las cinco de la tarde, momento de la lectura personal. Una hora más tarde llega el tiempo de la formación, de la preparación de cánticos o de diversos trabajos. A las 19.00 h se rezan vísperas seguidas de una oración que termina con la hora de la cena, a las 20.30 horas. Un nuevo tiempo libre y otro de recreación concluyen a las 22.45 con el rezo de completas, al que sigue el tiempo de descanso de la comunidad. Durante el día las monjas mantienen el torno abierto  entre las 9.30 y las 13.30 h por la mañana y entre las 17.00 y las 19.00 por la tarde, existiendo la posibilidad de visitar la iglesia para grupos previamente concertados: en el torno nos dejarán unas llaves para abrir la iglesia con un tamaño tan descomunal que será imposible su pérdida (Manuel Jesús Roldán, Conventos de Sevilla, Almuzara, 2011).

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3266. SEVILLA** (MCDVIII), capital: 20 de octubre de 2019.

jueves, 25 de febrero de 2021

3266. SEVILLA** (MCDVIII), capital: 20 de octubre de 2019.











SEVILLA** (MCDVIII), capital de la provincia y de la comunidad: 20 de octubre de 2019.
Mostramos imágenes de la salida procesional de la Virgen de las Nieves, en su discurrir por la calle Santa Teresa, y en el interior del Convento de San José del Carmen (Las Teresas). La Antigua y Fervorosa Hermandad del Santísimo Rosario de María Santísima, Nuestra Señora de las Nieves y Santa Teresa de Jesús Doctora de la Iglesia; es ésta una corporación que ya existía en 1732, con sede canónica en la iglesia parroquial de Santa María la Blanca, siendo su imagen titular Nuestra Señora de las Nieves, obra de Leoncio Baglietto en 1864.

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3265. SEVILLA** (MCDVII), capital: 20 de octubre de 2019.

miércoles, 24 de febrero de 2021

3265. SEVILLA** (MCDVII), capital: 20 de octubre de 2019.




SEVILLA** (MCDVII), capital de la provincia y de la comunidad: 20 de octubre de 2019.
   Mostramos imágenes de los titulares de la Hermandad de San Roque durante los cultos al Santo Crucifijo de San Agustín, en el presbiterio de la Iglesia de San Roque. La Real, Ilustre y Fervorosa Archicofradía del Santísimo Sacramento, Pura y Limpia Concepción y Ánimas Benditas, Santo Crucifijo de San Agustín y Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús de las Penas y Nuestra Señora de Gracia y Esperanza; es ésta una corporación fundada en 1901, aunque fusionada con la Sacramental de la parroquia que es originaria de comienzos del siglo XVI, con residencia canónica en la iglesia de San Roque, siendo sus imágenes titulares el Santo Crucifijo de San Agustín, obra de Agustín Sánchez Cid en 1944, réplica del desaparecido en 1936 y que databa del siglo XIV; Nuestro Padre Jesús de las Penas, obra de Antonio Illanes en 1939; y Nuestra Señora de Gracia y Esperanza, talla de José Fernández Andes en 1938.

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3264. SEVILLA** (MCDVI), capital: 20 de octubre de 2019.

martes, 23 de febrero de 2021

3263. SEVILLA** (MCDVI), capital: 20 de octubre de 2019.







SEVILLA** (MCDVI), capital de la provincia y de la comunidad: 20 de octubre de 2019.
   Mostramos imágenes de la Virgen de la Sierra en su paso procesional en el interior de la Iglesia de San Roque, tras finalizar su salida procesional. La Hermandad Filial de Sevilla de la Virgen de la Sierra, Patrona de Cabra (Córdoba); es ésta una corporación fundada en 1952, con sede canónica en la iglesia parroquial de San Roque, siendo su imagen titular María Santísima de la Sierra, obra de Luis Ortega Bru en 1953.

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3262. SEVILLA** (MCDV), capital: 17 de octubre de 2019.