118. CÁDIZ, capital. El Arco de la Rosa.
119. CÁDIZ, capital. Fachada principal de la catedral.
120. CÁDIZ, capital. Interior de la catedral.
121. CÁDIZ, capital. Capilla mayor de la catedral.
122. CÁDIZ, capital. Ecce Homo de la cap. de San Sebastián, en la catedral.
123. CÁDIZ, capital. Custodia del Corpus Christi de la catedral.
124. CÁDIZ, capital. Jesús Nazareno de la catedral.
119. CÁDIZ, capital. Fachada principal de la catedral.
120. CÁDIZ, capital. Interior de la catedral.
121. CÁDIZ, capital. Capilla mayor de la catedral.
122. CÁDIZ, capital. Ecce Homo de la cap. de San Sebastián, en la catedral.
123. CÁDIZ, capital. Custodia del Corpus Christi de la catedral.
124. CÁDIZ, capital. Jesús Nazareno de la catedral.
CÁDIZ* (XXIV), capital de la provincia: 7 de abril de 2012.
El Arco de la Rosa forma parte del recinto amurallado de la "Tacita de plata", cuyo origen habría que situarlo en época almohade. Su denominación obedece a la pequeña capilla dedicada a la Virgen de la Rosa que se alzaba sobre ella. Originalmente su acceso se realizaba en eje acodado, a lo que obligaba la torre situada ante él, hoy desaparecida. Sobre el vano, que ampliado para permitir el paso de carruajes, defiende la entrada un matacán. Ante el arco se abría una pequeña plaza, denominada "de las tablas", donde se montaban los patíbulos, desaparecida a finales del siglo XIX, cuando se configuró la actual plaza de la catedral.
Hacia 1715 la antigua catedral gaditana se estaba quedando pequeña, máxime teniendo en cuenta que estaba ya anunciado el traslado de la Casa de la Contratación desde Sevilla, con lo que, al concentrarse en Cádiz el comercio con América, habría de aumentar necesariamente la población. El Ayuntamiento decidió entonces construir un nuevo edificio para la catedral. La idea cuajó entre la cada vez más pujante burguesía y en 1722 se colocó la primera piedra de un edificio cuyo proyecto había sido redactado por el arquitecto Vicente Acero. Por diversos motivos, las obras se prolongaron hasta 1838, siendo su retraso la causa principal de que convivan en la edificación diversos estilos, desde el barroco al neoclásico.´
Posee la catedral** gaditana un soberbio aspecto exterior. Su fachada principal es esencialmente neoclásica. Cuenta con tres accesos sobre una amplia escalinata, flanqueados por dos robustas torres cuyo último cuerpo, circular y rematado por una graciosa cúpula, acoge el campanario. El interior impresiona por la sensación de movimiento que causa la disposición de sus elementos constructivos.
Tiene planta de cruz latina con tres naves, una amplia girola y capillas adosadas a los muros laterales. Grupos de pilares corintios constituyen el soporte en el que se apoya la cubierta, constituida por bóveda de excelente decoración neoclasicista. El altar mayor refleja el influjo del monasterio de El Escorial y es obra de Juan de la Vega, quien elaboró un tabernáculo de planta mixtilínea con profusión de pilares corintios en cuyo interior se encuentra el Sagrario.
En la capilla de San Sebastián se guarda una estupenda imagen del Ecce Homo tallada y policromada por la imaginera sevillana Luisa Roldán, la Roldana, en 1684. Antes estuvo en el convento de los Descalzos. La imaginera la concibió como un busto, pero en el siglo XVIII se le añadió el resto del cuerpo.
Siguiendo girola adelante rumbo a la nave de la epístola, se encuentra el antiguo sagrario donde se guarda la custodia del Corpus Christi que en 1664 labrara el platero portugués Antonio Suárez. Es de plata y consta de tres cuerpos de planta octogonal formados a base de de columnas de diferentes tipos y rematado todo por una cúpula semiesférica coronada por la imagen de la Victoria. El zócalo en el que se apoya se debe a la reforma realizada en 1693 por el platero romano Bernardo Centollini. Se encuentra sobre unas andas igualmente de plata, obra de Juan Pastor fechada en 1740, con estípites y abundante decoración en la que se imponen roleos y los motivos vegetales. En las esquinas de las andas aparecen cuatro faroles de elegante trazo, cincelados por Sebastián Alcaide en 1740.
Finalmente destacaremos la imagen de Jesús Nazareno, en la capilla homónima, tallada por el italiano Pedro Campana en 1703, copia de la que hasta el siglo XIX estuvo en la sala de plenos del Ayuntamiento.
Hacia 1715 la antigua catedral gaditana se estaba quedando pequeña, máxime teniendo en cuenta que estaba ya anunciado el traslado de la Casa de la Contratación desde Sevilla, con lo que, al concentrarse en Cádiz el comercio con América, habría de aumentar necesariamente la población. El Ayuntamiento decidió entonces construir un nuevo edificio para la catedral. La idea cuajó entre la cada vez más pujante burguesía y en 1722 se colocó la primera piedra de un edificio cuyo proyecto había sido redactado por el arquitecto Vicente Acero. Por diversos motivos, las obras se prolongaron hasta 1838, siendo su retraso la causa principal de que convivan en la edificación diversos estilos, desde el barroco al neoclásico.´
Posee la catedral** gaditana un soberbio aspecto exterior. Su fachada principal es esencialmente neoclásica. Cuenta con tres accesos sobre una amplia escalinata, flanqueados por dos robustas torres cuyo último cuerpo, circular y rematado por una graciosa cúpula, acoge el campanario. El interior impresiona por la sensación de movimiento que causa la disposición de sus elementos constructivos.
Tiene planta de cruz latina con tres naves, una amplia girola y capillas adosadas a los muros laterales. Grupos de pilares corintios constituyen el soporte en el que se apoya la cubierta, constituida por bóveda de excelente decoración neoclasicista. El altar mayor refleja el influjo del monasterio de El Escorial y es obra de Juan de la Vega, quien elaboró un tabernáculo de planta mixtilínea con profusión de pilares corintios en cuyo interior se encuentra el Sagrario.
En la capilla de San Sebastián se guarda una estupenda imagen del Ecce Homo tallada y policromada por la imaginera sevillana Luisa Roldán, la Roldana, en 1684. Antes estuvo en el convento de los Descalzos. La imaginera la concibió como un busto, pero en el siglo XVIII se le añadió el resto del cuerpo.
Siguiendo girola adelante rumbo a la nave de la epístola, se encuentra el antiguo sagrario donde se guarda la custodia del Corpus Christi que en 1664 labrara el platero portugués Antonio Suárez. Es de plata y consta de tres cuerpos de planta octogonal formados a base de de columnas de diferentes tipos y rematado todo por una cúpula semiesférica coronada por la imagen de la Victoria. El zócalo en el que se apoya se debe a la reforma realizada en 1693 por el platero romano Bernardo Centollini. Se encuentra sobre unas andas igualmente de plata, obra de Juan Pastor fechada en 1740, con estípites y abundante decoración en la que se imponen roleos y los motivos vegetales. En las esquinas de las andas aparecen cuatro faroles de elegante trazo, cincelados por Sebastián Alcaide en 1740.
Finalmente destacaremos la imagen de Jesús Nazareno, en la capilla homónima, tallada por el italiano Pedro Campana en 1703, copia de la que hasta el siglo XIX estuvo en la sala de plenos del Ayuntamiento.
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