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domingo, 25 de julio de 2021

3417. SEVILLA** (MDXIII), capital: 26 de septiembre de 2020.











SEVILLA** (MDXIII), capital de la provincia y de la comunidad: 26 de septiembre de 2020.
   Un aire hispanoamericano parece soplar por la calle Sol en torno a la iglesia de Nuestra Señora de la Consolación, popularmente conocida como Los Terceros en recuerdo de su pertenencia a la Orden Tercera de San Francisco, asentada en la collación de Santa Catalina desde 1602 y proveniente de Bollullos del Condado. 
   El nuevo templo y conjunto conventual se comenzó a construir en 1648. Sufrió la invasión francesa en 1810 y el expolio de las pinturas de su claustro por las tropas del mariscal Soult, llegando a residir en el conjunto las monjas agustinas expulsadas del convento de la Encarnación. Volverían los terciarios, pero la desamortización del templo los exclaustró definitivamente. Desde 1887 fue colegio de los padres escolapios hasta el traslado de sus instalaciones a Montequinto en 1975. El conjunto conventual sufrió un derribo parcial en aquellos años, salvándose los patios, algunas dependencias y la monumental escalera interior, al transformarse en un inmueble protegido en el que se instalarían las dependencias de EMASESA. En 1973 fue cedida la iglesia, por decreto del cardenal Bueno Monreal, a la hermandad de la Sagrada Cena. En el año 2002 la Consejería de la Junta de Andalucía catalogó el templo como Bien de Interés Cultural.
   Su original portada, se suele atribuir a fray Manuel Ramos, aunque no haya documento que lo prueba. Se estructura como un gran retablo de tres calles, con gran profusión de una imaginativa decoración estructurada mediante estípites realizados en ladrillo y barro cocido, con unas formas que se suelen comparar con las del barroco hispanoamericano. Iconográficamente  acoge las imágenes de San Francisco, Santa Isabel de Hungría, Santa Rosa de Viterbo y San Elseario, presidiendo desde el ático superior la imagen de la Virgen de Consolación.
   El interior se presenta como una gran nave cubierta con un reciente techo plano, levantándose una airosa bóveda semiesférica en la zona de crucero. En los laterales se abren diversas capillas, situándose a los pies un coro alto cuyo sotocoro se adorna de originales yeserías con emblemas marianos, ángeles, flores, frutas y guirnaldas; un auténtico compendio del Barroco sevillano de la segunda mitad del siglo XVII.
   Domina la iglesia el espectacular retablo mayor, considerado como uno de los mejores de la arquitectura retablística del siglo XVII, siendo el punto focal más importante del interior, a la altura de la grandeza de espacio del presbiterio. Fue realizado por Francisco Dionisio de Ribas en 1669 y se hizo por Baltasar de Barahona hacia 1700, momento en el que se añadió el camarín barroco donde se alojó a la titular del edificio, Nuestra Señora de Consolación. En la historia de la obra habría que anotar el añadido, a finales del siglo XX, de una gran plataforma en la que se colocaría el gran conjunto escultórico de los apóstoles que participan en la Cena, grupo que fue la obra póstuma de Luis Ortega Brú. El retablo mayor se configura como un gran cuerpo central enmarcado por potentes columnas salomónicas que lo ordenan en tres calles, coronando el conjunto un ático de grandes dimensiones. La iconografía de las calles laterales presenta diversos santos relacionados con la Orden Tercera: San Conrado de Piacenza (con una bandeja de peces en sus manos), San Ivo (famoso abogado francés del siglo XIII que aparece togado), San Luis de los Franceses (que sigue la iconografía de San Fernando) y San Elseario (noble francés del siglo XIV que porta el pan). La gran hornacina central la ocupa en la actualidad el conjunto del misterio de la hermandad de la Cena, siendo el Cristo obra de Sebastián Santos y el apostolado obra de Luis Ortega Bru. En la pequeña hornacina superior del primer cuerpo se sitúa la pequeña imagen de la Virgen de Consolación, interesante talla en la que se funden el rostro de la Virgen y el del Niño, un conjunto de posible procedencia onubense y que se fecha en época bajomedieval. Ya en el segundo cuerpo se sitúan las tallas de Santa Isabel de Hungría y de Santa Isabel de Portugal, que enmarcan un grandioso altorrelieve que representa la fundación de la Orden Tercera, San Elseario y Santa Delfina que, arrodillados, toman de San Francisco el documento fundacional. 
   En el brazo izquierdo del crucero se sitúa un retablo de principios del siglo XVIII con la imagen de Nuestra Señora del Subterráneo, obra de Juan de Astorga (hacia 1815) titular de la hermandad penitencial de la Cena. El retablo perteneció a la hermandad del Amor, que residió antaño en este templo, conservando su estructura en forma de cruz donde se cobijaba al crucificado del Amor y un altorrelieve con el tema de la Sagrada Entrada en Jerusalén. En el mismo testero aparece otro retablo barroco de finales del siglo XVII, con una escultura de San Miguel Arcángel de 1727. Destaca también en esta zona el retablo dedicado a Nuestra Señora de la Encarnación, imagen del siglo XVII procedente de la llamada Esclavitud de Nuestra Señora de la Encarnación, que llegó a contar con capilla propia. En el brazo derecho del crucero se sitúa un retablo similar que acoge al Arcángel San Rafael, talla pareja del frontero, siendo ambas realizadas por el escultor José Fernando de Medinilla, autor del retablo contiguo. Lo preside la imagen del Cristo de la Humildad y Paciencia, titular de la hermandad penitencial de la Cena, devota imagen del siglo XVI cuya iconografía se inspira en los misterios teatrales de origen medieval , mostrando a Cristo pensativo antes de ser crucificado. Fue una escena que representó Alberto Durero en una de las estampas de “La Pasión”, lo que ayudó a su difusión por toda Europa. La imagen, que procesiona en un paso de caoba en la tarde del Domingo de Ramos, tiene la particularidad de estar realizada en pasta de madera. Fue el origen de una hermandad penitencial en la parroquia de Omnium Sanctorum, con reglas conocidas ya en 1580, institución que luego se fusionaría con la hermandad del Subterráneo. Destaca también en este testero un retablo de columnas salomónicas, con talla anónima de un Nazareno de comienzos del siglo XVIII.
   En el muro del Evangelio destaca la Capilla Sacramental, de planta rectangular y profusamente decorada con pinturas murales de comienzos del siglo XVIII. Está presidido por la imagen de una Inmaculada del siglo XVIII, en un retablo neoclásico que también cobija tallas de Santa María Egipciaca y San Antonio de Padua, ambas de comienzos del siglo XIX. En la misma capilla se sitúa una imagen de San Francisco de Asís del siglo XVII, vestida con ropajes naturales. Ya en el muro de la nave se puede observar también un deteriorado lienzo de la Virgen de los Reyes (siglo XVIII) y, ya junto a la puerta de entrada, el Crucificado de la Buena Muerte, interesante talla anónima de comienzos del siglo XVIII que ha sido en alguna ocasión pretendida por diferentes hermandades penitenciales. Proviene de un encargo de la Confraternidad de la Pía Unión y fue proyectada para un retablo, lo que motiva la sumaria terminación de su parte posterior.   
   En el muro de la Epístola permanece cerrada la capilla de la Encarnación, distribuyéndose por sus muros un discreto grupo de Santa Justa y Rufina, un moderno San José con el Niño y un San Francisco del siglo XVII.
   Además de la Hermandad del Amor, radicaron en el templo la hermandad de la Entrada en Jerusalén (su fusión se produjo en este templo) y la hermandad de la Columna y Azotes, conocida como las Cigarreras, habiendo acogido temporalmente a otras corporaciones como la de los Gitanos o la Exaltación.
Textos de:
Manuel Jesús Roldán,  Iglesias de Sevilla. Almuzara, 2010.

Enlace a la Entrada anterior de Sevilla**:
3416. SEVILLA** (MDXII), capital: 21 de septiembre de 2020.

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