1. MEDINA DEL CAMPO, Valladolid. Vista general del Castillo de la Mota. |
2. MEDINA DEL CAMPO, Valladolid. Tronera del Castillo de la Mota. |
3. MEDINA DEL CAMPO, Valladolid. Portada de la capilla del Castillo de la Mota. |
4. MEDINA DEL CAMPO, Valladolid. Torre del Homenaje y patio del Castillo de la Mota. |
5. MEDINA DEL CAMPO, Valladolid. Portada de la igl. de San Miguel. |
6. MEDINA DEL CAMPO, Valladolid. Plaza Mayor, con el Ayuntamiento y el palacio real al fondo. |
7. MEDINA DEL CAMPO, Valladolid. Balcón de la Virgen del Pópulo, de la colegiata de San Antolín. |
8. MEDINA DEL CAMPO, Valladolid. Portada de la colegiata de San Antolín. |
9. MEDINA DEL CAMPO, Valladolid. Retablo mayor de la colegiata de San Antolín. |
10. MEDINA DEL CAMPO, Valladolid. Bóvedas de la colegiata de San Antolín. |
11. MEDINA DEL CAMPO, Valladolid. Interior de la colegiata de San Antolín. |
MEDINA DEL CAMPO* (I), provincia de Valladolid: 23 de julio de 2005.
A la sombra del Castillo de la Mota, la segunda ciudad vallisoletana en importancia económica es también una de las más monumentales de la provincia.
Plaza Mayor
Comienza la visita en la Plaza Mayor, rebautizada como Plaza Mayor de la Hispanidad por algún prócer inclinado a las frases solemnes. Este gran espacio que en el pasado acogió joyeros, especieros, armeros, calceteros y jubeteros muestra hoy una imagen un tanto impersonal, sin duda causada por las sucesivas remodelaciones.
Abundan los soportales hechos de hierro de fundición, en consonancia con las fachadas isabelinas y los ladrillos neomudéjares que conforman la mayoría de fachadas. Los nuevos fustes han ido sustituyendo a los antiguos postes de madera o a los viejos pilares de piedra, que todavía soportan algún arco de ladrillo, alguna viga de madera herida por el tiempo o alguna de esas zapatas que parecen resistir por sí solas el peso de todo el edificio.
Es una plaza que ha sufrido menoscabo de su personalidad con las nuevas farolas en forma de lápiz, los nuevos bancos y los nuevos quioscos. Quedan, eso sí, las grandes dimensiones del recinto, algún mirador acristalado y los numerosos balcones de forja,que abren huecos de luz en las fachadas.
En la panda norte de la plaza muestra su fachada y sus arcos de ladrillo la llamada casa del Peso. Inmueble construido en el siglo XVII, se conoce con este nombre porque allí se instalaba el peso público que garantizaba la ausencia de fraude en el sistema de pesas y medidas.
En el extremo opuesto se alinean la iglesia de San Antolín, el edificio del Ayuntamiento, la Casa de los Arcos y el palacio Real Testamentario.
Iglesia de San Antolín*
La iglesia de San Antolín, que mantuvo el rango de colegiata entre 1480 y 1855, es un templo de dimensiones catedralicias cuya erección se inició en 1503 y se terminó más de un siglo después, interviniendo en el largo proceso constructivo Juan Gil de Hontañón y su hijo Rodrigo, famoso arquitecto que prodigó en Castilla los templos en planta de salón. En los siglos XVII y XVIII se añadieron nuevas capillas a la fábrica original.
De su exterior destaca el balcón de la Virgen del Pópulo, pequeña capilla situada en el muro orientado a la plaza, donde se celebraba misa los días de mercado. Y el reloj de la villa, que se conserva en la torre y pose una pareja de maragatos.
Su interior, necesitado de una urgente puesta al día, alberga una riqueza artística sin duda relevante. Refulge en la capilla mayor un retablo de talla que ocupa el testero y ofrece una belleza artística notable. Banco, tres cuerpos más coronamiento y cinco calles articulan un discurso escultórico que se ajusta a los patrones establecidos por la imaginería castellana del siglo XVI y desarrollan un programa iconográfico alrededor de la vida de Jesús y de algunos santos. Preside el conjunto un espléndido Calvario. Intervinieron en la talla, la policromía y el ensamblaje un nutrido grupo de maestros, entre los que es preciso señalar la presencia de los escultores Cornelis de Holanda y Juan Rodríguez, el pintor Luis Vélez y los artistas Isidro Villoldo y Juan Picardo.
Recorriendo la iglesia por sus naves cabe destacar, en el muro del evangelio, la capilla del Cristo de la Paz, donde se exhibe la imagen de un Cristo tallado por Juan Picardo que trata de escapar de la penumbra; y la capilla del Descendimiento, donde aparece, tras una reja plateresca de mucha filigrana, un retablo de tablas, presumiblemente pintadas hacia 1530 por el Maestro de Becerril.
En el lado de la epístola sobresale la capilla de los Quiñones, construida en 1645, que se cubre con una hermosa bóveda decorada con yeserías barrocas y alberga la talla gótica del Cristo de la Concepción, además de dos armarios empotrados que contienen reliquias.
En la nave central, tras la reja protectora se encuentra el coro, compuesto por una sillería de nogal traída en el siglo XVII del convento de Guisando.
Tras el coro se ubica la capilla más espaciosa: la de Nuestra Señora de las Angustias. Alzada a mediados del siglo XVIII, muestra en su cabecera una gran cúpula barroca decorada con vistosas yeserías. Se suelen guardar en este espacio el Nazareno de las Angustias, talla atribuida a Francisco Rincón (mediados del siglo XVI) y el lienzo la Virgen con el Niño, obra original de Alonso Cano.
Iglesia de San Miguel
La iglesia de San Miguel se localiza tras cruzar el puente homónimo. Fábrica construida a lo largo del siglo XVI, en la que participó el maestro Juan Berdugo. Conserva en su torre la campana con la que se llamaba a reunión a los miembros del Concejo cuando el antiguo consistorio se hallaba a orillas del Zapardiel.
En su planta rectangular de dos naves destaca la capilla mayor, de grandes dimensiones, que se cubre con bóveda de crucería y aloja un interesante retablo, ejecutado por Leonardo de Carrión a partir de 1567, que despliega un armónico universo de imágenes talladas y policromadas. Puebla la soledad del coro un órgano del siglo XVIII.
Castillo de la Mota*
Por su silueta específica, su relevancia histórica y su enraizamiento en la villa, el castillo de la Mota es el símbolo que mejor define el perfil de Medina. Tiene también importancia por haber aglutinado (el cerro y el castillo) los núcleos de población más antiguos y haber favorecido el establecimiento de la primera cerca amurallada.
Se estima que la actual fortaleza fue erigida en la segunda mitad del siglo XV aprovechando los restos de las antiguas murallas presentes desde el XII. Es decir, durante el reinado de Enrique IV y de los Reyes Católicos surgieron la torre del homenaje y los muros que definen el recinto defensivo.
De planta trapezoidal, consta de una muralla exterior y otra interior, además de un amplio patio de armas. Sobre las cortinas de ladrillo se alza la poderosa torre del homenaje hasta alcanzar los 40 metros de altura. Intervinieron en el proceso constructivo los maestros Fernando Carreño y Alonso Niño (autores de las trazas generales) y los alarifes Abdalla y Alí de Lerma como responsables de la ejecución.
Además de la primitiva función de baluarte militar, el castillo desempeñó en el pasado otros cometidos como archivo y cárcel. En sus estancias se guardaron legajos y documentos durante el reinado de Enrique IV, hasta que Carlos I ordenó su traslado a Simancas. Y en sus mazmorras estuvieron encerrados presos ilustres como César Borgia, Diego Hurtado de Mendoza y Rodrigo Calderón. Tras haber sido ocupado desde 1942 por la escuela de Formación de la Sección Femenina, desde 1984 depende de la Junta de Castilla y León, que lo utiliza como centro de congresos.
Conviene recorrer sus estancias interiores y visitar la capilla de Santa María del Castillo, pues en ella se custodia un tríptico hispano-flamenco cercano al estilo de Memling y un Cristo de marfil del siglo XVII. Y también los muros exteriores, para admirar la rotundidad de formas y volúmenes, la profundidad del foso y la geometría de las tejas. Pues todo un vasto territorio de tejas y tejados se divisa desde el cerro. También se puede aprovechar la ocasión para examinar los restos de las murallas medievales.
En la panda norte de la plaza muestra su fachada y sus arcos de ladrillo la llamada casa del Peso. Inmueble construido en el siglo XVII, se conoce con este nombre porque allí se instalaba el peso público que garantizaba la ausencia de fraude en el sistema de pesas y medidas.
En el extremo opuesto se alinean la iglesia de San Antolín, el edificio del Ayuntamiento, la Casa de los Arcos y el palacio Real Testamentario.
Iglesia de San Antolín*
La iglesia de San Antolín, que mantuvo el rango de colegiata entre 1480 y 1855, es un templo de dimensiones catedralicias cuya erección se inició en 1503 y se terminó más de un siglo después, interviniendo en el largo proceso constructivo Juan Gil de Hontañón y su hijo Rodrigo, famoso arquitecto que prodigó en Castilla los templos en planta de salón. En los siglos XVII y XVIII se añadieron nuevas capillas a la fábrica original.
De su exterior destaca el balcón de la Virgen del Pópulo, pequeña capilla situada en el muro orientado a la plaza, donde se celebraba misa los días de mercado. Y el reloj de la villa, que se conserva en la torre y pose una pareja de maragatos.
Su interior, necesitado de una urgente puesta al día, alberga una riqueza artística sin duda relevante. Refulge en la capilla mayor un retablo de talla que ocupa el testero y ofrece una belleza artística notable. Banco, tres cuerpos más coronamiento y cinco calles articulan un discurso escultórico que se ajusta a los patrones establecidos por la imaginería castellana del siglo XVI y desarrollan un programa iconográfico alrededor de la vida de Jesús y de algunos santos. Preside el conjunto un espléndido Calvario. Intervinieron en la talla, la policromía y el ensamblaje un nutrido grupo de maestros, entre los que es preciso señalar la presencia de los escultores Cornelis de Holanda y Juan Rodríguez, el pintor Luis Vélez y los artistas Isidro Villoldo y Juan Picardo.
Recorriendo la iglesia por sus naves cabe destacar, en el muro del evangelio, la capilla del Cristo de la Paz, donde se exhibe la imagen de un Cristo tallado por Juan Picardo que trata de escapar de la penumbra; y la capilla del Descendimiento, donde aparece, tras una reja plateresca de mucha filigrana, un retablo de tablas, presumiblemente pintadas hacia 1530 por el Maestro de Becerril.
En el lado de la epístola sobresale la capilla de los Quiñones, construida en 1645, que se cubre con una hermosa bóveda decorada con yeserías barrocas y alberga la talla gótica del Cristo de la Concepción, además de dos armarios empotrados que contienen reliquias.
En la nave central, tras la reja protectora se encuentra el coro, compuesto por una sillería de nogal traída en el siglo XVII del convento de Guisando.
Tras el coro se ubica la capilla más espaciosa: la de Nuestra Señora de las Angustias. Alzada a mediados del siglo XVIII, muestra en su cabecera una gran cúpula barroca decorada con vistosas yeserías. Se suelen guardar en este espacio el Nazareno de las Angustias, talla atribuida a Francisco Rincón (mediados del siglo XVI) y el lienzo la Virgen con el Niño, obra original de Alonso Cano.
Iglesia de San Miguel
La iglesia de San Miguel se localiza tras cruzar el puente homónimo. Fábrica construida a lo largo del siglo XVI, en la que participó el maestro Juan Berdugo. Conserva en su torre la campana con la que se llamaba a reunión a los miembros del Concejo cuando el antiguo consistorio se hallaba a orillas del Zapardiel.
En su planta rectangular de dos naves destaca la capilla mayor, de grandes dimensiones, que se cubre con bóveda de crucería y aloja un interesante retablo, ejecutado por Leonardo de Carrión a partir de 1567, que despliega un armónico universo de imágenes talladas y policromadas. Puebla la soledad del coro un órgano del siglo XVIII.
Castillo de la Mota*
Por su silueta específica, su relevancia histórica y su enraizamiento en la villa, el castillo de la Mota es el símbolo que mejor define el perfil de Medina. Tiene también importancia por haber aglutinado (el cerro y el castillo) los núcleos de población más antiguos y haber favorecido el establecimiento de la primera cerca amurallada.
Se estima que la actual fortaleza fue erigida en la segunda mitad del siglo XV aprovechando los restos de las antiguas murallas presentes desde el XII. Es decir, durante el reinado de Enrique IV y de los Reyes Católicos surgieron la torre del homenaje y los muros que definen el recinto defensivo.
De planta trapezoidal, consta de una muralla exterior y otra interior, además de un amplio patio de armas. Sobre las cortinas de ladrillo se alza la poderosa torre del homenaje hasta alcanzar los 40 metros de altura. Intervinieron en el proceso constructivo los maestros Fernando Carreño y Alonso Niño (autores de las trazas generales) y los alarifes Abdalla y Alí de Lerma como responsables de la ejecución.
Además de la primitiva función de baluarte militar, el castillo desempeñó en el pasado otros cometidos como archivo y cárcel. En sus estancias se guardaron legajos y documentos durante el reinado de Enrique IV, hasta que Carlos I ordenó su traslado a Simancas. Y en sus mazmorras estuvieron encerrados presos ilustres como César Borgia, Diego Hurtado de Mendoza y Rodrigo Calderón. Tras haber sido ocupado desde 1942 por la escuela de Formación de la Sección Femenina, desde 1984 depende de la Junta de Castilla y León, que lo utiliza como centro de congresos.
Conviene recorrer sus estancias interiores y visitar la capilla de Santa María del Castillo, pues en ella se custodia un tríptico hispano-flamenco cercano al estilo de Memling y un Cristo de marfil del siglo XVII. Y también los muros exteriores, para admirar la rotundidad de formas y volúmenes, la profundidad del foso y la geometría de las tejas. Pues todo un vasto territorio de tejas y tejados se divisa desde el cerro. También se puede aprovechar la ocasión para examinar los restos de las murallas medievales.
Textos de:
RAMOS, Alfredo J. Guía Total: Castilla y León. Ed. Anaya. Madrid, 2004.
IZQUIERDO, Pascual. Guía Total: Valladolid. Ed. Anaya. Madrid, 2008.
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