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sábado, 14 de marzo de 2015

1091. SAN SEBASTIÁN - DONOSTIA** (I), capital: 9 de agosto de 2010.

1. SAN SEBASTIÁN, capital. Playa de Ondarreta con el monte Igueldo al fondo.

2. SAN SEBASTIÁN, capital. Peine de los Vientos, junto al Real Club Náutico.

3. SAN SEBASTIÁN, capital. Isla de Sta. Clara.

4. SAN SEBASTIÁN, capital. El monte Urgull y la parte vieja.

5. SAN SEBASTIÁN, capital. El palacio de Miramar.

6. SAN SEBASTIÁN, capital. La playa de La Concha.

7. SAN SEBASTIÁN, capital. La Perla del Océano en la playa de La Concha.

8. SAN SEBASTIÁN, capital. Viviendas del paseo de Miraconcha.

9. SAN SEBASTIÁN, capital. El paseo de La Concha con el monte Urgull al fondo.


10. SAN SEBASTIÁN, capital. La playa de La Concha desde el parque de Alderdi Eder.


11. SAN SEBASTIÁN, capital. Ayuntamiento.


12. SAN SEBASTIÁN, capital. Edificio del Club Náutico.

SAN SEBASTIÁN - DONOSTIA** (I), capital de la provincia: 9 de agosto de 2010.
   Protegida por un cerco de montañas y lamida por el mar en una doble concha formada por el monte Urgull, en el centro, y los de Ulía e Igeldo a los lados, las principales características de San Sebastián son pulcritud, orden y modernidad. Aunque quizá lo más llamativo sea la impresión que dan los donostiarras de saber compaginar ocio y trabajo, la tranquilidad de los baños, paseos, tertulias, etc., con el ajetreo de una ciudad industriosa, comercial y centro de servicios.
   San Sebastián no es de las ciudades que tienen muchas cosas para ver, pero es una ciudad "que hay que ver". En una visita corta sería indispensable callejear por la parte vieja y la zona del puerto y pasear con tranquilidad por el paseo de La Concha. La subida a Igeldo permite ver la ciudad a vista de pájaro y hacerse una idea de la estructura urbana. Sería un error casi imperdonable llegar a San Sebastián con prisas y no dejarse llevar al aire de la brisa de un sitio a otro, darse un baño o un paseo en barca hasta la isla de Santa Clara, para ver la Concha desde dentro, o subir a Urgull o a Igeldo para sentarse y contemplar la ciudad y el mar a sus pies.

La bahía de La Concha
   Uno de los lugares emblemáticos de San Sebastián es sin duda la bahía de La Concha. Por ello, el recorrido puede empezarse en su extremo noroeste, bajo el monte Igeldo. Aquí Eduardo Chillida plantó en plena roca, sobre el mar, unas enormes esculturas de hierro que parecen abrazar el espacio: se trata del famoso Peine de los Vientos.
   Pasando bajo el Real Club Náutico, y las torres de Satrústegui, comienza el paseo por la playa de Ondarreta*, en otro tiempo tenida como la más aristocrática de las que posee la ciudad. Cerca de ella, villas y chalés, principalmente, constituyen el barrio del Antiguo.
   Sin alejarse mucho del Peine de los Vientos se puede encontrar la carretera y el funicular de acceso al Monte Igueldo*. Este paraje se extiende desde la playa de Ondarreta hasta el pueblo de Orio en un gran parque natural llento de atractivos de todo orden y con muy escasa población. su mayor atractivo son las maravillosas vistas sobre la bahía de la Concha desde el añejo Parque de Atracciones. Un recinto creado en 1912 que ofrece atracciones infantiles peculiares como su su original montaña suiza. La playa de Ondarreta termina porque se introduce en ella el Pico del Loro, extremo avanzado del promontorio sobre el que se alza el palacio de Miramar, rodeado de un bello parque diseñado por Pierre Ducasse, desde el que merece la pena contemplara la bahía. El palacio, edificado en estilo inglés bajo los auspicios de la reina de España María Cristina de Habsburgo, es de propiedad municipal y sirve de sede a los Cursos de Verano de la Universidad Vasca.
   A partir de aquí comienza la playa de La Concha*, en su primera parte ceñida por Miraconcha, el paseo que tiene continuidad en el paseo de La Concha. Acaba uno y empieza el otro en La Perla del Océano, o la antigua Casa Real de Baños que ha recuperado, recientemente como centro de talasoterapia, el ambiente de la Belle Epoque donostiarra de hace más de un siglo cuando la reina María Cristina estableció en la ciudad el centro de veraneo de la corona y otorgó a La Concha el título de Playa Real. El primitivo balneario de madera sería sustituido en 1912 por el complejo actual manteniéndose en su vocación de repartir salud y serenidad en un paseo dominado también por la conocida estampa del hotel de Londres e Inglaterra, edificado en 1863 y reformado en 1915 y 1930. Muestra influencias francesas e inglesas.
   El paseo termina en la plaza de Cervantes y en el parque de Alderdi Eder, conjunto de hermosos jardines que dan paso al actual Ayuntamiento; que lo es desde 1947, ya que su inauguración en 1887 fue con la función de Casino, a imitación de los grandes casinos europeos de entonces. Cerrando la playa de La Concha y en línea con el Ayuntamiento, aunque contrastando enormemente con él, se alza el edificio del Club Náutico, que, construido en 1930 simulando un barco, es uno de los mejores ejemplos de arquitectura racionalista.

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