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lunes, 9 de agosto de 2021

3432. SEVILLA** (MDXVII), capital: 1 de noviembre de 2020.




























SEVILLA** (MDXVII), capital de la provincia y de la comunidad: 1 de noviembre de 2020.
   Los Reales Alcázares**, constituyen un conjunto de construcciones palaciegas que fueron levantadas desde la época de dominación islámica hasta nuestros días, determinando una ininterrumpida sucesión de estilos artísticos, bien notoria en todo el recinto.
   Traspasada la Puerta del León, que se remata por un panel de azulejos realizado en 1894 siguiendo el dibujo de José Gestoso, se encuentra a la izquierda un lienzo de muralla almohade, desde la que se accede a la Sala de la Justicia por un pequeño vano. Esta estancia es de planta cuadrada, se cubre por una armadura de madera mudéjar y presenta tres arcos en cada uno de sus lados, enmarcados por yeserías de tipo granadino. La zona superior de los muros presenta un friso con arquillos ciegos y escudos de Castilla, León y de la Orden de la Banda y otro friso con huecos reales y fingidos. La sala fue construida en el siglo XIV durante el reinado de Alfonso XI. Desde ella se accede al Patio del Yeso, edificado en época almohade, que presenta planta casi cuadrada con alberca central y galería porticada en uno de los lados mayores. El pórtico se compone de siete arcos, más amplio el del centro y apoyado en pilares, siendo lobulados y apeados en columnas con capiteles califales los arcos restantes. Sobre éstos se desarrolla una espléndida labor de sebqa calada. También ofrecen decoración de sebqa las enjutas del arco central. Detrás de este pórtico se localiza el acceso a una gran sala rectangular con alcobas en los extremos. El ingreso lo componen dos arcos de herradura apeados en una columna central de mármol.
   El Patio de la Montería lo preside la gran fachada del palacio del rey Pedro I mandó erigir en 1364. A su construcción contribuyeron artesanos locales junto a otros procedentes de Toledo y Granada, enviados estos últimos por el sultán nazarí Muhamad V. La intervención de cada uno de estos grupos es patente, advirtiéndose mano de obra sevillana en los arcos ciegos que flanquean la puerta, la granadina en el friso de yeserías situado sobre ésta y en la inscripción cúfica realizada en azulejería blanca y azul y, finalmente, la toledana en el dintel de la puerta y en el alero que remata el conjunto. Una inscripción gótica que rodea a la ya mencionada en caracteres cúficos, dice: "El muy alto et muy noble et muy poderoso et muy conqueridor don Pedro, por la gracia de Dios rey de Castilla et de León, mandó fazer estos alcázares et estos palacios et estas portadas que fue hecho en la Era de mill et quatrocientos y dos". 
   El interior del palacio presenta dos núcleos bien diferenciados, uno destinado a la vida oficial y otro a la privada. El primero gravita en torno al Patio de las Doncellas, que ofrece arcos lobulados sobre columnas de mármol pareadas, en la planta baja, y arcos de medio punto sobre columnillas jónicas en el piso alto. Esta fueron realizadas por Antonio Maria Aprile de Carona y Bernardino de Bissone, y llegaron a Sevilla en 1540. Las del piso bajo se contrataron en 1561 con los marmoleros genoveses Francisco y Juan de Lugano. Coincidiendo con estas obras de remodelación se renovaron las yeserías y se peraltaron los arcos centrales de las galerías inferiores. En las labores ejecutadas en yeso intervino el maestro Francisco Martínez, cuyo nombre aparece, junto a la fecha de 1569, en el ángulo suroeste del patio. Los techos de las cuatro galerías ya se habían renovado en tiempos de los Reyes Católicos, así como algunos zócalos alicatados que se habían realizado en el último tercio del XIV. Recientemente se ha descubierto la primitiva configuración del patio realizado en tiempos de Pedro I, consistente en una gran alberca central flanqueada por arriates rehundidos cuyos paramentos se articulan mediante arcos ciegos entrecruzados. A este patio comunican tres salones llamados del Dormitorio de los Reyes Moros, por su posible uso como dormitorio real; del Techo de Carlos V por la techumbre de casetones con medallas y escudos imperiales que posee, que se ha atribuido a Sebastián de Segovia, y de Embajadores. Estas tres grandes dependencias se cierran por espléndidas puertas de carpintería mudéjar, finalizadas por artistas toledanos en 1366. 
   La última sala mencionada es la más importante y presenta estructura cuadrada con sendas arquerías triples en cada uno de sus lados y se cubre con una bóveda semiesférica de lazo, apoyada en trompas angulares recubiertas de mocárabes. La ejecución de esta bóveda se debe al carpintero Diego Ruiz y se fecha en 1427. Tras un friso con castillos y leones se dispone una serie de pinturas que representan a los reyes de España desde Recesvinto a Felipe III, a los que en 1599 el pintor Diego de Esquivel añadió una serie de bustos de damas. Interesantes balcones de hierro forjado, realizados entre 1592 y 1597 por el rejero Francisco López, se colocan en cada uno de los cuatro frentes de la sala.
   Contiguas a este salón hay otras dos dependencias, con techumbres realizadas entre 1590 y 1598 por Martín Infante, que ofrecen en la parte superior de los muros un friso de medallones en los que las figura y escenas aparecen simplemente perfiladas y sin modelar. Se han relacionado con dos talleres mudéjares diferentes, proveniente uno de Toledo y de origen sevillano el segundo.   
   También da paso el Salón de Embajadores al denominado del Techo de Felipe II o de la Media Caña, en el que destaca la decoración de yeserías del triple arco que le sirve de ingreso. En él se han representado roleos y siluetas de pájaros, resaltando, entre todas, las correspondientes a los pavos reales, emplazadas en las enjutas, de claro origen toledano. La techumbre de esta sala se ha atribuido a Martín Infante.
   El sector del palacio dedicada a la vida privada se centra en el Patio de las Muñecas, de reducidas dimensiones y muy transformado por las restauraciones del siglo XIX. Destaca en él la espléndida colección de columnas y capiteles de mármol, de origen califal y procedentes de Madinat Al-Zahra, que soportan los arcos. La contigua Sala del Príncipe, en la que se sitúa el nacimiento en 1478 del príncipe don Juan, hijo de los Reyes Católicos, presenta un ámbito central y dos alcobas laterales. La situada en el flanco izquierdo  presenta una techumbre realizada en 1543 por Juan de Simancas, que fue restaurada en 1854.
   Entre las dependencias situadas en la planta alta del palacio sobresale el Oratorio de los Reyes Católicos, en el que se encuentra un altar de azulejos realizado en 1504 por el ceramista italiano Francisco Niculoso Pisano. El resto de las habitaciones, por seguir usándose actualmente como residencia real, presenta un variado y valioso ajuar en el que existen tapices barrocos, arañas de La Granja, relojes neoclásicos, porcelanas francesas y muebles del tiempo de Isabel II, resaltando en el conjunto una interesante serie de pinturas. Entre estas últimas destacan el retrato de Isabel II y su hermana María Luisa Fernanda, firmado por Esquivel, diversas pinturas al pastel debidas a López Piquer, un retrato de la Reina Mercedes, de Manuel Cabral Bejarano y varios firmados por Vicente López. Arquitectónicamente las salas de mayor interés son las situadas sobre los lados mayores del Patio de las Doncellas, algunas de las cuales conservan su estructura y decoración primitiva de origen mudéjar, aunque alteradas por las restauraciones del pasado siglo. Entre todas estas destaca la antigua Cámara de la Reina, con espléndida armadura mudéjar de par y nudillo, y la que se abre en el lado sur, con mirador sobre los jardines, renovada en tiempos de los Reyes Católicos, razón por la que presenta pinturas murales con el yugo y las flechas y una armadura mudéjar coetánea.
   Desde el Patio de la Montería se pasa al llamado Cuarto del Almirante, en el que se sitúa la Sala de Audiencias o Capilla, cubierta con una techumbre del siglo XVI y presidida por un retablo pintado por Alejo Fernández entre 1531 y 1536, dedicado a la Virgen de los Navegantes. Las calles laterales del retablo lo ocupan cuatro pinturas sobre tabla que representan a San Juan, San Telmo, San Sebastián y Santiago. En las salas inmediatas se ha dispuesto una serie de pinturas, entre las que sobresale por sus dimensiones el lienzo que representa las Postrimerías de San Fernando, firmado por Virgilio Mattoni, en 1887. La pintura de la Toma de Loja por Fernando el Católico, fue realizada por Eusebio Valldeperas. Los retratos de Fernando VII y María Cristina de Nápoles son obra de Carlos Blanco y se fechan en el primer tercio del siglo XIX. Franz Xaver Winterhalter es el autor de los retratos de Luis Felipe de Orleáns, de su esposa María Amalia y de los duques de Montpensier. Preside la sala el lienzo de Alfonso Grosso que representa La inauguración de la Exposición Iberoamericana de Sevilla.
   En la sala inmediata se exhibe una importante colección de abanicos, donada al Ayuntamiento de Sevilla por doña Gloria Trueba, y el interesante cuadro de proporciones apaisadas que refleja la Procesión del Santo Entierro Grande. Esta obra de mediados del siglo XIX tiene un extraordinario valor iconográfico.   
   También se accede desde el citado Patio de la Montería al Patio del Crucero, que recibe su nombre de la disposición primitiva, en forma de cruz que poseyó. Los brazos de ésta se encontraban a nivel del suelo, mientras los cuadrados que determinaban aparecían rehundidos y cubiertos de vegetación. Desde él se accede al Palacio Gótico, que está precedido por un pórtico construido por el ingeniero Sebastián van der Borcht después del terremoto de 1755. Estas salas, también denominadas Salones de Carlos V, formaron parte del Alcázar de Alfonso X, de ahí que algunas de sus bóvedas sean de nervaduras y que aparezcan torreones flanqueando el perímetro de los muros. La primera sala es la Capilla, presidida por un retablo realizado en la primera mitad del siglo XVIII por Diego de Castillejo, que aloja una pintura de la Virgen de la Antigua, copia anónima del siglo XVII de la existente en la catedral sevillana. Los muros presentan altos zócalos de azulejos realizados por Cristóbal de Augusta y una serie de pinturas de los siglos XVII y XVIII. Entre todos ellos destaca el pintado por Velázquez representando la Imposición de la Casulla a San Ildefonso, recientemente instalado en una vitrina del muro norte. También es interesante el lienzo que representa a la Virgen de los Reyes entre San Hermenegildo y San Fernando, pintado en 1742 por Domingo Martínez. El Salón de Tapices recibe su nombre de los que decoran sus paredes representando la Conquista de Túnez por Carlos V. Fueron tejidos a mediados del siglo XVIII por Francisco y Cornelio Van der Gotte, copiando los realizados en Bruselas entre 1548 y 1554 por Pannemaker, a partir de los cartones de Jan Vermeyen y Pieter Coeck van Aelst. En la Sala de las bóvedas o de la Fiestas destacan los zócalos de azulejos realizados por el ceramista Cristóbal de Augusta entre 1577 y 1578, tras la remodelación efectuada en el recinto por el arquitecto Asencio de Maeda. 
   Los jardines del alcázar sevillano son parte fundamental del mismo. A lo largo de los siglos han sufrido profundas transformaciones, que han desvirtuado su trazado primitivo, pero a pesar de ello aún llaman la atención por su belleza y encanto. Los más próximos al palacio fueron realizados en época renacentista y se encuentran compartimentados por muros decorados con fuentes y portadas manieristas. El primero de ellos está formado por un gran estanque presidido por una figura de Mercurio realizada por Diego de Pesquera y fundida por Bartolomé Morel en 1576. Le sirve de fondo la Galería del Grutesco, realizada por Vermondo Resta entre 1612 y 1621. En ella se aprovechó un lienzo de muralla almohade que se decoró con labores pétreas en rústico, con pinturas y con una galería superior, desde la que se tiene una espléndida visión del conjunto. Otros jardines son el de la Danza, el de Troya, el de la Galera, el de las Flores, el del Príncipe y el de las Damas. Desde el primero se accede al llamado Baño de María de Padilla, en realidad el jardín subterráneo del Patio del Crucero, que presenta bóveda de nervaduras y un gran estanque central. El último de los jardines mencionados es un gran rectángulo distribuido en ocho compartimentos en torno a un eje reforzado por fuentes en los cruces de los andenes y delimitado por una cerca con ventanas y portadas. La fuente más monumental es la que se remata por una escultura de Hércules. La Galería del Grutesco que limita el jardín por su frente oriental presenta una monumental fuente llamada de la Fama, que originariamente contaba con un mecanismo hidráulico que hacía sonar los tubos de un órgano al paso del agua. Por medio de una de las portadas mencionadas se accede al Jardín del Laberinto Viejo, en el centro del cual se situaba un estanque rodeando el Monte Parnaso.   
   En el Jardín de la Alcoba se encuentra el pabellón de Carlos V, decorado con azulejos y yeserías en las que se unen motivos renacentistas a los mudéjares. Tiene planta cuadrada y aparece porticado en sus cuatro frentes. El interior se cubre por una bóveda semiesférica de casetones y la construcción fue llevada a cabo por Juan Hernández en 1543, nombre y fecha que aparecen en el pavimento, bordeando la fuente que ocupa el centro del pabellón. Próximo a este pabellón se encuentra el Cenador del León, pequeño edificio de mediados del siglo XVII, cuyas trazas se atribuyen al maestro Diego Martín de Orejuela. Está precedido por una fuente circular presidida por un león, cuyos surtidores arrojan agua a un estanque rectangular.
   El resto de los jardines se realizaron modernamente. Cabe destacar el Jardín del Retiro, realizado entre 1913 y 1917 por el arquitecto José Gómez Millán, y el Jardín de los Poetas construido entre 1956 y 1958 bajo las directrices de Joaquín Romero Murube. A la salida de los jardines se sitúa la llamada Puerta de Marchena, obra gótica de finales del siglo XV, procedente del palacio que los duques de Arcos poseían en la citada población sevillana.
   El Apeadero fue trazado por el arquitecto milanés Vermondo Resta en 1607, concluyéndose dos años más tarde junto a la puerta que le precede, que es el acceso al palacio desde el Patio de Bandera. La aludida portada fue remodelada en 1729 durante la estancia en el Alcázar del rey Felipe V.
   Además de los muros que rodean al Patio de Banderas, permanecen en pie en el recinto del Alcázar algunos fragmentos de la muralla que rodeaba la ciudad. Junto a la ya citada que sirve de asiento a la Galería del Grutesco, están las que rodeaban la Judería, y las que cercaban las huertas. Estas últimas presentan dos sectores, uno aislado, constituido por una torre y fragmentos de muros, defendiendo el ángulo este, junto al antiguo cauce del Tagarete, y otro paredaño con el Callejón del Agua, de mayor extensión y reformado en época almohade para permitir la entrada de agua en la ciudad.
Textos de:
Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo I. Diputación de Sevilla y Fundación José Manuel Lara, 2004.

Enlace a la Entrada anterior de Sevilla**:
3420. SEVILLA** (MDXVI), capital: 26 de septiembre de 2020.

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