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martes, 27 de febrero de 2024

3972. ROMA** (V), capital: 7 de septiembre de 2023















ROMA** (V), capital de la provincia, de la región, y de Italia: 7 de septiembre de 2023.
     Los peregrinos medievales que recorrían miles de kilómetros a pie desde todos los rincones del mundo para ver al menos una vez en su vida al sumo pontí­fice y orar ante la tumba de Pedro son hoy día riadas de turistas en cómodos autocares apiñados en la columnata de Bernini. Con tanta gente que abarrota la plaza y la basílica -insuficiente para acoger a tantos fieles, por gigantescas que sean sus dimensiones- resulta algo difícil ver la basílica como lugar de recogimiento y meditación. A ello se une su imagen de museo, resultado de la gran predilección de los papas por el arte en todas sus facetas, lo que contribuyó a la formación de un patrimonio de valor incalculable.
     Las admirables colecciones de los Mu­seos Vaticanos** tienen ya más de cinco siglos de vida. Fueron inauguradas en 1506 por Julio II, quien fue el primero en exponer las esculturas más bellas de su colección en el patio de las Estatuas (el actual Octógono), que era parte del palacete del Belvedere.
     Organizadas en su disposición actual entre finales del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, las colecciones pontificias constituyen un conjunto de excepcional importancia, tanto por la riqueza y valor de las obras reunidas como por la magnificencia de las salas que las albergan. El "itinerario de las obras maestras imprescindibles" es suficiente para darse cuenta de que los papas fueron los grandes mecenas del arte italiano.
     Desde el año 2000 se accede al com­plejo a través de una moderna y funcional entrada donde se encuentran todos los servicios. Ordenadas en dos plantas (más una tercera destinada a exposiciones), el visitante accede a las salas de exposición a través de una gran rampa helicoidal que cruza el patio de las Corazas, cubierto por una estructura de vidrio y acero.
     Para la visita (de 9 h y 16 h; los festivos y domingos cerrado excepto los últimos de cada mes en que la entrada es gratuita, de 9 h a 12.30 h; www.museivaticani.va), en el plano de los museos se indica la ubicación de las colecciones con distintos colores. Antes de ini­ciar la visita conviene comprobar en el tablón qué museos están abiertos y cuáles cerrados.
Pinacoteca Vaticana**. La primera toma de contacto con las colecciones papales corresponde a la pintura de tema religioso, inaugurada en 1816 por Pío VI tras reunir obras dispersas por los palacios pontificios y organizadas según criterios cronológicos o escuelas. Entre los primitivos, cabe mencionar el Juicio Universal, de Giovanni y Nicolò; y las Historias de San Esteban, de Bernardo Daddi; de Giotto es el famoso políptico Stefaneschi, pintado en Roma por el artista y sus alumnos para la basílica de San Pedro, y de la misma época las obras de Pietro Lorenzetti, Simone Martini, Gentile da Fabriano y Sassetta. Los toscanos Filippo Lippi, Be­nozzo Gozzoli y Fra Angélico dan paso a dos obras maestras de Melozzo da Forlì (fragmentos del fresco de la Ascensión* y el gran fresco de Sixto IV nombrando al prefecto de la Biblioteca Vaticana*, 1477), los Milagros de San Vicente Ferrer, de Ercole de Roberti; la Pietà, de Lucas Cranach el Viejo; un nutrido grupo de polípticos (entre ellos, una Pietà de Carlo Crivelli) y obras de escuela umbra del siglo XV. Los visitantes suelen pararse ante las obras de Rafael: diez tapices encargados por León X para la Capilla Sixtina (1515-1516); la Transfiguración** (1517), terminada por Giulio Romano y Giovanni Francesco Penni; la espléndida Virgen de Foligno de 1512-1513; la Coronación de la Virgen*, su primera gran composición (1503).
     El San Jerónimo**, de Leonardo da Vinci (hacia 1480) precede a las obras del siglo XVI, como la magnífica Virgen de los Frari (1528) y el Retrato del dux Nicoló Marcello, de Tiziano; el Sacrificio de Isaac, atribuido a Ludovico Carracci; y la Anunciación, de Cavalier d'Arpino (1606). Al siglo XVII perte­necen el Descendimiento** de Caravaggio (1602-1604); la Comunión de San Jerónimo, de Domenichino (1614); y la Crucifixión de San Pedro, de Guido Reni. Estas dos últimas son expresión del estilo barroco de buena parte del siglo XVIII, representado por el Benedicto XV, de Giuseppe María Crespi y el Reposo en Egipto, de Francesco Mancini.
Museo Gregoriano Profano*. Los papas sufrieron una auténtica "fiebre del oro" en los Estados Pontificios cuando las excavaciones iban sacando a la luz restos antiguos. Los materiales griegos y romanos expuestos aquí son de esa procedencia (el museo lo creó Gregorio XVI en el Palacio de Letrán, aunque se trasladó aquí en 1970), mientras que la colección de inscripciones se añadió a finales del siglo XIX. Entre los originales griegos, cabe mencionar la estela ática del Palestrita* (mediados del siglo V a.C.), fragmentos de esculturas del Partenón y una cabeza de Atenea* de la Magna Grecia (mediados del siglo V a.C.). Entre las copias romanas destaca la Níobe Chiaramonti*, derivada de un grupo de Escopas o Praxíteles; y el sepulcro de Vicovaro, del 30-40. El relieve que representa las ciudades etruscas de Tarquinia, Vulci y Vetulonia documenta la escultura romana de los siglos I y II, junto con el relieve del ara de los Vicomasgistri* (hacia 30-40) y 39 fragmentos* del sepulcro de los Haterios. En cuanto a escultura romana de los siglos II y III destaca un torso de estatua con loriga quizá de Adriano o Trajano.
     El Museo Pio-Cristiano también estaba en el Palacio de Letrán, donde Pío IX había reunido en 1854 los mate­riales procedentes de las catacumbas y primeras iglesias cristianas: fragmentos arquitectónicos, esculturas y mosaicos. En 1963 Juan XXIII ordenó su traslado a este edificio, terminado por Pablo VI. Se inauguró en 1970.
Museo Gregoriano-Egipcio*. La reorganización de 1989 dio nuevo significado a las colecciones iniciadas por Pío VII, aunque no se convirtieron en verdadero museo hasta la intervención de Gregorio XVI en 1839. Las piezas están ordenadas por dinastías, ilustradas me­diante inscripciones entre 2600 a.C. y el siglo VI, esculturas (una estatua colosal de la reina Tuya**, 1279-1213 a.C.; estatua acéfala de Udya-hor-res-ne, de finales del siglo VI a.C.; cabeza de estatua del faraón Menthuhotep II, 2060-2040 a.C.), sarcófagos y estelas funerarias, documentos y hallazgos relativos a ritos funerarios y obras de época romana inspiradas en el arte egipcio (como las del Canopo de la villa Adriana de Tívoli, entre las que destaca la estatua de Osiris Antinoo**,de 131-138 d.C.).
     El legado testamentario de Federico Zeri llevó a la creación de una sección para las Antigüedades de Oriente Próximo, donde se exhiben objetos de los siglos I-III procedentes de Palmira (Siria), Palestina, Israel, Jordania, Lí­bano, Irak, Irán y Turquía: relieves funerarios, vajilla, estatuillas, armas, objetos de lujo y tablillas cuneiformes, entre las que destaca un cilindro de Nabucodonosor II (602-562 a.C.).
Patio de la Piña. Hoy colocada en un rellano de la escalera de doble rampa, delante del nicho de Bramante, la piña de bronce, que dio nombre al barrio me­dieval y después a esta zona de los Palacios Vaticanos, es de época romana y después se colocó en el atrio de la primitiva San Pedro para alimentar la fuente de las abluciones.
     Puede verse en medio del patio la Es­fera con esfera de Arnaldo Pomodoro (1990); en realidad el patio es parte del patio del Belvedere, ideado por Bramante para enlazar el palacete de Inocencio VIII con el Palacio Vaticano, separados en 1587-1588 al levantar Do­menico Fontana un ala de la Biblioteca y nuevamente al construir Rafael Stern el Brazo Nuevo.
Museo Chiaramonti. Antonio Canova, con una amplitud de miras precursora de los tiempos posteriores, insistió en dejar a lo largo de la Vía Appia Antica las estatuas y hallazgos de las excavaciones. El artista se ocupó también de la instalación como museo del gran y va­riado repertorio de estatuaria antigua y la rica colección de inscripciones expuestas en esta institución por voluntad de Pío VII.
     El Museo Chiaramonti propiamente dicho ocupa la mitad de la galería (300 m) realizada por Bramante y con­tiene obras romanas originales y copias de obras griegas (cabe destacar el Retrato de romano de la segunda mitad del siglo I a.C.). La Galería Lapidaria acoge 4.000 inscripciones precristianas y cristianas reunidas por Clemente XIV, Pío VI y Pío VII. En el Ala Nueva, con mosaicos* del siglo II en el pavimento, se encuentran las obras más interesantes, casi siempre copias de originales griegos: la estatua de Augusto de Prima Porta**, hallada en 1863 en la villa "ad Gallinas Albas", es copia de un original en bronce que representa al emperador a la edad de 40 años; la llamada Pudor, obra romana del siglo II; la Amazona herida, réplica romana de original griego (brazos y piernas son de Bertel Thorvaldsen); el Nilo* del siglo I, procedente del templo de Isis y Serapis; la Atenea Justiniani de mármol, copia del original griego en bronce; y el Sátiro descansando inspirado en el de Praxíteles; y el Doríforo, réplica romana del original griego de Policleto.
Museo Pio-Clementino*. En el Vati­cano existía ya en el siglo XVI un núcleo de esculturas griegas y romanas, aunque debió parecerles poca cosa a Clemente XIV y Pío VI, porque lo aumenta­ron antes de transformarlo en el museo actual, inaugurado en 1771 y convertido en un destino irrenunciable para los estudiosos del arte antiguo.
      El sarcófago de Lucio Comelio Es­cipión Barbudo (siglo III a.C.) introduce, tras pasar el vestíbulo redondo, al célebre Apoxyomenos*, réplica romana del original en bronce de Lisipo (siglo IV); a sus espaldas puede verse la escalera de Bramante* de rampa helicoidal, construida en la primera década del siglo XVI para el acceso a caballo en el palacio. .
     En  el  patio  Octogonal, diseñado por Bramante y modificado en el siglo XVIII, los "gabinetti" (pequeñas salas pensadas para contener una escultura cada una) de los cuatro ángulos del pórtico ofrecen una excepcional colección de estatuas. En la primera de la izquierda está el Apolo del Belvedere**, copia de época imperial de un original griego del siglo IV atribuido a Leocare y descubierto a finales del siglo XV en las inmediaciones de San Pietro in Vincoli. En la siguiente está el célebre grupo del Laocoonte**, copia en mármol griego de Agesandro y sus hijos Polidoro y Atenodoro en el siglo I según original helenístico; el grupo se encontró en la Domus Aurea en 1506 y ejerció una gran influencia sobre Miguel Ángel.
     En la tercera está el Hermes (antes considerado Antinoo), copia de época de Adriano de un original griego, y en la cuarta el Perseo de Antonio Canova. En la Sala de los Animales pueden verse la estatua de Meleagro (hacia 150), copia de un original de Scopas, y dos pequeños mosaicos de la villa Adriana de Tívoli, mientras que en la galería de las Estatuas, la panorámica de la estatuaria antigua prosigue con el Apolo Sauróctono, réplica romana de un bronce de Praxíteles; son espléndidos los candelabros Barberini* (siglo II) de la villa Adriana.
     La sala de los Bustos está llena de efigies de dioses y emperadores; en el gabinete de las Máscaras antiguos mosaicos polícromos (siglo II) incrustados en el pavimento acompañan a la Venus de Cnido*, elegante réplica de la obra de Praxíteles. Otra de las obras maestras de los Museos es el célebre torso del Belvedere** de Apolonios de Nestor (siglo I a.C.), encontrado a principios del siglo XV, influyó en los artistas del Renacimiento y en particular en Miguel Ángel, quien se inspiró en él para los "desnudos" de la Capilla Six­tina. Otras obras destacables son el Júpiter de Otrìcoli*, copia del siglo I de original griego del siglo IV a.C.; la colosal estatua de Hércules en bronce dorado, ejemplar romano del siglo II sobre modelo griego del siglo IV a.C.; y dos grandes  sarcófagos de pórfido rojo (siglo IV) de Santa Elena y Constantina*, procedente del mausoleo de Santa Constanza.
Museo Gregoriano Etrusco*. Los estudiosos del mundo etrusco pasan a menudo días enteros ante las vi­trinas de este museo, fundado en 1837 por Gregorio XVI e instalado en el palacete de Inocencio VIII (l484-1492) y en un edificio anexo de tiempos de Pío IV (1559-1565, con frescos originales). Pocos otros del mundo ilustran de manera tan completa la civilización del "pueblo misterioso", ya que la mayoría de las piezas proceden de tumbas y se­pulturas descubiertas en el siglo XIX en el Alto Lazio. El panorama cultural de la primera Edad del Hierro (siglos IX-VIII a.C.) llega hasta época helenística y comprende una buena colección de vasijas griegas e italiotas. Son piezas únicas los hallazgos de estilo orientalizante des­cubiertos en 1836-1837 en Cervèteri, de donde proceden también las joyas** de la tumba Regolini Galassi; la urna Calabresi de la segunda mitad del siglo VII a.C.; el célebre Marte de Todi**, esta­tua de bronce de finales del siglo V a.C., que representa a un guerrero de tamaño casi natural, donada por un rico personaje de aquella ciudad; la colección Guglielmi* de bronces, cerámica etrusca y griega, con 800 piezas desde época villlanoviana hasta el helenismo; el ánfora de figuras negras (Aquiles y Áyax jugando a los dados) de Exequias (550-525 a.C.); la crátera tardocorintia (Ulises y Menelao exigiendo la devolución de Elena en Troya) de la colección Astarita.
Sala de la Biga. Camporese hizo esta sala de planta circular en mármol de Carrara, a la que da nombre la biga (carro) que hay en el centro, restaurada en 1788 por Francesco Antonio Franzoni con piezas de época romana. En los nichos hay estatuas romanas copias de origina­les griegos. Materiales de época clásica acompañan en la Galería de los Candelabros, así llamada por los de mármol que se ven bajo cada arcada (VV.AA. Guía total: Roma y el Vaticano. Anaya. Madrid, 2020).

Enlace a la Entrada anterior de Roma**:
3971. ROMA** (IV), capital: 6 de septiembre de 2023.

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