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sábado, 6 de marzo de 2010

43. SORIA* (I), capital: 20 de julio de 2005.

1. SORIA, capital. Capitel de la arquería del claustro del mon. de San Juan del Duero.
2. SORIA, capital. Otros capiteles del claustro del mon. de San Juan del Duero
3. SORIA, capital. Vista del claustro del mon. de San Juan del Duero.
4. SORIA, capital. Otra visión del claustro del mon. de San Juan del Duero.
5. SORIA, capital. Una vista más del claustro del mon. de San Juan del Duero.
6. SORIA, capital. Ángulo achaflanado del claustro del mon. de San Juan del Duero.
7. SORIA, capital. Vista del presbiterio de la igl. del mon. de San Juan del Duero, desde los pies.
8. SORIA, capital. Capitel de las esfinges aladas de uno de los templetes de la igl. del mon. de San Juan del Duero.
9. SORIA, capital. Capitel de la degollación del Bautista en uno de los templetes de la igl. del mon. de San Juan del Duero.
10. SORIA, capital. Capitel del Nacimiento de la Iglesia en uno de los templetes de la igl. del mon. de San Juan del Duero.
11. SORIA, capital. Capitel del ciclo de los Inocentes de la igl. del mon. de San Juan del Duero.
12. SORIA, capital. Cúpula cónica de uno de los templetes de la igl. del mon. de San Juan del Duero.
13. SORIA, capital. Capitel con decoración arquitectónica de la igl. del mon. de San Juan del Duero.
14. SORIA, capital. Capitel de los animales fantásticos de la igl. del mon. de San Juan del Duero.
SORIA* (I), capital de la provincia: 20 de julio de 2005.
   El atractivo de la capital soriana se funda en una firme alianza entre la naturaleza y la cultura: la unión de los bien cantados parajes que el Duero dibuja en torno a la ciudad y el fulgor esculpido de la piedra románica de sus principales monumentos. Soria es un bello lugar creado por los avatares de una intensa historia medieval, ralentizada en siglos posteriores y desembocada, en nuestros días, en un apacible transcurrir. Pero, con mayor fuerza aún, la pequeña ciudad castellana se impone como espacio real inventado por el genio creador de poetas como Bécquer, Unamuno, Gerardo Diego y, sobre todo, de quien con mayor acierto supo verla y cantarla: Antonio Machado.
 
Monasterio de San Juan del Duero*
 
Acceso
 Con ser interesante el casco histórico de Soria, el otro lado del río, tras atravesar el puente de piedra recientemente consolidado, ofrece al viajero no sólo las más evocadoras imágenes paisajísticas, sino también un recinto monumental de visita imprescindible. Se trata de las ruinas del monasterio de San Juan del Duero*

Historia
   Se desconoce casi todo sobre la historia del monasterio que en el siglo XII los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén levantaron tal enclave. Se sabe que en el siglo XVIII estaba totalmente abandonado, usándose la iglesia como establo.
   Las sucesivas restauraciones comenzadas en 1882, se han preocupado principalmente de la iglesia. En la actualidad en ella se ha organizado la Sección Medieval del Museo Numantino. Del conjunto monástico hoy resta el claustro y la iglesia.

Descripción
   El claustro** parece que fue levantado a comienzos del siglo XIII. Fue construido en el lado meridional de la iglesia y, al haber perdido sus cubiertas, quedan sólo sus arquerías a la intemperie, semejando una estirada osamenta. Tas es su variedad que el claustro constituye el mayor catálogo de arcos de España. La mayor parte de ellos reflejan un fuerte exotismo oriental.
   Parte de las arcadas septentrionales y occidentales son las habituales en el románico, con arcos de medio punto sobre columnas geminadas con capiteles historiados en no muy buen estado. El ala septentrional se completa con seis arcos más, algo apuntados, sobre cuádruples columnas que arrancan directamente del suelo. Sus capiteles lucen hojas y animales fantásticos. El ala oriental arranca con cuatro arcos similares a los descritos y continúa con una arcada de arcos apuntados más amplios que se cruzan y entrecruzan. Apean sobre pilares acanalados, siendo los más característicos y reproducidos. En el ala meridional sigue la sucesión de arcos entrecruzados que, a partir de un gran arco central con colgante, apean en columnas geminadas. Una arcada de arcos apuntados sobre columnas dobles y capiteles de sabor silense empalma en el ala de poniente con la arquería clásica ya descrita. Tres de los ángulos del claustro son achaflanados, estando abiertos por arcos en los que el orientalismo es aún más acusado.
   La iglesia es muy sencilla: nave única que se va abriendo hacia los pies, largo presbiterio de menor anchura que ésta y ábside semicircular con una saetera abierta en el eje. En ambos laterales se abren puertas sencillas.
   Son sumamente interesantes los dos templetes que se abre en el interior de la iglesia a ambos lados de la nave y en el arranque de ésta. Se desconoce con certeza su función, si bien pudieron servir para acomodar la iglesia preexistente a los Hospitalarios al rito griego que ellos practicaban. Ambos baldaquinos se levantan sobre cuatro haces de fustes de haces cuádruples que sostienen cuatro grandes capiteles, que a su vez soportan arcos de medio punto sobre los que se cierran cúpulas, semiesférica la septentrional y cónica la del mediodía, de gruesos nervios sobre ménsulas que representan cabezas. En los capiteles del baldaquino meridional se desarrollan escenas de la Vida de Cristo: en una se narra desde la Anunciación hasta la Epifanía, en otro el ciclo de los Inocentes, en un tercero la Resurrección y en el último la Huida a Egipto. Uno de los capiteles del templete septentrional, el del banquete de Herodes y la degollación del Bautista, pertenece a esta serie. Los otros tres representan a esfinges y leones alados, a un monstruo de larguísimo cuello y otros afrontados y a una hidra atacada por soldados con cota de malla colaborando con ellos un centauro sagitario. La iglesia guarda en vitrinas algunas piezas medievales interesantes.

Comentario
   El claustro de San Juan del Duero no por ser archiconocido deja de causar sensación la primera vez que se recorre. Tal muestrario de arcos anonada y no se adivina su necesidad. Suena como a fuegos artificiales de algo que se termina ya. El simbolismo del arco es claro: religa (como la religión) dos cosas distintas. Apoyándose firmemente en la tierra, vuela audazmente hasta el cielo. El arco, "artificio mediante el cual la materia se vence a sí misma", tal como la definió Cayo Julio Lacer, maestro constructor romano del puente de Alcántara, es el símbolo que con mayor rigor representa a los constructores de cualquier sociedad tradicional al ser fruto tanto de operatividad como de su especulación trascendente. El arco representa la tensión espiritual de su constructor en primer lugar. Después reúne el simbolismo del cuadrado y del círculo. Pero en San Juan del Duero parece haberse perdido mucho de todo esto, siendo sustituido por formas diversas que aún hoy pueden cautivar por el aroma oriental que exhalan.
   Los capiteles de los templetes interiores comunican vida por el ingenuismo cautivador del mensaje románico. La anécdota, el detalle, los hace cercanos, íntimos. Son capiteles para observarlos largo tiempo. No deja de ser sumamente curiosa la similitud de talla y disposición general del capitel del ciclo de la Natividad con el famosísimo de San Juan de Ortega (Burgos), con el mismo tema, iluminado éste dos veces al año por el rayo del sol equinoccial.

 Textos de:
RAMOS, Alfredo J. Guía Total: Castilla y León. Ed. Anaya. Madrid, 2004.
COBREROS, Jaime. Guía Total: Las Rutas del Románico I. Ed. Anaya. Madrid, 2004.
COBREROS, Jaime. Guía del Románico en España: de la A a la Z. Ed. Anaya. Madrid, 2010.

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