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miércoles, 6 de mayo de 2015

1144. RUTA DE LAS RUINAS DE MUNIGUA - Villanueva del Río y Minas (I), Sevilla: 20 de noviembre de 2010.

1. RUTA DE LAS RUINAS DE MUNIGUA - Villanueva del Río y Minas, Sevilla. Inicio de la Ruta.

2. RUTA DE LAS RUINAS DE MUNIGUA - Villanueva del Río y Minas, Sevilla. Vista del conjunto de las Ruinas de Munigua desde la parte posterior.

3. RUTA DE LAS RUINAS DE MUNIGUA - Villanueva del Río y Minas, Sevilla. Una visión más cercana del conjunto.

4. RUTA DE LAS RUINAS DE MUNIGUA - Villanueva del Río y Minas, Sevilla. Una de las viviendas de las ruinas de Munigua.

5. RUTA DE LAS RUINAS DE MUNIGUA - Villanueva del Río y Minas, Sevilla. Pinturas murales de una de las viviendas de Munigua.

6. RUTA DE LAS RUINAS DE MUNIGUA - Villanueva del Río y Minas, Sevilla. Termas de Munigua.

7. RUTA DE LAS RUINAS DE MUNIGUA - Villanueva del Río y Minas, Sevilla. Final de la ruta senderista.

RUTA DE LAS RUINAS DE MUNIGUA - Villanueva del Río y Minas (I), provincia de Sevilla: 20 de noviembre de 2010.
   Población  a caballo entre la Sierra Norte y la Vega del Guadalquivir, que surgió durante el siglo XIX alrededor de la explotación minera. Por este motivo el recinto urbano, que es bastante extenso, tiene una conformación irregular, ya que en un principio las edificaciones fueron casas de mineros, que formaron una agrupación anárquica. A comienzos del siglo XX se intentó una urbanización del pueblo construyendo grupos de casas de varias plantas, la iglesia y otros edificios civiles. Especial interés tienen las viviendas que presentan pequeño jardín delanterio, tejados apuntados y ventanas tipo guillotina, algunas de ellas con artísticas rejas. Se trata de una arquitectura característica de los centros mineros e industriales europeos del primer cuarto del siglo XX.
   Iniciamos la Ruta de las Ruinas de Munigua (17,2 km) en el pueblo de Villanueva del Río y Minas, fuera de los límites del Parque Natural de la Sierra Norte de Sevilla. Nos dirigiremos, siguiendo las indicaciones del Pinar de San Fernando, hacia el Rivera del Huéznar. Una vez hemos cruzado el puente sobre la ribera, se toma a la derecha y justo antes de llegar al viaducto sobre el que discurre la vía del tren, giramos a la izquierda para hacer un pequeño ascenso. Nos sorprenderán, sin duda, los ejemplares de pino carrasco que encontramos en la falda del promontorio de la vía, inclinados hasta casi tocar la tierra, como si quisieran hacer una reverencia al paso del tren.
   A la izquierda encontraremos el vistoso lago artificial formado como consecuencia de la actividad minera y, traspasado éste, llegamos a la barriada de San Fernando, que la cruzaremos hasta el final, tomando luego a la izquierda para encauzar nuestra ruta por la vía pecuaria Cordel de El Pedroso. Se trata de un carril ancho, con gravilla, por el que caminaremos todo el tiempo de forma cómoda.
   Pasaremos junto a la finca de los Chocales, a la izquierda, y el Pinar de San Fernando, a la derecha, para después, en una muy leve bajada, encontrarnos con la vía del tren, que tendremos que atravesar. Volvemos a descender y alcanzamos de inmediato la finca Cerro de las Tormentas, a la diestra, y la finca La Plata, a la izquierda. Más adelante, hallamos de frente la puerta de la finca Dehesa Los Miraflores, continuando la trocha por la izquierda de esta entrada. Ahora volvemos a acercarnos al trazado de la vía del tren, paralelo a nuestro itinerario, hasta llegar a una bifurcación. A la izquierda conduce el apeadero del tren en Arenillas, ya sin su edificio, y a la derecha, por donde seguiremos, ascenderemos hasta toparnos con una cancela que anuncia la finca El Fijo. La traspasamos y hacemos un descenso durante un breve recorrido. Unos 300 m. más adelante tendremos que traspasar una portezuela rústica para ver cómo el sendero se parte en dos; optamos por el ramal derecho. También encontraremos una nueva bifurcación un poco después, ante la cual obviaremos el desvío a la derecha, par seguir adelante.
   Ahora atravesamos una bonita dehesa, quedando a nuestra izquierda un cauce, normalmente seco, y que vadearemos posteriormente. Unos metros después se abren tres caminos; seguimos siempre por la derecha para llegar a continuación a un punto desde donde visionamos las ruinas. Encontraremos un lugar especialmente atractivo a la derecha, justo antes de entrar en el yacimiento arqueológico y junto al arroyo Tomohoso, desde el cual tendremos una impresionante vista de la pared, a modo de muro de contención, que en alto resguarda la zona superior de la antigua ciudad romana de Munigua. Era esta espectacular panorámica, junto al hallazgo de alguna moneda islámica, la que en su día hizo pensar, erróneamente, que esta edificación fue una fortaleza de origen árabe, conocida como castillo de Mulva.
   Tras unos momentos de descanso o recreo en este rincón, retomamos el camino y llegamos hasta Munigua, cuya visita, sin duda, debemos recomendar. Impresiona encontrar las ruinas en medio de la sierra, de igual forma que si subimos por ella llama también la atención los alrededores adehesados que rodean estos restos del pasado.
   A partir de aquí seguimos la prolongación del camino que traíamos. Tan sólo una centena de metros después, notamos que se abre en dos; tomamos el más claro, el de la derecha. Estamos atravesando unas extensas dehesas. En aproximadamente un kilómetro se llega a una portezuela de alambrada que, al traspasarla, nos sitúa sobre el cauce de un arroyo temporal, afluente del Tomohoso, que atravesaremos para continuar nuestra ruta.
   Habremos cubierto unos tres kilómetros, desde el santuario, cuando la aparición de un pequeño eucaliptal a nuestra derecha nos anuncia la llegada a las casas de la Palmilla. Poco menos de un kilómetro después, encontramos la casa de la Mulva, donde nos sorprende un gran caserón con una de esas entradas, custodiada por dos columnas con águilas de piedra encima.
   Tan sólo nos queda seguir un pequeño trecho para volver a encontrarnos con el viaducto sobre el Huéznar. Esta vez, lógicamente, desde el lado contrario al que lo vimos al inicio de la ruta. A esa altura también cruzamos el arroyo Tomohoso, que aquí termina su recorrido, vertiendo las aguas al Huéznar. Tras cruzar poco más adelante nuevamente el puente sobre el Rivera del Huéznar, llegamos al principio y fin de esta ruta circular.

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