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jueves, 28 de mayo de 2015

1166. MONASTERIO DE SAN FRUTOS DE DURATÓN* (I), Segovia: 26 de febrero de 2011.

1. MONASTERIO DE SAN FRUTOS DE DURATÓN, Segovia. Vista del conjunto monacal.

2. MONASTERIO DE SAN FRUTOS DE DURATÓN, Segovia. Meandro del Duratón en el Parque Natural de las Hoces.

3. MONASTERIO DE SAN FRUTOS DE DURATÓN, Segovia. El mon. sobre el acantilado.

4. MONASTERIO DE SAN FRUTOS DE DURATÓN, Segovia. Llegando al conjunto monacal.

5. MONASTERIO DE SAN FRUTOS DE DURATÓN, Segovia. Dependencias monacales.

6. MONASTERIO DE SAN FRUTOS DE DURATÓN, Segovia. Vista de otras dependencias del conjunto.

7. MONASTERIO DE SAN FRUTOS DE DURATÓN, Segovia. Portada de la igl. del monasterio.

8. MONASTERIO DE SAN FRUTOS DE DURATÓN, Segovia. Detalle de la portada de la igl. del monasterio.

9. MONASTERIO DE SAN FRUTOS DE DURATÓN, Segovia. Interior de la igl. del monasterio.

MONASTERIO DE SAN FRUTOS DE DURATÓN* (I), provincia de Segovia: 26 de febrero de 2011.
   Enclave situado en el Parque Natural de las Hoces del Duratón** se alza el antiguo priorato benedictino. Un paisaje excepcional para un enclave privilegiado por la naturaleza que transmite toda su fuerza telúrica.
   Este mágico lugar al que se llega por una pista de tierra, apta para vehículos, que aparta junto a la iglesia de Villaseca.
   Tras un recorrido de unos 4 km hasta la zona de aparcamiento, una buena caminata, que muy probablemente se verá acompañada de los buitres leonados y otras aves de presa, permite llegar al borde mismo de la meseta rocosa que el río abraza en un asombroso meandro.
   A este apartado rincón se retiraron, hacia finales del siglo VII, San Frutos y sus hermanos mártires, Valentin y Engracia, a hacer vida eremítica, y aquí fueron enterrados, según recuerda aún una capillita. Muy pronto los milagros atribuidos al justo varón atrajeron el piadoso interés del pueblo y el lugar se convirtió en santuario.
   Tras hacerse cargo de él los monjes de Silos, hacia el siglo XI, se construyó la iglesia románica, reformada con posterioridad y restaurada recientemente, y un monasterio benedictino, de cuyas dependencias aún quedan restos precedidos de un arco con el escudo silense. En los muros del templo hay piedras romanas y visigodas, y una lápida que recuerda la donación de bienes hecha al santuario por una mujer que fue despeñada por su marido y no murió. A los pies sorprende, por su delicadeza, la ranura de luz bajo una pequeña arquivolta y entre dos columnillas cuyos capiteles son sendos ojos. El interior, de penumbrosa nave única y techo abovedado, transmite una sensación de gran recogimiento.
   Entre los milagros atribuidos a San Frutos, el más popular es "el de la cuchillada": el santo hizo con un su báculo una raya sobre el suelo para impedir el paso de los moros y, al intentar éstos atravesarla, se abrió en la roca un tajo tan profundo que aún recibe ese nombre. Cada 25 de octubre tiene lugar una popular romería que evoca éstos y otros detalles de la vida del patrono.

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