27. CÓRDOBA, capital. En la c/ Torrijos.
28. CÓRDOBA, capital. Puerta de San Esteban de la Mezquita-Catedral.
29. CÓRDOBA, capital. Portadas del muro occidental de la Mezquita - Catedral.
30. CÓRDOBA, capital. Puerta del Caño Gordo, en el muro norte de la Mezquita - Catedral.
31. CÓRDOBA, capital. Puerta del Perdón de la Mezquita - Catedral.
32. CÓRDOBA, capital. La torre - campanario de la Mezquita - Catedral.
33. CÓRDOBA, capital. Aldabón de la Puerta del Perdón, de la Mezquita - Catedral.
34. CÓRDOBA, capital. Puerta del Perdón, desde el interior del patio de los Naranjos de la Mezquita - Catedral.
35. CÓRDOBA, capital. La torre - campanario, desde el patio de los Naranjos de la Mezquita - Catedral.
36. CÓRDOBA, capital. Torre - Campanario desde la galería occidental del patio de los Naranjos de la Mezquita - Catedral.
37. CÓRDOBA, capital. Caño del Olivo del Patio de los Naranjos de la Mezquita - Catedral.
CÓRDOBA** (VII), capital de la provincia: 25 de noviembre de 2012.
La Mezquita**
Historia
El San Rafael del Triunfo mira hacia el muro sur de la Mezquita, y más concretamente, hacia la calle Torrijos, que sube levemente flanqueando el muro oeste de aquélla. La Mezquita islámica, convertida en Catedral cristiana poco después de la conquista de la ciudad, y declarada Patrimonio de la Humanidad, es, como primera aproximación, uno de los más antiguos edificios europeos en uso y, seguidamente, el ejemplo más notable de esa simbiosis singular entre el ayer y el hoy que constituye la característica primera de Córdoba.
Tal y como hoy aparece, el desarrollo de la edificación se prolongó durante once siglos, los que van del VIII, momento del inicio de las obras, hasta el XIX, en que se realizan las últimas reformas. Esta circunstancia hace que, independientemente del hecho de que la Catedral fue construida en el interior de la Mezquita, se sucedan los diferentes estilos artísticos, las diferentes soluciones arquitectónicas, es decir, la amalgama, la multiplicidad y, en cierto modo, el mestizaje. Y no obstante -en su momento se verá- pocas construcciones, religiosas o no, alcanzan el sereno equilibrio que las manos de los sucesivos artistas han conseguido imprimir en el conjunto de la edificación y, lo que resulta más asombroso, en cada una de sus partes.
Entre las muchas mezquitas que la Córdoba musulmana llegó a tener, la Aljama destacaba por su grandiosidad. Hoy como ayer, en las ciudades islámicas tiene categoría de Aljama la mezquita de mayor tamaño y es en ella donde se pronuncia la kutba coránica, el sermón de los viernes al mediodía. En esencia, las mezquitas musulmanas son todas iguales. Se componen de un patio con galerías en tres de sus lados y de un recinto techado, aunque abierto al patio, del que forma parte principal el muro llamado qibla, en el que se sitúa el mihrab, especie de capilla hacia la que los fieles dirigen sus rezos. En su época, la característica más llamativa de la Mezquita de Córdoba era su orientación. Todas las mezquitas del mundo están orientadas hacia la ciudad sagrada de la Meca; ésta, en cambio, en lugar de mirar hacia el este, como debiera, mira hacia el sur.
La Mezquita se fue construyendo por tramos rectangulares. Fue el emir Abd al-Rahmán I el que ordenó la construcción del primer tramo. Lo hizo en la que había sido basílica visigótica de San Vicente, que, según afirma la tradición, moros y cristianos utilizaron conjuntamente para practicar sus devociones. Abd al Rahmán adquirió la basílica a los cristianos por la exorbitante suma de 100.000 dinares. Posteriores mandatarios llevaron a cabo sucesivas ampliaciones de este espacio, hasta formar un edificio de 125 metros de ancho por 175 de largo lo que lo convierte en el mayor edificio religioso del mundo musulmán.
Posteriormente, en 1236, tan pronto como se produjo la conquista cristiana, el obispo de Osma, cumpliendo las órdenes de Fernando III, procedió a la consagración de la Aljama, dándole en aquel momento el nombre de iglesia de Santa María Madre de Dios. Más tarde se construyó una primera capilla Mayor, que se consagró como catedral, y en fecha más reciente se levantó, en medio de la edificación musulmana, la construcción catedralicia que hoy puede contemplarse. Entre una obra y la otra, se fueron acotando espacios, principalmente laterales, para la erección de capillas, dedicadas de manera especial a enterramientos. Aunque no cabe duda de que la conservación de la Mezquita tal y como la terminaron los musulmanes hubiera sido la mejor de todas las soluciones, debe reconocerse que el conjunto conseguido con las distintas obras posteriores resulta colosal y, al mismo tiempo, de una armonía sorprendente y sobrecogedora, hasta el punto de que quizá en esta hibridación se encuentre el mérito principal de esta obra tal y como ha llegado a los tiempos actuales.
Las puertas
Al exterior, la Mezquita ofrece un muro de cerramiento levantado a base de sillería de piedra caliza coronado por almenas, escalonadas en unos tramos -los originales- y flordelisadas en otros -los que han sufrido reparaciones-. Poderosos contrafuertes enmarcan un buen número de portadas, la mayoría de ellas con arcos de herradura y labores de ataurique. Arrancando de la esquina que forman las calles Cardenal Herrero y Torrijos y caminando hacia el sur, es decir, hacia el río, se encuentra, en primer lugar, el postigo de la Leche, llamado así por ser el lugar en el que madres desesperadas abandonaban a sus hijos con la esperanza de que el cabildo catedralicio se hiciera cargo de ellos. Viene a continuación la puerta de los Deanes, muy reformada a lo largo del tiempo. Recibía este nombre porque era por aquí por donde entraban los nuevos deanes para tomar posesión de su cargo.
La portada de San Esteban es una de las más bellas del conjunto. En tiempos árabes se llamó a los Visires. Su origen se encuentra en el siglo IX y ofrece dintel adovelado bajo arco ciego de herradura. Dicho arco presenta alternancia de dovelas, unas de ladrillo rojo y otras de piedra con motivos vegetales, con un fuerte contraste de color. Algo más abajo se abre la puerta de San Miguel o de los Obispos. Se llama así por encontrarse frente al Palacio Episcopal. Se construyó en tiempos de Abd al-Rahmán II, pero sólo conserva de la original el arco y el mosaico del intradós. Vienen a continuación tres portadas soberbias. La primera y la tercera reúnen lo más exquisito del arte califal, con sus arcos de herradura y enlazados, el ataurique, los mosaicos, las ventanas de arco polilobulados y sus celosías. La segunda, denominada de la Paloma, es también bellísima, aunque su aspecto sea gótico debido a una reforma llevada a cabo en el siglo XV. La última de las puertas de este lado es la del Sabat. Desde ella partía un pasadizo volado que conducía al palacio califal, por el que los califas entraban directamente en el templo.
La Puerta del Perdón. El muro sur carece de puertas, por ser este el lugar hacia el que los mahometanos rezaban. En fechas posteriores se le añadieron balconadas con arcos de medio punto en los que figuran escudos de varios obispos. El muro oriental presenta, de sur a norte, siete portadas califales, cinco de ellas restauradas a principios del siglo XX por el escultor Mateo Inurria. Tras éstas, se encuentra la puerta de Santa Catalina, construida en 1573 en estilo renacentista. Todavía, al final de este muro, se conserva una portada churrigueresca por la que se accede al patio. Pero el mejor acceso a la Mezquita se encuentra en el muro norte. Es la Puerta del Perdón, nombre que le pusieron los cristianos porque era aquí donde se le perdonaban los pecados a los penitentes públicos. Se construyó en el siglo X, bajo el reinado de Abd al-Rahmán III, pero fue muy reformada en 1377, momento en que adquirió su majestuoso aspecto mudéjar. En ella destacan sobremanera el arco de herradura aguda enmarcado en alfiz y los atauriques de yeso que adornan las albanegas, en las que resaltan los escudos de Castilla y León. En la decoración del arco constan y conviven, como emblema de tolerancia, dos citas, una musulmana y otra cristiana, de asunto religioso. Sobre el arrabá se alza un arco de medio punto con un trío de arcos polilobulados ciegos entre cuyas columnas aparecen pinturas de Antonio del Castillo.
La torre
Junto a esta puerta se encontraba el alminar que mandó construir Abd al-Rahmán III en 951. Era de base cuadrada, tenía 39 metros de alto y casi 9 de lado y de tan hermosa factura que se convirtió en modelo de campanarios cristianos y de otros alminares magrebíes e hispanos, como el de la Mezquita de Sevilla.
Dicho alminar se encuentra actualmente embutido en la imponente torre catedralicia que Hernán Ruiz el Viejo comenzó en 1593 y cuya obra no se terminó hasta el tercer cuarto del siglo XVII. Su construcción sigue esquemas manieristas. El campanario alberga doce campanas, entre las que sobresale la llamada Gorda. Una escultura de San Rafael, atribuida a Pedro de Paz, remata el conjunto.
El patio de los Naranjos
Como ya se ha dicho, la Mezquita Aljama de Córdoba, siguió en su construcción el modelo clásico, según el cual se dividía en dos zonas: el patio (shan) y la sala de oraciones (haram). Existían además en los alrededores diversos lavatorios (mida'a), unos para hombres y otros para mujeres, destinados a la ablución menor antes de entrar al oratorio. Recientes excavaciones han sacado a la luz los restos de uno de estos recintos. Se encuentra en la calle Magistral González Francés, concretamente, en el subsuelo del hotel Conquistador, que los ha integrado en su infraestructura. Es el único lavatorio de este tipo que puede visitarse en España, por supuesto, con la autorización del hotel.
El patio, llamado de los Naranjos por la abundancia de árboles de este tipo que contiene, a los que, de todos modos, ya que añadir palmeras, cipreses y hasta un olivo, es amplio, majestuoso. Cuenta con una retícula de atarjeas que llevan el agua al pie de cada árbol, además de con dos fuentes, la del Cinamomo, llamada así por el árbol de este nombre que existió en sus proximidades, y el Caño del Olivo, un magnífico pilar barroco que durante mucho tiempo surtió de un agua deliciosa al vecindario de los alrededores. Igual que la Mezquita, el patio experimentó también diversas ampliaciones, una de ellas con Abd al-Rahmán III, en 951, y la última con Almanzor. Entre 1505 y 1514 sufrió además una profunda reforma. en las galerías de origen musulmán, que recorren el perímetro del espacio, Hernán Ruiz el Viejo dispuso módulos tripartitoss con arcos peraltados sobre columnas y encuadrados por alfiz, consiguiendo un conjunto de traza limpia y gran esbeltez.
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