59. CÓRDOBA, capital. Portada de la igl. del Hospital de San Sebastián.
60. CÓRDOBA, capital. Patio del Hospital de San Sebastián.
61. CÓRDOBA, capital. Portada y fachada del Palacio Episcopal.
62. CÓRDOBA, capital. Portada del Seminario de San Pelagio.
63. CÓRDOBA, capital. Muros del Alcázar de los Reyes Cristianos.
64. CÓRDOBA, capital. Torre del Homenaje del Alcázar de los Reyes Cristianos.
65. CÓRDOBA, capital. Portada de las Caballerizas Reales.
66. CÓRDOBA, capital. Patio de las Caballerizas Reales.
67. CÓRDOBA, capital. Entrenamiento en el Patio de las Caballerizas Reales.
61. CÓRDOBA, capital. Portada y fachada del Palacio Episcopal.
62. CÓRDOBA, capital. Portada del Seminario de San Pelagio.
63. CÓRDOBA, capital. Muros del Alcázar de los Reyes Cristianos.
64. CÓRDOBA, capital. Torre del Homenaje del Alcázar de los Reyes Cristianos.
65. CÓRDOBA, capital. Portada de las Caballerizas Reales.
66. CÓRDOBA, capital. Patio de las Caballerizas Reales.
67. CÓRDOBA, capital. Entrenamiento en el Patio de las Caballerizas Reales.
CÓRDOBA** (X), capital de la provincia: 25 de noviembre de 2012.
Hospital de San Sebastián*
Enfrente de la puerta de los Deanes de la Mezquita se alza la más bella fachada de Córdoba, un magnífico ejemplo del gótico florido, también llamado gótico humanista. Esta fachada corresponde al edificio que Hernán Ruiz I construyó entre 1513 y 1516 para el hospital que le encargó la Hermandad de San Sebastián, fundada en 1363 y dependiente del cabildo catedralicio. El edificio ha tenido distintos usos a lo largo de su historia. Hasta el año 1724 fue el hospital más importante de Córdoba. Desde 1815 a 1961 fue colegio de expósitos y casa de maternidad. En 1980, tras las restauración llevada a cabo bajo la dirección del arquitecto Gerardo Olivares, se dedica a Palacio de Congresos y Exposiciones.
La construcción se estructura alrededor de un patio con fábrica a base de ladrillo macizo, lo que le confiere un indudable carácter mudéjar. Este patio se organiza en dos plantas, la baja con arcos peraltados sobre elegantes pilares, también de ladrillo, y la alta con arcos rebajados. La actual sala de exposiciones es, junto con la iglesia, la única dependencia que se conserva del antiguo hospital, se trata de la enfermería mayor, que aún muestra las pinturas murales de la época de su inauguración. La portada de la iglesia es lo mejor del conjunto. Data de 1516. Dos finas pilastras con grutescos y otros adornos enmarcan el hueco de la entrada, con arco rebajado trilobulado. Sobre este arco, otro de medio punto, constituido por baquetones que suben los cimientos, forma un frontón en el que figuran tres estatuas bajo cincelados doseletes. Otras pequeñas imágenes se encuentran a derecha e izquierda de la puerta en sus correspondientes hornacinas. Lacerías góticas de hermosa traza suben por el paramento hasta una tupida y delicada crestería floral.
Palacio Episcopal
Anexo al hospital de San Sebastián, se encuentra el Palacio Episcopal. Esta pétrea construcción del siglo XVII se levanta en parte del solar del antiguo alcázar de los califas andalusíes, cuya edificación Fernando III se repartió con los representantes de la Iglesia, con la Orden de Calatrava y con algunos nobles, tras la conquista de la ciudad. La construcción actual responde básicamente al carácter barroco de la época en que se llevó a cabo.
En la década de 1980, el obispo Infantes Florido trasladó la sede episcopal al seminario de San Pelagio y la residencia del jefe provincial de la Iglesia pasó a ser la sede del Museo Diocesano.
El Seminario
En la calle Amador de los Ríos, a la derecha, conforme se baja de Torrijos y frente a la fachada meridional del Palacio Episcopal, se alza el notable edificio del Seminario de San Pelagio. El origen de esta construcción, exenta, con fachada meridional al río y occidental al alcázar de los Reyes Cristianos, se remonta al siglo XVI y al mandato del obispo Mauricio de Pazos, quien, siguiendo las directrices emanadas del Concilio de Trento, procedió a la fundación de un centro para la formación de los futuros sacerdotes. De aquella obra primera, que el obispo puso bajo la advocación de San Pelagio, no queda nada. El edificio actual corresponde a las reformas y añadidos realizados en los siglos XVII, XVIII y XIX, siglo este último al que pertenece el aspecto general de la fachada norte, y a 1969, en que se reformó la fachada sur y se creó una residencia para sacerdotes.
En líneas generales, la edificación, un verdadero palacio por sus dimensiones, responde al diseño y los gustos del barroco, por más que la fachada principal, la norte, muestra una solemne sobriedad, con dos plantas más la baja abiertas por sendas filas de ventas rectangulares. La portada, adintelada y enmarcada por cuatro columnas que sostienen una balconada mixtilínea, muestra mayor empeño decorativo. sobre el balcón, cuatro pilastras jónicas sostienen un tímpano con relieves del martirio de San Pelagio.
Alcázar de los Reyes Cristianos*
La calle Amador de los Ríos desemboca hacia poniente en el Campo Santo de los Mártires, un hermoso jardín en el que aparece una estatua de Almanzor, un pequeño templete dedicado a los enamorados, más bien insulso, pero con unos versos de la famosa Wallada; unos baños árabes, recientemente restaurados, y al sur, precedido por un antuzano de naranjos y palmeras, el alcázar de los Reyes Cristianos. Concebido como una fortaleza militar y, sin duda, la más importante edificación de este signo que la ciudad guarda, este alcázar es hoy un lugar de ensueño. A lo largo de su historia y hasta alcanzar su configuración actual, ha sufrido numerosos avatares. El solar estuvo, sin duda, ocupado por los árabes, pero fue bajo el reinado de Alfonso XI, en el primer tercio del siglo XIV, cuando se inicia la construcción de sus distintos pabellones y dependencias. Sirvió de alojamiento a los reyes y fue también sede de la Inquisición y cárcel. En 1931 fue declarado monumento histórico-artístico y en 1955 se le hizo una profunda restauración, a cargo del arquitecto Víctor Escribano Ucelay.
El edificio en sí consiste en una sólida construcción rectangular formada por gruesos muros de piedra labrada que rematan en cuatro torres de esquina, dos en la cara que mira al río, la de las Palomas, al sureste y la de la Inquisición, al suroeste, y dos en la cara opuesta, la del Homenaje, al nordeste, en la esquina más próxima al seminario, y la de los Leones, al noroeste, en la entrada actual al recinto.
La torre del Homenaje es de dos plantas, de base octogonal, con almenas terminadas en pirámides.
Caballerizas Reales
Anexo al alcázar, pero con entrada independiente, se encuentra este macizo edificio que fue mandado construir por Felipe II para criadero de caballos en 1570 y que, con posterioridad a su reconstrucción en 1760, ha sido sede de la Yeguada Militar hasta finales del pasado siglo. En la actualidad forma parte del patrimonio del Ayuntamiento y en él se celebran la Feria del Caballo y otros eventos de carácter cultural y lúdico. De momento sólo es visitable la cuadra número 1, un formidable aposento de tres naves, las laterales separadas de la central por arcos formeros de medio punto de ladrillo, que apean sobre robustas columnas de piedra, y la central organizada en sucesivas bóvedas baídas mediante arcos fajones o perpiaños que apoyan en las mismas columnas. Se conservan los pesebres, los bebederos y las separaciones entre cada alojamiento de los caballos.
La construcción se estructura alrededor de un patio con fábrica a base de ladrillo macizo, lo que le confiere un indudable carácter mudéjar. Este patio se organiza en dos plantas, la baja con arcos peraltados sobre elegantes pilares, también de ladrillo, y la alta con arcos rebajados. La actual sala de exposiciones es, junto con la iglesia, la única dependencia que se conserva del antiguo hospital, se trata de la enfermería mayor, que aún muestra las pinturas murales de la época de su inauguración. La portada de la iglesia es lo mejor del conjunto. Data de 1516. Dos finas pilastras con grutescos y otros adornos enmarcan el hueco de la entrada, con arco rebajado trilobulado. Sobre este arco, otro de medio punto, constituido por baquetones que suben los cimientos, forma un frontón en el que figuran tres estatuas bajo cincelados doseletes. Otras pequeñas imágenes se encuentran a derecha e izquierda de la puerta en sus correspondientes hornacinas. Lacerías góticas de hermosa traza suben por el paramento hasta una tupida y delicada crestería floral.
Palacio Episcopal
Anexo al hospital de San Sebastián, se encuentra el Palacio Episcopal. Esta pétrea construcción del siglo XVII se levanta en parte del solar del antiguo alcázar de los califas andalusíes, cuya edificación Fernando III se repartió con los representantes de la Iglesia, con la Orden de Calatrava y con algunos nobles, tras la conquista de la ciudad. La construcción actual responde básicamente al carácter barroco de la época en que se llevó a cabo.
En la década de 1980, el obispo Infantes Florido trasladó la sede episcopal al seminario de San Pelagio y la residencia del jefe provincial de la Iglesia pasó a ser la sede del Museo Diocesano.
El Seminario
En la calle Amador de los Ríos, a la derecha, conforme se baja de Torrijos y frente a la fachada meridional del Palacio Episcopal, se alza el notable edificio del Seminario de San Pelagio. El origen de esta construcción, exenta, con fachada meridional al río y occidental al alcázar de los Reyes Cristianos, se remonta al siglo XVI y al mandato del obispo Mauricio de Pazos, quien, siguiendo las directrices emanadas del Concilio de Trento, procedió a la fundación de un centro para la formación de los futuros sacerdotes. De aquella obra primera, que el obispo puso bajo la advocación de San Pelagio, no queda nada. El edificio actual corresponde a las reformas y añadidos realizados en los siglos XVII, XVIII y XIX, siglo este último al que pertenece el aspecto general de la fachada norte, y a 1969, en que se reformó la fachada sur y se creó una residencia para sacerdotes.
En líneas generales, la edificación, un verdadero palacio por sus dimensiones, responde al diseño y los gustos del barroco, por más que la fachada principal, la norte, muestra una solemne sobriedad, con dos plantas más la baja abiertas por sendas filas de ventas rectangulares. La portada, adintelada y enmarcada por cuatro columnas que sostienen una balconada mixtilínea, muestra mayor empeño decorativo. sobre el balcón, cuatro pilastras jónicas sostienen un tímpano con relieves del martirio de San Pelagio.
Alcázar de los Reyes Cristianos*
La calle Amador de los Ríos desemboca hacia poniente en el Campo Santo de los Mártires, un hermoso jardín en el que aparece una estatua de Almanzor, un pequeño templete dedicado a los enamorados, más bien insulso, pero con unos versos de la famosa Wallada; unos baños árabes, recientemente restaurados, y al sur, precedido por un antuzano de naranjos y palmeras, el alcázar de los Reyes Cristianos. Concebido como una fortaleza militar y, sin duda, la más importante edificación de este signo que la ciudad guarda, este alcázar es hoy un lugar de ensueño. A lo largo de su historia y hasta alcanzar su configuración actual, ha sufrido numerosos avatares. El solar estuvo, sin duda, ocupado por los árabes, pero fue bajo el reinado de Alfonso XI, en el primer tercio del siglo XIV, cuando se inicia la construcción de sus distintos pabellones y dependencias. Sirvió de alojamiento a los reyes y fue también sede de la Inquisición y cárcel. En 1931 fue declarado monumento histórico-artístico y en 1955 se le hizo una profunda restauración, a cargo del arquitecto Víctor Escribano Ucelay.
El edificio en sí consiste en una sólida construcción rectangular formada por gruesos muros de piedra labrada que rematan en cuatro torres de esquina, dos en la cara que mira al río, la de las Palomas, al sureste y la de la Inquisición, al suroeste, y dos en la cara opuesta, la del Homenaje, al nordeste, en la esquina más próxima al seminario, y la de los Leones, al noroeste, en la entrada actual al recinto.
La torre del Homenaje es de dos plantas, de base octogonal, con almenas terminadas en pirámides.
Caballerizas Reales
Anexo al alcázar, pero con entrada independiente, se encuentra este macizo edificio que fue mandado construir por Felipe II para criadero de caballos en 1570 y que, con posterioridad a su reconstrucción en 1760, ha sido sede de la Yeguada Militar hasta finales del pasado siglo. En la actualidad forma parte del patrimonio del Ayuntamiento y en él se celebran la Feria del Caballo y otros eventos de carácter cultural y lúdico. De momento sólo es visitable la cuadra número 1, un formidable aposento de tres naves, las laterales separadas de la central por arcos formeros de medio punto de ladrillo, que apean sobre robustas columnas de piedra, y la central organizada en sucesivas bóvedas baídas mediante arcos fajones o perpiaños que apoyan en las mismas columnas. Se conservan los pesebres, los bebederos y las separaciones entre cada alojamiento de los caballos.
Enlace a la Entrada anterior de Córdoba**:
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