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jueves, 3 de noviembre de 2016

1691. SEGOVIA** (VI), capital: 10 de octubre de 2013.

58. SEGOVIA, capital. Ante el acueducto.

59. SEGOVIA, capital. Ante otra perspectiva del acueducto.

60. SEGOVIA, capital. Ante el monumento a la loba romana.

61. SEGOVIA, capital. La catedral.

62. SEGOVIA, capital. Puerta de San Frutos de la catedral.

63. SEGOVIA, capital. Interior de la catedral.

64. SEGOVIA, capital. Otro aspecto del interior de la catedral.

65. SEGOVIA, capital. Bóvedas y cúpula del crucero de la catedral.

66. SEGOVIA, capital. El entierro de Cristo, de Juan de Juni, en el interior de la catedral.

67. SEGOVIA, capital. Otro de los retablos de la catedral.

68. SEGOVIA, capital. Bóveda de la cap. del Stmo. Scto. de la catedral.

69. SEGOVIA, capital. Retablo mayor de la cap. del stmo. scto. de la catedral.

70. SEGOVIA, capital. Cristo de la Agonía en la cap. del Stmo. Scto. de la catedral.

71. SEGOVIA, capital. Portada de San Geroteo, de acceso al claustro de la catedral.

72. SEGOVIA, capital. Una de las pandas del claustro de la catedral.

73. SEGOVIA, capital. Torre de la catedral a través de los ventanales del claustro.

74. SEGOVIA, capital. Carroza con la Custodia de asiento de la catedral.

75. SEGOVIA, capital. Antigua sala capitular de la catedral.

SEGOVIA** (VI), capital de la provincia: 10 de octubre de 2013.
   El Acueducto**, una de las más impresionantes obras de ingeniería romana, probablemente fue construido a finales del siglo I d.C., en la época de Domiciano o Trajano, para llevar el agua desde la sierra a un posible campamento situado donde hoy se alza el Alcázar. El tramo más relevante de los 15 km. de extensión que posee su trazado es el puente de 728 m. de longitud y 163 arcos formados por piezas de granito berroqueño superpuestas, sin ningún tipo de ligazón, sostenidas sólo mediante un sabio equilibrio de fuerzas. Tras un profundo giro y ya con el airoso vuelo de su doble arquería, la "madeja de piedra" salva la profunda vaguada de la plaza del Azoguejo, a 29 m. de altura máxima.
   El llamado "puente del diablo", imagen ya casi intemporal de la ciudad, ha sufrido sin embargo tal deterioro en los últimos años que incluso se ha llegado a temer seriamente por su supervivencia. Diversas medidas llevadas a cabo en los últimos años tratan de salvar para la posteridad este emblema segoviano ferozmente atacado por la contaminación del tráfico rodado y otras causas de erosión, sin excluir los atentados directos, tales como choques contra sus muros, raspaduras y pintadas. Las tareas de restauración, durante las cuales se han dejado al descubierto tramos de la cacera o canalización subterránea, son lentas y sumamente complicadas y, mientras se realizaban, el símbolo máximo de Segovia ha añadido a su archivo iconográfico un aspecto inédito, rodeado de andamios y envuelto en plásticos. Ojalá sea sólo una anécdota más entre las muchas que jalonan su larga historia.
   A la plaza Mayor asoma el ábside de la Catedral**, uno de los últimos grandes templos góticos construidos en la Península, entre 1525 y 1577, después de que un incendio redujera a cenizas la anterior obra románica, situada frente al Alcázar, durante el conflicto comunero. Se la conoce como la "dama de las catedrales" y fue trazada originalmente por Juan Gil de Hontañón, aunque no se consagró hasta mediados del siglo XVIII. Sobre la austera fachada sobresale a gran altura (90 m.) la poderosa torre*, mientras que la zona de la cabecera, dispuesta en planos decrecientes, se corona con airosos pináculos.
   La herreriana puerta de San Frutos, en el lado norte, da acceso al interior, armónico y de grandes proporciones. Consta de tres naves, crucero, ábside con girola y cubierta de bóvedas de crucería que apoyan sobre esbeltos pilares de diversos estilos. En la parte alta se abren ventanales con vidrieras bajo los que corre una larga galería. Una veintena de capillas, cerradas por buenas rejas y provistas de valiosos retablos, se disponen en las naves laterales y alrededor de la girola. Destaca entre ellas la primera capilla situada a la derecha de la puerta de acceso tanto por el retablo de La Piedad*, obra de movido barroquismo de Juan de Juni (1571), como por el tríptico flamenco del Descendimiento*, de Ambrosio Benson (siglo XVI). Un también magnífico Cristo yacente, de Gregorio Fernández, que es sacado en procesión la noche del Viernes Santo, se encuentra en la capilla del Sepulcro de Cristo, casi a los pies de la nave opuesta.
   En el centro de la nave principal, el coro tiene sitiales gótico-flamígeros (siglo XV) y cuenta con dos órganos barrocos. Sumamente llamativa es la bóveda estrellada* que cierra la Capilla Mayor, en la que, sobre un lujoso y discordante altar del siglo XVIII, debido a Sabatini, se venera a la Virgen de la Paz*, hermosa estatua del siglo XIV vestida de plata.
   A la derecha de la girola se abre la capilla del Santísimo Sacramento, rica y espaciosa estancia que alberga, entre azulejos cerámicos de Daniel Zuloaga, el Cristo de la Agonía, de Manuel Pereira (siglo XVII). En la capilla del Cristo del Consuelo, al otro lado de la puerta de San Geroteo, se alza una magnífica portada procedente de la antigua catedral. Por ella se accede al claustro, construcción gótica de finales del siglo XV, también perteneciente al templo anterior y trasladado aquí en 1558. Son muy hermosos sus ventanales con tracerías caladas. Finalmente, la capilla situada a los pies de la torre y la antigua sala capitular, esta última con un magnífico techo de madera tallada (siglo XVII), albergan el Museo de la Catedral, donde pueden admirarse objetos de rica orfebrería, vestiduras litúrgicas, esculturas, pinturas y varias colecciones de tapices. Valiosos manuscritos e incunables, entre ellos el Sinodal de Aguilafuente (1472), una de las primicias de la imprenta en España, se guardan en el Archivo.
   
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