114. VALENCIA, capital. Interior del Mercado Central.
115. VALENCIA, capital. En una de las naves del Mercado Central.
116. VALENCIA, capital. Cúpula del Mercado Central.
117. VALENCIA, capital. Puesto de anguilas en el Mercado Central.
118. VALENCIA, capital. Puesto de frutas en el Mercado Central.
119. VALENCIA, capital. La igl. de los Stos. Juanes.
120. VALENCIA, capital. Interior de la igl. de los Stos. Juanes.
121. VALENCIA, capital. Cúpula de la igl. de los Stos. Juanes.
122. VALENCIA, capital. Portada de la igl. de San Martín.
123. VALENCIA, capital. Interior de la igl. de San Martín.
124. VALENCIA, capital. Torre de la igl. de Sta. Catalina.
125. VALENCIA, capital. Base de la torre y portada de la igl. de Sta. Catalina.
126. VALENCIA, capital. Interior de la igl. de Sta. Catalina.
127. VALENCIA, capital. La Plaza Redonda.
128. VALENCIA, capital. Otra perspectiva de la Plaza Redonda.
129. VALENCIA, capital. Cerámica sobre la procesión de la Virgen, en un comercio de la Plaza Redonda.
VALENCIA** (V), capital de la provincia y de la comunidad: 2 de mayo de 2014.
El Mercado Central de Valencia es una espléndida muestra del modernismo de principios del siglo XX (construido entre 1915 y 1928). Ocupa una superficie aproximada de 8.000 m2. Posee enormes naves, profusamente iluminadas a través de grandes claraboyas y ventanales, sostienen sus cubiertas altas columnas de hierro forjado, y destaca la gran cúpula octogonal. La decoración es muy profusa y el atractivo que presenta su animadísimo interior (con cientos de puestos de venta al público perfectamente limpios y con la mercancía escrupulosamente ordenada y presentada) es enorme, siendo fiel reflejo de la riqueza y variedad de la producción agrícola de las huertas que rodean Valencia y su área metropolitana. Se trata, pues, de un monumento vivo, que impacta, pero que hay que visitar por dentro, por lo que es preciso acudir cualquier día laborable por la mañana.
Frente al Mercado Central, se encuentra la iglesia de los Santos Juanes, un gran templo construido a mediados del siglo XIV en estilo gótico, con una sola nave pero que, a causa de un gran incendio sufrido en 1552, vio alterado su interior, adaptado posteriormente al gusto barroco. Pero de esa época barroca datan sus principales elementos ornamentales, entre los que resaltan las pinturas al fresco realizadas por Palomino, y que están siendo actualmente rehabilitadas, ya que también resultaron muy deterioradas por otro gran incendio, provocado a principios de la guerra civil española.
La fachada que mira a la Lonja, construida hacia 1700, incluye una torre triangular, en el eje de un gran bajorrelieve en el que está representada la Virgen del Rosario, obra de Bertessi, flanqueando el conjunto dos grandes estatuas de los valencianos San Francisco de Borja y San Luis Beltrán.
Desde la plaza del Ayuntamiento se aborda el tramo inicial de la calle de San Vicente Mártir, en la que se halla uno de los más antiguos templos valencianos: el de San Martín, de factura original gótica, aunque de interior barroco, que exhibe sobre su portada principal un interesante grupo escultórico correspondiente a la escuela flamenca.
Al final de la calle de San Vicente se abre la plaza de la Reina, una de las más representativas de la ciudad, donde recaen el Micalet y la fachada meridional de la Catedral.
A la derecha comienza la calle de la Paz, una de las más bonitas y proporcionadas de Valencia, con la mayor parte de sus edificios construidos a principios del siglo XX, en estilo modernista.
A la izquierda, la torre de Santa Catalina, del siglo XVII, de estilo barroco y a la que le cuadran perfectamente los calificativos de airosa, esbelta, grácil y, desde luego, bella. Además de su acertadísima estética, ejerce las funciones prácticas de ser el campanario de la iglesia del mismo nombre, cuyo exterior apenas resulta visible, prácticamente oculto entre viejas casas, pero que nos sorprende con un interior del más puro estilo gótico.
A la derecha comienza la calle de la Paz, una de las más bonitas y proporcionadas de Valencia, con la mayor parte de sus edificios construidos a principios del siglo XX, en estilo modernista.
A la izquierda, la torre de Santa Catalina, del siglo XVII, de estilo barroco y a la que le cuadran perfectamente los calificativos de airosa, esbelta, grácil y, desde luego, bella. Además de su acertadísima estética, ejerce las funciones prácticas de ser el campanario de la iglesia del mismo nombre, cuyo exterior apenas resulta visible, prácticamente oculto entre viejas casas, pero que nos sorprende con un interior del más puro estilo gótico.
Si se sale del templo por la puerta situada a sus pies, que recae a la plaza de Lope de Vega, se tendrá la ocasión de conocer uno de los más entrañables rincones de un viejo barrio integrado por pequeñas viviendas y minúsculos comercios: la Plaza Redonda.
Enlace a la Entrada anterior de Valencia**:
No hay comentarios:
Publicar un comentario