159. VALENCIA, capital. Sede principal del Banco de Valencia.
160. VALENCIA, capital. Sede principal del Banco Urquijo.
161. VALENCIA, capital. El Teatro Principal.
162. VALENCIA, capital. Monumento a Jaime I en la plaza de Alfonso el Magnánimo.
163. VALENCIA, capital. Otra perspectiva de la estatua de Jaime I.
164. VALENCIA, capital. Portada del Palacio de Justicia.
165. VALENCIA, capital. Puerta del Mar en los Jardines de la Glorieta.
166. VALENCIA, capital. Perspectiva de la c/ de la Paz.
167. VALENCIA, capital. Edificio modernista de la c/ de la Paz.
168. VALENCIA, capital. Portada de la casa natal de San Vicente Ferrer.
169. VALENCIA, capital. Capitanía General.
170. VALENCIA, capital. La igl. de Sto. Domingo.
171. VALENCIA, capital. Portada de la igl. de Sto. Domingo.
172. VALENCIA, capital. La cap. de los Reyes de la igl. de Sto. Domingo.
173. VALENCIA, capital. Bóveda de la cap. de los Reyes de la igl. de Sto. Domingo.
174. VALENCIA, capital. Retablo mayor de la cap. de los Reyes de la igl. de Sto. Domingo.
175. VALENCIA, capital. Ante la igl. del Temple.
VALENCIA** (VIII), capital de la provincia y de la comunidad: 3 de mayo de 2014.
Una lección de arte gótico: de Santo Domingo al Museo de San Pío
Desde la plaza del Ayuntamiento se sigue por la calle de las Barcas, que, junto a la inmediata del Pintor Sorolla -en realidad, se trata de una sola vía urbana, aunque estén bautizadas con nombre distintos-, constituyen el más importante núcleo económico y financiero de la Comunidad Valenciana, ya que allí tienen su sede las principales entidades bancarias y, en sus proximidades, se halla la Bolsa de Valencia. De todas estas instituciones económicas merecen ser especialmente resaltadas dos, por la belleza de los edificios que ocupan: el Banco de Valencia, de estilo modernista (en el chaflán de las calles del Pintor Sorolla y de Don Juan de Austria, esta última peatonal y de gran animación comercial) y el Banco Urquijo, que ocupa una hermosa casona nobiliaria justo a su izquierda.
También está ubicado en la calle de las Barcas el más destacado coliseo de Valencia: el Teatro Principal, que es propiedad de la Diputación Provincial, y que, construido en estilo neoclásico, fue inaugurado en 1832. En él se representan todos los géneros de arte dramático y ha sido escenario de los más relevantes acontecimientos musicales de la ciudad, aunque, en esta faceta, su protagonismo ha decaído un tanto desde que se puso en funcionamiento, en 1988, el Palau de la Música.
La calle del Pintor Sorolla concluye en un delicioso paraje urbano: la plaza del rey Alfonso el Magnánimo, también conocida a nivel ciudadano como el Parterre. En el centro de los jardines se alza una de las estatuas más representativas de las existentes en las vías públicas de la capital de la Comunidad Valenciana: la dedicada al rey Jaime I de Aragón, fundador del antiguo Reino de Valencia, allá por el siglo XIII. La efigie del monarca, montado a caballo -el conjunto escultórico está fundido en bronce y se alza sobre un elevado pedestal- es el punto de destino de la procesión cívica que, desde hace siglos y partiendo del Ayuntamiento, traslada la Real Senyera (bandera oficial de la ciudad y de la Comunidad Valenciana) cada día 9 de octubre, en conmemoración de la conquista de la urbe (en el año 1238) a los árabes.
A un lado de la plaza se alza un sobrio y elegante edificio neoclásico (del siglo XVIII): el Palacio de Justicia, sede del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana y de la Audiencia Provincial. De su interior, lo más llamativo es su gran escalinata que parte de su puerta principal, que mira a los jardines de la Glorieta, muy queridos por los valencianos, que se muestran muy orgullosos de varios árboles -verdaderamente impresionantes por sus dimensiones, sobre todo en el caso de los magnolios- que acogen tanto la Glorieta como el citado Parterre. Contorneando éste, se cruza la calle de la Paz, modernista, tal vez la más bella de Valencia. No deje de contemplar con cierto detenimiento la hermosa perspectiva que ofrece dicha calle, en la que resalta al fondo la airosa silueta de la torre-campanario barroca de la iglesia de Santa Catalina.
Al atravesar la calle del Mar se encuentra, a mano izquierda, la casa natalicia de San Vicente Ferrer, y de la que cabe destacar por su interés el patio de azulejos y el popularísimo Pouet (pocito) del que, según la tradición, se extraían tiempo atrás aguas a las que se atribuían propiedades curativas.
Y, una vez superados los jardines de la Glorieta, se llega a la plaza de Tetuán, de irregular forma y en el que destaca el gran conjunto arquitectónico formado por la sede de la Capitanía General y por la iglesia de Santo Domingo. La visita a este templo, que formaba parte de una gran convento gótico y que ahora está integrado en un área controlada por la autoridad militar, por lo que hay que ajustarse estrictamente al horario de acceso público, debe considerarse imprescindible. De su interior, lo más importante es la capilla de los Reyes, edificada entre 1439 y 1452, con una bellísima bóveda sin nervios; el Aula Capitular, de principios del siglo XIV, una verdadera joya gótica, y en donde tomaron los hábitos dominicos dos valencianos: San Luis Beltrán y el reiteradamente mencionado San Vicente Ferrer.
Digno igualmente de admiración es el claustro gótico, del siglo XIII, con seis arcos por galería, salvo en la que da al norte, en la que sólo existen cinco. Mucho más reciente (del siglo XVIII) es la capilla de San Vicente, con rica decoración.
Una vez abandonado Santo Domingo, se encuentra el paseante con una amplia plaza presidida por un noble edificio de estilo neoclásico: el palacio del Temple, a cuyo lado se halla también la iglesia de idéntica denominación. El palacio en cuestión -actualmente sede de la Delegación del Gobierno en la Comunidad Valenciana- fue edificado en el siglo XVIII, a raíz de la destrucción, a causa de un gran terremoto, del castillo de Montesa (cerca de Xátiva), en donde se hallaba la sede central de la orden religiosa-militar del mismo nombre. Lo más interesante es el claustro, con 28 arcadas. En el interior de la iglesia, de tres naves, se venera a la Virgen del Perpetuo Socorro.
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