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viernes, 4 de julio de 2014

838. HUESCA* (II), capital: 26 de junio de 2009.

11. HUESCA, capital. Portada de acceso al claustro de la igl. de San Pedro el Viejo.

12. HUESCA, capital. Torre de la igl. de San Pedro el Viejo.

13. HUESCA, capital. Interior de la igl. de San Pedro el Viejo.

14. HUESCA, capital. Una de las capillas de la igl. de San Pedro el Viejo.

15. HUESCA, capital. Claustro de la igl. de San Pedro el Viejo.

16. HUESCA, capital. Uno de los capiteles del claustro de la igl. de San Pedro el Viejo.

17. HUESCA, capital. Restos del Palacio Real.

18. HUESCA, capital. Igl. de San Lorenzo.

19. HUESCA, capital. Interior de la igl. de San Lorenzo.

20. HUESCA, capital. Igl. de San Miguel.

HUESCA* (II), capital: 26 de junio de 2009.
San Pedro el Viejo y otros monumentos
   A escasa distancia de la catedral, en el corazón del que fuera el barrio mozárabe, se levanta con su inconfundible aspecto de venerable románico la iglesia de San Pedro el Viejo*. Se la llamó así para diferenciarla de la mezquita-catedral, consagrada también al apóstol pescador, y debía de existir ya en el momento de la reconquista cristiana de la ciudad como lugar de culto de los mozárabes locales. Las obras de su fábrica actual dieron comienzo en 1117 según el clásico esquema de los templos románicos de la época: tres naves con bóvedas de cañón y ábsides semicirculares. A mediados del siguiente siglo (XIII) se concluyeron el cimborrio, el campanario y la capilla de San Ponce. La sillería del coro es de principios del siglo XVI y el retablo mayor de comienzos del XVII. De mediados del siglo XII data también su hermoso claustro, si bien muchos de sus capiteles son copias de los originales realizadas durante una restauración del siglo XIX. En una capilla lateral del recinto, cubierta con bóveda de medio cañón, se hallan los sepulcros de los reyes aragoneses Ramiro II el Monje y de Alfonso I el Batallador (el primero de ellos es en realidad un interesante sarcófago romano del siglo II, con ornamentación de tipo mitológico).
   En la misma plaza de la Catedral, en el número 1, se halla el edificio renacentista del Ayuntamiento. Erigido en 1577 y remodelado en 1610, ostenta la típica galería adintelada en su parte superior y dos fuertes torres en los laterales. Una gran escalinata decorada con relieves da acceso a las dependencias municipales, algunas de las cuales, como la llamada sala del Justicia, custodian piezas, muebles y ornamentales de notable valor histórico-artístico. Hacia el norte, en la plaza de la Universidad, donde hoy se ubica el excelente Museo Provincial -que debe ser visitado, habida cuenta del interés y variedad de las piezas custodiadas-, estuvo situado el Palacio Real*, erigido en tiempos de Alfonso II de Aragón. De la primitiva fábrica románica del palacio -luego varias veces reformado para dar cabida a la Universidad de Huesca- se conservan una estancia en la planta inferior, en la que la tradición oral sitúa el célebre episodio de La Campana de Huesca, y en la superior, la llamada sala de Doña Petronila, adornada con arquería ciega, columnas y capiteles esculpidos.
   En un lateral del Coso, en la plazuela que lleva el nombre del santo en la antigua morería, está la iglesia de San Lorenzo. De origen románico, fue reformada en el siglo XIV para adoptar su actual aspecto hacia 1608. Algunos retablos y pinturas y, sobre todo, el busto-relicario del santo patrón de la ciudad constituyen los elementos más interesantes de lo conservado en el templo.
   Ya en las afueras de la ciudad se hallan otros dos notables monumentos oscenses. El primero, situado a la salida de la capital por la antigua carretera de Arguis, al lado del puente sobre el río Isuela, corresponde a la antigua iglesia de San Miguel, fundada en 1110 como hospital y lazareto. Posteriores añadidos góticos desfiguraron su primitiva fábrica románica, de la que subsiste sin embargo su magnífica torre-campanario*. El segundo de los monumentos es el santuario de Santa María de Salas, situado en la parte oriental de los arrabales. Fue fundado por doña Sancha, esposa de Alfonso II de Aragón, a finales del siglo XII. A principios del siglo XVIII se demolió el edificio para construir uno nuevo, pero se respetó su imponente portada*, de arquivoltas labradas, fuertemente abocinada y rematada por un gran ventanal circular.

Enlace a la Entrada anterior de Huesca*:

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