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martes, 15 de julio de 2014

849. ALBARRACÍN** (I), Teruel: 29 de junio de 2009.

1. ALBARRACÍN, Teruel. Plaza Mayor con el Ayto.

2. ALBARRACÍN, Teruel. Casa de la Brigadiera.

3. ALBARRACÍN, Teruel. Casa de los Monterde y Antillón.

4. ALBARRACÍN, Teruel. Casa de los Navarro.

5. ALBARRACÍN, Teruel. Igl. de Sta. Mª.

6. ALBARRACÍN, Teruel. Igl. de Santiago.

7. ALBARRACÍN, Teruel. Catedral de El Salvador.

8. ALBARRACÍN, Teruel. Palacio episcopal.

9. ALBARRACÍN, Teruel. Vista de la población desde el Guadalaviar.

10. ALBARRACÍN, Teruel. Otra vista del pueblo con las murallas del castillo al fondo.

11. ALBARRACÍN, Teruel. Vista de la torre de la igl. de Santiago desde la plaza mayor.

12. ALBARRACÍN, Teruel. Una muestra de la forja artística típica del pueblo.

13. ALBARRACÍN, Teruel. Una calle típica.

14. ALBARRACÍN, Teruel. Otra casa-palacio del pueblo.

15. ALBARRACÍN, Teruel. Una vista más de la población turolense.

ALBARRACÍN** (I), provincia de Teruel: 29 de junio de 2009.
   La capital de la antiquísima y montuosa comunidad de su mismo nombre, férreamente defendida por sus dilatadas murallas y por el húmedo cancerbero del encajonado Guadalaviar (que así se llama aquí el Turia incipiente), ostenta desde 1961 y con todo merecimiento la categoría de monumento nacional. Pura Edad Media, milagrosamente indemne a los humanos desatinos.
   El recorrido turístico por la ciudad viene ordenado, de antemano, por la misma morfología ciudadana. El acceso debe hacerse obligadamente por el arrabal y el barrio, las zonas de expansión urbana más próximas al Guadalaviar. Allí, en la vega, bajo la milenaria mirada de las musulmanas torres de la Engarrada y El Andador, al pie de los castillos de Doña Blanca y el Señorial, se yerguen aún el monasterio de San Bruno y San Esteban (dominicas, siglo XVII), y la vecina ermita del Cristo de la Vega (siglo XVI).
   La ciudad o casco antiguo nace, de abajo arriba, en la Plaza Mayor, en la que se levanta la sólida figura de su Ayuntamiento, edificado entre los siglos XVI y XVII.
   De allí parten estrechas y empinadas callejuelas medievales, que tratando de conservar un imperfecto paralelismo con el cañón por el que discurre el río, se van aupando lentamente hacia la zona donde se levantan los edificios más notables de la ciudad: las casas de la Brigadiera, hoy convertido en hotel, de los Monterde y Antillón, de los Navarro, etc., la iglesia de Santa María, que dio el nombre cristiano a la antigua taifa musulmana, Santa María de Albarracín, de probable origen visigodo, destruida por un incendio y reedificada en el siglo XV, y la iglesia de Santiago, edificada en 1600 por Alonso del Barrio.
   El edificio mayor de la ciudad es por méritos propios la catedral de El Salvador. La seo -a la que se adosó el Palacio Episcopal, en el siglo XVII- fue erigida a comienzos del siglo XIII, reformada en 1395 y prácticamente reconstruida hacia 1532, dentro de los cánones renacentistas. El templo, de una sola nave y con capillas de desigual interés, alberga un notable retablo mayor (del siglo XVI) y valiosas piezas muebles en el tesoro de la sacristía (tapices, alhajas, cruces procesionales). Custodia también uno de los más importantes archivos musicales de canto gregoriano del país.
   Desde la parte alta de la ciudad se contempla casi totalmente el perímetro defensivo con torres intercaladas, al pie de la torre del Andador, y con lienzos en muy desigual estado de conservación.

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