4350. SEVILLA, capital. Bóveda y nave central de la igl. de Sta. Mª la Blanca. |
4351. SEVILLA, capital. Bóveda de la nave central de la igl. de Sta. Mª la Blanca. |
4352. SEVILLA, capital. Cúpula de la igl. de Sta. Mª la Blanca. |
4353. SEVILLA, capital. Retablo mayor de la igl. de Sta. Mª la Blanca. |
4354. SEVILLA, capital. Ntra. Sra. de las Nieves, en el retablo mayor de la igl. de Sta. Mª la Blanca. |
4355. SEVILLA, capital. Nave lateral de la Epístola de la igl. de Sta. Mª la Blanca. |
4356. SEVILLA, capital. Retablo de San Pedro en la Cátedra, en la igl. de Sta. Mª la Blanca. |
4357. SEVILLA, capital. Grupo de la Piedad, en el banco del retablo de la Stma. Trinidad, en la igl. de Sta. Mª la Blanca. |
4358. SEVILLA, capital. Retablo de San José en la cap. sctal. de la igl. de Sta. Mª la Blanca. |
4359. SEVILLA, capital. Nacimiento en el banco del retablo de San José, en la cap. sctal. de la igl. de Sta. Mª la Blanca. |
4360. SEVILLA, capital. Retablo mayor de la cap. sctal. de la igl. de Sta. Mª la Blanca. |
4361. SEVILLA, capital. "Última Cena" de Murillo en la igl. de Sta. Mª la Blanca. |
4362. SEVILLA, capital. "Piedad" de Luis de Vargas, en la igl. de Sta. Mª la Blanca. |
4363. SEVILLA, capital. Retablo de San Juan Nepomuceno, en la igl. de Sta. Mª la Blanca. |
SEVILLA** (DCLXIV), capital de la provincia y de la comunidad: 13 de marzo de 2016.
calle Santa María la Blanca
"Ésta es la Casa de Dios y la Puerta del Cielo". Con esta inscripción se abre a la calle la iglesia de Santa María la Blanca o de las Nieves, sugerente título que hace referencia a un milagroso suceso ocurrido en Roma en el año 352. Según cuenta la leyenda, el día 4 de agosto de ese año nevó en el monte Esquilino de la Ciudad Eterna, un milagro que indicaba al patricio Juan el lugar donde debía situarse una basílica dedicada a la Virgen. Sorprendente hecho que daría título, siglos más tarde, a la iglesia que se edificó en 1391 sobre una de las sinagogas del barrio judío de Sevilla, que inició su particular decadencia con el asalto provocado por en aquel año por la furiosa predicación del arcediano de Écija Ferrán Martínez. El nuevo edificio seguiría las trazas cristianas del arte gótico, con portada de arco apuntado y reaprovechamiento de las columnas y capiteles romanos que todavía se conservan en el muro lateral de la calle Archeros. En el año 1662 fue reconstruida por Pedro Sánchez Falconete, siendo la obra sufragada en buena parte por el canónigo Justino Neve, que también patrocinaría la fundación del Hospital de Venerables sacerdotes en la antigua judería. Su portada gótica se ve ornada con arquivoltas y decoración de puntas de diamantes, siendo la inscripsción latina "HAC EST DOMUS DEI ET PORTA COELI 1741", un testimonio de una intervención realizada ya en el siglo XVIII. Coronan la portada dos ventanas con arco de medio punto y, por encima, espadaña de doble cuerpo con frontón partido y jarrones cerámicos en los laterales. Junto a azulejos modernos, como el de la Virgen de las Nieves, destaca en la fachada un pintoresco azulejo de las Ánimas y una singular decoración geométrica en tonos almagras y negros que ilustra el colorido que en siglos pasados debieron tener los muros de la ciudad. Junto a escasos restos (como el de la portería del convento de monjas de San Clemente), es testimonio de una ciudad "de colores" que antiguos cronistas compararon con la rojiza Florencia, en una imagen muy distinta al tópico de los muros blancos que tiene orígenes en la higiénica actuación de la Ilustración en el siglo XVIII.
El misterioso interior se presenta como un templo formado por tres naves, presbiterio y coro a los pies, con capilla sacramental adosada en el muro de la Epístola (derecha). Se encuentra dividido por columnas toscanas de mármol rojo que sustentan los arcos formeros de la nave central, cubierto con bóveda de cañón con lunetos y bóveda semiesférica en el espacio del crucero. Estas columnas se encuentran adornadas con yeserías barrocas de ángeles y recargados elementos vegetales, una obra de los hermanos Pedro y Miguel Borja (1660) en cuyo diseño intervino Pedro Roldán. La reforma interior de Pedro Sánchez Falconete le dio un concepto de teatralidad barroca que enmascaró por completo las trazas góticas originales.
El presbiterio se encuentra presidido por la imagen de Nuestra Señora de las Nieves, imagen de candelero para vestir realizada por Juan de Astorga a comienzos del siglo XIX. El retablo es barroco, de hacia 1690, y presenta columnas salomónicas como elementos estructurales, teniendo tallas de Santa Justa y Rufina en los laterales (1720) y de San Edmigio en la zona del ático. Aunque la devoción a la Virgen de las Nieves existió desde la fundación de la parroquia en el siglo XIV, y que en 1666 hubo fiestas solemnes a la Virgen; no es hasta 1733 cuando se documentan las primeras reglas de la hermandad, todavía conservadas en la actualidad. En los intercolumnios del espacio que precede al presbiterio se situaban originalmente dos lienzos que encargó Justino de Neve a Bartolomé Esteban Murillo. Representaban el sueño del patricio Juan y la posterior entrevista del patricio y su esposa con el papa Liberio. De gran calidad técnica y excelente composición, los dos cuadros fueron expoliados durante la invasión francesa. Tras el fin de la guerra, las piezas volvieron a España, pero no al lugar original para el que fueron concebidas, sino a la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Desde 1901 se exponen en los muros del Museo del Prado, quedando para Sevilla las migajas de unas simples copias.
El recorrido por el muro derecho comienza por un retablo dedicado a San Pedro en la Cátedra, talla barroca de 1747 acompañada por ángeles con sus atributos. Corona el ático una pintura con el tema de la Adoración de los Magos. Le sigue el retablo de la Trinidad, una estructura neoclásica de comienzos del siglo XIX que está presidida por un conjunto de la Trinidad realizado por el escultor académico de origen valenciano Blas Molner. En el banco de este retablo se sitúa un interesante grupo de la Piedad, obra realizada en barro cocido y policromada en el siglo XVIII. A los pies de la nave de la Epístola se sitúa la Capilla Sacramental, añadida entre 1642-1646 bajo la dirección del arquitecto Diego Gómez. En su interior se sitúa un retablo dedicado a San José del año 1722, con notable nacimiento de terracota en el banco atribuido a Cristóbal Ramos, en el siglo XVIII, y con imagen titular de San José fechado en el año 1677. Las hornacinas laterales cobijan tallas menores de Santa Ana y San Joaquín. En la cabecera de esta capilla se sitúa un retablo recompuesto que acoge a las imágenes de la extinguida cofradía del Sagrado Lavatorio de Nuestro Señor Jesucristo, que en 1672 se fusionó con la hermandad sacramental de la parroquia. Es recuerdo de una Semana Santa ya pasada; el Crucificado del Mandato está realizado en pasta de madera y es obra de Diego García de Santa Ana (1599). Imagen anónima es Nuestra Señora del Pópulo, de la primera mitad del siglo XVII, siendo la talla de San Juan obra catalogada del año 1698.
Pasando al muro izquierdo del templo destaca, en primer lugar, un peculiar lienzo de Bartolomé Esteban Murillo con el tema de la Última Cena. Fue encargado originalmente para la capilla sacramental, llamando la atención su cerrada composición y claroscuros nada habitual en la obra del pintor sevillano. Le sigue el retablo de la Piedad, excelente pintura renacentista sobre tabla realizada por Luis de Vargas en 1564. Se inserta en retablo reformado en el siglo XVIII pero que conserva sus originales balaustres manieristas, figurando en los laterales dos tablas con San Juan Bautista y San Francisco de Asís, también realizados por Luis de Vargas.
Junto al retablo mayor se sitúa un pequeño retablo del siglo XVII con imagen de San Juan Nepomuceno al que acompañan otras tallas de Santo Domingo de Guzmán, San Martín de Tours, San Francisco de Paula y una representación de la Fe. La decoración vegetal de roleos realizados en yesería y hasta una pequeña Giralda que se sitúa en la bóveda semiesférica, completarán el concepto del miedo al vacío u horror vacui de una de las iglesias más barrocas de la ciudad.
El misterioso interior se presenta como un templo formado por tres naves, presbiterio y coro a los pies, con capilla sacramental adosada en el muro de la Epístola (derecha). Se encuentra dividido por columnas toscanas de mármol rojo que sustentan los arcos formeros de la nave central, cubierto con bóveda de cañón con lunetos y bóveda semiesférica en el espacio del crucero. Estas columnas se encuentran adornadas con yeserías barrocas de ángeles y recargados elementos vegetales, una obra de los hermanos Pedro y Miguel Borja (1660) en cuyo diseño intervino Pedro Roldán. La reforma interior de Pedro Sánchez Falconete le dio un concepto de teatralidad barroca que enmascaró por completo las trazas góticas originales.
El presbiterio se encuentra presidido por la imagen de Nuestra Señora de las Nieves, imagen de candelero para vestir realizada por Juan de Astorga a comienzos del siglo XIX. El retablo es barroco, de hacia 1690, y presenta columnas salomónicas como elementos estructurales, teniendo tallas de Santa Justa y Rufina en los laterales (1720) y de San Edmigio en la zona del ático. Aunque la devoción a la Virgen de las Nieves existió desde la fundación de la parroquia en el siglo XIV, y que en 1666 hubo fiestas solemnes a la Virgen; no es hasta 1733 cuando se documentan las primeras reglas de la hermandad, todavía conservadas en la actualidad. En los intercolumnios del espacio que precede al presbiterio se situaban originalmente dos lienzos que encargó Justino de Neve a Bartolomé Esteban Murillo. Representaban el sueño del patricio Juan y la posterior entrevista del patricio y su esposa con el papa Liberio. De gran calidad técnica y excelente composición, los dos cuadros fueron expoliados durante la invasión francesa. Tras el fin de la guerra, las piezas volvieron a España, pero no al lugar original para el que fueron concebidas, sino a la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Desde 1901 se exponen en los muros del Museo del Prado, quedando para Sevilla las migajas de unas simples copias.
El recorrido por el muro derecho comienza por un retablo dedicado a San Pedro en la Cátedra, talla barroca de 1747 acompañada por ángeles con sus atributos. Corona el ático una pintura con el tema de la Adoración de los Magos. Le sigue el retablo de la Trinidad, una estructura neoclásica de comienzos del siglo XIX que está presidida por un conjunto de la Trinidad realizado por el escultor académico de origen valenciano Blas Molner. En el banco de este retablo se sitúa un interesante grupo de la Piedad, obra realizada en barro cocido y policromada en el siglo XVIII. A los pies de la nave de la Epístola se sitúa la Capilla Sacramental, añadida entre 1642-1646 bajo la dirección del arquitecto Diego Gómez. En su interior se sitúa un retablo dedicado a San José del año 1722, con notable nacimiento de terracota en el banco atribuido a Cristóbal Ramos, en el siglo XVIII, y con imagen titular de San José fechado en el año 1677. Las hornacinas laterales cobijan tallas menores de Santa Ana y San Joaquín. En la cabecera de esta capilla se sitúa un retablo recompuesto que acoge a las imágenes de la extinguida cofradía del Sagrado Lavatorio de Nuestro Señor Jesucristo, que en 1672 se fusionó con la hermandad sacramental de la parroquia. Es recuerdo de una Semana Santa ya pasada; el Crucificado del Mandato está realizado en pasta de madera y es obra de Diego García de Santa Ana (1599). Imagen anónima es Nuestra Señora del Pópulo, de la primera mitad del siglo XVII, siendo la talla de San Juan obra catalogada del año 1698.
Pasando al muro izquierdo del templo destaca, en primer lugar, un peculiar lienzo de Bartolomé Esteban Murillo con el tema de la Última Cena. Fue encargado originalmente para la capilla sacramental, llamando la atención su cerrada composición y claroscuros nada habitual en la obra del pintor sevillano. Le sigue el retablo de la Piedad, excelente pintura renacentista sobre tabla realizada por Luis de Vargas en 1564. Se inserta en retablo reformado en el siglo XVIII pero que conserva sus originales balaustres manieristas, figurando en los laterales dos tablas con San Juan Bautista y San Francisco de Asís, también realizados por Luis de Vargas.
Junto al retablo mayor se sitúa un pequeño retablo del siglo XVII con imagen de San Juan Nepomuceno al que acompañan otras tallas de Santo Domingo de Guzmán, San Martín de Tours, San Francisco de Paula y una representación de la Fe. La decoración vegetal de roleos realizados en yesería y hasta una pequeña Giralda que se sitúa en la bóveda semiesférica, completarán el concepto del miedo al vacío u horror vacui de una de las iglesias más barrocas de la ciudad.
Textos de:
ARJONA, Rafael: Guía Total: Andalucía. Ed. Anaya. Madrid, 2005.
ARJONA, Rafael y WALLS, Lola: Guía Total: Sevilla. Ed. Anaya. Madrid, 2007.
MORALES, Alfredo J.; SANZ, María Jesús; SERRERA, Juan Miguel y VALDIVIESO, Enrique: Guía artística de Sevilla y su provincia [I]. Fundación José Manuel Lara y Diputación provincial de Sevilla. Sevilla, 2004.
ROLDÁN, Manuel Jesús: Iglesias de Sevilla. Almuzara. Sevilla, 2010.
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2092. SEVILLA** (DCLXIII), capital: 13 de marzo de 2016.
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