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miércoles, 13 de diciembre de 2017

2096. VALLADOLID** (XI), capital: 17 de marzo de 2016.

141. VALLADOLID, capital. La Academia de Caballeria, con el monumento a José Zorrilla, en la plaza del mismo nombre.
142. VALLADOLID, capital. Fachada de la igl. del cvto. de las Comendadoras de Sta. Cruz.
143. VALLADOLID, capital. Torre y zona absidal de la igl. de Santiago.
144. VALLADOLID, capital. Interior de la igl. de Santiago.
145. VALLADOLID, capital. Retablo mayor de la igl. de Santiago.
146. VALLADOLID, capital. Retablo de la Adoración de los Reyes en una de las capillas de la igl. de Santiago.
147. VALLADOLID, capital. Xto. de la Luz, de la igl. de Santiago. 
148. VALLADOLID, capital. Retablo de San Benito penitente, en la igl. de Santiago.
149. VALLADAOLID, capital. Exterior de la igl. de Santiago.
VALLADOLID** (XI), capital de la provincia y de la comunidad: 17 de marzo de 2016.
Plaza de Zorrilla
   La plaza de Zorrilla es el lugar donde convergen los paseos ciudadanos, las frondas vegetales, las vías urbanas y una parte de los viajeros que llegan a la urbe. A la plaza se asoman la Academia de Caballería, la Casa Mantilla, el parque Campo Grande y las calles María de Molina, Santiago y Miguel Íscar. Y parten de ella la Acera de Recoletos y el paseo de Zorrilla.
   En la plaza de Zorrilla resuenan los ecos de la historia y los ruidos de las recreaciones. Esta plaza, que se abría extramuros tras sobrepasar la llamada puerta del Campo, marcaba el límite amurallado tras el que se asentaba la villa medieval. Además del hospital de la Resurrección, albergaba una famosa mancebía situada muy cerca. En la plaza de Zorrilla arden en la hoguera varios personajes de El hereje (Miguel Delibes).
   En el borde de la plaza, junto a una moderna fuente circular de muchos surtidores convertida en reloj de agua que marca horas y minutos, se encuentra la estatua de Zorrilla. El ilustre poeta romántico y autor dramático, que nació en Valladolid el año 1817 y murió en Madrid en 1893, recita versos a los coches mientras mantiene un permanente ademán declamatorio que se expresa en el brazo tendido y la mano acogedora. Albre el vate de sus dedos como si sembrara de sílabas la calle. A sus pies se asienta una musa con alas de mariposa. La estatua, erigida por suscripción popular bajo el impulso del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid, fue inaugurado en diciembre del año 1900 en un acto que, al igual que el traslado de los restos a la ciudad natal, suscitó el entusiasmo popular y desató numerosos homenajes. Es obra de Aurelio Carretero, escultor nacido en Medina de Rioseco.
   La Academia de Caballería, levantada a comienzos del siglo XX de acuerdo con los planos trazados por el comandante de ingenieros Adolfo Pierrad, despliega su elegante silueta historicista a imitación del palacio salmantino de Monterrey. Al igual que el edificio citado, fue construido con esa piedra arenisca de Montemayor que tan bien refleja el incendio de los rayos solares.
Calle de Santiago
   La calle de Santiago, que conserva cierto sabor modernista en las fachadas -roto cada cierto tiempo-, abre sus brazos repletos de invitaciones comerciales y de las últimas propuestas que formula la modernidad. Curiosamente, es una vía transitada a casi todas horas del día por una marea ciudadana que siempre se renueva y siempre muestra los mismos signos de prisa sosegada y bienestar.
   Poco después de haber iniciado el recorrido, una puerta invita a a acceder al centro comercial de las Francesas y a contemplar la fachada de la iglesia que perteneció al convento de las Comendadoras de Santa Cruz. El centro recibe el nombre de "las Francesas" porque, tras la Desamortización, fue ocupado por una comunidad de dominicas galas. La portada de ingreso, que fue realizada por el arquitecto Francisco de Mora, se acomoda a la habitual sobriedad herreriana y dispone de puerta adintelada con hornacina e imagen.
Iglesia de Santiago*
   Varios escaparates más adelante, emerge la iglesia de Santiago, templo cuyo origen se sitúa en una ermita del siglo XII. A finales del XV, el mercader, prestamista de reyes y de grandes figuras nobiliarias, reo de la Inquisición y judío converso Luis de la Serna se ofreció a reedificar un nuevo templo para alejar las sospechas desatadas por la actuación de los inquisidores, reservando la cabecera para enterramiento familiar. Terminaron las obras de la capilla mayor en el año 1500 y poco después se inició la torre, que quedaría configurada en cinco cuerpos y habría de suscitar las protestas y los pleitos de los frailes franciscanos, que se quejaban de que su excesiva altura violaba la intimidad monacal y la clausura de su cercano monasterio. Tofo fue edificado con piedra de Fuensaldaña, siguiendo los planos diseñados por el arquitecto Juan de Arandia. Tras arruinarse parte de la nave a comienzos del siglo XVII, fue trazada de nuevo en 1615 por el arquitecto Francisco de Praves. Tal como se refleja en El hereje, última novela de Delibes, esta iglesia gozó de mucha fama en el siglo XVI porque en ella difundía sus mensajes eremistas el predicador dominico conocido como doctor Cazalla.
   A simple vista, parece no tener una riqueza monumental acorde con el pasado de la urbe, pero a poco que se indaga se comprueba que el interés artístico se concentra en el fastuoso retablo barroco (siglo XVIII) que cubre la totalidad del ábside. Ensamblado por Alonso de Manzano, guarda algunas imágenes talladas por Juan de Ávila como el vistoso Santiago Matamoros que, rodeado de columnas salomónicas, racimos de una y pámpanos, ocupa el centro de la composición. Y también en el retablo de la Adoración de los Reyes, ejecutado por Alonso de Berruguete, que se esconde en la capilla sufragada por el banquero Diego de la Haya. El artista nacido en Paredes de Nava logra un conjunto escultórico que deslumbra por el dinamismo de las figuras, la perfección de talla y el acierto de la policromía.
   Merece la pena detenerse ante el artesonado de comienzos del siglo XVI que recubre el coro bajo y exhibe casetones con veneras doradas. Y en los sepulcros que se sitúan tanto en los brazos del crucero como en los muros de la capilla mayor. Éstos últimos ocupan cuatro arcosolios -descubiertos en 1974- con esculturas funerarias labradas en alabastro que (a excepción de la perteneciente a doña Blanca López de Calatayud, esposa del converso, que es renacentista) se atribuyen a Alonso de Vahía y forman un notable conjunto de escultura funeraria de finales del siglo XV - comienzos del XVI.
   Destaca también la imagen del Cristo de la luz, talla de finales del siglo XVI que en Semana Santa recorre las calles de la ciudad custodiada por la cofradía de las Siete Palabras y enfatiza su patente desamparo en la semioscuridad de una capilla, a pesar de estar acompañada por los dos ladrones. Se cree que es obra de Francisco de la Maza, discípulo de Juan de Juni, quien la labró a finales del siglo XVI.
   Y las siguientes piezas de Francisco Rincón: el grupo escultórico de Santa Ana, la Virgen y el Niño, que se expone en un retablo barroco del crucero; el San Antonio Abad, y el altorrelieve de San Jerónimo penitente que se encuentra en el muro de la epístola.

Textos de:
RAMOS, Alfredo J. Guía Total: Castilla y León. Ed. Anaya. Madrid, 2004.
IZQUIERDO, Pascual. Guía Total: Valladolid. Ed. Anaya. Madrid, 2008.

Enlace a la Entrada anterior de Valladolid**:
1811. VALLADOLID** (X), capital: 28 de mayo de 2014.

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