6796. SEVILLA, capital. Portada de la igl. del Mon. de Sta. Paula. |
6797. SEVILLA, capital. La portada y la espadaña de la igl. del Mon. de Sta. Paula. |
6798. SEVILLA, capital. Exterior de la cabecera de la igl. del Mon. de Sta. Paula. |
6799. SEVILLA, capital. Interior de la igl. del Mon. de Sta. Paula. |
6800. SEVILLA, capital. Ángel lamparero y bóveda de la capilla mayor de la igl. del Mon. de Sta. Paula. |
6801. SEVILLA, capital. Techumbre de la nave de la igl. del Mon. de Sta. Paula. |
6802. SEVILLA, capital. Retablo mayor de la igl. del Mon. de Sta. Paula. |
6803. SEVILLA, capital. Hornacina central y principal del retablo mayor de la igl. del Mon. de Sta. Paula. |
6804. SEVILLA, capital. Calle lateral del retablo mayor de la igl. del Mon. de Sta. Paula. |
6805. SEVILLA, capital. "El embarque de Sta. Paula a la isla de Citerea" de Domingo Martínez, en la igl. del Mon. de Sta. Paula. |
6806. SEVILLA, capital. "La muerte de Sta. Paula" de Domingo Martínez, en la igl. del Mon. de Sta. Paula. |
6807. SEVILLA, capital. Retablo de San Juan Evangelista, en la igl. del Mon. de Sta. Paula. |
6808. SEVILLA, capital. Retablo de San Juan Bautista, en la igl. del Mon. de Sta. Paula. |
6809. SEVILLA, capital. Retablo del Sto. Xto., en la igl. del Mon. de Sta. Paula. |
6810. SEVILLA, capital. Retablo de la Virgen del Rosario, en la igl. del Mon. de Sta. Paula. |
6811. SEVILLA, capital. San Cristóbal, en la igl. del Mon. de Sta. Paula. |
6812. SEVILLA, capital. Paño de azulejos en los muros de la igl. del Mon. de Sta. Paula. |
6813. SEVILLA, capital. Vista de los pies de la igl. del Mon. de Sta. Paula, con los coros alto y bajo. |
6814. SEVILLA, capital. Coro bajo del Mon. de Sta. Paula. |
SEVILLA** (CML), capital de la provincia y de la comunidad: 16 de febrero de 2018.
Iglesia del Monasterio de Santa Paula**.
calle Santa Paula
En 1473 concedía el papa Sixto IV la bula fundacional a Doña Ana de Santillán y de Guzmán que, al enviudar de su marido el jurado Don Pedro Ortiz y al perder a su única hija doña Blanca Ortiz de Guzmán, decidió recluirse en un emparedamiento de San Juan de la Palma. Una decisión, habitual entre las mujeres del siglo XV, que dio lugar al nacimiento de un convento de monjas jerónimas que atesoraría con el tiempo un enorme patrimonio artístico, económico y espiritual. En la misma dirección que la fundadora estuvo el patrocinio de doña Isabel Enríquez, marquesa de Montemayor, que sufragó la construcción de una nueva y suntuosa iglesia, adquiriendo el patronato sobre la capilla mayor. Esta iglesia se construyó entre 1483-1489.
El acceso a la iglesia se realiza tras atravesar una portada de ladrillo gótico mudéjar con un azulejo de la titular del convento, azulejo que vino a sustituir al retablo cerámico desaparecido en la Revolución de 1868. Desde el exterior, especialmente desde la calle Santa Paula, destaca la silueta de la airosa espadaña del convento, de dos cuerpos e inspirada en los tratados arquitectónicos de los años finales del Manierismo. Es obra de Diego López Bueno y se decora con pináculos manieristas, pilastras adosadas y azulejos del siglo XVII con emblemas alusivos a la orden como el león o el capelo cardenalicio de San Jerónimo. Por un camino de ladrillo, blanco conventual, cipreses y recuerdos de los geranios blancos de Pedro, el antiguo portero, se accede a la excepcional portada de la iglesia. Terminada en 1504, es una perfecta conjunción de elementos góticos (es portada ojival que sigue otros modelos sevillanos anteriores), de recuerdos mudéjares (como el empleo de ladrillos bícromos como material) y de elementos del primer Renacimiento (los tondos cerámicos importados de talleres florentinos o los realizados aquí con la técnica italiana). Su aspecto más novedoso radica en la decoración cerámica, debida fundamentalmente a dos autores: el italiano Francisco Niculoso Pisano y el escultor local Pedro Millán, que supo actuar en el arte sevillano como elemento de transición entre el Gótico y el primer Renacimiento. Al centro, en la clave, un tondo cerámico central procedente del taller florentino de los Della Robbia, con el tema de la Sagrada Familia y los característicos tonos blancos y azules. Florencia en Sevilla. Probablemente es el modelo de los demás, que representan a Santa Elena, San Antonio de Padua y San Buenaventura, San Pedro y San Pablo, Santa Rosa de Viterbo, los Santos Cosme y Damián y San Sebastián con San Roque, todos ellos de Pedro Millán. El fondo de grutescos y motivos renacentistas es obra de Niculoso Pisano, introductor de la técnica del azulejo plano en Sevilla, que adquirió un enorme desarrollo a lo largo del siglo XVI. En el tímpano aparece el escudo de los Reyes Católicos, coronando la portada ángeles de recuerdo gótico y flameros alternados con cabezas de querubines.
El interior de la iglesia muestra la tradicional planta de cajón conventual, estructura rectangular que presenta coro alto y bajo a los pies de la nave y con presbiterio de líneas curvas que se cubre con bóveda de nervadura gótica, un estilo retardatario para el momento de su construcción. La nave se cubre con un artesonado de madera obra de Diego López Arenas (1623) con elementos mudéjares que siguen los dictados establecidos por el propio autor en su libro Tratado de la carpintería de lo blanco.
El retablo mayor, en madera dorada, es obra de barroca de José Fernando de Medinilla (1730) que sustituyó al antiguo retablo de Andrés de Ocampo (1592). De este antiguo retablo de Ocampo se conserva la figura de Santa Paula, la fundadora de la rama femenina de la Orden, y las imágenes de San Blas y de San Agustín. De Medinilla son las imágenes de de San José y de San Antonio de Padua. Se articula mediante estípites que delimitan cuerpos y calles, estando coronado por un relieve con el tema de la penitencia de San Jerónimo en el desierto. En los muros laterales se encuentran los sepulcros de los marqueses de Montemayor (1592). En el lado izquierdo se sitúa la tumba de doña Isabel Enríquez y su hermano, don León Enríquez, mientras que en el derecho se sitúa el enterramiento de don Juan, condestable de Portugal y marqués de Montemayor. Originalmente ocuparon la zona central del presbiterio pero luego fueron trasladados a la zona actual. En los laterales del presbiterio hay unos cuadros realizados por Domingo Martínez hacia 1730. Representan la muerte de Santa Paula y el embarque de Santa Paula camino de la isla de Citerea. Los dinámicos ángeles lampareros de los muros laterales fueron realizados por Bartolomé García de Santiago (1730).
En el muro izquierdo, en la parte más cercana al presbiterio se sitúa el retablo de San Juan Evangelista, con un excelente diseño de Alonso Cano (1635) y talla principal de Martínez Montañés (1637). Muestra al Evangelista en actitud de inspiración para la escritura del Apocalipsis, teniendo el águila como símbolo iconográfico a sus pies. El retablo, articulado mediante hornacinas y columnas estriadas, estaba decorado originalmente por pinturas realizadas por Alonso Cano, que, tras ser robadas por el mariscal Soult durante la invasión francesa en 1810, se diseminaron por diversos museos europeos como la Colección Wallace de Londres. Las pinturas actuales son de diversa procedencia, quizás algunas de ellas formaron parte del retablo mayor, con atribución a Alonso Vázquez. El retablo se corona con un curioso altorrelieve que se muestra el tema de San Juan ante Porta Latina, en su libre interpretación como San Juan en la tina. A los pies del testero izquierdo una magna pintura mural representa a San Cristóbal, que algunos atribuyen a Alonso Vázquez y que entra en la tradición de los Cristobalones, representación en tamaño colosal del mítico gigante que aparece en otros lugares de la ciudad como el convento de Santa Clara o la misma Catedral.
En el muro derecho y haciendo pareja con el retablo frontal, se sitúa el excelente retablo de San Juan Bautista, realizado por Felipe de Ribas en 1637. La imagen titular, vestido con pieles y con el cordero a sus pies, es talla de Juan Martínez Montañés. Las imágenes de los laterales componen la escena de la Visitación y son obra de Felipe de Rivas. El retablo se articula mediante columnas estriadas con decoración en forma de espina de pescado, destacando el relieve superior con el tema del Bautismo de Cristo, iconografía habitual que permitía relacionar la figura del Precursor (el Bautista) y de Jesús (el Mesías). También destacan los ángeles pasionistas que se sitúan en los frontones del retablo, siguiendo los modelos de Martínez Montañés, portando dos de ellos la cabeza degollada del Bautista.
A continuación se sitúa el retablo del Santo Cristo, obra de Felipe de Rivas (1638). La talla de Cristo Crucificado es de fines del siglo XV. Recibe la advocación del Crucificado del Coral, según el Abad Gordillo, por el ramo de coral que tuvo a sus pies por donativo de un devoto, siendo una antigua donación de la hermandad de Montesión. En la zona del ático aparece representado el tema del descenso de Cristo al Limbo, motivo iconográfico que no admite la teología actual. El retablo debió ser realizado in situ sobre la talla del Crucificado: fue imposible su traslado a una exposición al ser sus medidas superiores a las de la vitrina que lo acoge. El último retablo del muro es obra de Gaspar de Rivas (1640), siendo la pequeña Virgen del Rosario que preside la hornacina central obra del siglo XVIII. A su alrededor se disponen diversas pinturas del siglo XIX. Los azulejos que adornan la iglesia son obra de Hernando Valladores del siglo XVII, con emblemas alusivos a la orden jerónima como el león y el capelo cardenalicio. Destacan los marcos de acceso a los comulgatorios que fingen una arquitectura manierista de la época.
Desde esta zona de la iglesia se puede contemplar el coro bajo, el empleado actualmente por la comunidad en los cultos diarios. Su techo presenta un artesonado del siglo XVII y sus muros se recubren con azulejo fechados en 1616 y que se pueden relacionar con el estilo de Hernando de Valladares. Cerca de la reja se sitúa el órgano, obra del maestro Otín Calvete (1806), autor de otros órganos neoclásicos de la ciudad. Barroca, de finales del siglo XVIII, es la decoración del comulgatorio de las monjas. Acoge el coro bajo la lápida mortuoria de la fundadora del convento, doña Ana de Santillán, que fue trasladada de la iglesia a este lugar en 1830. Entre las pinturas que adornan esta estancia destaca la que representa el diálogo entre San Jerónimo con Santa Paula, lienzo documentado de Herrera el Viejo (1638). También cuelgan en sus muros una Inmaculada de Pedro Rodríguez Miranda (1748), una Virgen de Guadalupe del mexicano Juan Correa, un retrato de la fundadora realizado por Antonio María Esquivel en 1836 y un lienzo que representa la Coronación de la Virgen cercano al estilo de Lucas Valdés, hacia 1660. Entre las esculturas del coro destacan un San Juan Evangelista y un San Lucas, piezas procedentes del primitivo retablo mayor (1592), una talla de la Virgen de la Salud del siglo XVIII y la imagen de la Virgen del Amor, con notable ráfaga y corona del siglo XVIII. En una vitrina se sitúa la copia del San Jerónimo penitente de Pietro Torrigiano conservado en el Museo de Bellas Artes, pieza realizada a comienzos del siglo XIX por Juan de Astorga.
Desde esta zona de la iglesia se puede contemplar el coro bajo, el empleado actualmente por la comunidad en los cultos diarios. Su techo presenta un artesonado del siglo XVII y sus muros se recubren con azulejo fechados en 1616 y que se pueden relacionar con el estilo de Hernando de Valladares. Cerca de la reja se sitúa el órgano, obra del maestro Otín Calvete (1806), autor de otros órganos neoclásicos de la ciudad. Barroca, de finales del siglo XVIII, es la decoración del comulgatorio de las monjas. Acoge el coro bajo la lápida mortuoria de la fundadora del convento, doña Ana de Santillán, que fue trasladada de la iglesia a este lugar en 1830. Entre las pinturas que adornan esta estancia destaca la que representa el diálogo entre San Jerónimo con Santa Paula, lienzo documentado de Herrera el Viejo (1638). También cuelgan en sus muros una Inmaculada de Pedro Rodríguez Miranda (1748), una Virgen de Guadalupe del mexicano Juan Correa, un retrato de la fundadora realizado por Antonio María Esquivel en 1836 y un lienzo que representa la Coronación de la Virgen cercano al estilo de Lucas Valdés, hacia 1660. Entre las esculturas del coro destacan un San Juan Evangelista y un San Lucas, piezas procedentes del primitivo retablo mayor (1592), una talla de la Virgen de la Salud del siglo XVIII y la imagen de la Virgen del Amor, con notable ráfaga y corona del siglo XVIII. En una vitrina se sitúa la copia del San Jerónimo penitente de Pietro Torrigiano conservado en el Museo de Bellas Artes, pieza realizada a comienzos del siglo XIX por Juan de Astorga.
La visita a la iglesia se continúa con el acceso al museo conventual, una de sus salas está instalada en el coro alto y permite contemplar una excelente panorámica de la iglesia. La charla distendida de las monjas, una bandeja de tocinos de cielo y alguna mermelada completarán el recorrido.
Textos de:
ARJONA, Rafael. Guía Total: Andalucía. Ed. Anaya. Madrid, 2005.
ARJONA, Rafael y WALLS, Lola. Guía Total: Sevilla. Ed. Anaya. Madrid. 2007.
MORALES, Alfredo J.; SANZ, María Jesús; SERRERA, Juan Miguel y VALDIVIESO, Enrique. Guía artística de Sevilla y su provincia I. Fundación José Manuel Lara y Diputación Provincial de Sevilla. Sevilla, 2004.
ROLDÁN, Manuel Jesús. Iglesias de Sevilla. Ed. Almuzara. Sevilla, 2010.
ROLDÁN, Manuel Jesús. Conventos de Sevilla. Ed. Almuzara. Sevilla, 2011.
ROLDÁN, Manuel Jesús. Conventos de Sevilla. Ed. Almuzara. Sevilla, 2011.
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2543. SEVILLA** (CMXLIX), capital: 15 de febrero de 2018.
2543. SEVILLA** (CMXLIX), capital: 15 de febrero de 2018.
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