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miércoles, 20 de marzo de 2019

2558. SEVILLA** (CMLXIV), capital: 21 de febrero de 2018.

6911. SEVILLA, capital. Alejandro Magno o Apolo, de la sala XV del Museo Arqueológico.
6912. SEVILLA, capital. Inicio de la vitrina dedicada a la vajilla romana, en la sala XV del Museo Arqueológico.
6913. SEVILLA, capital. Continuación de la vitrina dedicada a la vajilla romana, en la sala XV del Museo Arqueológico.
6914. SEVILLA, capital. Más vajillas romanas en la vitrina de la sala XV del Museo Arqueológico.
6915. SEVILLA, capital. Más objetos de la vitrina dedicada a la vajilla romana en la sala XV del Museo Arqueológico.
6916. SEVILLA, capital. Continuación de la vitrina dedicada a la vajilla romana en la sala XV del Museo Arqueológico.
6917. SEVILLA, capital. Final de la vitrina dedicada a la vajilla romana en la sala XV del Museo Arqueológico.
6918. SEVILLA, capital. Inicio de la vitrina de la vajilla vulgar en la sala XV del Museo Arqueológico.
6919. SEVILLA, capital. Continuación de la vitrina de la vajilla vulgar en la sala XV del Museo Arqueológico.
6920. SEVILLA, capital. Final de la vitrina de la vajilla vulgar en la sala XV del Museo Arqueológico.
SEVILLA** (CMLXIV), capital de la provincia y de la comunidad: 21 de febrero de 2018.
Museo arqueológico* - sala XV
CERÁMICA ROMANA
   Preside la sala una impresionante escultura de mármol de quien ha sido identificado por unos como Alejandro Magno, figura muy admirada e imitada por los emperadores romanos, y por otros como Apolo, el dios protector de las Bellas Artes. Se trata en cualquier caso de un dios o de un hombre divinizado, dotado de toda la enorme fuerza expresiva del pathos griego, la cabeza ladeada, el cabello ensortijado, leonino, en una prodigiosa labor de trépano, recogido por detrás con una cinta, la boca anhelante, la mirada al infinito. Es copia, sin duda, de un original perdido de época helenística. Uno de los mejores retratos idealizados de toda la Península. Hallado en Itálica a mediados del siglo XIX, se pensó que podría pertenecer a la estatua de Mercurio, pero colocado sobre ella resulta excesivamente grande.
   Las vitrinas de la sala están todas dedicadas a la presentación de los diversos tipos de cerámica romana. La vulgar, en la vitrina de la derecha, con formas todavía tan actuales como la cantimplora o el tarro de miel. En la larga vitrina frontal, la llamada, por su sutileza, de "paredes finas", en ocasiones poco más que una cáscara de huevo, decorada con sencillos motivos plásticos, hojas, púas, arenas, etc. Entre ellas hacemos notar la presencia de un ejemplar vidriado en verde, técnica que ya habían conocido los romanos en Oriente y traído hasta nosotros antes de que su uso se generalizara en época árabe. Y en la de la izquierda, la más conocida y difundida, la "sigillata", "sellada", por las marcas de alfarero que frecuentemente presentan, y con diversos apelativos, de acuerdo con su procedencia: "aretina", por su probable origen en Arezzo, Italia; "gállica", del sur de Francia; "hispánica", de cualquiera de los hornos peninsulares. Estuvo en uso a lo largo de toda la época imperial. En las producciones más tardías, las llamadas "claras" o "anaranjadas", de procedencia norteafricana, se observa ya a veces la presencia de motivos cristianos, como veremos en la sala XXVI.
   En la Bética han sido localizados diversos alfares de interés de cerámica de mesa, sigillata y común, pero ninguno de ellos se ubica en la provincia de Sevilla, donde, a pesar de todo, sí se han localizado numerosos hornos de alfarero, pero debieron estar dedicados exclusivamente a la producción de ánforas, de las que tan intenso uso comercial se hizo a lo largo de todo el periodo romano, como veremos en la sala XXIII. El hallazgo de Orippo (Dos Hermanas) de diversos moldes de discos y asas de lucernas, que pueden contemplarse en la primera vitrina, avala la existencia de esos hornos.
   Al alfar de mayor interés localizado en la Bética quizá sea el de Andújar (Jaén), cuya producción no se limita sólo a la cerámica romana, sino también a la ibérica pintada y común, así como de paredes finas y lucernas. La producción más estudiada ha sido la de sigillata, de la que se han descubierto medio centenar de marcas, tanto sobre formas lisas como decoradas. Parece haber iniciado su actividad en tiempos de Tiberio - Claudio, época a la que pertenece la mayor parte de la cerámica ibérica, producción que va decreciendo hacia época flavia, para intensificarse la de sigillata y común, que conoce ahora su mayor apogeo. A mediados del s. II parece terminar la actividad del taller. Sus productos se extienden por toda la península, sobre todo en Andalucía y el Norte de África.
Textos de:
FERNÁNDEZ GÓMEZ, Fernando y MARTÍN GÓMEZ, Carmen. Museo arqueológico de Sevilla. Guía oficial. Consejería de Cultura, Junta de Andalucía. Sevilla, 2005.

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