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sábado, 16 de noviembre de 2019

2799. SEVILLA** (MCXVI), capital: 29 de octubre de 2018.

8335. SEVILLA, capital. Fachada principal de la Casa de Pilatos.
8336. SEVILLA, capital. Fachada secundaria de la Casa de Pilatos.
8337. SEVILLA, capital. Patio principal de la Casa de Pilatos.
8338. SEVILLA, capital. Una de las esculturas del patio principal de la Casa de Pilatos.
8339. SEVILLA, capital. Uno de los jardines de la Casa de Pilatos.
8340. SEVILLA, capital. Un rincón de la Casa de Pilatos.
8341. SEVILLA, capital. Otro de los jardines de la Casa de Pilatos.
8342. SEVILLA, capital. Otro jardín de la Casa de Pilatos.
8343. SEVILLA, capital. La fuente del patio principal de la Casa de Pilatos.
8344. SEVILLA, capital. Uno de los salones de la Casa de Pilatos.
8345. SEVILLA, capital. La Capilla de la Casa de Pilatos.
8346. SEVILLA, capital. Otra de las estancias de la Casa de Pilatos.
8347. SEVILLA, capital. Jardín grande de la Casa de Pilatos.
8348. SEVILLA, capital. Doble arquería del jardín grande de la Casa de Pilatos.
8349. SEVILLA, capital. Una última imagen de la Casa de Pilatos.
SEVILLA** (MCXVI), capital de la provincia y de la comunidad: 29 de octubre de 2018.
Casa de Pilatos**
   Constituye uno de los ejemplos más sobresalientes de la arquitectura doméstica sevillana del siglo XVI. Su construcción se inició en los años finales del siglo precedente por D. Pedro Enríquez, Adelantado Mayor de Andalucía, y por su mujer Dª Catalina de Ribera. Sin embargo, la mayor parte del edificio se erigió por deseo del hijo de ambos, Don Fadrique, a su regreso de un viaje a Jerusalén. La presencia de éste, que fue primer marqués de Tarifa, en Tierra Santa, junto a la idea generalizada de que el palacio sevillano era una copia del pretorio de Poncio Pilatos, dio lugar al nombre con el que popularmente se le conoce. También existe la tradición de que el nombre le viene dado por haber estado junto a la puerta de esta casa la primera estación del víacrucis que iba hasta la Cruz del Campo. Al señalarse en esa estación que Cristo era juzgado en casa de Poncio Pilatos, el vulgo comenzó a llamar al edificio la Casa de Pilatos.
   La planta del palacio, de grandes dimensiones, se distribuye en torno a una serie de espacios abiertos, tanto patios como jardines, creando una compleja trama de líneas quebradas. En las dependencias que se abren alrededor de ellos se conjugan diversos estilos artísticos que van desde el mudéjar al barroco, pasando por el renacentista.
   El primer elemento a destacar en el palacio es la portada de ingreso, obra realizada en Génova por Antonio María de Aprile en 1529, por encargo del marqués de Tarifa. Está resuelta a la manera de un arco triunfal, con una manifiesta pureza de líneas, en la que destacan los medallones clásicos. En el friso, entre los escudos de la familia, una inscripción conmemorativa alude a la peregrinación efectuada a Jerusalén en 1519. Pero a este detalle renacentista de la puerta se contrapone la crestería gótica que a modo de antepecho remata los muros. En el lado izquierdo de la portada se sitúa una hornacina de jaspes polícromos, con una cruz, realizada en 1630, por los maestros Nicolás de Ferrero y Andrés Correa. 
   Desde el apeadero, que comunica con las caballerizas, se accede al patio principal, de sabor clásico, a pesar de la exuberante decoración mudéjar que presenta. A ello contribuyen las solerías y columnas de mármol, la fuente central y especialmente los bustos y estatuas que lo decoran. Las columnas fueron labradas por Antonio María Aprile y destacan con su blancura de los zócalos de azulejos de reflejos y cuenca, realizados por los hermanos Polido, entre 1535 y 1538. La fuente central presenta en su remate un busto de Jano bifronte, correspondiendo las dos estatuas principales, situadas en los ángulos, a la diosa Palas. Una está armada, mientras que la otra muestra el carácter pacífico de la Athenea Lemnia. Las otras dos estatuas femeninas, de menores proporciones, se identifican con una musa y con la diosa Ceres.
   Gran interés poseen los veinticuatro bustos de emperadores romanos, que junto con el de Carlos V y Cicerón, se distribuyen por las galerías bajas del patio. Son de origen romano y en su mayor parte proceden de un regalo papal, habiendo sido restauradas por el escultor, también italiano, Giuliano Meniquini en 1573.
   En uno de los flancos del patio se abre el Salón del Pretorio en el que destaca el espléndido artesonado con casetones, piñas de mocárabes y escudos nobiliarios, labrado en 1536 por el maestro Andrés de Juara. Se completa la decoración de la sala con unos hermosos zócalos de azulejos, yeserías y espléndidas puertas de estética mudéjar. Desde este salón se accede al Jardín Chico, en el que se sitúa un pabellón con armadura, realizada en 1538 por Francisco Vélez; de gran calidad son las rejas renacentistas de las ventanas. En el lado norte del patio, pasada la sala del Descanso de los Jueces, se encuentra la capilla de la Flagelación. La sala, constuida a fines del siglo XV, está cubierta por bóveda de nervaduras y decorada con azulejos y yeserías de estilo mudéjar.
   El flanco oeste del patio está ocupado por una sala rectangular con espléndido artesonado y delicadas rejas de forja. Desde ella se pasa al Jardín Grande. En las dependencias que lo rodean intervino el arquitecto Benvenuto Tortello, así como Juan de Oviedo, quien se ha relacionado con las salas del lado norte.
   En el ángulo suroeste del patio se levanta la grandiosa escalera que comunica con la planta alta. Su pavimento está realizado con losas de Tarifa, los muros adornados con zócalos de azulejos y todo el espacio va cubierto con una cúpula de madera apoyada en trompas de mocárabes labrada por el maestro Cristóbal Sánchez. En 1537 el pintor Antón Pérez se encargó de pintar y dorar la bóveda, concluyéndose definitivamente la obra dos años más tarde.
   La planta alta del palacio, donde se aprecian diversas reformas contemporáneas, conserva sin embargo, restos de decoración mural, que aunque fragmentaria sirve para dar una idea del carácter renacentista de la casa. En la galería del lado oeste se pueden observar, dispuestas en hornacinas fingidas, una serie de personajes de la antigüedad, entre los que se identifican a Cicerón, Tito Livio, Horacio, Cornelio Nepote y Quinto Curcio. Fuento pintados en 1539 formando una galería de personajes famosos, hoy desgraciadamente incompleta. En la sala llamada de las Vidrieras, situada en el lado frontero, puede apreciarse otra muestra del espíritu humanista que alentaba a los propietarios del palacio. En sus paredes aún se conservan fragmentos de grandes pinturas en las que se representaban las cuatro estaciones. La composición de las escenas tiene sus fundamentos literarios en los triunfos de Petrarca y su base iconográfica en los grabados realizados en 1537 por Pieter Coecke Van Aelst.
   En la planta alta del edificio se dispone una amplia colección de pinturas y tapices, adornando una serie de salas, espléndidamente amuebladas. El punto de partida para la visita de esta planta es la sala del Torreón, uno de cuyos frentes está adornado por un gran tapiz de William Pannemaker, obra realizada en Amberes en 1530, que representa el Baile de los Desposorios. A Gaspar de Crayer puede atribuirse el retrato ecuestre de D. Miguel Francisco de Moncada, marqués de Aitona, obra que pintó en Flandes a mediados del siglo XVII. En las salas que se abren a la izquierda del torreón, se exhibe una serie de importantes pinturas. En la primera de estas salas figura un grupo de retratos pertenecientes a Agustín Esteve, que representan a Dª Josefa Manuela Téllez Girón, a su hija Josefa Gayoso de los Cobos y Téllez Girón y a D. Domingo Gayoso de los Cobos, suegro y abuelo de los anteriores, respectivamente. Figura en esta sala una pequeña pintura de Goya que representa el arrastre del toro, obra que pertenece a una extensa colección de temas taurinos, dispersa en distintas casas nobiliarias españolas. Asimismo en esta estancia figuran dos retratos realizados por Valerio Iriarte, pintor del siglo XVIII, que representan a D. Nicolás Fernández de Córdoba y a Dª Gerónima Espínola, duques de Medinaceli. Finalmente pueden citarse también dos paisajes del pintor Jean Thomas Thibault, realizados en 1804.
   La siguiente habitación, de planta rectangular, se cubre con un techo adornado con pinturas realizadas por Francisco Pacheco en 1604. El conjunto pictórico representa la Apoteosis de Hércules, apareciendo este personaje en el panel central. Rodean a Hércules en el Olimpo, Júpiter, Juno, Diana, Marte, Mercurio, Minerva, Neptuno, Venus, Vulcano, Vesta, Ceres y Apolo. En los paneles menores figuran los episodios de Ícaro y Dédalo, la Caída de Faetón, el rapto de Ganímedes, Belerofonte cabalgando sobre el caballo Pegaso, la Envidia y la Justicia Divina. En la sala siguiente termina el recorrido de esta ala de la casa. En su techo se representa una escena circular del Festín de los Dioses, obra anónima del siglo XVII. Se conserva aquí también el retrato anónimo de un caballero flamenco del siglo XVII, una representación de Cristo y la Samaritana, copia de Francisco de Mura del siglo XVIII, una Adoración de los Reyes del siglo XVIII, obra de un imitador de Lucas Jordán, y una vista de Villaviciosa de Odón firmada por Francesco Battaglioli en 1750.
   Volviendo al salón del torreón, se pasa de aquí al comedor situado en el ala derecha. Sobre la chimenea se encuentra un magnífico bodegón de Giussepe Recco, firmado por este artista en 1679. Presenta a un niño negro en el interior de una estancia, repleta de platos, jaras, vasos y copas, de vidrio, metal y cerámica, configurando un conjunto de gran atractivo visual. En este mismo comedor figuran retratos del duque y la duquesa de Lerma, firmados por Juan Pantoja de la Cruz en 1602. Otro retrato del estilo de Pantoja, pero de inferior calidad a los anteriores es el de Dª Antonia de Toledo y Colonna, duquesa de Medinaceli. A Juan Carreño de Miranda puede atribuirse el retrato de Dª Felipa de la Cerda y Aragón, fechable hacia 1675.
   En la pieza contigua al comedor se conservan retratos anónimos del siglo XVI de D. Francisco de los Cobos, secretario de Carlos I y del conde de Castrojeriz. Una pintura que representa a Prometeo es también anónima, y pertenecerá a un seguidor de Ribera en Nápoles, siendo fechable hacia 1650. El retrato de D. Lorenzo Suárez de Figueroa, duque de Feria, es obra firmada por Felipe Diriksen en 1635. 
   De nuevo desde aquí hay que regresar a la sala del torreón para pasar al archivo. En las dos salas que le anteceden se conservan también interesantes pinturas. En la primera de ellas figura una amplia colección de obras religiosas, todas ellas anónimas, entre las que destaca una magnífica pintura sobre tabla que representa a la Magdalena, de mediados del siglo XVI. La siguiente sala está presidida por un gran retrato de Dª Ana Fernández de Henestrosa y Gayoso de los Cobos obra de Fernado Álvarez de Sotomayor. Figuran también dos retratos de Dª Bárbara de Braganza, uno de edad juvenil, copia de un original de Jean Ranc, y otro de edad madura, que puede ser atribuido al pintor francés Louis Michael Van Loo, fechable hacia 1750.
   En el archivo y en su segunda sala se conservan tres pinturas de Lucas Jordán de gran calidad y belleza. Dos de ellas corresponden a episodios de la Jerusalén Liberada, de Torcuato Tasso,  y representan a Herminia y los pastores y La curación milagrosa de Godofredo de Buillón. La otra pintura de Lucas Jordán, representa la Bendición de Jacob a Isaac.
Textos de:
MORALES, Alfredo J.; SANZ, Mª Jesús; SERRERA, Juan Miguel; y VALDIVIESO, Enrique. Guía artística de Sevilla y su provincia I. Diputación de Sevilla y Fundación José Manuel Lara, 2004.

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2798. SEVILLA** (MCXV), capital: 28 de octubre de 2018.

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