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jueves, 5 de noviembre de 2020

3154. TEBA (I), Málaga: 22 de junio de 2019.




















TEBA (I), provincia de Málaga: 22 de junio de 2019.
   Al noroeste de la provincia se sitúa el municipio de Teba, en el valle del río Guadalteba, con un paisaje ondulado en el que sobresalen la Sierra de Peñarrubia y el desfiladero del Tajo del Molino-Torró. La villa se enclava en alto, entre cuatro cerros. Los vestigios humanos más antiguos se remontan al Neolítico, como los encontrados en la Cueva de las Palomas, -material lítico del III milenio-, y en Los Castillejos (cerámica algárica del 2000 a.C.). En este último yacimiento también se han hallado importantes restos púnicos del s. VIII-III e ibéricos del s. VI-IV En tiempos romanos, la población de Attegua, en la hoy llamada Teba la Vieja, fue bastante importante dentro de la Bética, y sobre ella dan noticias Julio César, Hircio y Suetonio, habiendo aparecido restos de su sistema defensivo. El principal yacimiento romano es el del Cortijo del Tajo, donde había un asentamiento cuyo nombre aún se desconoce, y en el que han aparecido pesas, monedas, cerámica, vidrios, mosaicos, lápidas y esculturas. En la Sala Arqueológica de Teba se puede apreciar la mayor parte de estos hallazgos, que abarcan desde la Prehistoria hasta la época musulmana: entre las piezas ibéricas destacan un carnero, del s. IV a.C. y un exvoto, cabeza muy abstracta, aparecidos en Los Castillejos; y entre las romanas, un busto de Tiberio (h. 4-14) y un fauno (s. I-IV) del Cortijo del Tajo, y un ara de mármol rosa con inscripciones, del yacimiento del Cortijo de las Casillas.
   Fue con la ocupación árabe cuando la población se trasladó a la actual Teba, llamada tanto Ostipo como Ostebba. El principal resto musulmán es el importante Castillo de la Estrella, que si bien ya había sido edificado por los romanos, fue con los árabes cuando recibió su actual fisonomía. La obra romana se aprecia en el primer cuerpo de algunos muros y torres, siendo árabe el resto: era un recinto de 20.000 m2, con doble muralla y dieciocho torres, del cual se conservan varios tramos de las murallas, la Torre del Homenaje, el amplio Patio de Armas y una necrópolis, algunos de cuyos restos se guardan en la Sala Arqueológica.
   La ciudad fue conquistada por Alfonso XI en 1330, siendo célebre la ayuda prestada por el caballero escocés Sir James Douglas, quien murió en la batalla: Teba lo homenajea con una lápida en la Plaza de España, regalada por la localidad escocesa de Melrose. Aunque sufrió varios asedios posteriores, sobre todo en el reinado de Juan II, Teba nunca más volvió a manos musulmanas. De su amplia jurisdicción partirían muchos repobladores de los núcleos adyacentes. La villa fusiona el urbanismo orgánico árabe con el más rectilíneo cristiano.
Parroquia de la Santa Cruz la Real
   El arquitecto José Tirado, maestro mayor de la diócesis de Sevilla, fue el autor de este magnífico templo, uno de los mejores de la provincia, edificado entre 1699 y 1717. Su planta es basilical de tres naves, divididas por ochos esbeltas columnas de mármol rojo sobre plintos, coronadas por trozos de entablamento. Los arcos formeros se decoran con angelillos de estuco sobre los capiteles y con yeserías de motivos vegetales en las enjutas. La nave central es más ancha y alta que las laterales, y se cubre con bóveda de medio cañón rebajado, con arcos fajones. Las laterales poseen bóvedas de arista, mientras que la capilla mayor se cubre con media naranja. A los pies se dispone un amplio coro elevado. La nave del Evan­gelio tiene adosada una gran capilla incompleta de planta poligonal, puede que concebida para sagrario y hoy usada como almacén de tronos y enseres procesionales. Tras la capilla mayor está la sacristía, rectangular con bóveda de medio cañón con arcos fajones que dividen tres tramos: en los laterales, bajo lunetos hay ventanas, en cuya base se disponen azulejos bajomedievales procedentes del castillo. A través de la sacristía se accede a una cripta situada bajo el presbiterio.
   Cuenta con dos portadas: la de los pies y la de la nave de la Epístola. La más interesante es la primera, que recuerda el estilo del sevillano Diego Antonio Díaz, con arco de medio punto entre pilastras toscanas cajeadas, entablamento denticulado y pequeño frontón curvo partido -todo ello en piedra-, sobre el que se dispone un segundo cuerpo de obra más pequeño, que alberga una cruz entre pilastras similares a las inferiores y frontón curvo. Sobre éste hay una ventana enrejada y, en el tejado, una pequeña espadaña. La otra portada, que comunica con un patio, apenas tiene entidad arquitectónica, consistiendo en un simple arco de medio punto encalado. La torre, a los pies del Evangelio, sigue el modelo sevillano, y su cuerpo de campanas tiene a cada lado dos arcos de medio punto entre pilastras, rematándose por un chapitel octogonal.
   La iglesia cuenta con un rico patrimonio mueble. En primer lugar, el originario cancel de acceso, de madera con decoración rococó. Pero sobre todo llaman la atención las pinturas murales, de escuela sevillana de la primera mitad del XVIII: cortinajes en el altar mayor y la tribuna del coro; bajo éste, en dos arcos de medio punto flanqueando el cancel, Juicio Final y San Cristóbal, muy deteriorados; Evangelistas en las pechinas de la bóveda del presbiterio; alegorías de la Fe, Esperanza, Caridad y Triunfo de la Cruz en los muros de los extremos de las naves laterales; motivos florales en grisalla, San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino en la capilla del Sagrario, en el testero del Evangelio; los mismos roleos con Santa Catalina de Alejandría, San Francisco de Asís y San Ignacio de Loyola, además de motivos e inscripciones funerarias, en la capilla de las Ánimas, en la cabecera de la Epístola; Bautismo de Cristo en la capilla bautismal, a los pies de la nave de la Epístola; y un dosel con cortinajes en la pared del tramo central de la sacristía.
   En el presbiterio se halla un retablo de madera dorada y policromada, en su mayor parte clasicista del XX, aunque conserva el ático del originario del XVIII, con la representación de la Trinidad (Padre Eterno de bulto redondo, Cristo representado por la Cruz y Paloma); en la hornacina central se sitúa un Cristo de la Sangre, sevillano de mediados del XX, bajo el cual se encuentra una Inmaculada del XVII; el retablo cuenta también con un lienzo de la Inmaculada, del XVII. En el presbiterio hay otro lienzo de gran calidad, unos Desposorios Místicos de Santa Catalina, posiblemente del XVI, o al menos copia de obra manierista. En el lado del Evangelio se conserva un púlpito dieciochesco de madera dorada. En la nave del Evangelio hay, en un retablo a los pies, un gran Niño Jesús del XVIII que sigue el modelo montañesino, muy repintado; y en un retablo de finales del XX, con dos ángeles lampadarios del XVIII, una Virgen de la Paz de Antonio Illanes, de 1939. En la capilla del Sagrario se encuentra un soberbio retablo-tabernáculo de mármol rojo de Teba, del s. XVIII, -al igual que la alacena también de piedra tallada situada a la izquierda- con columnas dóricas, sagrario de plata (1839) y, en la hornacina, magnífica Inmaculada de madera  policromada, obra cordobesa del  XVIII; todo ello envuelto por un dosel de tela estucada y dorada del XX. En la capilla bautismal se encuentran la pila -con el pie del XVIII y la taza del XX-, una talla de la Virgen de la Cabeza de finales del XV o principios del XVI, y un Crucificado en madera de olivo sin policromar de los talleres de Félix Granda, de 1952. En la nave de la Epístola, destacan una Virgen del Rosario de vestir, de principios del XX, en un retablo reciente; y sobre todo una Virgen de los Dolores del granadino Antonio Illanes, de 1934, en un retablo con columnas salomónicas, recompuesto utilizando restos del XVIII. En la Sacristía se conservan algunos cuadros devocio­nales, además de una mesa y un aguamanil de piedra del XVIII, y una amplia cajonera, parece que del XIX.
   En dos pequeñas salas junto a la sacristía se conservan, bajo el nombre de Museo Parroquial de Teba, otras piezas del importante patrimonio del templo, principalmente orfebrería, tejidos y libros. Lo más sobresaliente es la colección de platería. La pieza maestra es una Cruz procesional de plata dorada, atribuida a Alfaro, del último cuarto del XVI, de estructura arquitectónica y cincelada con relieves de la Pasión, Evangelistas, Doctores de la Iglesia y ángeles pasionarios. De sus trece cálices, destacan uno plateresco de plata, del s. XVI; el magnífico de Portocarrero (1696), donado por D. Pedro Portocarrero y Guzmán, patriarca de las Indias, con esmaltes y motivos florales a buril sobre plata dorada; dos de plata dorada del XVII; y uno del XVIII ornamentado con emblemas eucarísticos y ángeles pasionarios. También hay un ostensorio en plata dorada del XVIII con decoración vegetal, un portapaz barroco con relieve de la Inmaculada (1742), un portapaz rococó (1784), un relicario de plata rococó (finales del XVIII), una cruz procesional con nudo del XVI y cruz del XIX, y dos atriles cordobeses de 1774, además de otras piezas litúrgicas menores. De entre los numerosos tejidos, principalmente ternos, destacan el de Isabel la Católica, rojo, con pluvial, capillo, casulla y dalmáticas; y la capa pluvial de Navidad, del XVIII, en brocado de plata sobre fondo blanco. Por último, del patrimonio bibliográfico merece resaltarse un Misal Romano de 1679.
Convento de San Francisco
   De este conjunto, fechado entre finales del XVI y principios del XVII, sólo se conserva la portada  manierista de la iglesia, integrada en la fachada de un polideportivo. Esa interesante portada consiste en un arco de medio punto con el emblema franciscano de las cinco llagas custodiado por el cordón, entre pilastras cajeadas que sostienen un frontón partido por el otro emblema franciscano, de los brazos. Integrados en el polideportivo, hay restos muy alterados del convento, que fueron adaptados como fábrica y en la actualidad como almacén.
Ermita de Nuestra Señora del Carmen
   Construida en el siglo XVI, aunque muy alterada posteriormente, es un característico ejemplo de arquitectura religiosa popular, muy simple. La nave se cubre con bóveda de cañón rebajada. Lo menos reformado es el amplio camarín hexa­gonal del altar mayor obra del XVIII, con bóveda de media naranja muy rebajada, pilastras y restos de pinturas de ornamentos florales en el friso. La fachada, muy transformada, es adintelada, y se remata por un hastial escalonado.
Arquitectura doméstica
  Aparte de la arquitectura popular característica de la zona, Teba cuenta  con importantes ejemplos de viviendas señoriales que van desde el siglo XVI a principios del XX, destacando sobre todo las de finales del XIX y comienzos del XX. De las más antiguas, deben citarse la Casa Condal de la Emperatriz Eugenia de Montijo, en la calle Grande, y el Palacete del Marqués de Greñina, en la calle Nueva. De la Casa Condal, originaria del XVI, sólo se conserva la portada, ya del XVIII, con columnas toscanas sobre plintos bulbosos que sostienen alto entablamento. En el palacete del Marqués de Greñina, del siglo XVIII, destaca su desproporcionada portada barroca, que llega casi al alero, con estípites y frontón partido por hornacina también flanqueada por estípites y que alberga un Sagrado Corazón moderno. Hay algunas viviendas de comienzos del siglo XX, con interesantes ornatos pintados de corte modernista.
Textos de: 
Rosario Camacho Martínez (dirección), Francisco J. García Gómez, Francisco José Rodríguez Marín y Belén Ruiz Garrido, Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006.

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