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jueves, 26 de noviembre de 2020

3175. MDINA** (I), Malta: 23 de agosto de 2019.



























MDINA** (I), isla de Malta: 23 de agosto de 2019.
   Antigua capital de Malta, Mdina "la ciudad del silencio" se alza sobre un altozano central de la isla principal. Amurallada, encierra un rico y bien conservado legado histórico-artístico, uno de los más reseñables de Malta.
   Ya desde la época de fenicios y romanos estuvo habitada esta meseta natural, ideal para la defensa, dando nombre a la isla principal como Maleth y Melita. Los árabes le dieron el nombre actual fortificando más la plaza, las construcciones que quedaron fuera del perímetro de la muralla o arrabal pasaron a llamarse Rabat y es donde habitaban las clases populares. Fue capital de la isla hasta 1571, cuando su sede se trasladó a la costa en La Valeta. 
   Hoy Mdina es como un museo viviente lleno de palacios, templos y museos por donde deambulan típicas carrozas que se pierden en estrechas calles repletas de encanto mediterráneo y densa historia. Sus coquetas plazas, siempre monumentales, están adornadas con destacados palacios como el de Villena (o de los Maestres), habilitado como Museo Nacional de Historia Natural, en el que se hallan las antiguas mazmorras de la ciudad. Otro destacable pa­lacio, cerca de la catedral, se conoce con el nombre de Palazzo de Santa Sophia, uno de los edificios más antiguos (1233) y emblemáticos de Mdina.
   En la plaza contigua se alza la catedral de San Pablo, cuyas torres y su magnífica cúpula destacan sobre el horizonte de la ciudad; de su bellísimo interior barroco destacan los frescos con escenas de la vida del santo venerado, obra de Mattia Preti. En el suelo se hallan las lápidas de personajes y religiosos locales y bajo la iglesia existe una cueva donde según la tradición estuvo refugiado San Pablo después de haber naufragado en Malta. Al lado hay un museo que ocupa una antigua villa romana entre cuyos objetos y obras destacan pinturas tanto de Durero como de Goya.
   Otros edificios destacables son el palazzo Falzon, de característico estilo normando y patio acogedor, en el que hay instalado un pequeño museo y una notable cocina del siglo XVI.
   En definitiva esta apacible ciudad está diseñada para ser paseada lentamente, observando sus numerosos detalles, oliendo el perfume que sale de sus frondosos jardines interiores que la convierten en un lugar ideal para una estancia romántica y evocadora. A ello ayudan los pocos pero distinguidos alojamien­tos y restaurantes que se abren a frescas plazoletas.
   En la Meseta que se eleva en la parte suroeste de la isla se halla la que ha sido la capital histórica del archipiélago maltés hasta 1570 desde la dominación fenicia hasta la ocupación de la isla por la Orden de los Caballeros, la ciudad de Mdina (292 habitantes). Esta antigua aristocrática capital medieval y su prolongación hacia la actual ciudad de Rabat conservan un patrimonio histórico y cultural que merece una imprescindible visita.
   Los nombres y títulos de Mdina con el devenir de los siglos han sido diversos dependiendo de sus gobernantes y de su papel, pero su nombre medieval es el que mejor la describe: "Cittá Notabile", la Ciudad Noble. Ha sido y es todavía, el hogar de las familias nobles de Malta; algunas son descendientes de los caciques normandos, sicilianos y españoles que fundaron sus hogares en Mdina desde el siglo XII hasta ahora. Sus impresionantes palacios se alinean en sus calles estrechas, silenciosas y sombrías, sus bellos edificios barrocos, su hermosa catedral de San Pablo..., la hacen imprescindible para el visitante y uno de los ejemplos de ciudad medieval amurallada mejor conservados de Europa a pesar que en la actualidad su población fija no supere los 500 habitantes.
   No obstante, los orígenes e importancia de la ciudad son muy antiguos remontándose a más de 4.000 años. Precisamente su estratégica ubicación en el centro de la isla, alejada de la costa, y su ele­vación que permite una mejor defensa del entorno, hizo que desde la Edad del Bronce fuese un núcleo de asentamiento humano fortificándose su posición. Alrededor del 700 a.C. los fenicios levantaron aquí la que se conoció como la factoría de Malat.
   Durante la época de la ocupación romana, la ciudad fue declarada como Municipium Melita, "ciudad de la miel", fijando en ella su palacio el gobernador romano de la isla y atravesando su momento de mayor esplendor como lo prueban los numerosos restos que pueblan Rabat y Mdina y las descripciones que sobre las mismas recogen los textos de autores clásicos como Cicerón, Tito Livio y Diodoro Sículo.
   Las invasiones árabes del 870 pusieron fin a esta prosperidad, diezmaron a toda la población y arrasaron la ciudad clásica, lo que nos lleva a diferenciar entre las actuales dos ciudades que hoy conocemos, la histórica Mdina, que los nuevos dominadores rodearon con sus 19 m de muralla, y los arrabales exteriores pobres (hoy la moderna Rabat), que antaño constituían parte integrante de la próspera ciudad de Melita. Así, la nueva ciudad de Mdina desde la época musulmana presenta el casco histórico medieval separado de su pueblo más cercano, Rabat.
   Una parte sustancial de su arquitectura actual es reflejo precisamente del período de dominación musulmana que duró hasta la definitiva conquista de la isla por parte de los normandos, en el año 1091 de nuestra era. A partir de este momento, Mdina se convierte en la capital feudal y aristocrática que conocemos con la construcción de iglesias, casas señoriales, gruesas murallas y un gran foso que rodearon la ciudad hasta la cesión del archipiélago por el rey español Carlos I, en 1530, a la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de los Caballeros de San Juan de Jerusalén, Rodas y Malta.
   Esto significó el traslado de la capital de la histórica Mdina a la nueva ciudad de los caballeros, primero a Birgu y luego a La Valeta, con el progresivo deterioro y abandono de Mdina y su entorno, a pesar de que siguió siendo la capital por excelencia de la aristocracia isleña y que fue siempre el escenario de la ceremonia mediante la cual cada Gran Maestre de la Orden juraba públicamente su intención de proteger las islas maltesas y los derechos e instituciones de sus gentes. El fuerte terremoto de 1693 la dañó severamente y llevó a la introducción del estilo barroco, llegándose a reconstruir casi totalmente la Catedral y los palacios Magisterial y Falson.
   La ciudadela de Mdina es el mejor ejemplo en el archipiélago de una ciudad amurallada medieval. La entrada de la ciudad se realiza a través de un puente levadizo de piedra y una puerta creada por el arquitecto francés Charles François de Mondion en 1724 y que conduce a un laberinto de calles estrechas, alineado con las iglesias, monasterios y palacios de los siglos XIV a XVIII conectados por minúsculas plazas. Entre los edificios con mayor interés destacan el Palazzo Falson, la Colegiata de San Pablo y el Museo y el bastión de la Città Nobile, desde donde se puede comprobar la estratégica ubicación de la ciudadela y admirar unas impresionantes vistas de los campos y de la lejana bahía de San Pablo.
   A finales del 2015 se acondicionó y ajardinó el foso de la ciudad siendo un lugar idóneo para el paseo y celebración de conciertos y ferias.
   La ciudad de Mdina creció en lo que fue su arra­bal o Rabat siendo más extensa y poblada (12.500 hab.) y esplendorosa como atestiguan los numerosos restos de edificios, su importante villa romana y las catacumbas de San Pablo y Santa Ágata. Esta ciudad tiene también iglesias barrocas y bellos monasterios en su día concebidos como fortalezas independientes pero que hoy se pueden visitar integrados en el casco urbano moderno.
PALAZZO VILHENA / MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL**
   Este palacio del Gran Maestre Vilhena que hoy al­berga el Museo Nacional de Historia Natural fue levantado en 1733 por el arquitecto maltés Giovanni Barbara como lugar de residencia estiva l del que fue Gran Maestre portugués de la Orden. En sus orígenes fue concebido como la residencia de los Grandes Maestres. Fue transformado en un edificio administrativo y un tribunal, y albergó una prisión. Durante la ocupación británica y hasta 1950 fue utilizado como hospital militar y en la actualidad el museo alberga colecciones tanto locales como extranjeras de esqueletos, peces, insectos, aves, moluscos, fósiles, plantas y muestras geológicas.
Textos de:
Francisco Sánchez y Edgar de Puy, Un corto viaje a Malta y Gozo. Anaya Touring, Madrid, 2018.

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