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domingo, 8 de septiembre de 2013

603. TALAVERA DE LA REINA* (I), Toledo: 7 de septiembre de 2008.

1. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. Fachada de la basílica de Ntra. Sra. del Prado.

2. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. Cimborrio y cúpula de la basílica de Ntra. Sra. del Prado.

3. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. Vista de la basílica de Ntra. Sra. del Prado desde la plaza de toros.

4. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. Paneles de azulejos de la basílica de Ntra. Sra. del Prado.

5. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. Detalle de otro de los paneles de azulejos de la basílica de Ntra. Sra. del Prado.

6. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. Plaza de toros.

7. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. Restos de la muralla en la plaza de Zamora.

8. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. Parte de la muralla con la colegiata al fondo.

9. TALAVERA DE LA REINA, Toledo, Fachada y torre de la colegiata de Sta. Mª la Mayor en la plaza del Pan.

10. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. Lateral de la igl. del Colegio de San Prudencio.

11. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. Fachada del cvto. de las Bernardas.

12. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. La igl. del Salvador junto a un fragmento de la muralla, en primer término.

13. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. Ábside y torre de la igl. de Santiago el Nuevo.

14. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. Contrafuertes y rosetón de la igl. de Santiago el Nuevo.

15. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. Ventanas mudéjares de la igl. de Santiago el Nuevo.

16. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. Vista del retablo mayor de la igl. de Santiago el Nuevo.

17. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. Detalle del retablo mayor de la igl. de Santiago el Nuevo, desde una nave lateral.

18. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. Órgano de la igl. de Santiago el Nuevo.

19. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. Fachada del cvto. de San Agustín, hoy Museo Ruiz de Luna.

20. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. Una de las piezas expuestas en el Museo Ruiz de Luna.

21. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. Fachada del alfar de Ntra. Sra. del Prado, en el Museo Ruiz de Luna.

22. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. Retablo de Santiago, del Museo Ruiz de Luna.

23. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. Escudo de los jerónimos de Sta. Catalina, del Museo Ruiz de Luna.

24. TALAVERA DE LA REINA, Toledo. Cruz pasionista del Museo Ruiz de Luna.

TALAVERA DE LA REINA* (I), provincia de Toledo: 7 de septiembre de 2008.
   Importante ciudad situada en los fértiles campos que riegan el Tajo y el Alberche. Es famosa por su cerámica desde hace siglos y por sus importantes ferias de ganado. En la actualidad es una populosa ciudad industrial, agrícola y ganadera, que conserva algunos monumentos de interés histórico-artístico.
   Aunque la Talavera más visible es sin duda la de los altos edificios y los espacios comerciales, esta vieja ciudad todavía conserva, salvada la fiebre desarrollista que asoló su patrimonio monumental durante décadas, un buen puñado de construcciones nobles. Antes de iniciar o finalizar la visita, es recomendable acercarse hasta el Tajo y cruzar al otro lado por alguno de los puentes para contemplar, con la suficiente distancia, el hermoso perfil del casco histórico.
La Basílica del Prado y su entorno
   Accediendo a la ciudad por la antigua carretera de Extremadura desde Madrid, se impone la imagen del gran cimborrio barroco coronado por un chapitel del que sin duda es el edificio religioso más representativo de la ciudad, la Basílica de Nuestra Señora del Prado. Está dedicada a la patrona de Talavera, a la que se venera en un lujoso camarín que preside el templo. El edificio, originalmente mudéjar, es fruto de una reforma acometida en el siglo XVII, época en la que se le añadió la zona del altar mayor y el crucero. Pero lo más significativo es sin duda la impresionante colección de azulejos* que decora completamente sus paredes, comenzando por el pórtico. En su mayoría son obra de los siglos XVI al XVIII, aunque en la sacristía se encuentran algunos ejemplares más antiguos (y también los más valiosos desde el punto de vista artístico).
   Justo al lado de la basílica (de hecho, ambos edificios estuvieron unidos) se encuentra la plaza de toros. En ella murió, cogido por un toro en mayo de 1920, Joselito el Gallo al que se conmemora en una glorieta cercana.
El casco histórico
   Desde el Prado se accede fácilmente a la parte vieja de la ciudad. Por la ronda del Cañillo, paralela al río y a la excelente senda peatonal que ha servido para recuperar buenas vistas fluviales (jalonadas por los tres puentes: el nuevo, el romano y el de hierro), salen al paso los restos de una de las tres cercas amuralladas con que contó la ciudad. en el pequeño torreón que hace esquina con la calle Cabeza del Moro se encuentra instalada la Oficina de Turismo.
   La parte mejor conservada de la muralla, con torres albarranas, arcos poderosos, barbacanas y restos de puertas, puede verse a lo largo de la calle Carnicerías y, más allá de la plaza de la Constitución (o del Reloj), en la corredera de Cristo, cuyo nombre proviene de una sencilla capilla que se abre en un hueco de la muralla. Estamos ya en pleno casco histórico, una zona inmersa en un lento proceso de recuperación, que empieza a dar sus frutos.
   El centro administrativo de la ciudad, y uno de sus rincones más característicos, es la plaza del Pan, espacio alargado rodeado de edificios nobles y con sus bancos decorados con azulejos. A un lado se alza la colegiata de Santa María la Mayor, un espacioso templo iniciado a finales del siglo XII sobre la base de una mezquita. En lo fundamental se concluyó en el siglo XV dentro del estilo gótico-mudéjar que domina en la obra, aunque posteriormente se fueron añadiendo elementos barrocos, tal como se percibe en la fachada principal, en cuyo centro se abre un hermoso rosetón gótico-flamígero de ladrillo, y, sobre todo, en la torre. En su interior alberga interesantes capillas, como la de los Santos Mártires, decorada con cerámica renacentista, o la de Santa Leocadia. Es también digno de ver el claustro anexo. Y no queda lejos el Colegio de San Prudencio, construcción mudéjar de dos plantas del siglo XV, que entre las que fueran dependencias del convento jerónimo de Santa Catalina incluye una iglesia renacentista del siglo XVI. O, ya en la proximidades del museo de cerámica, el convento de las Bernardas, aún habitado por monjas cistercienses. Es un edificio del siglo XVII con fachada de ladrillo y fuertes arbotantes laterales.
   Descendiendo hacia la zona del antiguo mercado, decorado con una vistosa fuente de cerámica, pueden verse otros fragmentos importantes de la muralla, uno de ellos al lado de la iglesia del Salvador, templo de trazas mudéjares bien remozado.
   De la plaza del Reloj, pero en sentido opuesto, salen varias calles con hechuras de judería y barrio gremial, como las de Cerería, San Miguel, que desemboca en una alegre plazuela, o la de Mesones. Por esta última se llega a uno de los edificios más hermosos de la ciudad y acaso el más valioso desde el punto de vista artístico: la iglesia de Santiago el Nuevo*. Es una construcción mudéjar del siglo XIII, precedida de un pórtico y con poderosos contrafuertes laterales, en contraste con las ventanas ajimezadas y el bien compuesto rosetón calado de la fachada.
Museo Ruiz de Luna
   Lugar de visita imprescindible es el Museo de Cerámica Ruiz de Luna*, instalado en dependencias bien remozadas de lo que fuera el convento de San Agustín, una construcción barroca (siglo XVII) de fray Lorenzo de san Nicolás cuya hermosa fachada de ladrillo preside la plaza contigua al museo. Los fondos de éste básicamente consisten en la colección que fue reuniendo Juan Ruiz de Luna (1863-1945), el gran renovador de la cerámica talaverana en el siglo XX, y muestran a grandes rasgos la evolución artística de los alfares de Talavera y Puente del Arzobispo entre los siglos XVI al XX, con especial hincapié en lo que se refiere a la cerámica destinada al uso popular, de ahí que abunden piezas de uso cotidiano y doméstico tales como platos, fuentes, jícaras, orzas, salvillas, cuencos, etc.
   En el segundo claustro se sitúan las piezas más notables, entre ellas el frontal de azulejería con el escudo de los jerónimos de Santa Catalina*, labor de 1609 debida a Fernández Gaytán y considerada como una pieza maestra en su género. Ésta abre paso al espacio más espectacular del centro, donde se muestran, frente por frente, dos grandes realizaciones: el Retablo de Santiago, obra maestra de Ruiz de Luna (1917), cuyo montaje parece inspirado en ciertas máquinas que Leonardo dejó pintadas en sus cuadernos; y la antigua fachada, rehecha en su disposición original, del alfar de Nuestra Señora del Prado, desde el que Ruiz de Luna y sus socios (entre ellos, el ceramista sevillano Enrique Guijo) impulsaron el renacer de la cerámica talaverana y la recuperación de su esplendor renacentista.

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