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jueves, 12 de septiembre de 2013

606. TOLEDO** (II), capital: 7 de septiembre de 2008.

7. TOLEDO, capital. Torre mudéjar de la igl. de Sto. Tomé.

8. TOLEDO, capital. Fachada de la sinagoga del Tránsito.

9. TOLEDO, capital. Zona exterior de la sinagoga del Tránsito.

10. TOLEDO, capital. Vista general de la sala de la sinagoga del Tránsito.

11. TOLEDO, capital. Hueco de la Torá de la sinagoga del Tránsito.

12. TOLEDO, capital. Zona superior del salón de la sinagoga del Tránsito.

13. TOLEDO, capital. Panel ricamente decorado de la sinagoga del Tránsito.

14. TOLEDO, capital. Portada y muro de la igl. de San Juan de los Reyes.

15. TOLEDO, capital. Exterior del ábside de la igl. de San Juan de los Reyes.

16. TOLEDO, capital. Actual retablo mayor de la igl. de San Juan de los Reyes.

17. TOLEDO, capital. Interior del cimborrio del crucero de la igl. de San Juan de los Reyes.

18. TOLEDO, capital. Escudo de los Reyes Católicos en el interior de la igl. de San Juan de los Reyes.

19. TOLEDO, capital. Muralla interior junto a la igl. de San Juan de los Reyes.

20. TOLEDO, capital. Puerta del Cambrón, desde el interior del recinto amurallado.

21. TOLEDO, capital. Puerta del Cambrón, desde el exterior del recinto amurallado.

TOLEDO** (II), capital de la provincia y de la comunidad: 7 de septiembre de 2008.
Tras las huellas de El Greco   
   Salimos de la catedral por la puerta del Mollete y continuamos nuestra ruta a Santo Tomé. Es la calle más turística de la ciudad, en la que se abren los comercios de recuerdos y artesanías típicas. En ella se encuentra la pastelería Santo Tomé, a mitad de la calle, que fabrica el mejor mazapán. A pocos metros se halla la iglesia que da nombre a la calle, donde se halla la obra cumbre de El Greco, el Entierro del conde de Orgaz*. Aparte de esta obra, el interior de la iglesia ofrece poco interés pero sí lo tiene su arquitectura, especialmente la torre mudéjar, que es modelo de este estilo de torres toledanas. El templo, uno de los más antiguos de la ciudad, se construyó en el siglo XII pero fue muy reformado después, siendo la intervención más profunda en el siglo XIV, costeada por el señor de Orgaz, Gonzalo Ruiz de Toledo, protagonista por ello de la obra de Doménico Teotocópuli. Fue pintado el cuadro en 1586 por encargo de la parroquia y representa una leyenda-milagro del siglo XIV, según dicen ocurrido en 1323: durante el entierro del señor de Orgaz -que no conde, pues el título le llegó a uno de sus descendientes-, San Esteban y San Agustín bajaron del cielo para llevar el cuerpo del difunto hasta la tumba. Este hecho lo resuelve El Greco con una composición genial que divide el cuadro en dos partes por la línea  horizontal de las cabezas de los caballeros. Arriba, la Gloria, en cuya ejecución utiliza un colorido italianizante, inspirado en la paleta de Tiziano que fue su maestro; en la parte inferior, el ámbito terrenal en el que se produce el milagro, con un tratamiento cromático sobrio y rico en tonos tierras y negros, profundamente español. Hay otra línea vertical que parte del cuerpo del conde, sube por las manos de uno de los caballeros, recorre la figurilla que representa el alma del difunto y sigue a la mano de la Virgen quien, en un pase mágico, anima al alma a subir al Cielo. Se ha querido reconocer en los rostros de los caballeros que contemplan el milagro a personajes de la época y más de un guía turístico habla absurdamente de Cervantes, Lope de Vega, etc. Tan sólo se reconoce a Jorge Manuel Teotocópuli, hijo de El Greco, que es el joven monaguillo que señala la escena y que lleva en su pañuelito la firma del artista, a Antonio y Diego de Covarrubias y al párroco de la iglesia, Andrés Núñez, con el que El Greco tuvo diferencias por el precio de la obra y al que el pintor representa absorto en sus latines sin enterarse del milagro. Se ha querido reconocer un autorretrato del pintor entre los caballeros: el rostro de barba puntiaguda que aparece sobre la mano, encima de la cabeza de San Esteban, entre un caballero engolado y un fraile que eleva su mirada al cielo.
Las sinagogas y San Juan de los Reyes
   Frente a la Casa del Greco está la sinagoga del Tránsito, cuyo nombre genuino es el de Samuel Ha Leví Abulafia, almojarife de Pedro I de Castilla, a cuyo palacio y como oratorio pertenecía el templo hebreo. Tras la expulsión de los judíos en 1492 fue transformada la sinagoga en templo cristiano administrado por la Orden de Calatrava y bajo la advocación de San Benito. El nombre de El Tránsito le viene porque albergaba un cuadro de Correa, hoy en el Prado, que representa el Tránsito de la Virgen. El estilo del edificio es mudéjar ya que los judíos, al igual que los cristianos, utilizaron las habilidades arquitectónicas de los árabes que se quedaron tras la Reconquista y por supuesto su estética. Toledo, como ciudad integradora de culturas, es la más rica en obras mudéjares hasta el punto de considerarse este estilo sinónimo de toledano. Hoy la sinagoga es un salón rectangular con un magnífico artesonado en alfaje octogonal, sujeto por tirantas sobre zapatas de madera tallada, que es el primer ejemplo toledano de técnica almohade. La parte superior de los muros está decorada con yeserías geométricas e inscripciones hebraicas y las paredes cubiertas con ricas sedas donadas por la comunidad sefardita de la diáspora. En la parte superior está la tribuna destinada a las mujeres y en el suelo, frente al testero decorado con yeserías y los huecos para albergar la Torá, vemos restos del enlosado primitivo. En dependencias interiores hay un breve pero interesante museo dedicado a la cultura sefardita. Una de sus piezas más interesantes, en la segunda sala, es la pileta trilingüe de Tarragona, del siglo V.
   Siguiendo por la calle Reyes Católicos pasamos frente a la Escuela de Artes y Oficios, un edificio historicista neomudéjar de principios de nuestro siglo, y llegamos al monasterio e iglesia de San Juan de los Reyes*. Fue mandado construir por los Reyes Católicos en 1476 para conmemorar la victoria sobre las tropas portuguesas que defendían a Juana la Beltraneja en la batalla de Toro y como posterior enterramiento de los monarcas. Esto no se llevó a cabo por la decisión última de Isabel y Fernando de ser enterrados en Granada tras su conquista y también por el conflicto con los canónigos toledanos que no querían la competencia de otro cabildo en la ciudad. Se hicieron cargo del monasterio los franciscanos, que llegaron a poseer una magnífica biblioteca de manuscritos y códices procedentes de donaciones reales, biblioteca que en su mayor parte fue quemada por los soldados franceses al incendiar el convento durante la Guerra de Independencia. El retablo mayor de la iglesia fue convertido en leña también por los franceses, para calentarse cuando éstos utilizaron San Juan de los Reyes como alojamiento de la tropa.
   El monasterio-iglesia es la obra cumbre del estilo llamado isabelino, que es el gótico flamígero del tiempo de los Reyes Católicos, de Juan Guas, el arquitecto que mejor entendió la personalidad constructora de la reina Isabel. la contemplación de la iglesia nos habla de la admiración que Juan Guas sentía por el arte mudéjar, al tratar de trasladar a la piedra del gótico el espíritu de lo que los alarifes habían plasmado en ladrillo y yeso en Toledo. Este espíritu está en la larga inscripción que rodea los muros del templo, su riqueza ornamental, los escudos, etc. El claustro es de estilo flamígero hispano, con arcos en los dos pisos, apuntados en el bajo y mixtilíneos en el alto, que rodean un jardín romántico y asilvestrado. El techo está decorado con motivos emblemáticos de los monarcas católicos en policromía.
   En el exterior, en los muros de gran sobriedad, se abre la portada realizada por Juan Bautista Monegro en el siglo XVII, en tiempos de Felipe III, basándose en parte en un proyecto plateresco que realizara Covarrubias. A la vista está que a tal templo le correspondería una portada más ambiciosa que la realizada por Monegro, pero ni los planos de Covarrubias se respetaron ni la intención fue otra que "salir del paso". Unas cadenas colgadas en el lienzo nos llaman la atención: son los grilletes de cautivos cristianos en poder de los moros, que fueron liberados tras la conquista de Granada y que vinieron hasta Toledo en señal de agradecimiento por la liberación.
   Frente a San Juan de los reyes se conserva parte de la muralla interior que cerraba la Judería Mayor y la fachada del palacio de los Duques de Maqueda. Al final de la cuesta está la puerta del Cambrón, que es el punto final de esta excursión por Toledo que puede realizarse en un día.

Enlace a la Entrada anterior de Toledo**:
605. TOLEDO** (I), capital: 7 de septiembre de 2008.

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