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martes, 3 de febrero de 2015

1052. HARO* (I), La Rioja: 4 de agosto de 2010.

1. HARO, La Rioja. Ayuntamiento en la plaza de la Paz.

2. HARO, La Rioja. Palacio de Paternina.

3. HARO, La Rioja. Palacio de los Condes de Haro.

4. HARO, La Rioja. Torre de la igl. de Sto. Tomás.

5. HARO, La Rioja, Portada de la igl. de Sto. Tomás.

6. HARO, La Rioja. Nave central de la igl. de Sto. Tomás.

7. HARO, La Rioja. Palacio de la plaza de la Cruz.

HARO* (I), provincia de La Rioja: 4 de agosto de 2010.
   Esta importante villa señorial, con un indudable aspecto norteño en sus calles y plazas, es la capital del vino de Rioja. Al gran atractivo natural de sus parajes fronterizos con tierras castellanas y vascas, se suma la elegancia de un extendido caserío, en el que abundan los palacios y casonas nobles, además de monumentos religiosos tan destacados como la iglesia de Santo Tomás. Su importancia comercial como centro vinícola se plasma en el mantenimiento de una cierta modernidad de la que ya a finales del siglo pasado daba cuenta un lema, sin duda hiperbólico, pero significativo: "Haro, París y Londres".
   El aspecto señorial de Haro queda patente en la céntrica plaza de la Paz, presidida por el Ayuntamiento, un sobrio edificio neoclásico (1769) que se levanta sobre cuádruple arcada. Antiguos palacios renacentistas y caserones decimonónicos de noble factura, alguno de ellos caracterizado por la presencia de un nido de cigüeñas en su parte superior, acogen establecimientos de gran solera y contribuyen al indudable encanto que posee el lugar.
   En el centro, parcialmente ajardinado, se levanta un templete musical.
   Detrás del edificio de las cigüeñas y del contiguo palacio de Paternina, (siglo XVI), que posee una notable fachada renacentista decorada con cariátides y blasones, se agrupan las calles que configuran el barrio más característico de la ciudad, crecido a los pies del antiguo castillo. La empinada calle de Santo Tomás desemboca en una plaza en la que se encuentra el palacio de los Condes de Haro, edificio barroco de los siglos XVII-XVIII que ahora acoge un centro cultural.
   Cerca de él, frente a las ruinas de otro palacio, se levanta el monumento más interesante de Haro: la iglesia de Santo Tomás*, construcción de los siglos XVI y XVII, provista de una torre rematada por un hermoso chapitel barroco.
   Especial atención merece su portada**, bellísimamente labrada por Felipe Vigarny en el año 1516. Compuesta a modo de retablo plateresco dentro de un gran arco, en su parte central se representan cuatro escenas de la Pasión y, debajo, a Santo Tomás introduciendo sus dedos en las llagas de Cristo, y la Resurrección. A ambos lados se disponen las estatuas de los Apóstoles en hornacinas. Una imagen de Dios Padre, flanqueado por los escudos de la casa de Haro, corona el magnífico pórtico, con doble puerta de acceso al templo. El interior responde a las pautas artísticas del gótico florido y destaca por la elegancia de las columnas cilíndricas, que sustentan tres naves cubiertas por complejas bóvedas de crucería estrelladas. El retablo mayor y el órgano son de estilo barroco.
   También en el lado opuesto de la plaza de la Paz, especialmente en la calle Lucrecia Arana, existen otros interesantes palacetes de hermosas fachadas y las tradicionales casas de piedra de sillería con galerías acristaladas.
   Y lo mismo cabe decir de la cercana avenida de la Vega, que conduce hasta la basílica de Nuestra Señora de la Vega, patrona de Haro, construida, con traza clásicista y decoración barroca, sobre los restos de una iglesia románica. En su interior, formado por sucesivas capillas laterales intercomunicadas, guarda una valiosa talla gótica de la titular.
   Cerca de la iglesia, en la avenida de Bretón de los Herreros, se localiza la Estación Enológica, que a su vez acoge el Museo del Vino de La Rioja, de imprescindible visita. En su interior podremos hacer un recorrido por la historia del vino, conocer el proceso de elaboración de los diferentes caldos riojanos y descubrir los secretos mejor guardados del noble arte de la cata.
   Después de acercarnos al vino y su cultura, no queda otra alternativa que visitar alguna de las grandes bodegas de la ciudad como, por ejemplo, las Bodegas Muga.
   En los alrededores de la ciudad, por último, existen diversos parques, entre los que destacan el de Vista Alegre y la Fuente del Moro, situados en la carretera hacia Anguciana.

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