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lunes, 3 de octubre de 2016

1660. PEÑÍSCOLA** (I), Castellón: 19 de agosto de 2013.

1. PEÑÍSCOLA, Castellón. La ciudad vista desde la Playa Norte.

2. PEÑÍSCOLA, Castellón. Parte de las murallas.

3. PEÑÍSCOLA, Castellón. Baluarte del recinto amurallado con el Balcón de Pilatos a la derecha.

4. PEÑÍSCOLA, Castellón. Portal Fosc o de Felipe II.

5. PEÑÍSCOLA, Castellón. El castillo del Papa Luna.

6. PEÑÍSCOLA, Castellón. Junto al monumento del Papa Luna en las inmediaciones del Castillo.

7. PEÑÍSCOLA, Castellón. Ante el acceso al castillo.

8. PEÑÍSCOLA, Castellón. Una de las primeras estancias del castillo.

9. PEÑÍSCOLA, Castellón. En el patio de armas del castillo.

10. PEÑÍSCOLA, Castellón. El salón gótico del castillo.

11. PEÑÍSCOLA, Castellón. Interior de la iglesia del castillo.

12. PEÑÍSCOLA, Castellón. En uno de los pasadizos del castillo.

13. PEÑÍSCOLA, Castellón. Otro de los rincones del castillo.

14. PEÑÍSCOLA, Castellón. En lo alto del castillo con el Mediterráneo al fondo. 

15. PEÑÍSCOLA, Castellón. Junto a una de las garitas del castillo.

16. PEÑÍSCOLA, Castellón. Torre de la igl. del Perpetuo Socorro.

17. PEÑÍSCOLA, Castellón. Ante el santuario de la Mare de Déu de la Ermitana.

18. PEÑÍSCOLA, Castellón. Interior del santuario de la Mare de Déu de la Ermitana.

19. PEÑÍSCOLA, Castellón. Ante una escultura de arena en la Playa Norte.

20. PEÑÍSCOLA, Castellón. Más esculturas de arenas en la Playa Norte.

PEÑÍSCOLA** (I), provincia de Castellón: 19 de agosto de 2013.
   Peñíscola -a 71 km de la capital-, la ciudad en el mar, es e principal símbolo geográfico de la Costa del Azahar castellonense y, junto a Benidorm, una de sus indiscutibles capitales turísticas. Posee una fortísima personalidad, que se deriva no sólo de su singular e irrepetible emplazamiento sino también de su densa historia, evidenciada por su imponente patrimonio arquitectónico.
   El casco antiguo de Peñíscola se arracima en torno al promontorio rocoso presidido por el castillo. Todo el caserío se halla protegido por un impresionante conjunto de murallas, que se alzan sobre acantilados verticales, impracticables, y que, complementados perfectamente con la obra humana, contribuyeron a que se considerara inexpugnable esta fortaleza, rodeada por el mar en casi todo su perímetro.
   La mayor parte del castillo fue construida en la época en que Peñíscola era propiedad de la orden del Temple -entre 1294 y 1307-, sobre los restos de las antiguas fortificaciones árabes. Posteriormente, la orden de Montesa y el propio Papa Luna complementaron la grandiosa obra.
   Por último, en tiempos de Felipe II (concretamente en 1578) se construyó una serie de baluartes, que fueron diseñados por el arquitecto e ingeniero italiano Antonelli, especializado en construcción militar. Al recinto amurallado se accede por tres puertas: la puerta de Sant Pere (San Pedro), también conocida como del Papa Luna, ya que fue ordenada construir por Benedicto XIII, y que se halla junto al puerto pesquero; el Portal Fosc (oscuro), o puerta de Felipe II, que mira a la Playa Norte, fue construida en 1596, y la puerta de Santa María, que fue edificada en 1754, bajo el reinado de Fernando VI, a los pies de la batería del mismo nombre, junto al Balcón de Pilatos (o Murá del ministre).
   Se sugiere iniciar la visita por el mencionado portal de Sant Pere o del Papa Luna. En sus inmediaciones se puede contemplar una fuente, de la que todavía brota agua dulce, como desde hace siglos, sin que nadie haya averiguado el origen de este curioso manantial, que surge prácticamente a la orilla del mar. El ascenso se efectúa contorneando la muralla, pero sin perder nunca de vista el mar. El Bufador es otra singularidad de Peñíscola. Se trata de un gran orificio natural existente entre la muralla y las casas, que comunica directamente con el mar, por lo que, cuando hay temporal, las aguas saladas emergen con gran presión por este profundo y enigmático agujero.
   Una vez en el castillo, acertadamente restaurado por la Diputación Provincial de Castellón, que proporciona guías para la visita, conviene fijar la atención en las siguientes dependencias, cada una de las cuales -una de estilo románico y otras góticas- poseen su propio interés: el cuerpo de guardia, el aljibe, el establo o caballerizas (sala rectangular abovedada, con arcos góticos), las habitaciones pontificias, el Salón del Cónclave, las mazmorras, el salón gótico del Comendador, la iglesia, etc. La iglesia es de una sola nave, de planta rectangular, con bóveda de medio cañón. De gran belleza es, igualmente, el Salón Gótico, con bóveda apuntada, y de magníficas condiciones acústicas, por lo cual se escoge habitualmente para la celebración de conciertos de música de cámara y de conferencias.
   La visita implica necesariamente el ascenso a la terraza que domina el castillo, y que permite contemplar una espléndida vista panorámica de toda Peñíscola, desde la rocosa sierra de Irta, al sur, y el puerto, hasta la Playa Norte, que se prolonga hasta confundirse con el litoral de la próxima ciudad de Benicarló. También conviene fijar la atención en el parque de artillería y en el Balcón de Pilatos, gran baluarte diseñado personalmente por Antonelli. Además, se encuentra el visitante con las empinadas escaleras que, según la tradición, fueron construidas en una sola noche a instancias del propio Papa Luna, y con la Puerta del Socorro, que no es sino un portillo existente entre las baterías de Santiago y de Los Fosos, destinado a facilitar la salida de las murallas.
   Otro edificio de interés histórico-artístico es la iglesia parroquial del Perpetuo Socorro, de origen medieval. La nave posterior es de estilo gótico, de la primera mitad del siglo XV, con cuatro tramos de arcos ojivales y bóvedas de crucería. El templo, que fue prolongado en el siglo XVIII (cuando se le incorporó presbiterio y crucero y capilla de la Comunión), conserva valiosas piezas de orfebrería que pertenecieron al Papa Luna y a su sucesor Clemente VIII.
   El otro edificio religioso, de gran significación para los peñiscolanos, se halla junto a la puerta de acceso al castillo; el santuario de la Mare de Déu de la Ermitana, construido entre 1708 y 1714 a expensas de Sancho de Echevarría (que fue gobernador de la plaza durante la Guerra de Sucesión), en estilo barroco.
   Recientemente ha abierto sus puertas el Museo de la Mar, compuesto por piezas arqueológicas, etnológicas, maquetas de naves, documentos gráficos y tres acuarios con especies marinas mediterráneas.
   En el caserío, a pesar del pintoresquismo de sus inmuebles de fachada estrecha y encalada, que asoman a calles estrechas y retorcidas, se echan en falta más construcciones de estilo gótico y renacentista. La razón está clara: intensos bombardeos como los que efectuaron los artilleros del general Elío para desalojar a los franceses allí resguardados, apenas dañaron las robustísimas murallas, pero sí arrasaron gran parte de las viviendas particulares antiguas.
   El puerto pesquero de Peñíscola es un punto neurálgico de Peñíscola, toda vez que una parte importante de la población todavía está vinculada a la captura del pescado y a la posterior comercialización del mismo. Resulta especialmente atractiva la llegada de las barcas de pesca al recinto portuario situado a los pies mismos de las murallas medievales. No hay que olvidar que, partiendo del puerto, se puede efectuar un interesante  recorrido marítimo que permite, por ejemplo, contemplar desde las azules y transparentes aguas mediterráneas los impresionantes acantilados sobre los que se alzan las ciclópeas murallas del castillo de Peñíscola.
   Al otro lado se halla la Playa Norte, bordeada por un moderno Paseo Marítimo, en el que se encuentra la mayor parte de los hoteles, campings y complejos residenciales. Esta magnífica playa, galardonada reiteradamente con la bandera azul de los mares limpios de Europa ofrece, además del atractivo de la limpieza de sus aguas y arenas de los múltiples servicios que se ofrecen al usuario, el encanto añadido de contemplar en todo momento, mientras se toma el baño, la incomparable silueta de Peñíscola, la ciudad en el mar.

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