1. GUADALEST - EL CASTELL DE GUADALEST, Alicante. En la escalinata de acceso al pueblo.
Guadalest, a 73 km de la capital, es tal vez el pueblo más pintoresco de la Costa Blanca. Enclavado en su totalidad en el interior de una rocosa montaña que lo transformaba en una auténtica fortaleza natural a la que sólo se podía acceder por un túnel, esta especie de nido de águilas constituye un ejemplo rotundo de la estrategia urbanística militar de los árabes que ocuparon estas abruptas tierras, al saber adaptarse al máximo a las dificultades orográficas. Con todo merecimiento Guadalest fue declarado, en el año 1974, conjunto histórico-artístico.
Se trata de un pueblo pequeño, absolutamente peatonalizado por la singularidad que supone su ubicación, ya que tan sólo se puede acceder al casco antiguo, después de ascender por las escalinatas, a través de un túnel excavado en la roca. En efecto, resulta un prodigio de la naturaleza y de la habilidad del hombre la síntesis que llega a crearse en esta pequeña localidad entre la arquitectura y el medio. Precisamente su ubicación en lo alto de la peña tiene algo de iniciático, de mágico e incluso de divino.
En lo más alto de los peñascos que dominan la puerta de acceso se alza un original campanario, ya que está muy alejado del templo parroquial de la Asunción, situado cerca de la única plaza de esta población. Tras pasar el túnel se encuentra la casa de los Orduña, nobiliario caserón convertido en museo.
La visita que se contempla desde la plaça del Castell es magnífica, ya que se dominan las sierras que rodean el valle de Guadalest y el embalse del mismo nombre, que evidentemente no conocieron los moros, ya que fue construido hacia 1960 para almacenar agua con destino al abastecimiento de los municipios de la Marina Baixa. Muy cerca queda la cárcel del siglo XII, enclavada en los sótanos de la Casa Consistorial. Visión panorámica de idéntico interés es la que se puede apreciar desde el original cementerio, emplazado en lo más alto de la antigua fortaleza árabe, a la que se accede por la casa de los Orduña. En la parte alta está la Casa Típica del siglo XVIII en la que se ha instalado el Museo Etnológico del Valle del Guadalest. y a su lado el original Museo de las Microminiaturas.
Fuera del recinto histórico y a los pies de la montaña se hallan las edificaciones más modernas, construidas fundamentalmente para atender la demanda de los miles y miles de visitantes que, a diario, acuden a Guadalest: restaurantes, puestos de venta de recuerdos y de artesanía, etc. y varios museos, algunos de los cuales se salen de lo corriente. Es el llamado Museo Microgigante, creado por el artista Manuel Ussá, se muestra una reproducción del David de Miguel Ángel en una escultura de menos de 2 mm o una pulga disfrazada de torero, realizando un pase. También es interesante el Museo Belén de Antonio Marco.
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