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jueves, 27 de octubre de 2016

1684. CÓRDOBA** (XXXI), capital: 15 de septiembre de 2013.

145. CÓRDOBA, capital. Portada de la antigua ermita de la Concepción, en la plaza de Abades.

146. CÓRDOBA, capital. Pasadizo de Arquillos en la c/ Cabezas.

147. CÓRDOBA, capital. Fachada de la casa de los Marqueses del Carpio.

148. CÓRDOBA, capital. Fachada del palacio de los Páez de Castillejo, actual Museo Arqueológico.

149. CÓRDOBA, capital. La Afrodita agachada del Museo Arqueológico.

150. CÓRDOBA, capital. Escultura de Mitra tauróctono, del Museo Arqueológico.

151. CÓRDOBA, capital. Sarcófago paleocristiano del Museo Arqueológico.

152. CÓRDOBA, capital. Capiteles califales del Museo Arqueológico.

153. CÓRDOBA, capital. Brocal de pozo califal, del Museo Arqueológico.

154. CÓRDOBA, capital. Celosía califal del Museo Arqueológico.

CÓRDOBA** (XXXI), capital de la provincia: 15 de septiembre de 2013.
Museo Arqueológico*
   La calle Osio, a espaldas de Santa Clara, baja hasta la plaza de Abades, sitio de mucho sabor popular, con casas evocadoras, como la número 4 ó la número 9, fachada de la antigua ermita de la Concepción, único vestigio que queda de ella. Desde aquí, por Portería de Santa Clara, se desemboca de nuevo en Rey Heredia y, enseguida, bajando, aparece a la izquierda la calle Cabezas.
   Esta calle singular, sombreada la mayor parte del día, guarda dos hitos dignos de contemplación. En primer lugar, en el número 18 existe un pasadizo sin salida, denominado de Arquillos, en el cual aparecen una serie de arcos en los que, según la leyenda, estuvieron colgadas las cabezas de los Infantes de Lara, circunstancia que da nombre a la callejuela. En segundo lugar, la casa de los Marqueses del Carpio, en el número 6, aunque esta tenga hoy su entrada principal por la calle de la Feria. La casa tiene su origen en el siglo XV, aunque ha sido muy reformada con posterioridad. Muestra una fachada a manera de alto torreón rematado con un ático cubierto, apenas sin adornos, más que los baquetones góticos del balcón central, restos de la obra primitiva y, al mismo tiempo, indicativos de la época de su construcción. La casa, hoy propiedad de la familia Herruzo, forma parte de la muralla de la ciudad, como lo prueba la fachada de la calle de la Feria, con su torre almenada y un trozo del antiguo adarve, y entre sus tesoros conserva en perfecto estado los restos de una casa romana de las denominadas de peristilo, esto es, de patio columnado, con sus mosaicos y la fuente habitual en este tipo de viviendas.
   Al final de Cabezas, la calle Julio Romero de Torres, con el colorido de alguna buganvilla, lleva a la plaza de Jerónimo Páez, un rincón apartado de las rutas habituales, amplio, arbolado, prodigiosamente sereno y apacible. Aquí se localiza el Museo Arqueológico*, uno de los más importantes de España. Independientemente de las colecciones que guarda en su interior, este museo ofrece un par de particularidades que le confieren un estatuto especial. En primer lugar, se encuentra en un caserón cordobés del siglo XIV, de estirpe mudéjar, que se convirtió en el palacio de los Páez de Castillejo tras su adquisición por esta familia en 1496. A partir de esta fecha se le realizaron numerosas reformas, que acabaron convirtiéndolo en el primer edificio renacentista de la capital. Hacia 1538, Hernán Ruiz II levantó la solemne fachada, cuyas esculturas son obra de Francisco Linares y Francisco Jato. La gran escalera que lleva a la planta alta, única de Córdoba que tiene cubierta de madera, una cubierta de influencia mudéjar, había sido levantada al poco de la adquisición del palacio, pero Hernán Ruiz labró la magnífica baranda. Obras suyas son también las galerías del patio principal y en general, la mayor parte de la reforma. La magnificencia del edificio, así como su estado de conservación, hicieron que en 1962 fuera declarado Monumento Histórico-Artístico.
   Pero tiene otra particularidad, si no tan visible, más interesante aún. En esta plaza, como han probado excavaciones recientemente realizadas, se encontraba el teatro con que contó la ciudad en época romana. Su cavea, o conjunto de galerías que ocupaban los espectadores, semicircular, de casi 125 m de diámetro, pone de relieve que se trataba del mayor teatro conocido de Hispania. De hecho, la actual plaza de Jerónimo Páez vendría a ocupar lo que se denominaba la orchestra, un espacio semicircular existente entre el escenario y los graderíos. La scaena, o escenario, vendría a encontrarse debajo del actual edificio del museo, circunstancia que, sin duda, podrán plenamente de relieve las excavaciones que continúan. Tras unas profundas obras de ampliación del edificio, que abarcan buena parte de las casas colindantes, se han integrado todos estos descubrimientos en los sótanos del edificio, pudiendo ser contemplados. Como curiosidad final, cabe destacar, después de a los Páez de Castillejo, el palacio perteneció a los Bañuelos, otra oligárquica familia cordobesa, y, posteriormente, a la Casa de Alba. Fue también el lugar en el que estuvo ubicada la primera central telefónica de Córdoba. Fue casa de vecinos y fue colegio. Todo ello antes de 1960, fecha en que se convirtió en sede del Museo Arqueológico. Sólo por recorrer el edificio ya merece la pena la visita. Pero además, el museo guarda una serie de interesantísimas colecciones que lo convierten en hito obligado para el conocimiento histórico de la ciudad.

Enlace a la Entrada anterior de Córdoba**:

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