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sábado, 29 de mayo de 2021

3360. SEVILLA** (MCDLXXXIII), capital: 19 de febrero de 2020.











SEVILLA** (MCDLXXXIII), capital de la provincia y de la comunidad: 19 de febrero de 2020.
   Mostramos imágenes de la Iglesia de San Pedro. Desde la calle Imagen, uno más de los atentados urbanísticos cometidos en la Sevilla del siglo XX, se explica la interpretación que dio un historiador sevillano al campanario de la iglesia de San Pedro: la torre de Pisa sevillana. Inclinaciones aparte, la parroquia de San Pedro es un compendio artístico que puede resumir buena parte de la historia del arte sevillano, del mudéjar al renacimiento, del barroco al romanticismo. Con la habitual hipótesis sobre su precedente en una mezquita musulmana, San Pedro es iglesia gótico-mudéjar del siglo XIV que fue reformada en el siglo XVI, el siglo XVIII e, incluso, en 1922.
   Inclinada o no, su torre es la segunda en altura de Sevilla hasta que llegue la fiebre de los rascacielos, mostrando dos airosos cuerpos superpuestos. El primero es del momento de edificación de la parroquia, según delatan algunos restos mudéjares, el segundo se añadió en el siglo XVI como cuerpo de campanas: el esbelto capitel lo terminó en 1597 el maestro Martín Infante.
   El acceso de los pies, junto al monumento de Santa Ángela que realizó A. Gavira, tiene origen en la etapa mudéjar del edificio, siendo la portada un añadido del año 1612 compuesto por un arco de medio punto entre pilastras. En el lateral derecho se sitúa el azulejo de Madre de Dios de la Palma, obra de Antonio Kiernam. La portada lateral, hacia la plaza del Cristo de Burgos, es obra protobarroca de Diego de Quesada (1613-1624) siendo la estatua sedente de San Pedro obra de Martín Cardino. La inscripción alusiva al Pasce Oves Meas, el texto que figura en el sillón papal del Vaticano, explica en latín la misión del santo titular: "Tú eres el pastor de las ovejas, príncipe de los Apóstoles; a ti han sido dadas las llaves del reino de los cielos". Suele pasar desapercibido para los visitantes, que se suelen esforzar en encontrar un pajarito perdido entre el moderno retablo de ánimas que decora el muro. Una tradición muy extendida afirma que contraerá matrimonio aquel que logre hallarlo.
   Formalmente, San Pedro es una iglesia de tres naves separadas por cuatro pilares rectangulares que rematan en arcos apuntados, cubierta la nave central con artesonado a dos aguas y las laterales de colgadizo. El presbiterio mantiene la original bóveda de nervadura de piedra.
   El retablo mayor, situado en el presbiterio, corresponde a la segunda mitad del siglo XVII. Tanto la arquitectura como los relieves y esculturas son de Felipe de Rivas, si bien se conoce la intervención, en una última etapa, de su hermano Francisco Dionisio de Ribas. Presenta seis relieves alusivos al santo titular. En el lado izquierdo aparecen, de abajo a arriba, las escenas de La entrega de las llaves, Caída de Simón Mago y Pedro andando sobre las aguas. En la parte de la derecha, Liberación de San Pedro por el ángel, Quo vadis Domine y la Visión de Joppe o de las sabandijas. En la calle central figura el santo titular, obra de Andrés de Ocampo (autor del Cristo de la Fundación), realizada hacia el año 1591. Aparece San Pedro sentado en un trono, con la tiara papal y vestido con túnica y capa pluvial. Mientras en su brazo izquierdo sostiene el báculo, su mano derecha está en actitud de bendecir. En el centro del segundo cuerpo se encuentra la Virgen de la Asunción, con corona de estrellas y peana cubierta de querubines. Corona el ático una talla de Cristo crucificado.
   Del siglo XIX son los altares neogóticos que se sitúan en el acceso al presbiterio, estando decorados con pinturas de Rafael de Blas que siguen el mismo estilo. Destaca en estos retablos la Inmaculada del siglo XVIII del retablo de la izquierda. También de estilo neogótico son los púlpitos que se sitúan en la zona del presbiterio, obra de José Merino, autor también del Vía Crucis que se distribuye por la iglesia.
   Comenzando por el muro de la Epístola (derecho), destaca en su cabecera la capilla sacramental, realizada en el siglo XIV, quizás de origen funerario. Sigue la habitual estructura de las capillas qubba de inspiración islámica, con planta cuadrada y cubrimiento por bóveda de lacería mudéjar del año 1379, con una gran perfección en el trabajo del ladrillo y de las piezas cerámicas en verde. El retablo de azulejos es moderno, acoge a Nuestro Padre Jesús de la Salud, notable talla del siglo XVII de Felipe de Ribas que pertenece a la hermandad sacramental. Las imágenes de San Sebastián y San Roque están cercanas a la escuela de Duque Cornejo. Destacan tres lienzos en sus muros: la Santa Faz, en la pared de la izquierda, atribuido a Zurbarán; Alegoría Eucarística, de Lucas Valdés; y Cristo atado a la columna, probable obra de Luis de Morales. 
   Le sigue la capilla de Ánimas del Purgatorio, que es de planta rectangular, tiene zócalo de azulejería y es de dimensiones muy reducidas. La preside un gran lienzo con el tema de las Ánimas del Purgatorio, obra de Domingo Martínez en el siglo XVIII, que sustituye a una pintura anterior de Francisco de Herrera. El lienzo sirvió de modelo para el retablo de azulejos de la fachada exterior. En el banco de esta capilla hay cuatro pequeñas pinturas que son obra de Francisco de Herrera (1617-20). La Capilla de San José ocupa el hueco de la torre, y tras ella se encuentra la sala de reuniones de la hermandad del Cristo de Burgos. Presenta un retablo neobarroco dorado con la imagen de José y el Niño, obras de Juan de Astorga de hacia 1815, siendo las imágenes de San Joaquín y Santa Ana del siglo XVIII. La última capilla del muro es de planta rectangular y fue la sede de la hermandad de San Pedro Ad Víncula, formado por sacerdotes. Destaca en ella el efectista lienzo barroco con el tema de la Liberación de San Pedro por el ángel, obra del pintor y clérigo Juan de Roelas (1612). Otras pinturas menores con escenas de la vida de San Pedro se distribuyen por los muros. Ya en los pies de la nave, muy olvidado pero de gran interés, se sitúa un retablo recompuesto con pinturas italianas del siglo XVI entre las que destacan el Crucificado central y una escena con el tema de Adán y Eva, uno de los escasos ejemplos de desnudo en el arte sevillano de siglos pasados.
   Pasando el cancel de la puerta de los pies, sobre el que se sitúa el órgano historicista construido por Blas Beracoechea en 1904, destaca, al pie de la ave del Evangelio, el retablo de Nuestra Señora de la Paz. Se compone por cinco tablas pictóricas y un banco. Es obra de Pedro Campaña (hacia 1540), pintor de origen flamenco considerado uno de los grandes maestros de la pintura sevillana del siglo XVI. En el centro del banco se representa la Anunciación de la Virgen y en los laterales dos pequeñas tablas con los familiares del donante del retablo, una curiosa ordenación de recuerdo medieval que coloca a los hombres a un lado y las mujeres al otro. 
   Ya en el muro del Evangelio, tras superar la pequeña capilla bautismal gótica, reformada en épocas de revivalismo neogótico, se sitúa el retablo neoclásico que acoge a la Virgen del Rosario, imagen de candelero del siglo XVIII a cuyos pies se sitúa una buena talla de la Inmaculada. Sobre peana laterales se sitúan las imágenes de San Rafael y del Ángel de la Guarda a la izquierda. En la parte superior del altar, la imagen de San Juan Nepomuceno, que en siglos pasados tuvo mucha devoción en la parroquia. Le sigue la capilla del Cristo de Burgos que cobija un retablo moderno totalmente dorado. En el centro se sitúa el crucificado del Santísimo Cristo de Burgos, obra de Juan Bautista Vázquez el Viejo, realizado en 1574, aunque en el siglo XIX le fue retirada la cabellera de pelo natural y se le añadió un sudario de telas encoladas que sustituyó el antiguo faldellín de inspiración medieval. A su izquierda se sitúa Madre de Dios de la Palma, imagen de vestir realizada por Manuel Gutiérrez Cano en 1897. A la derecha, la imagen de San Juan Evangelista es obra moderna y de calidad inferior. Bajo el Cristo de Burgos se halla una talla de Niños Jesús, fechada en el siglo XVIII. Son titulares de la Pontificia, Real, Ilustres y Fervorosa Hermandad del Santísimo Cristo de Burgos, Negaciones y Lágrimas de San Pedro, y Madre de Dios de la Palma, reorganización de una antigua hermandad desaparecida que comenzó a funcionar a fines del XIX pero que no tuvo nuevas reglas hasta 1942. Procesiona en la tarde del Miércoles Santo, siendo de gran interés el paso de caoba del crucificado y el palio de Rodríguez Ojeda en el que procesiona la Virgen.
   La capilla de Nuestra Señora del Pilar consta de un retablo dorado de gusto neoclásico colocado en el año 1922. En el centro se encuentra la Virgen del Pilar con el Niño, de mediados del siglo XVIII. A sus pies está Santiago orando y dos figuras durmientes, que fueron añadidas en 1763. La imagen de la Virgen del Pilar es de pequeño tamaño: algo más de un metro con la peana, que se configura por una nube de querubines que descansa sobre la columna. Le rinde culto una hermandad de gloria cuyos orígenes algunos remontan a la toma de Sevilla por San Fernando, aunque los documentos más antiguos conservados sólo acreditan su existencia en 1695.
   En el conjunto de pinturas que decoran los muros de la iglesia, junto a las ya mencionadas, destaca el apostolado del siglo XVII en la zona del presbiterio, la Virgen con el Niño cercana a Sebastián de Llanos Valdés del muro izquierdo, las escenas evangélicas que en 1824 realizó Gutiérrez de la Vega en el muro derecho o los restos de pinturas medievales que quedan en algunos pilares. 
   Junto a la capilla del Pilar existe una placa o lápida que atestigua que el pintor Diego de Silva y Velázquez fue bautizado en San Pedro el 6 de junio de 1599, conservándose en la parroquia su partida de bautismo y la del matrimonio de sus padres Joao Rodríguez de Silva y Jerónima Velázquez.
Textos de:
Manuel Jesús Roldán, Iglesias de Sevilla. Almuzara, 2010.

Enlace a la Entrada anterior de Sevilla**:
3359. SEVILLA** (MCDLXXXII), capital: 17 de febrero de 2020.

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