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martes, 4 de mayo de 2021

3335. SEVILLA** (MCDLXII), capital: 20 de enero 2020.










SEVILLA** (MCDLXII), capital de la provincia y de la comunidad: 20 de enero de 2020.
   Mostramos imágenes del interior de la Iglesia del ex-Convento de Nuestra Señora de la Paz. Junto a Santa Rosalía, es la única iglesia conventual sevillana con planta de cruz latina perfecta. Fue originalmente un convento de monjas agustinas, datándose su fundación en el año 1571, cuando el sacerdote y racionero de la Catedral Andrés Segura compró unas casas para la orden agustina, confirmando su patrocinio el hecho de que algunos de sus familiares estén enterrados en el templo. Otras noticias apuntan a la participación de unas religiosas provenientes del extinto convento cisterciense de Dueñas, muy próximo a esta iglesia, dato que quizá no tenga la suficiente base documental. Son escasas las noticias en torno al convento en siglos posteriores. Se tiene constancia de que en 1815 quisieron agregar a la comunidad las monjas del convento agustino de la Encarnación, derribado por los invasores franceses para ser convertido en un eterno solar. La fusión no llegó a producirse, dos años más tarde un rayo dejó el convento en estado ruinoso, y en 1837 desapareció definitivamente al ser desamortizado (curiosamente sus monjas fueron acogidas por la comunidad de la Encarnación). Derribadas sus estancias para ser convertidas en casas de vecinos, la iglesia siguió abierta al culto, hasta su cierre en 1868 por decreto del gobierno revolucionario. El templo sobrevivió sin apenas uso, convirtiéndose en 1936 en el refugio de la histórica hermandad de la Mortaja, cuya sede en la parroquia de Santa Marina fue incendiada en julio de ese año. La iglesia también acogería temporalmente a la primitiva hermandad de la Pastora de Santa Marina, hoy residente en el antiguo hospital de los Viejos. En 1967 el cardenal Bueno Monreal concedería definitivamente la propiedad a la hermandad de la Mortaja, renunciando a la antigua titularidad de su capilla en Santa Marina.
   El acceso actual al templo se realiza por el acceso al antiguo compás, hacia la calle Bustos Tavera (antes Melgarejos). Un amplio portalón da acceso al acogedor compás, hermoso rincón donde confluyen unas dependencias modernas, un antiguo púlpito de forja, un elevado ciprés y un azulejo inspirado en antiguos grabados del grupo de la Piedad. Un rincón único que se hace un lugar de otro mundo cuando, en la ya madrugada del Sábado Santo, se recoge el barroco cortejo de la hermandad penitencial. Se accede a la iglesia por una portada de dos cuerpos, fechable a comienzos del siglo XVII, enmarcada por pilastras compuestas y hornacinas, y con una pintura moderna de Francisco de Maireles en el cuerpo superior. El interior de la iglesia, atribuida por algunos a Diego López Bueno, presenta una original planta de cruz latina, con presbiterio marcado, pilastras que sostienen bóvedas de cañón en los brazos de la cruz y bóveda semiesférica sobre pechinas en la parte del crucero. Mantiene la hermandad el coro de los pies donde se sitúa las excelentes andas del paso de misterio, con talla de comienzos del siglo XVIII y diversos enseres procesionales de notable valor. El retablo mayor de la iglesia fue contratado con el escultor José Fernando de Medinilla en 1752, manteniendo elementos propios del tardobarroco junto a nuevas notas cercanas al neoclasicismo (especialmente en su acabado de imitación marmórea). Se compone de un banco, un desarrollado cuerpo con tres calles y un ático. En las calles laterales se sitúan dos tallas, San José a la izquierda y Santa Bárbara con la torre a la derecha. Sobre ambos se sitúan dos medallones que representan a los santos juanes, el Bautista y el Evangelista. Preside el camarín central el excelente grupo titular de la hermandad de la Mortaja, formado por la Virgen de la Piedad, Cristo Descendido (obra de Cristóbal Pérez de 1677), José de Arimatea, Nicodemo, San Juan y las Tres Marías (Salomé y Cleofás con el pelo cubierto como símbolo de casadas, y Magdalena, con el pelo al descubierto). El conjunto se suele atribuir al círculo de Pedro Roldán, habiéndose puesto en relación a la imagen de la Virgen con el anónimo autor de la Macarena, no en vano llegó a ser conocida la talla como la Macarenita de Santa Marina. Es un conjunto de acentuado dramatismo barroco, que permite ver a la imagen de Cristo muerto mediante una hábil composición de líneas diagonales formada por las cabezas de los personajes que conforman la escena. Gana en dramatismo la noche del Viernes Santo, día de su salida procesional, cuando compone una de las escenas más teatrales de la Semana Santa. El retablo presenta sobre el frontón curvo superior la talla de la Virgen de la Paz, anterior titular, una imagen de vestir original del siglo XVI. Ya en el ático se sitúan un gran altorrelieve con la iconografía de San Agustín que acoge a varios religiosos de su orden, situándose las tallas de Santa Mónica y Santa Clara de Montefalco en las laterales.
   Muy reformados han sido el resto de retablos de la iglesia. En el lado derecho se sitúa una vitrina que acoge a una dolorosa del siglo XVIII, sólo de busto. En el crucero, frente al acceso, se sitúan un retablo que realizó en 1613 el polifacético Diego López Bueno, conjunto que debió ser reformado a finales del siglo XVIII. Lo preside una talla del Niño Jesús y un busto de San Francisco de Borja, apareciendo diversos santos jesuitas en las calles laterales. También en el crucero está un retablo del siglo XVIII que preside una talla de San José. En el lado del Evangelio destaca un retablo del siglo XVIII, con un notable lienzo de la Virgen de Belén.
   Conserva la hermandad el primitivo icono fundacional, un conjunto de la Piedad de pequeño tamaño realizado en terracota y que podría ser datado a comienzos del siglo XVI, manteniendo notas del gótico tardío. No hay unanimidad sobre el origen histórico de la hermandad de la Mortaja. Las referencias más legendarias la sitúan en Santa Marina a comienzos del siglo XVI, momento de la aparición en la vieja iglesia mudéjar del grupo de la Piedad. Consta que en 1592 le aprueban sus reglas, mientras residen en Santa Marina, aunque algunos autores hablan de un posible origen en un desaparecido hospital del barrio de San Lorenzo. Conocida hoy por su impactante cortejo procesional (que mantiene figuras como el muñidor, la música de capilla, numerosos acólitos, servidores de librea y hasta dieciocho ciriales que coinciden con el número antiguo de notarías sevillanas y con el legendario número de asistentes al entierro de Cristo), tuvo una época en la que se caracterizó por su carácter popular, llevando banda de cornetas y tambores y no siendo un ejemplo de orden y compostura. Logró salvar a sus imágenes del fuego intencionado de 1936 en la parroquia de Santa Marina y consiguió recuperar un cortejo y unas formas que, cada Viernes Santo, devuelven la reflexión barroca sobre la muerte a las calles de Sevilla 
Textos de:
Manuel Jesús Roldán,  Iglesias de Sevilla. Almuzara, 2010.

Enlace a la Entrada anterior de Sevilla**:
3334. SEVILLA** (MCDLXI), capital: 20 de enero de 2020.

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