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sábado, 3 de septiembre de 2016

1630. JAÉN (III), capital: 15 de junio de 2013.

31. JAÉN, capital. Portada renacentista de la igl. de San Ildefonso.

32. JAÉN, capital. Portada neoclásica de la igl. de San Ildefonso.

33. JAÉN, capital. Torre de la igl. de San Ildefonso.

34. JAÉN, capital. Interior de la igl. de San Ildefonso.

35. JAÉN, capital. Uno de los retablos de la igl. de San Ildefonso.

36. JAÉN, capital. Retablo de San Benito de la igl. de San Ildefonso.

37. JAÉN, capital. El paso del Señor Resucitado ante el retablo de las Ánimas Benditas, en la igl. de San Ildefonso.

38. JAÉN, capital. El paso del Stmo. Xto. Yacente ante la pintura mural de San Cristóbal, en la igl. de San Ildefonso.

JAÉN (III), capital de la provincia: 15 de junio de 2013.
La iglesia de San Ildefonso*
   Frente a la puerta del Ángel o, más concretamente, frente a la del convento, se abre la calle Bernardas, jugosa vía que da paso un entramado clásico en toda la zona sur de la ciudad, compuesto por calles más bien estrechas, rectas, pero atravesadas insospechadamente por otras que tan pronto suben como bajan no pequeñas pendientes.
   Hacia la mitad de ésta de las Bernardas, precisamente, surge la de Capitán Aranda, a mitad de la cual, a su vez, llega Reja de la Capilla, desde cuya esquina se ven los muros de la iglesia de San Ildefonso, cuya hermosa mole se alza en la plaza del mismo nombre, en la que, tras un quiebro, desemboca la calle. Una tradición jiennense cuenta cómo desde su conquista por Fernando III la ciudad de Jaén sufrió numerosos ataques por parte de los musulmanes granadinos. Uno de estos ataques, quizás el más virulento de cuantos se habían producido hasta entonces, sucedió a primeros de junio del año 1430. Los musulmanes habían reunido tal cantidad de fuerzas y peleaban con tal empeño que la ciudad se encontraba al borde de la desesperación y a punto de rendirse. Entonces, en la noche del 10 al 11 de junio, cuatro personas del barrio de San Ildefonso, un arrabal de la ciudad, asistieron atónitos a un sorprendente desfile, compuesto por una mujer resplandeciente con un niño en los brazos, flanqueada por un clérigo y por otra mujer en actitud orante y detrás un grupo de monagos con las cruces parroquiales seguidos de un batallón de hombres en pie de guerra. La sobrecogedora procesión llegó hasta la entonces capilla de San Ildefonso, a espaldas de la cual había dispuesto un altar en el que se celebró una rara ceremonia con cantos admirables. La escena desapareció tan bruscamente como había aparecido en el mismo momento en que se oyó en la ciudad el toque de maitines. Extendida la noticia, los jiennenses dieron por hecho que la señora era la Virgen María que acudía en socorro de la ciudad, recuperando su valor y sus maltrechas fuerzas y logrando rechazar el ataque de los mahometanos. La iglesia de San Ildefonso surgió como consecuencia de esta aparición. En el lugar de la capilla donde se había llevado a cabo la ceremonia se colocó una imagen de la Virgen, a la que por el lugar en el que se encontraba la gente comenzó a llamar Virgen de la Capilla. Con el tiempo la devoción fue creciendo, hasta el punto de hacerse necesario proceder a la ampliación del pequeño oratorio, hasta que se convirtió en el templo que existe hoy.
   Este es un edificio de gran singularidad en el conjunto de las construcciones religiosas de Jaén. Tiene tres fachadas. Una que da a la calle Virgen de la Capilla, gótica, edificada en honor de la Virgen y con una hornacina con una imagen de Ésta. Sobre la plaza, en el lado del Evangelio, se alza una preciosa portada renacentista labrada por Francisco Castillo el Mozo hacia 1550. Se sitúa entre dos poderosos contrafuertes cilíndricos y consiste en un vano de medio punto con la arquivolta decorada con racimos vegetales, y enmarcado por dos figuras masculinas canéforas, esto es, con cestos en la cabeza, sobre estípites que apoyan en pedestales. Ambas figuras soportan un entablamento clásico, sobre el que, tras una abultada cornisa, aparece una hornacina sostenida por columnas jónicas, con frontón triangular en el que se inscribe el relieve de Dios Padre. En la hornacina figura, a su vez, otro relieve en el que aparece la Virgen revistiendo con la casulla a San Ildefonso, ayudada por ángeles. La portada principal se sitúa a los pies del templo y da a la calle Vicente Montuno. Es de estilo neoclásico y la realizó Francisco Calvo Bustamante siguiendo el proyecto de Ventura Rodríguez. Se compone de un dintel enmarcado por dos columnas corintias sobre el que se sitúa un óculo y un entablamento por encima del cual va una peana con la imagen del titular; todo rematado con un frontón en el que se inscribe el escudo del obispo Benito Martín. A la izquierda, ensamblada a la fachada, se encuentra la torre, levantada bajo el mandato de los obispos Sarmiento de Mendoza (1580-1595), Bernardo de Sandoval y Rojas (1596-1599) y Sancho Dávila Toledo (1600-1615), cuyos escudos aparecen en los tramos construidos durante su episcopado. Consta de tres cuerpos rematados por un chapitel. El primero lleva un conjunto de pilastras en los ángulos que soportan arcos de medio punto; el segundo, levantado a partir de una cornisa, va almohadillado y presenta dos vanos adintelados. El tercer cuerpo es de planta octogonal, con pináculos en las esquinas y vanos de medio punto, en los que se alojan las campanas, alternos con otros adintelados. Interiormente, el templo es gótico, con reformas posteriores en algunos puntos, como, por ejemplo, la capilla mayor. Consta de tres naves separadas por arcos formeros apuntados sobre pilares cruciformes, cubiertas con bóvedas de nervaduras. El retablo mayor es obra de Duque Cornejo. Se compone de dos cuerpos articulados con estípites y en él destaca poderosamente el tabernáculo ubicado en la calle central, un prodigio de equilibrada armonía, así como de plasmación de las doctrinas surgidas del concilio de Trento. De Pedro Duque Cornejo son también los bellísimos retablos de San Benito, Ánimas del Purgatorio, San Antón, Cristo del Valle y Divina Pastora, repartidos por las capillas laterales del templo. Una de estas capillas, la primera del lado de la Epístola, es la de la Virgen de la Capilla, la mejor del templo, un rico espacio barroco, cuyo altar se encuentra presidido por la imagen de la Virgen.

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