6186. SEVILLA, capital. Portada de la igl. del cvto. de Sta. Inés. |
6187. SEVILLA, capital. Interior de la igl. del cvto. de Sta. Inés. |
6188. SEVILLA, capital. Retablo mayor de la igl. del cvto. de Sta. Inés. |
6189. SEVILLA, capital. Retablo de la Inmaculada en la igl. del cvto. de Sta. Inés. |
6190. SEVILLA, capital. Retablo de Sta. Clara de Asís, en la igl. del cvto. de Sta. Inés. |
6191. SEVILLA, capital. Retablo de San Fco. de Asís y Ecce-Homo en la igl. del cvto. de Sta. Inés. |
6192. SEVILLA, capital. Retablo de la Virgen del Rosario, en la igl. del cvto. de Sta. Inés. |
6193. SEVILLA, capital. Coro de la igl. del cvto. de Sta. Inés. |
6194. SEVILLA, capital. Cuerpo incorrupto de dª Mª Coronel en el coro de la igl. del cvto. de Sta. Inés. |
6195. SEVILLA, capital. Reliquias de las Once Mil Vírgenes en la igl. del cvto. de Sta. Inés. |
SEVILLA** (DCCCXCII), capital de la provincia y de la comunidad: 2 de diciembre de 2017.
Iglesia del Convento de Santa Inés
calle Doña María Coronel
"La iglesia estaba iluminada con una profusión asombrosa. El torrente de luz que se desprendía de los altares para llenar sus ámbitos chispeaba en los ricos joyeles de las damas que, arrodillándose sobre los cojines de terciopelo que tendían los pajes y tomando el libro de oraciones de manos de sus dueñas, vienieron a formar un brillante círculo alrededor de la verja del presbiterio". Así ambientaba Bécquer la misa del Gallo en Santa Inés, una hermosa iglesia conventual cargada además con la leyenda de Maese Pérez, la dramática historia de María Coronel y los aromas a bollitos y pestiños del torno que se abre al compás del convento. Un lugar con leyenda y con historia. Un convento de clarisas que fundó María Coronel, viuda de Juan de la Cerda, muerto por orden del rey Pedro I, Cruel o Justiciero, que hay sus opiniones, durante su reinado (1350-69). Tras la muerte de su marido, y para huir del acoso del monarca, María Coronel se refugió en la desaparecida ermita de San Blas, en la zona de la calle Feria, profesando posteriormente como monja del convento de Santa Clara donde se desfiguró el rostro con aceite hirviendo para que el monarca desistiera de su empeño. Tras la muerte del rey don Pedro en 1369, y la llegada al trono de Enrique de Trastamara, la familia Fernández Coronel recuperó sus posesiones y doña María consiguió su propósito de fundar un convento de la orden de Santa Clara en unos terrenos pertenecientes a la familia de la noble sevillana. Corría el año 1374. Allí descansaría de su ajetreada vida y allí se conservaría su rostro quemado y su cuerpo incorrupto, visible cada año en la apertura de su urna el día 2 de diciembre.
La iglesia actual, precedida por el compás abierto hacia la calle con el nombre de la fundadora, se levanta hacia el año 1400, aunque presenta importantes modificaciones realizadas en el primer tercio del siglo XVII. Su acceso principal, abierto hacia el compás del convento, es de un sencillo esquema adintelado, con frontón recto y partido, ático con el relieve de un cordero (alusión al nombre latino de Santa Inés) y pináculos de forma piramidal. Es obra manierista de los primeros años del siglo XVII, que ha recuperado en la última restauración parte de su policromía en tonos albero y almagra. Traspasado su umbral, la iglesia nos muestra sus planta rectangular, con tres naves separadas por pilares cruciformes, con presbiterio rectangular y enrejado coro a los pies. Las bóvedas son ojivales, de cantería, teniendo las laterales un espinazo en su parte central. Hacia 1630 la intervención de Francisco de Herrera barroquizó levemente la estructura gótica, al añadir un monumental escudo de la Orden, diversas pinturas al fresco y yeserías con motivos de querubines y de ángeles atlantes.
El barroco retablo mayor fue realizado entre 1719-1748 por José Fernando y Francisco José de Medinilla, renovadores de otros retablos conventuales de la ciudad como el de Santa Paula. La imagen titular de Santa Inés, con el atributo iconográfico del cordero en la mano, fue realizado por Francisco de Ocampo en 1630, perteneciendo al anterior retablo mayor. De ese mismo retablo son las otras esculturas: San Juan Bautista, San Juan Evangelista y San Antonio de Padua, obras todas de Juan Remesal, con la misma cronología. La escultura de San Pascual Bailón, el franciscano que llegó a abrir los ojos en el momento de la consagración de su funeral, es obra posterior. Todo el conjunto se estructura mediante abigarrados estípites como elemento de soporte, hojarascas y recargada decoración vegetal, en un retablo que se adapta a la tripartición que impone la cabecera poligonal de la iglesia. Del estilo de Remesal también son las dos imágenes de la Inmaculada y de Santa Clara, la fundadora de la Orden, que se sitúan en los dos pilares del segundo tramo de la nave central. Probablemente fueron tallas originales del primitivo retablo de 1630 sustituido en el siglo XVIII.
En la nave izquierda, en un retablo sin interés del siglo XIX, se sitúa la imagen de un peculiar santo, San Expédito, el santo más rápido del santoral, el legionario romano que porta una pequeña cruz con la inscripción hodie (hoy) frente al pisoteado cuervo que grita cras, cras (mañana). Ya se sabe, el santo que no deja las cosas para otro día ... En la cabecera de la misma nave está un retablo del siglo XIX con elementos del XVII (ángeles del remate). El Ecce Homo del banco es del siglo XVIII. Preside el conjunto una imagen de San Francisco, el fundador de la orden masculina, obra de Juan Remesal también procedente del antiguo retablo mayor.
En la cabecera del muro derecho destaca el interesante retablo de la Virgen del Rosario (talla del siglo XVIII) rodeada de unas pinturas flamencas del primer tercio del siglo XVI, con diferentes santos y escenas de la vida de la Virgen (son identificables las figuras de San Blas, San Pedro, la degollación del Bautista, San Sebastián, la misa de San Gregorio y diversas escenas de la vida de la Virgen). A continuación, en un retablo sin interés del siglo XIX, está colocada la talla de San Blas notable obra de Juan de Mesa (1617), a pesar de su poco acertada policromía posterior. Vestido de obispo, con el signo de su martirio en el cuello, es protector de las enfermedades de garganta con gran devoción en el convento, que reparte los típicos cordones del santo en su festividad (3 de febrero). Un último altar en este muro presenta piezas de acarreo: pinturas del siglo XVI y tallas del siglo XVIII.
Sobre la reja del coro hay un retablo de María Coronel realizado por Joaquín Domínguez Bécquer en 1856. Desde esa reja se puede contemplar el órgano de Maese Pérez, la famosa leyenda de Gustavo Adolfo Bécquer. Es una pieza que fue realizada entre el final del siglo XVII y el principio del XVIII, estando colocado frente a la urna que guarda los restos incorruptos de la fundadora, María Coronel. Una última reliquia guarda la iglesia. En una dorada urna en la zona del presbiterio se hace alusión a los restos de una de las once mil vírgenes que acompañaron a Santa Úrsula en su martirio, una deformada historia transformada en leyenda que llegó hasta el monasterio de Santa Inés. El alma de Maese Pérez no puede quejarse de soledad.
Textos de:En la nave izquierda, en un retablo sin interés del siglo XIX, se sitúa la imagen de un peculiar santo, San Expédito, el santo más rápido del santoral, el legionario romano que porta una pequeña cruz con la inscripción hodie (hoy) frente al pisoteado cuervo que grita cras, cras (mañana). Ya se sabe, el santo que no deja las cosas para otro día ... En la cabecera de la misma nave está un retablo del siglo XIX con elementos del XVII (ángeles del remate). El Ecce Homo del banco es del siglo XVIII. Preside el conjunto una imagen de San Francisco, el fundador de la orden masculina, obra de Juan Remesal también procedente del antiguo retablo mayor.
En la cabecera del muro derecho destaca el interesante retablo de la Virgen del Rosario (talla del siglo XVIII) rodeada de unas pinturas flamencas del primer tercio del siglo XVI, con diferentes santos y escenas de la vida de la Virgen (son identificables las figuras de San Blas, San Pedro, la degollación del Bautista, San Sebastián, la misa de San Gregorio y diversas escenas de la vida de la Virgen). A continuación, en un retablo sin interés del siglo XIX, está colocada la talla de San Blas notable obra de Juan de Mesa (1617), a pesar de su poco acertada policromía posterior. Vestido de obispo, con el signo de su martirio en el cuello, es protector de las enfermedades de garganta con gran devoción en el convento, que reparte los típicos cordones del santo en su festividad (3 de febrero). Un último altar en este muro presenta piezas de acarreo: pinturas del siglo XVI y tallas del siglo XVIII.
Sobre la reja del coro hay un retablo de María Coronel realizado por Joaquín Domínguez Bécquer en 1856. Desde esa reja se puede contemplar el órgano de Maese Pérez, la famosa leyenda de Gustavo Adolfo Bécquer. Es una pieza que fue realizada entre el final del siglo XVII y el principio del XVIII, estando colocado frente a la urna que guarda los restos incorruptos de la fundadora, María Coronel. Una última reliquia guarda la iglesia. En una dorada urna en la zona del presbiterio se hace alusión a los restos de una de las once mil vírgenes que acompañaron a Santa Úrsula en su martirio, una deformada historia transformada en leyenda que llegó hasta el monasterio de Santa Inés. El alma de Maese Pérez no puede quejarse de soledad.
ARJONA, Rafael: Guía Total: Andalucía. Ed. Anaya. Madrid, 2005.
ARJONA, Rafael y WALLS, Lola: Guía Total: Sevilla. Ed. Anaya. Madrid, 2007.
MORALES, Alfredo J.; SANZ, María Jesús; SERRERA, Juan Miguel y VALDIVIESO, Enrique: Guía artística de Sevilla y su provincia [I]. Fundación José Manuel Lara y Diputación provincial de Sevilla. Sevilla, 2004.
ROLDÁN, Manuel Jesús: Iglesias de Sevilla. Almuzara. Sevilla, 2010.
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