Las primeras 450 entradas de este blog las puedes consultar en el enlace Burguillos Viajero.

martes, 25 de diciembre de 2018

2473. CÁCERES** (VIII), capital: 20 de noviembre de 2017.

137. CÁCERES, capital. Torre del Bujaco, ermita de la Paz y arco de la Estrella en la plaza Mayor.
138. CÁCERES, capital. El arco de la Estrella desde el interior del recinto amurallado, con la plaza Mayor al fondo.
139. CÁCERES, capital. La concatedral de Sta. Mª la Mayor. 
140. CÁCERES, capital. Interior de la concatedral de Sta. Mª la Mayor.
141. CÁCERES, capital. Bóvedas de la concatedral de Sta. Mª la Mayor.
142. CÁCERES, capital. Interior del museo religioso de la concatedral de Sta. Mª la Mayor.
143. CÁCERES, capital. El Xto. negro de la concatedral de Sta. Mª la Mayor.
144. CÁCERES, capital. El retablo mayor de la concatedral de Sta. Mª la Mayor.
145. CÁCERES, capital. El pal. episcopal.
146. CÁCERES, capital. El pal. de los Mayoralgo.
147. CÁCERES, capital. Ante el monumento a San Pedro de Alcántara.
148. CÁCERES, capital. Casa de los Golfines de Abajo.
149. CÁCERES, capital. Patio de la casa de los Golfines de Abajo.
150. CÁCERES, capital. Igl. de San Jorge y cvto. de San Fco. Javier. 
151. CÁCERES, capital. Ante el belén de la igl. de San Jorge.
152. CÁCERES, capital. En la escalera de caracol metálica de la igl. de San Jorge.
153. CÁCERES, capital. La plaza mayor y la concatedral de Sta. Mª la Mayor desde una de las torres de la igl. de San Jorge.
154. CÁCERES, capital. Escalera de caracol pétrea en la igl. de San Jorge.
155. CÁCERES, capital. El interior de la igl. de San Jorge desde el coro.
156. CÁCERES, capital. El retablo mayor de la igl. de San Jorge.
157. CÁCERES, capital. Por las calles cacereñas ...
158. CÁCERES, capital. La casa del Sol.
159. CÁCERES, capital. La torre de los Plata o de los Sande.
160. CÁCERES, capital. La igl. de San Mateo.
161. CÁCERES, capital. La espadaña de la igl. de San Mateo.
162. CÁCERES, capital. La casa de las Cigüeñas.
163. CÁCERES, capital. Retablo mayor de la ermita de San Antonio.
164. CÁCERES, capital. La calle del Mono.
165. CÁCERES, capital. Junto al monumento a la vendedora de prensa.
CÁCERES** (VIII), capital de la provincia: 20 de noviembre de 2017.
  En Cáceres conviven, perfectamente identificables, tres núcleos urbanos sucesivos que son un claro exponente de su evolución a lo largo de la historia: el recinto medieval amurallado, la zona que creció extramuros a partir de la Edad Moderna y la nueva urbe de extensas avenidas surgida en los últimos años. Las dos primeras, y en especial la almendra urbana del llamado Barrio Monumental, reúnen todo el interés artístico, que, como se ha de ver, es considerable. En consecuencia, centran también el itinerario aquí propuesto, cuya inevitablemente densa brevedad debe tomarse sólo como guión básico para abordar una ciudad que, como pocas, incita a perderse en el laberinto medieval de sus calles y plazuelas, bajo arcos, torres y murallas, entre iglesias y hermosos, innumerables, palacios.
El Barrio Monumental: en torno a la plaza de Santa María
   Un recorrido ordenado puede iniciarse desde la Plaza Mayor, amplio espacio que se extiende ante la muralla y donde la llamada torre del Bujaco, corrupción popular del nombre árabe Abu Yacub, preside y anticipa el interior del recinto monumental. Erigida sobre una fortificación romana durante el período almohade (siglo XII), fue la última posición defendida por los fratres de Cáceres ante las tropas del califa Abu Yacub Yusuf y acabó convirtiéndose en escenario de la ejecución de los caballeros supervivientes. En su interior acoge un centro de interpretación sobre la historial cacereña en tres aspectos (romano, árabe y Edad Media), además de permitir el acceso a un tramo de la muralla y al impresionante mirador en la parte alta de la torre. Adosada a ella, la ermita de la Paz, con pórtico de tres arcos de medio punto, del siglo XVII, aunque se reedificó en la segunda mitad del XVIII en estilo barroco.
   El acceso al recinto monumental se realiza por la escalinata que precede al arco de la Estrella, reconstruido por Manuel Lara Churriguera (1727) en sustitución de una de las puertas de la muralla defendida por la contigua torre de los Púlpitos, así llamada por los matacanes cilíndricos de los ángulos. El arco, rebajado, se dispone en un original esviaje para permitir el paso de las mercaderías y muestra al exterior el escudo de la ciudad.
   De frente, por una estrecha callejuela se alcanza la plaza de Santa María**, en cuyo irregular espacio se suceden diversos palacios en torno a la iglesia concatedral de Santa María la Mayor**. Este templo, de los siglos XII y XVI, es obra de transición del románico al gótico y abre al exterior dos portadas con apuntadas arquivoltas bajo un pequeño tejaroz o alero. Consta de tres naves con bóveda de crucería, cabecera poligonal y capillas absidiales. En su interior posee un retablo plateresco, realizado por Guillén Ferrant y Roque Balduque (1550), y otras obras destacables como el púlpito, las pilas bautismales de alabastro y la puerta de la sacristía, también plateresca. Como tradicional lugar de enterramiento de la nobleza cacereña, el pavimento ofrece una amplia muestra de la heráldica local. La concatedral dispone de un Museo Religioso donde se pueden apreciar piezas de toda la provincia.
   Frente a la iglesia se alza la fachada renacentista del Palacio Episcopal, obra originaria del siglo XII, aunque con grandes reformas en el XVI promovidas por el obispo García de Galarza. El palacio de Mayoralgo, próximo al anterior y de interior gótico, con fachada del siglo XVI, fue reconstruido tras los daños sufridos en la Guerra Civil (1937). En su portada, de grandes dovelas, conserva el escudo de los Blázquez, que era el apellido de los mayoralgos.
   En el lado opuesto de la misma plaza, el palacio de Hernando de Ovando, de 1519, muestra una bella portada en la que aparecen representadas, sobre las enjutas del arco de medio punto, las efigies del titular de la casa y de su esposa, Mencía de Ulloa. El escudo esgrafiado de la parte superior es del siglo XVIII.
   La casa de los Carvajal, al inicio de la calle Tiendas, aunque erigida en el siglo XV, hubo de ser reedificada a finales del siglo XIX, tras quedar destruida por un incendio. Su torre cilíndrica data de la época musulmana (siglo XII). Al final de esta misma calle se alza la torre de los Espaderos, de los siglos XIII-XIV, bastión defensivo de la hoy desaparecida puerta de Coria. En las cercanías, sobre una plazuela próxima a la muralla, está el palacio de los Toledo-Moctezuma, de finales del siglo XVI y vinculado a la memoria de una hija del rey azteca casada con un capitán de Hernán Cortés. Fue hace poco restaurado y acoge el Archivo Provincial.
   Tras retornar a la plaza de Santa María, el recorrido puede proseguir a través de la plaza de los Golfines, enlazada con la anterior por el palacio de la Diputación, edificio de origen renacentista muy restaurado. Próximo a él, el palacio de los Golfín-Roco, del siglo XVI, que también acoge dependencias oficiales, y la casa de los Moraga, al inicio de la Cuesta de Aldana, sirven de complemento a una de las muestras más características de la arquitectura de la ciudad: la casa de los Golfines de Abajo*. Su construcción, comenzada a finales del XV, se prolongaría hasta 1535 con la decoración de la fachada principal, flanqueada por dos torres de distinta altura que dan al conjunto un carácter de casa-fortaleza.
   La rica ornamentación de la portada y la crestería que corona la parte superior evocan la influencia del plateresco salmantino. Fue residencia de los Reyes Católicos durante su estancia en la villa, y conserva en el interior el llamado salón de Linajes y un bello patio con arcos escarzanos que se alzan sobre columnas elípticas.
   La iglesia y convento de la Compañía de Jesús, puestos bajo la advocación de San Francisco Javier, ocupan la inmediata plaza de San Jorge, y rompen con su presencia barroca la línea medieval-renacentista dominante en el entorno. El templo, cuya construcción finalizó durante 1755, poco antes de la expulsión de la orden, guarda en su interior un retablo barroco con imágenes de bulto redondo y un cuadro de Paolo Manfei. En la misma plaza, la casa de los Becerra, del siglo XV, con ventana encuadrada por pilastras sobre el arco de medio punto, constituye uno de los más bellos ejemplos de fachada gótica que pueden admirarse en la ciudad.
La plaza de San Mateo y sus alrededores
   Por la calle Compañía se sube hasta la plaza de San Mateo, presidida por la iglesia del mismo nombre. Se trata de un templo iniciado en el siglo XVI y concluido en el XVIII, en que se culminó la torre. Dentro de su predominante aspecto gótico se suceden los distintos estilos en la portada (plateresca), la capilla (renacentista), y el retablo (rococó). En el interior, de una sola nave, merece atención al coro, sobre atrevida bóveda plana, y los sepulcros de rancios linajes extremeños. Junto a la iglesia, la conocida como casa de las Cigüeñas, del siglo XV, sede del gobierno militar, muestra su hermosa torre almenada, librada del general desmochamiento gracias al privilegio otorgado por la reina Isabel a su dueño, Diego de Cáceres. Quizá por ello ha sido siempre lugar predilecto de las aves migratorias que le dan su nombre. Frente a ella, el convento de San Pablo*, de fines del siglo XV, posee en el interior un sobrio claustro de galerías porticadas y un pequeño templo del gótico tardío, con ábside semipoligonal e interesantes retablos.
   Al fondo de la plaza contigua se construye durante el siglo XVI, sobre el solar que ocupaba el alcázar árabe, la casa de las Veletas. Aunque reformada en el siglo XVIII, conserva en los subterráneos el aljibe* de la primera época musulmana (siglo IX), un espacio rectangular cubierto por bóvedas de medio cañón peraltado que descansan sobre un conjunto de arcos de herradura. En el palacio se encuentra instalado el Museo Provincial. En este edificio se puede visitar una interesante colección de piezas arqueológicas y etnográficas, mientras que las tres salas de la colección de Bellas Artes, una contemporánea, otra con una muestra que abarca del siglo XIII al XIX y cuya pieza clave es el Jesús Salvador de El Greco, y una última sala para exposiciones temporales, se hallan en la contigua casa de los Caballos.
   Al norte del museo, el arco del Cristo, es la única puerta del recinto amurallado de la época romana que todavía subsiste. Junto a ella se extiende el barrio de San Antonio, antigua judería que conserva el encanto de sus pequeñas casas blanqueadas en torno a la ermita de San Antonio, del siglo XVIII, construida donde antes se alzó la sinagoga.
   También a partir de la plaza de San Mateo, rodeando la iglesia, se ven otros edificios destacados (torre de los Plata, casas del Águila y del Sol). Y lo mismo puede decirse de los que se levantan a lo largo de la Calle Ancha, que arranca de la misma plaza. El primero es la casa de Lorenzo de Ulloa, con fachada del siglo XV y recorrida por elegante alfiz y una artística ventana sobre la puerta adovelada. Al mismo siglo pertenece la casa de los Paredes de Saavedra, en tanto que el palacio del Comendador de Alcuéscar, en el que está instalado el Parador de Turismo, exhibe una fachada reconstruida en el siglo XVIII. Al final de la calle, junto a la desaparecida puerta de Mérida, está la casa de los Sánchez Paredes, del siglo XV y con numerosas reformas posteriores, la última en el presente siglo. En una cercana plazuela, la casa de los Perero, solar originario de los Caballeros de la Orden Militar de San Julián del Pereiro, antecedente de la de Alcántara, muestra un bello patio renacentista en el interior. Ahora se utiliza como colegio mayor universitario.
   Paralela a la Calle Ancha avanza la calle Olmos, en la que cabe resaltar, además de la enfermería de San Antonio, con su ermita del siglo XVII, la presencia del palacio de los Golfines de Arriba, reformado en 1506, si bien subsisten torres, matacanes y ventanas de la primitiva obra del siglo XVI. Cerca ya de la intersección con la calle Orellana, la Casa Mudéjar, es ejemplo único de este estilo basado en el empleo del ladrillo en el Barrio Monumental cacereño. Muy próxima se halla la casa de Aldana. Cerca de ella, la popular casa del Mono, reconvertida en biblioteca después de haber sido Museo de Bellas Artes, es un edificio gótico (siglo XV) que toma su nombre de la escultura de un simio que aparece encadenado al pretil de la escalera interior.
   Hacia el adarve de Santa Ana y frente al arco del Postigo (siglo XVIII) eleva su fachada de gusto italianizante el palacio de los Condes de Adanero, y, un poco más adelante, próximos al espacio abierto que forman el Foro de los Balbos y la plaza de Caldereros, se alzan la casa de los Rivera, del siglo XV y el palacio de la Generala (siglos XIV-XV), muy reformados y sedes en la actualidad del Rectorado universitario y la Facultad de Derecho, respectivamente.
   No conviene olvidar que el paseo por los estrechos adarves del recinto amurallado permite contemplar amplios lienzos de la muralla almohade (siglo XII), así como las numerosas torres albarranas de planta cuadrada o poligonal que se conservan.
Extramuros
   Aparte del Barrio Monumental, en la zona que ya desde finales de la Edad Media fue surgiendo extramuros, Cáceres cuenta con otros edificios religiosos y civiles de importancia. La iglesia gótica de San Juan Bautista, en la plaza homónima, estuvo ligada tradicionalmente a La Mesta como lugar de culto de los pastores trashumantes durante su estancia en la ciudad. Construida entre los siglos XIII y XIV, en su interior, de nave única, se abren capillas de épocas posteriores (siglos XVI y XVII) que muestran tallas, retablos y lienzos de interés.
   La plaza de la Concepción, a la que desde la Plaza Mayor se llega por la animada calle del General Ezponda, es otro destacado enclave, ya que reúne la casa-palacio de los Marqueses de la Isla, actual sede del museo Massa Solis, compuesto por obras de las series Cáceres y Extremadura donadas por este pintor contemporáneo, la del Marqués de Camarena (siglo XV y fachada reformada en el XVIII) y la de los Galarza, del siglo XV, con torre plateresca. Próxima a esta última, el convento de Santo Domingo, posee un templo tardogótico (siglo XVI), de tres naves, provisto de un buen retablo barroco.
   La contigua calle Sancti Espíritu avanza hacia la plaza del Duque, presidida y nombrada por el palacio de los Abrantes, antigua casa-fortaleza a la que durante el siglo XVI se le incorporó la portada renacentista y un patio interior que vino a sumarse a otro ya existente de estilo gótico. No quedan lejos el neoclásico palacio de la Audiencia, del siglo XVIII, en la plaza del mismo nombre, o la capilla de la antigua enfermería de San Pedro de Alcántara (siglo XVII), con abundante decoración barroca.
   Pero mayor interés ofrece, continuando hacia la plaza de Santiago, la fachada renacentista, con magnífico balcón esquinado, del palacio de Francisco Godoy, de 1549, compañero de Pizarro y Valdivia en la conquista de Perú y Chile. Y, sobre todo, la iglesia de Santiago*, construida en el siglo XVI sobre un templo anterior, el más antiguo de la ciudad, del que se conservan elementos románicos. El actual es obra gótica de Rodrigo Gil de Hontañón, aunque finalizado por Sancho Cabrera. El retablo mayor (siglo XVI), del taller de Berruguete, es lo más valioso de su interior, junto con otras tallas de los siglos XIV y XV, la reja renacentista del presbiterio o el sepulcro plateresco de Sancho de Figueroa.
   No deben quedar sin mención la ermita del Espíritu Santo, obra mudéjar del siglo XIV, situada al sur de la ciudad; el convento de Santa Clara, de estilo barroco (siglo XVII), ni el convento de San Francisco Extramuros, cuya dilatada construcción entre los siglos XV-XVIII explica que al gótico del claustro y la iglesia se añadieran al estilo renacentista de un nuevo claustro y la impronta herreriana de la fachada.
   Otro espacio museístico de gran interés es el que forman en la plaza de San Francisco el museo de historia y cultura Casa Pedrilla, dedicado a personajes de la vida cacereña de los siglos XIX y XX, y la casa museo de Oswaldo Guayasamín, con muestras de este pintor y obras de la cultura precolombina y colonial.
   En la salida de Cáceres en dirección a Miajadas se encuentra el centro de interpretación de la Cueva de Maltravieso, donde aparecieron ciento sesenta manos en negativo rodeadas de pigmento rojo con la peculiar ausencia del dedo meñique.
   Por último, un adecuado remate a la visita lo proporciona el ascenso al Santuario de la Virgen de la Montaña, en el cerro de la Mosca, donde se venera la imagen de la patrona de Cáceres. La panorámica del entramado urbano que desde allí se obtiene puede ser el mejor resumen de una ciudad que a buen seguro ocupará un lugar privilegiado en la memoria del viajero.
Textos de:
                                 RAMOS, Alfredo J. y LLORENTE, Santiago: Guía total: Extremadura. Anaya. Madrid, 2005. 

Enlace a la Entrada anterior de Cáceres**:

No hay comentarios:

Publicar un comentario