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miércoles, 10 de febrero de 2016

1424. SANTILLANA DEL MAR** (III), Cantabria: 10 de agosto de 2012.

34. SANTILLANA DEL MAR, Cantabria. Una de las calles de la población.

35. SANTILLANA DEL MAR, Cantabria. Vista de la Colegiata de Sta. Juliana desde el lavadero.

36. SANTILLANA DEL MAR, Cantabria. Portada de la Colegiata de Sta. Juliana.

37. SANTILLANA DEL MAR, Cantabria. Ábside y cimborrio de la Colegiata de Sta. Juliana.

38. SANTILLANA DEL MAR, Cantabria. Pal. de los Velarde.

39. SANTILLANA DEL MAR, Cantabria. Fachada de una casona blasonada.

40. SANTILLANA DEL MAR, Cantabria. Uno de los muchos escudos que podemos admirar por las calles de la población.

SANTILLANA DEL MAR** (III), provincia de Cantabria: 10 de agosto de 2012.
   El diseño urbanístico que presenta Santillana, prácticamente inalterado desde el siglo XVI, obedece a un esquema lineal, en forma de Y griega, cuyo brazo izquierdo o calle de Juan Infante, desemboca en la plaza del Mercado, o de Ramón Pelayo, núcleo económico-administrativo, con destacadas muestras de arquitectura civil. El otro brazo de la Y nos conduce por una hermosa bajada hasta la Colegiata. Conviene empezar aquí la visita y dejar lo demás para el camino de regreso, dado que nos encontramos ante el edificio más representativo de la villa, la colegiata de Santa Juliana**.
   Es una espléndida iglesia románica, cuyo núcleo más antiguo fue levantado a lo largo del siglo XII, aunque ha sufrido numerosos añadidos y modificaciones en las seis centurias siguientes, sin llegar a desvirtuar su espíritu medieval. Antes de explorar el recinto merece la pena detenerse en el exterior. Los escalones de piedra nos sitúan ante la fachada sur, donde se halla la portada principal con cuatro arquivoltas coronadas por una serie de relieves escultóricos. En el centro de esta serie se observa un pantócrator cuya orla es sostenida por cuatro ángeles. El frontón triangular que corona la portada, presidido por la escultura de Santa Juliana, fue añadido en el siglo XVII. Todavía se conserva, a la derecha de la portada, la originaria torre cilíndrica que debió de albergar el primer campanario del edificio.
   Desde ésta, a mano izquierda, en lo que fueran las caballerizas de los abades, el Ayuntamiento ha instalado recientemente un museo dedicado a la obra escultórica de Jesús Otero, artista contemporáneo que ha donado gran parte de su trabajo al municipio que le vio nacer y cuyas labras de piedra se reparten entre el edificio y el recinto exterior.
   De frente está la antigua casa de los Abades, llamada también de la Archiduquesa de Austria, con bello patio reconvertido en tienda de antigüedades.
   Rodeando la Colegiata por el lado de los ábsides se llega a la plaza de las Arenas, presidida por el palacio de los Velarde, coronado por pináculos, que ha sufrido grandes reformas pero mantiene cierto aire renacentista y un hermoso jardín.
   Regresamos a la plaza de la Colegiata y nos detenemos junto al lavadero y abrevadero para observar las magníficas fachadas blasonadas de las contiguas casas de Cossío y Quevedo, antes de ascender por la calle del Río, antigua rúa del Rey, buscando la plaza del Mercado. El trayecto es más corto girando a la derecha por la calle del Racial, pero resulta más interesante continuar remontando esta calle que, a lo largo del recorrido, toma los nombres del Cantón y de la Carrera. Enseguida aparerece la casa de los Villa o de los Hombrones, así denominada por los dos imponentes guerreros que parecen vigilar a los paseantes a la vez que protegen el escudo de la familia. Unos pasos más arriba aparece la casa de Leonor de la Vega, madre del primer Marqués de Santillana. Todavía aguardan en la cuesta, entre otras, la vieja casa-torre de los Velarde, la de los Bustamante, con escudo de armas y las de Barreda y Peredo, pero es el momento de girar a la derecha, por el callejón de las Lindas, para desembocar en la plaza de aspecto triangular donde se concentra lo más representativo de la arquitectura civil. A la derecha, la torre de Don Borja, a la que se adosan otros dos edificios, formando la sede de la Fundación Santillana, uno de los más prestigiosos centros culturales de la villa. En el lado izquierdo se yergue la torre del Merino*, símbolo del poder señorial, que fue imponiéndose sobre el eclesiástico a partir del siglo XIV, y que encarnaba el Merino Mayor de las Asturias de Santillana, designado para ejercer la autoridad civil y recaudar los impuestos en nombre del rey.
   Al otro lado de la plaza, el palacio Municipal. Cerca, las casas del Águila y de la Parra, también reconvertidas en centro cultural. Frente a ellas, el palacio de los Barreda, sede del Parador Gil Blas, completa el perímetro de esta plaza.
  
Enlace a la Entrada anterior de Santillana del Mar**:

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