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lunes, 1 de febrero de 2016

1415. NÁJERA* (II), La Rioja: 9 de agosto de 2012.

29. NÁJERA, La Rioja. Monasterio de Sta. Mª la Real.

30. NÁJERA, La Rioja. Portada exterior de la igl. del Monasterio de Sta. Mª la Real.

31. NÁJERA, La Rioja. Puerta de acceso a una de las dependencias del Mon. de Sta. Mª la Real.

32. NÁJERA, La Rioja. Una de las pandas del claustro de los Caballeros del Mon. de Sta. Mª la Real.

33. NÁJERA, La Rioja. Ventanal calado del claustro de los Caballeros del Mon. de Sta. Mª la Real.

34. NÁJERA, La Rioja. En el claustro de los Caballeros del Mon. de Sta. Mª la Real.

35. NÁJERA, La Rioja. Puerta de acceso a la igl. desde el claustro de los Caballeros del Mon. de Sta. Mª la Real.

36. NÁJERA, La Rioja. Nave central de la igl. del Mon. de Sta. Mª la Real.

37. NÁJERA, La Rioja. Retablo mayor de la igl. del Mon. de Sta. Mª la Real.

38. NÁJERA, La Rioja. Sta. Mª la Real en su hornacina del retablo mayor de la igl. del Mon. homónimo.

39. NÁJERA, La Rioja. Vista del Panteón Real y coro de la igl. del Mon. de Sta. Mª la Real.

40. NÁJERA. La Rioja. En el Panteón Real de la igl. del Mon. de Sta. Mª la Real.

41. NÁJERA, La Rioja. Vista de parte del Panteón Real de la igl. del Mon. de Sta. Mª la Real.

42. NÁJERA, La Rioja. Bóvedas de la igl. del Mon. de Sta. Mª la Real.

NÁJERA* (II), provincia de La Rioja: 9 de agosto de 2012.
   El caserío, surcado por calles estrechas donde se alzan las vistosas fachadas de algunos palacios y casas blasonadas con sobresalientes miradores, se agrupa en torno al principal monumento de la ciudad: el monasterio de Santa María la Real**, en el que en los últimos años se han llevado a cabo importantes y polémicas obras de reforma.
   Fue fundado a mediados del siglo XI por el rey García como templo mariano, convento y panteón real, y años después Alfonso VI lo puso en manos de los monjes de Cluny (1075).
   Desde finales del siglo XIX, tras el grave deterioro y expoliación que sufrió a causa de la Desamortización llevada a cabo por Mendizábal, acoge una comunidad de franciscanos. Inicialmente fue un edificio románico, pero la reconstrucción acometida en el siglo XV hace prevalecer la traza gótica y renacentista.
   En su irregular estructura exterior, que delata las diferentes fases constructivas, sobresale la torre prismática, erigida en el siglo XVII, y los redondeados contrafuertes que le dan cierto aspecto de fortaleza.
   En el interior del templo, por la flamígera puerta de Carlos I, coronada por el escudo imperial, se accede al magnífico claustro de los Caballeros* (siglo XVI), profusamente decorado y con ventanales calados de extrema delicadeza plateresca.
   Construido en el transcurso de 11 años (1517-1528), es una lograda combinación de las más destacadas tendencias artísticas que confluían en la época. El avanzado y florido goticismo con el que están trazados los pilares y las bóvedas convive con las minuciosas mallas platerescas de los ventanales calados, sostenidos cada uno de ellos sobre tres finísimas columnas y mostrando composiciones diferentes en las tracerías. Tanto las columnas como la disposición de las numerosas tumbas murales abiertas en los lados corresponden a una estética puramente renacentista.
   Precisamente a la existencia de numerosos enterramientos de miembros de la nobleza, que antiguamente cubrían el suelo, debe el claustro su nombre. La galería superior, mucho menos interesante desde el punto de vista artístico, se construyó cincuenta años más tarde y responde a un gusto clasicista.
   Al final del ala norte se encuentra la capilla de la reina doña Mencía, y en la sur, una vez pasado el mausoleo de don Diego López de Haro, se abre una hermosa puerta plateresca de nogal que da acceso al templo.
   Se trata de una iglesia* gótica (siglo XV), de tres naves alzadas sobre poderosos y esbeltos haces de columnas. Sustituyó al templo románico original que fundaran el rey García y su esposa doña Estefanía hacia el 1052. El conjunto transmite una impresión que puede definirse como de sencilla solemnidad. Si tanto las bóvedas como la disposición de la cabecera y el trazado de las naves obedecen a principios simples del gótico, las proporciones empleadas y el vuelo ascensional de las columnas refuerzan la sensación de gravedad y elegancia.
   El retablo mayor, presidido por la imagen románica* de Santa María la Real con el Niño, es barroco y sustituye a uno anterior ejecutado por pintores flamencos del XIV.
   En la zona de la cabecera, a la izquierda, puede verse el mausoleo de los Duques de Nájera, de estilo renacentista (siglo XVI) y labrado en mármol de tonalidades rojizas. En él reposan los miembros de la familia Manrique de Lara, encabezada por don Pedro, a quien Fernando el Católico concedió el ducado por la ayuda prestada en su boda con la reina Isabel.
   Bajo la bóveda del coro se encuentra el Panteón Real, que acoge una treintena de tumbas de Reyes de Navarra, León y Castilla, si bien la pieza más destacada desde el punto de vista artístico, la cubierta románica del sepulcro de doña Blanca de Navarra*, madre de Alfonso VIII, está situada a la izquierda, antes de acceder a la cripta, y precediendo los sepulcros del panteón de los Infantes. Los relieves que la decoran representan la escena de la muerte de la reina con deliciosa expresividad y, en la parte superior, un apostolado rodeando al Pantócrator.
   En el centro de la cripta, entre evocadores pasadizos, se abre la cueva de Santa María, gruta natural en la que la tradición sitúa el lugar donde el rey García encontró la imagen de la Virgen. La talla que ahora la preside es una obra del románico de transición. En cuanto a los sepulcros, si bien los personajes reales enterrados vivieron entre los siglos X y XII, las tumbas fueron esculpidas a mediados del XVI y su estilo es plenamente renacentista.
   Desde el fondo de la iglesia, una escalera de caracol permite subir hasta el coro, en el que es digna de ver la recientemente restaurada sillería**, esplendorosa obra en nogal del gótico florido, con misericordias, en la parte posterior de los asientos, que en algunos casos tienen esculpidos temas irreverentes.
   Retornando al claustro para la completar la visita, aún hay que ver la puerta de los Reyes y la llamada puerta de la Luna, ambas con ornamentación plateresca. La segunda de ellas es el único acceso al patio del claustro donde se representan las Evocaciones najerenses.
  
Enlace a la Entrada anterior de Nájera*:

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