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1. OLVERA, Cádiz. Vista de la población. |
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2. OLVERA, Cádiz. El Ayuntamiento, y sobre él, la igl. de Ntra. Sra. de la Encarnación. |
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3. OLVERA, Cádiz. Igl. de Ntra. Sra. de la Encarnación. |
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4. OLVERA, Cádiz. El castillo, sobre la plaza del Ayuntamiento. |
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5. OLVERA, Cádiz. Otra vista del castillo. |
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6. OLVERA, Cádiz. A la izquierda, la fachada de la igl. de Ntra. Sra. de la Encarnación, y al fondo, el castillo. |
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7. OLVERA, Cádiz. Una última visión del castillo con la poderosa Torre del homenaje. |
OLVERA* (I), provincia de Cádiz: 10 de octubre de 2015.
Esta ciudad de la Ruta de los Pueblos Blancos se encuentra en una pronunciada elevación del terreno perteneciente a la sierra de las Harinas.
El patrimonio más importante de la ciudad lo constituyen su urbanismo y el paisaje que la rodea. Calles empinadas y estrechas, que se bifurcan continuamente abriéndose en recoletas plazuelas, casas inmaculadas, tejas pardas y ventanas convertidas en miradores forman un conjunto armónico de una gran serenidad y belleza. A su alrededor, picos de gran elevación, como la peña del Sagrado Corazón, el peñón de Zaframagón o el de Zarzapardal, son reservas faunísticas y cinegéticas de primer orden.
Aunque de posible origen anterior, no hay noticia fidedigna de la ciudad hasta época árabe. En los documentos musulmanes recibe el nombre de Wupira, si bien su nombre actual sería una contracción de Olivera, por encontrarse rodeada de abundantes olivos. En 1327 fue conquistada por Alfonso XI, De esta época viene el refrán que dice: "Mata al hombre y vete a Olvera", debido a que entre sus privilegios contó con el perdón a los homicidas que permaneciesen un año en la frontera establecida con los moros de Ronda, que estaba muy próxima a Olvera. En mayo de 1877, Alfonso XII le concedió el título de ciudad.
Arriba del pueblo, en el vértice de un picacho con forma de triángulo inclinado, se levanta el castillo roquero construido por los árabes en el siglo XII. Se conserva en bastante buen estado. Tiene la puerta principal protegida por una barbacana almenada y su espléndida torre del homenaje, de gran robustez, sobresale en el paisaje.
Las calles del pueblo suben hacia el castillo, pero se arraciman alrededor de la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, que se levanta frente a él. Es éste un magnífico templo del siglo XIV reedificado en el XVI por el duque de Osuna. De la obra primitiva, que fue realizada en estilo gótico sobre una antigua mezquita, se conserva únicamente la Capilla Bautismal. Tiene sus tres naves recubiertas de mármoles italianos y en ella sobresale la fachada, flanqueada por dos esbeltas torres de base cuadrada rematadas por campanarios octogonales que refuerzan la grandiosidad del edificio. En su interior se venera una imagen de San Sebastián, obra de Hernández Bello, del año 1603.
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