157. GRANADA, capital. Una de las callejuelas del Albayzín.
158. GRANADA, capital. El palacio de Mariana Pineda en la carrera del Darro, 9.
159. GRANADA, capital. En uno de los puentes que cruzan el Darro.
160. GRANADA, capital. Restos del puente de las Compuertas.
161. GRANADA, capital. Portada de la igl. del convento de Sta. Catalina de Zafra.
162. GRANADA, capital. Igl. de San Juan de los Reyes.
163. GRANADA, capital. Minarete de la igl. de San Juan de los Reyes.
164. GRANADA, capital. Fachada de la casa de Castril.
165. GRANADA, capital. Detalle de la decoración de la fachada de la casa de Castril.
166. GRANADA, capital. Balcón en esquina de la casa de Castril.
167. GRANADA, capital. Portada principal y torre de la igl. de San Pedro y San Pablo.
168. GRANADA, capital. Portada lateral de la igl. de San Pedro y San Pablo.
169. GRANADA, capital. Interior de la igl. de San Pedro y San Pablo.
170. GRANADA, capital. Ntro. Padre Jesús de la Sentencia en su retablo de la igl. de San Pedro y San Pablo.
158. GRANADA, capital. El palacio de Mariana Pineda en la carrera del Darro, 9.
159. GRANADA, capital. En uno de los puentes que cruzan el Darro.
160. GRANADA, capital. Restos del puente de las Compuertas.
161. GRANADA, capital. Portada de la igl. del convento de Sta. Catalina de Zafra.
162. GRANADA, capital. Igl. de San Juan de los Reyes.
163. GRANADA, capital. Minarete de la igl. de San Juan de los Reyes.
164. GRANADA, capital. Fachada de la casa de Castril.
165. GRANADA, capital. Detalle de la decoración de la fachada de la casa de Castril.
166. GRANADA, capital. Balcón en esquina de la casa de Castril.
167. GRANADA, capital. Portada principal y torre de la igl. de San Pedro y San Pablo.
168. GRANADA, capital. Portada lateral de la igl. de San Pedro y San Pablo.
169. GRANADA, capital. Interior de la igl. de San Pedro y San Pablo.
170. GRANADA, capital. Ntro. Padre Jesús de la Sentencia en su retablo de la igl. de San Pedro y San Pablo.
GRANADA** (XXVIII), capital de la provincia: 29 de enero de 2012.
El Albayzín
La callejuela de los Pisa se encuentra en el borde exterior del Albayzín. Cuna de la primera de las Granada, si así puede decirse, actualmente es sólo un barrio de la ciudad, pero no un barrio cualquiera, sino el más significativo y concluyente de Granada, el de más íntima y poderosa personalidad. La configuración que hoy tiene se la dieron los árabes. Se trata, como se irá viendo, de un verdadero laberinto de estrechas callejuelas que suben o bajan siguiendo la inclinación del terreno y en la que se suceden las casas inmaculadas, de sencilla arquitectura, y los cármenes, esos jardines casi secretos que asoman tras las tapias, entre cuyo florido follaje de plantas y de árboles se esconden las viviendas. Declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, el Albayzín era en tiempos nazaríes un barrio de huertos, en los que se cultivaban, sobre todo, frutales. La vivienda se construía en el lugar más íntimo y, a la par, en el más elevado. Muchas de ellas las ocupaban artesanos que en ellas tenían sus talleres. Trabajaban la taracea, el cuero repujado, el vidrio, la cerámica, los esmaltes. Y en ella se encontraban también buena parte de los tres mil telares que, según el italiano Cosme de Médicis, existieron en la ciudad.
Para seguir el recorrido, hay que volver a la plaza de Santa Ana y tomar, a la izquierda, la Carrera del Darro. Es esta la calle más singular de Granada y una de las más conocidas en todo el mundo, pues no hay artista que no haya pintado o dibujado y, además, figura en las tarjetas postales que más compran los visitantes. Es en verdad una calle romántica y muy bella. Sube pegada al río, con un pretil que evita las caídas, con edificaciones sólo en la acera de la izquierda y a la sombra del bosque de la Alhambra y del barrio de la Churra. Algunos puentes cruzan de un lado al otro del río. La Carrera del Darro surgió como calle en el siglo XVI, concretamente a partir de 1509, cuando la explosión de un polvorín destruyó la muralla que pasaba por aquí.
En la actualidad, el Albayzín se extiende desde la Carrera del Darro, por el sur, hasta la carretera de Murcia, por el norte, y desde la Cuesta del Chapiz, por el este, hasta la calle de Elvira, por el oeste, pero en tiempos de los mahometanos por esta zona se extendía el llamado rabad Haxariz, o barrio de la Salud y el Deleite, una zona que los agarenos apreciaban por su frescura y salubridad, motivo por el que levantaron en ella suntuosas villas de recreo y hasta un hospital, el famoso Maristán.
Desde su apertura, la Carrera del Darro resultó muy atractiva para una capa de la nobleza que hizo construir en ella sus palacios. Todavía pueden verse algunos. Buenos ejemplos son las casas de los números 9, 11 y 13.
El convento de Santa Catalina de Zafra
Enfrente del Bañuelo se aprecian los restos de un viejo puente musulmán. Durante mucho tiempo se pensó que este era el puente del Cadí, aunque, en realidad se trata del de las Compuertas, que, por la puerta de las Armas, unía la Alhambra con el Albayzín. Lo que se ve de él es un trozo del arco de herradura de la citada puerta, que lo defendía. El del Cadí estaba junto a la mezquita sobre la que se levantó la iglesia de Santa Ana y recibía este nombre por el cadí Muhammad ibn Tawba, quien ordenó su construcción en el siglo XI.
Un poco más arriba, haciendo esquina con la calle de su nombre, se localiza el convento de Santa Catalina de Zafra, apelativo que recibe por deberse su fundación a Hernando de Zafra, secretario de los Reyes Católicos, si bien la construcción la inició su viuda, Leonor de Torres, realizándose entre 1520 y 1540. Es de monjas dominicas.
La fachada, de notables dimensiones y fábrica de ladrillo, reviste gran austeridad. En ella sobresale únicamente como exorno la portada de la iglesia. Se abre en el costado izquierdo y se compone de un arco de medio punto entre pilastras corintias, adornado con veneras con tondos en las enjutas. En las pilastras apea un entablamento y, sobre este, una hornacina con la imagen de Santa Catalina de Siena y, a un lado y a otro, los escudos de los fundadores.
La iglesia de San Juan de los Reyes
Se encuentra en la calle de su nombre, sobre la placeta de las Escuelas y frente a la calle Zafra. En el lugar del templo estuvo la mezquita al-Ta'ibin o de los Convertidos y era la que usaban los cristianos que se pasaron al islam. Esta mezquita fue consagrada como templo cristiano el 5 de enero de 1492, siendo la primera de Granada que lo hacía. Poco después se procedería a su derribo y a la construcción de una nueva iglesia en estilo gótico, que estaría terminada hacia 1520 y que en 1883 fue catalogada como Monumento Nacional.
De la mezquita se conserva tal cual el minarete, al que sólo se le añadió el cuerpo de campanas. Debió construirse a finales del siglo XIII y se compone de dos cuerpos, el inferior liso y el superior dotado de arquitos de ladrillo sobre columnillas de yeso y encima una labor de sebka.
El templo ha sufrido distintas restauraciones, algunas no demasiado afortunadas. Su fábrica es de ladrillo con sillares de piedra en la parte inferior, descubriendo las distintas alturas de sus tejados las tres naves con que cuenta en el interior.
El Museo Arqueológico*
Se encuentra a sólo unos metros del convento, al otro lado de la calle Zafra, en la casa de Castril, así llamada por haber sido residencia del señor de Castril, nieto de Hernando de Zafra, un tipo, al parecer, perverso, de quien se cuenta que a su muerte una riada del Darro arrastró el ataúd de su casa y nunca pudo encontrarse su cadáver.
El edificio, sede del Museo Arqueológico inaugurado en 1923, de notables dimensiones, es uno de los mejores ejemplos del renacimiento granadino, especialmente por la decoración que presenta la fachada. Columnas estriadas, tonos, escudos, candelieri y grutescos forman una delicada composición en la portada, en cuya planta alta llama la atención el balcón en esquina, una solución peculiar apenas vista en Granada. Sobre este balcón figura el rótulo: Espérala en el cielo. Hace referencia a un hecho de amor, en el que el señor de la casa tomó a un jovenzuelo por amante de su hija y cuando el joven, viéndose morir, se declaraba inocente, suplicando justicia, el señor de Castril le replicó: "Espérala en el cielo, porque en la tierra esta es mi justicia". Luego lo hizo ahorcar y emparedó a su hija en la habitación del balcón, una vez tapiado este.
La iglesia de San Pedro y San Pablo
Enfrente del museo, sobre el tajo por cuyo fondo corre el Darro, se levanta este templo, cuya construcción se llevó a cabo entre 1559 y 1567 siguiendo el proyecto elaborado por Juan de Maeda. Es un ejemplo de transición del mudéjar granadino al barroco y fue construido sobre una iglesia anterior, levantada, a su vez sobre la que fuera mezquita de los Baños.
Al edificio lo antecede un amplio compás con una cruz y varios plátanos. Como la mayoría de las iglesias granadinas, su fábrica es de ladrillo visto. La portada principal se sitúa a los pies. La labró Pedro de Orea en 1589 y consta de un arco de medio punto con el escudo del arzobispo Pedro de Castro encajado entre sendos pares de columnas corintias y sobre él un frontón partido con las imágenes de los santos titulares. La portada lateral la trazó Maeda y la labró Sebastián de Lizana en 1568. Tiene también un arco semicircular entre columnas corintias, figurando en las enjutas los relieves de los titulares y encima un segundo cuerpo con una imagen de la Inmaculada de algún discípulo de Alonso Cano.
El interior tiene planta de cruz latina, con una sola nave, capillas laterales, crucero y un amplio presbiterio. Lleva cubiertas de madera mudéjares. La de la nave es de artesa, decorada con mocárabes, en tanto las del crucero y el presbiterio son de lacería y muy bellas. En la capilla mayor, presidida por un tabernáculo de madera dorada realizado en 1790 por Francisco Vallejo, se venera un magníco Cristo atado a la columna, de José Risueño. Entre las capillas, sobresale la primera del lado del Evangelio, instituida por la familia Araoz. Tiene un buen artesonado de casetones y guarda dos imágenes de San Pedro y San Juan atribuidas a Pablo de Rojas. En la siguiente se venera un San Isidro de José de Mora. En el lado de la Epístola, la segunda capilla contiene un magnífico Cristo atado a la columna de José de Mora, y la siguiente un Crucificado, de Pablo de Rojas, casi idéntico al que este artista talló para la catedral.
Para seguir el recorrido, hay que volver a la plaza de Santa Ana y tomar, a la izquierda, la Carrera del Darro. Es esta la calle más singular de Granada y una de las más conocidas en todo el mundo, pues no hay artista que no haya pintado o dibujado y, además, figura en las tarjetas postales que más compran los visitantes. Es en verdad una calle romántica y muy bella. Sube pegada al río, con un pretil que evita las caídas, con edificaciones sólo en la acera de la izquierda y a la sombra del bosque de la Alhambra y del barrio de la Churra. Algunos puentes cruzan de un lado al otro del río. La Carrera del Darro surgió como calle en el siglo XVI, concretamente a partir de 1509, cuando la explosión de un polvorín destruyó la muralla que pasaba por aquí.
En la actualidad, el Albayzín se extiende desde la Carrera del Darro, por el sur, hasta la carretera de Murcia, por el norte, y desde la Cuesta del Chapiz, por el este, hasta la calle de Elvira, por el oeste, pero en tiempos de los mahometanos por esta zona se extendía el llamado rabad Haxariz, o barrio de la Salud y el Deleite, una zona que los agarenos apreciaban por su frescura y salubridad, motivo por el que levantaron en ella suntuosas villas de recreo y hasta un hospital, el famoso Maristán.
Desde su apertura, la Carrera del Darro resultó muy atractiva para una capa de la nobleza que hizo construir en ella sus palacios. Todavía pueden verse algunos. Buenos ejemplos son las casas de los números 9, 11 y 13.
El convento de Santa Catalina de Zafra
Enfrente del Bañuelo se aprecian los restos de un viejo puente musulmán. Durante mucho tiempo se pensó que este era el puente del Cadí, aunque, en realidad se trata del de las Compuertas, que, por la puerta de las Armas, unía la Alhambra con el Albayzín. Lo que se ve de él es un trozo del arco de herradura de la citada puerta, que lo defendía. El del Cadí estaba junto a la mezquita sobre la que se levantó la iglesia de Santa Ana y recibía este nombre por el cadí Muhammad ibn Tawba, quien ordenó su construcción en el siglo XI.
Un poco más arriba, haciendo esquina con la calle de su nombre, se localiza el convento de Santa Catalina de Zafra, apelativo que recibe por deberse su fundación a Hernando de Zafra, secretario de los Reyes Católicos, si bien la construcción la inició su viuda, Leonor de Torres, realizándose entre 1520 y 1540. Es de monjas dominicas.
La fachada, de notables dimensiones y fábrica de ladrillo, reviste gran austeridad. En ella sobresale únicamente como exorno la portada de la iglesia. Se abre en el costado izquierdo y se compone de un arco de medio punto entre pilastras corintias, adornado con veneras con tondos en las enjutas. En las pilastras apea un entablamento y, sobre este, una hornacina con la imagen de Santa Catalina de Siena y, a un lado y a otro, los escudos de los fundadores.
La iglesia de San Juan de los Reyes
Se encuentra en la calle de su nombre, sobre la placeta de las Escuelas y frente a la calle Zafra. En el lugar del templo estuvo la mezquita al-Ta'ibin o de los Convertidos y era la que usaban los cristianos que se pasaron al islam. Esta mezquita fue consagrada como templo cristiano el 5 de enero de 1492, siendo la primera de Granada que lo hacía. Poco después se procedería a su derribo y a la construcción de una nueva iglesia en estilo gótico, que estaría terminada hacia 1520 y que en 1883 fue catalogada como Monumento Nacional.
De la mezquita se conserva tal cual el minarete, al que sólo se le añadió el cuerpo de campanas. Debió construirse a finales del siglo XIII y se compone de dos cuerpos, el inferior liso y el superior dotado de arquitos de ladrillo sobre columnillas de yeso y encima una labor de sebka.
El templo ha sufrido distintas restauraciones, algunas no demasiado afortunadas. Su fábrica es de ladrillo con sillares de piedra en la parte inferior, descubriendo las distintas alturas de sus tejados las tres naves con que cuenta en el interior.
El Museo Arqueológico*
Se encuentra a sólo unos metros del convento, al otro lado de la calle Zafra, en la casa de Castril, así llamada por haber sido residencia del señor de Castril, nieto de Hernando de Zafra, un tipo, al parecer, perverso, de quien se cuenta que a su muerte una riada del Darro arrastró el ataúd de su casa y nunca pudo encontrarse su cadáver.
El edificio, sede del Museo Arqueológico inaugurado en 1923, de notables dimensiones, es uno de los mejores ejemplos del renacimiento granadino, especialmente por la decoración que presenta la fachada. Columnas estriadas, tonos, escudos, candelieri y grutescos forman una delicada composición en la portada, en cuya planta alta llama la atención el balcón en esquina, una solución peculiar apenas vista en Granada. Sobre este balcón figura el rótulo: Espérala en el cielo. Hace referencia a un hecho de amor, en el que el señor de la casa tomó a un jovenzuelo por amante de su hija y cuando el joven, viéndose morir, se declaraba inocente, suplicando justicia, el señor de Castril le replicó: "Espérala en el cielo, porque en la tierra esta es mi justicia". Luego lo hizo ahorcar y emparedó a su hija en la habitación del balcón, una vez tapiado este.
La iglesia de San Pedro y San Pablo
Enfrente del museo, sobre el tajo por cuyo fondo corre el Darro, se levanta este templo, cuya construcción se llevó a cabo entre 1559 y 1567 siguiendo el proyecto elaborado por Juan de Maeda. Es un ejemplo de transición del mudéjar granadino al barroco y fue construido sobre una iglesia anterior, levantada, a su vez sobre la que fuera mezquita de los Baños.
Al edificio lo antecede un amplio compás con una cruz y varios plátanos. Como la mayoría de las iglesias granadinas, su fábrica es de ladrillo visto. La portada principal se sitúa a los pies. La labró Pedro de Orea en 1589 y consta de un arco de medio punto con el escudo del arzobispo Pedro de Castro encajado entre sendos pares de columnas corintias y sobre él un frontón partido con las imágenes de los santos titulares. La portada lateral la trazó Maeda y la labró Sebastián de Lizana en 1568. Tiene también un arco semicircular entre columnas corintias, figurando en las enjutas los relieves de los titulares y encima un segundo cuerpo con una imagen de la Inmaculada de algún discípulo de Alonso Cano.
El interior tiene planta de cruz latina, con una sola nave, capillas laterales, crucero y un amplio presbiterio. Lleva cubiertas de madera mudéjares. La de la nave es de artesa, decorada con mocárabes, en tanto las del crucero y el presbiterio son de lacería y muy bellas. En la capilla mayor, presidida por un tabernáculo de madera dorada realizado en 1790 por Francisco Vallejo, se venera un magníco Cristo atado a la columna, de José Risueño. Entre las capillas, sobresale la primera del lado del Evangelio, instituida por la familia Araoz. Tiene un buen artesonado de casetones y guarda dos imágenes de San Pedro y San Juan atribuidas a Pablo de Rojas. En la siguiente se venera un San Isidro de José de Mora. En el lado de la Epístola, la segunda capilla contiene un magnífico Cristo atado a la columna de José de Mora, y la siguiente un Crucificado, de Pablo de Rojas, casi idéntico al que este artista talló para la catedral.
Enlace a la Entrada anterior de Granada**:
No hay comentarios:
Publicar un comentario