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jueves, 16 de marzo de 2017

1824. PARIS** (I), capital: 16 de agosto de 2014.

1. PARÍS, capital. En la plaza de la Ópera, ante la fachada de la Ópera de Garnier.

2. PARÍS, capital. Detalle de la fachada de la Ópera de Garnier.

3. PARÍS, capital. Zona de acceso a la Ópera de Garnier.

4. PARÍS, capital. Vestíbulo de la Ópera de Garnier.

5. PARÍS, capital. En el vestíbulo de la Ópera de Garnier.

6. PARÍS, capital. En un balcón del impresionante vestíbulo de la Ópera de Garnier.

7. PARÍS, capital. El foyer de la Ópera de Garnier.

8. PARÍS, capital. En el foyer de la Ópera de Garnier.

9. PARÍS, capital. Balconada exterior de la Ópera de Garnier.

10. PARÍS, capital. En la balconada exterior de la Ópera con la plaza y la avenida de la Ópera al fondo.

11. PARÍS, capital. Palcos del patio de butacas de la Ópera de Garnier.

12. PARÍS, capital. Fresco de M. Chagall en la cúpula del patio de butacas de la Ópera de Garnier.

13. PARÍS, capital. Igl. de la Madeleine en la plaza del mismo nombre.

14. PARÍS, capital. Otra perspectiva de la igl. de la Madeleine.

15. PARÍS, capital. Hoja de la puerta principal de la igl. de la Madeleine.

16. PARÍS, capital. Interior de la igl. de la Madeleine.

17. PARÍS, capital. Presbiterio y capilla mayor de la igl. de la Madeleine.

18. PARÍS, capital. El Bautismo de Cristo, en el vestíbulo de la igl. de la Madeleine.

19. PARÍS, capital. En el pórtico de la igl. de la Madeleine, con la rue Royale, la plaza de la Concordia y el Palais Bourbon de fondo.

20. PARÍS, capital. En el pórtico de la igl. de la Madeleine, con el obelisco de la plaza de la Concordia y el Palais Bourbon al fondo.

PARIS** (I), capital del departamento, de la región y de Francia: 16 de agosto de 2014.
   París se alimenta de su propio mito, más que de la historia y los monumentos antiguos. Por eso ha sabido atraer y fascinar, debido a una modernidad sin prejuicios que la situado a la vanguardia del mundo que se sentía clamorosamente viejo y superado. Esto no debe perderse de vista hoy, cuando Francia ha perdido su papel dominante en los equilibrios internacionales. Porque sigue siendo una capital sorprendentemente moderna.
LES GRANDS-BOULEVARDS   
   Plaza de la Ópera. Parece que la plaza siempre haya existido, pero en realidad se insertó en medio del boulevard des Capucines durante el Segundo Imperio, en el mismo periodo en que se abrió la avenue de l'Opéra, una amplia vía que llega hasta el Louvre. Los palacios que rodean la plaza están en armonía con el teatro y el Grand Hôtel: los atlantes y las columnas de la entrada principal demuestran las ambiciones de aquellos años. Durante un siglo, bajo el techo del Grand Hôtel (del que forma parte el Café de la Paix), decorado por los asistentes de Garnier, pasaron celebridades de todo el mundo.
   Opéra*. Los habitantes de París la llaman Opéra Garnier para diferenciarla de la Opéra Bastille. Es uno de los símbolos del Segundo Imperio, inigualable en cuanto a la amplitud y a la riqueza de la decoración. Durante la inauguración en 1875, el público recorría las salas estupefacto. El arquitecto Charles Garnier utilizó todos los recursos decorativos posibles, sin interferir con la estructura externa: las columnas se corresponden con el foyer, la cúpula cubre la sala y el escenario está contenido en el gran pabellón lateral. Para hacer el interior no se escatimó en gastos: se usaron mármoles raros, ónix para la escalinata, oro para los mosaicos, y se realizó el suntuoso foyer dorado de 18 m de alto. Desde 1963 un fresco de Marc Chagall, ordenado por Malraux, preside la sala central. La imponente lámpara, diseñada por Garnier, pesa siete toneladas.
   Museé de l'Opéra. Este museo, con una gran biblioteca, posee una interesante colección de manuscritos y bocetos de trajes y decorados, pudiéndose ver entre las obras de arte un cuadro de H. Robert, un busto de Gounod de Carpeaux y los retratos de Wagner, pintados por Renoir, Johanssen y de Kess van Dongen. Entre los objetos valiosos se incluyen los pianos de Massenet y Spontini y los recuerdos de Diaghilev.
LA RIVE DROITE
   Place de la Madeleine. Fue terminada en 1842 según el diseño de Théodore Charpentier, aunque la iglesia se consagró en 1845. El mercado de las flores existe desde 1832 y, en el nº 9, Marcel Proust pasó su infancia. En el mismo palacio, el restaurante Lucas Carton conserva una decoración de 1903, tan elaborada como su cocina. Exquisiteces gastronómicas de todo tipo llenan los escaparates de las refinadas tiendas de alimentación que rodean la plaza, como Fauchon, en el nº 24, un placer para los ojos y el paladar.
   St-Marie-Madeleine. Esta iglesia, conocida como la Madeleine, fue construida para crea un importante perspectiva desde la plaza de la Concordia, concluir la rue Royale de manera monumental y hacer de contrapeso al Palais Bourbon, ubicado al otro lado del Sena. La iglesia debía convertirse en la parroquia de este nuevo barrio. Siguiendo un diseño de Pierre Contant d'Ivry, se colocó en 1764 la primera piedra. Está inspirada en los templos griegos y rodeada por columnas corintias de impresionantes dimensiones; mide 30 m de alto, 43 de ancho y 108 de profundidad. Como no había sido terminada durante la Revolución, se había decidido que fuera sede de la Bolsa o de la Biblioteca Nacional. Sin embargo, aunque fue consagrada durante la restauración, Napoleón decidió convertirla en un templo dedicada a la Gloria, lo que determinó su aspecto final.
   Las 32 estatuas de los santos en los nichos del pórtico fueron realizadas por los mejores escultores de la época. El interior es de una sola nave cubierta por tres cúpula; en el ábside semicircular hay una pintura de Jules Ziegler que representa la historia del cristianismo. En el vestíbulo de la izquierda, se encuentra una de las obras maestras de François Rude, el Bautismo de Cristo*. Sobre el altar mayor hay una estatua de Carlo Marochetti que representa a María Magdalena siendo llevada al cielo por dos ángeles.

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