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244. PARÍS, capital. En el Pont de Solférino, ante el Musée d'Orsay |
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245. PARÍS, capital. Descansando en los sofás del Musée d'Orsay. |
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246. PARÍS, capital. Descansando tras sufrir el síndrome de Stendhal, en el Musée d'Orsay. |
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247. PARÍS, capital. El enorme reloj de la antigua estación, hoy Musée d'Orsay. |
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248. PARÍS, capital. Los candados invadiendo el Pont de Solférino. |
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249. PARÍS, capital. Entrada al Musée de l'Orangerie. |
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250. PARÍS, capital. Fachada lateral de la igl. de Saint-Eustache. |
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251. PARÍS, capital. Zona absidial de la igl. de Saint-Eustache. |
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252. PARÍS, capital. Vista de la nave central de la igl. de Saint-Eustache. |
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253. PARÍS, capital. Bóvedas del crucero de la igl. de Saint-Eustache. |
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254. PARÍS, capital. Capilla mayor de la igl. de Saint-Eustache. |
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255. PARÍS, capital. Capilla principal de la girola de la igl. de Saint-Eustache. |
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256. PARÍS, capital. Girola de la igl. de Saint-Eustache. |
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257. PARÍS, capital. Una de las vidrieras del coro de la igl. de Saint-Eustache. |
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258. PARÍS, capital. Tumba de Colbert, en la igl. de Saint-Eustache. |
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259. PARÍS, capital. Detalle de la tumba de Colbert, en la igl. de Saint-Eustache. |
Musée d'Orsay
Salvar la gare d'Orsay cuando estaba a punto de ser demolida y transformarla en museo fue, en 1977, una decisión del presidente Valery Giscard d'Estaing. La estación construida con ocasión de la Exposición Universal de 1900 bajo la dirección de Victor Laloux, incluía también un palacio que fue demolido después. La restauración del edificio y su transformación en museo (que se llevó a cabo entre 1980 y 1986, año de la inauguración) fue obra de los arquitectos Jean-Paul Philippon, Renaud Bardon y Pierre Colboc, quienes intentaron respetar la arquitectura original. El gran espacio interior mide 138 x 40 m y tiene una altura de 32 m.
Musée d'Orsay**. Gae Aulenti intentó que la instalación interior estuviera en armonía con el carácter monumental de la antigua estación y resolver al tiempo los problemas de iluminación, de forma que se conciliase la luz natural que procede de las grandes vidrieras que la cubren con la distinta intensidad lumínica necesaria para la exposición de las obras.
La colección del museo, que incluye obras de principios del siglo XIX a los años 30 del XX, está expuesta en orden cronológico describiendo los movimientos artísticos a caballo entre las dos centurias: realismo, impresionismo y modernismo. En Historia del Arte, las obras que aquí se insertan después de las del Louvre, y antes de las muestras de arte contemporánea que conforman el patrimonio del Beaubourg.
Dedicar un museo a este periodo (y utilizar para este fin una estructura que se remonta a 1900) ha hecho que muchas obras mostradas antes en el Louvre o procedentes del antiguo Musée du Luxembourg se reuniesen y ordenasen en un único espacio, para poner de manifiesto la riqueza de un periodo artístico, el siglo XIX, hasta entonces poco valorado. Algunos lienzos proceden del Jeu de Paume, como las obras maestras de los impresionistas que tanto cambiaron la historia del arte moderno. Las colecciones postimpresionistas, antes en el Palais de Tokyo, han encontrado aquí su lugar. Algunas colecciones privadas, como la colección Moreau-Nélaton, las donaciones (muy a menudo para reducir el coste de los impuestos) y una intensa política de adquisiciones han llenado las antiguas lagunas.
El circuito propuesto tiene en cuenta los problemas derivados de la transformación de una estación en museo. La cantidad de obras y la necesidad de separarlas por corrientes artísticas obligó a Gae Aulenti a construir dos niveles en la parte superior, de forma que hubiera el espacio necesario para exponer todas las obras.
La visita comienza en la planta baja y continua en la superior (niveau supérieur) para finalizar en el piso intermedio (niveau médian). Lamentablemente fue imposible el realizar fotografías de las obras expuestas de ahí que obvie el comentario de la muestra.
Musée de l'Orangerie**. En 1927, los ocho paneles de los Nenúfares* de Claude Monet se instalaron en el limonero de las Tullerías, que data del Segundo Imperio. Siguiendo las indicaciones del artista y gracias a la ayuda de su amigo y político Georges Clemenceau, se dispusieron dos salas en forma de elipse para sus obras. La instalación puede considerarse una obra conceptual, dado que fue proyectada por el artista: los paneles se disponen de modo que son elementos decorativos del conjunto. Lamentablemente, al igual que el Musée d'Orsay, fue imposible el realizar fotografías de las obras expuestas de ahí que obvie el comentario de la muestra.
Saint-Eustache**. Según Viollet-le-Duc, St-Eustache es "un esqueleto gótico revestido con un tejido romano". Considerada la más bella de París después de Notre-Dame, fue construida entre 1532 y 1637 según un proyecto de Le Mercier. La planta, la estructura general y el sistema de las bóvedas son todavía góticos, pero los elementos del alzado y la decoración son ya renacentistas, mientras que la pesada fachada de grandes columnas fue añadida en el siglo XVIII por Mansart de Jouy; sólo una de las dos torres proyectadas fue construida. Las portadas, bellamente esculpidas están dispuestas al estilo gótico. La que da al norte se abre entre dos pequeñas torres que esconden la escalera de caracol. El interior, de 88 m de longitud, 43 de anchura y 33 de altura, está dividido en cinco naves, y además del crucero posee un profundo ábside rodeado por una girola doble con capillas radiales.
En 1631 A. Soulignac realizó las 11 vidrieras* del coro. En las capillas que lo rodean se puede admirar la tumba de Colbert* (1619-83), el famoso ministro de finanzas de Luis XIV, diseñada por Le Brun y con bellas esculturas de Coysevoux y Tuby, y el Éxtasis de la Magdalena, obra del pintor de Siena Rutilio Manetti (1627). Entrando en la primera capilla de la izquierda se encuentra el Martirio de San Eustaquio, del siglo XVII, obra de Simon Vouet.
Au Printemps. Suerte de templo del comercio, es uno de los primeros grandes almacenes construidos en París. Nacido como tienda de curiosidades en 1865, fue destruido por un incendio unos años después y reconstruido por Paul Sédille. El nuevo espacio se convirtió en el prototipo de muchas construcciones posteriores. En un volumen de piedra con amplias vidrieras, se superponen las galerías comunicadas por pasadizos aéreos, todo iluminado con una gran cúpula de vidriera y la primera instalación eléctrica realizada en un almacén. Posteriormente transformado, conserva parte de las fachadas y la cúpula de cristal de Binet (1910).
Tour Eiffel**. París organizó, con ocasión del primer centenario de la Revolución, la más grande de las exposiciones universales realizadas hasta entonces. La muestra organizada en el Champ-de-Mars tenía dos puntos cardinales: la galerie des Machines en un extremo y la Tour Eiffel en el eje con el puente que comunica con el Trocadéro. La galería cubría con sus arcos de acero, de 115 m de ancho, una distancia de casi medio km: ¡nunca se había visto un espacio tan grande! Se había perdido toda referencia a las dimensiones humanas: comenzaba la era de la modernidad. Los pabellones de la Exposición fueron demolidos en 1910, conservándose la Tour Eiffel como único testimonio del renovado espíritu de la época. Se la galerie des Machines, en cuanto a sala de exposiciones, se consideraba funcional, la torre parecía, por el contrario, no tener utilidad alguna, se consideraba un desafío técnico, un capricho de su inventor. Durante su construcción se orquestó una hábil campaña difamatoria, iniciada en primer lugar por los habitantes del barrio, que temían que la torre se desplomara sobre sus casas y, después, por la publicación del manifiesto de los artistas, denominado de los Trois cents, en el que se hablaba de "torre inútil y monstruosa", de "gigantesca y oscura chimenea de oficina", e incluso de "odiosa columna de hierro" y de "deshonor de París" (entre los firmantes del manifiesto estaban Maupassant y Zola).
Pese a las adversidades, Gustave Eiffel construyó su torre en tan solo 25 meses. No sólo se ganó el favor del público, sino que la torre se convirtió pronto en el símbolo de París. Destinada a ser destruida 20 años después, como todo lo que se construyó para la Exposición Universal, se ganó lentamente el derecho a permanecer en pie; se convirtió en estación meteorológica y después en emisora de radio; una convención internacional de 1912 estableció que desde la torre se difundiera la hora universal y, en 1922, comenzaron las primeras transmisiones radiofónicas de Radio Tour Eiffel. Con una altura de 300,65 m y organizada en tres niveles (el primero a 57,33 m, el segundo a 115,73 y el tercero a 276,13 m), la torre es hoy el monumento más visitado del mundo. Concebida para desafiar el viento, registra una oscilación de sólo 15 cm. Sin embargo, sufre una deformación que llega hasta los 20 cm y que varía con la exposición al sol. Las partes de metal expuestas a los rayos sufren una dilatación superior a las que permanecen en sombra. A pesar de su peso (7.000 toneladas), la presión sobre el suelo es de 4 kg por cm2, equivalente a la de un hombre sentado en una silla. Una acertada iluminación nocturna* la hace aún más ligera. Los ascensores suben entra la filigrana de su estructura: se abre la vista, el horizonte se aleja y, en la cima, se disfruta de un panorama extraordinario.
Enlace a la Entrada anterior de París**:
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