1. MÁLAGA, capital. Fachada principal de la catedral.
2. MÁLAGA, capital. Torre norte de la catedral.
3. MÁLAGA, capital. Puerta del Sol de la catedral.
4. MÁLAGA, capital. Vista de las torres (la primera inacabada) de la catedral.
5. MÁLAGA, capital. Portada del palacio episcopal.
MÁLAGA** (I), capital de la provincia: 24 de mayo de 2008.
La capital de la Costa del Sol, moderna urbe de rápido desarrollo que ha sabido, no obstante, conservar el pintoresquismo de la antigua ciudad portuaria, se levanta al sureste del litoral mediterráneo, protegida de los vientos del norte por la elevada barrera que forman los montes de su nombre. Sus monumentos y, sobre todo, el recién inaugurado Museo Picasso, han incorporado a la ciudad, definitivamente, a los circuitos de turismo cultural más afamados.
La Catedral**
En la plaza del Obispo se encuentra el monumento más importante de Málaga: la catedral**. La majestuosidad del templo contrasta fuertemente con el bullicio habitual de la plaza, con los coches de caballos y los tenderetes que pueblan sus aceras. Acaso fueran los chistosos cocheros los que, por encontrarse inacabada una de sus torres, bautizaran un día a la catedral con el sobrenombre de "La Manquita", que luego se harían tan popular. El edificio se levantó a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII sobre la antigua mezquita mayor de los musulmanes. Tal duración en el tiempo explica la diversidad de estilos que rigen las diversas partes de la obra: planta gótica, cabecera y alzados renacentistas y cubiertas, fachada principal y torre barrocas. Después de numerosas vicisitudes y de la intervención de numerosos arquitectos que van desde Diego de Siloé hasta José de Bada, pasando por Vandelvira, Hernán Ruiz III, etc., los trabajos se suspendieron en 1782, quedando sin construir la torre sur.
Como la generalidad de los templos cristianos, de manera especial las catedrales, la iglesia mayor malagueña dedicada a la Encarnación de Nuestra Señora está orientada de este a oeste. El jardincito, concluye en la puerta norte del crucero, denominada puerta de las Cadenas. Por ella entran en el templo las procesiones de Semana Santa que hacen en la catedral estación de penitencia. Es semejante a la puerta sur, denominada del Sol. Ambas se levantaron en el siglo XVI y las dos consisten en un arco de medio punto gigantesco y de anchísimo intradós bajo el que se cobija el acceso. A los lados se levantan los llamados cubillos, enormes estructuras a modo de torreón formado por un descomunal fuste que se asienta sobre una poderosa basa y a partir del cual se elevan otros dos cuerpos, también circulares, y calados por un buen número de ventanas.
La zona más importante es la fachada principal. Está concebida a modo de retablo de orden gigante, con dos cuerpos separados por una cornisa mixtilínea y tres calles organizadas por pares de columnas corintias. En el cuerpo bajo se abren tres puertas de acceso de medio punto, la central mayor que las laterales, aunque las tres de semejante tipología: ubicadas bajo un gran arco ciego de medio punto, enmarcadas por columnas corintias de mármol rojo y con tres grandes relieves que decoran los tímpanos, la Anunciación, en el central y los santos patronos Paula y Ciríaco, a derecha e izquierda respectivamente. En el segundo cuerpo se suceden tríos de vanos de medio punto y, sobre ellos y separados por una barandilla a modo de balconada, parejas de óculos que enmarcan un nuevo vano de medio punto.
Esta monumental fachada se encuentra retranqueada con respecto al plano de las torres, sitas en los extremos, lo que, junto a la elevación de cota debida a la pendiente del terreno, da lugar a un espacioso atrio acotado por una balaustrada de piedra y una espléndida verja de hierro fundida en 183 por Luis Gómez, bajo proyecto de Antonio Ramos. De las dos torres, sólo se concluyó la del extremo norte, subiendo la otra únicamente hasta la altura de la fachada, donde el arranque de las columnas muestra el momento en que se interrumpieron los trabajos. La torre norte se eleva limpiamente hacia el cielo, a pesar de su robustez, ofreciendo la única perspectiva vertical del conjunto. Tiene planta cuadrada y cuatro cuerpos, los dos inferiores siguen el juego arquitectónico de la fachada; en el tercero se alojan las campanas; el último es de planta octogonal con arcos de medio punto ciegos enmarcados por columnas que se sitúan en los chaflanes, cubierto por una cúpula sobre la que cabalga un pináculo rematado por una cruz.
El Palacio Episcopal
Frente a la fachada principal de la Catedral, se abre la plaza del Obispo, grato lugar, convertido hoy en plaza de salón, con su primoroso pavimento de mármol, la fuente de gusto barroco en el centro y las terrazas de los numerosos bares que ocupan los bajos de los edificios, casi todos construidos recientemente, aunque respetando las fachadas originales.
En esta plaza se sitúa el Palacio Episcopal, cuya superficie ocupa la manzana que limitan, además de esta plaza, las calles Salinas, Fresca, Santa María y Molina Lario. Restaurado no hace mucho, ofrece a la plaza su mejor fachada, un magnífico lienzo de estilo barroco, con grandes y esplendorosos ventanales. La portada es obra de Antonio Ramos. Consta de tres cuerpos a base de mármoles grises, blancos y rosas. En el último, en una hornacina coronada por un frontón triangular, se aposenta la imagen de la Virgen de las Angustias, pieza iniciada por Fernando Ortiz y concluida por el escultor granadino Manuel Agustín Valero. Los cuerpos bajo y primero consisten en dos amplios dinteles abiertos entre columnas de mármol rosa, el inferior constituye el acceso al edificio y el superior, una balconada mixtilínea.
La parroquia de Santa María (Sagrario)
Aunque su entrada principal se encuentra en el patio de los Naranjos de la Catedral, la portada principal se asoma a la calle Santa María. Es de estilo gótico isabelino y muy bella. Consta de dos cuerpos muy decorados a base de motivos vegetales, enmarcados por dos estilizadas pilastras rematadas por pináculos. El acceso es un gran arco de medio punto con arquivoltas en las que figuran las imágenes de los apóstoles.. El trasdós del arco lo ocupa el relieve del Padre Eterno y a un lado y a otro, entre follajes, el escudo y el sello del obispo César Riario, bajo cuyo patriarcado se concluyó la obra. Debido a sus reducidas dimensiones, pero sobre todo a su mal estado, el templo fue reedificado a finales del siglo XVII. Desde esa fecha, el interior muestra una planta de cajón con una sola nave, cabecera plana y falsa bóveda de medio cañón con lunetos y arcos perpiaños, así como coro alto a los pies.
El Palacio Episcopal
Frente a la fachada principal de la Catedral, se abre la plaza del Obispo, grato lugar, convertido hoy en plaza de salón, con su primoroso pavimento de mármol, la fuente de gusto barroco en el centro y las terrazas de los numerosos bares que ocupan los bajos de los edificios, casi todos construidos recientemente, aunque respetando las fachadas originales.
En esta plaza se sitúa el Palacio Episcopal, cuya superficie ocupa la manzana que limitan, además de esta plaza, las calles Salinas, Fresca, Santa María y Molina Lario. Restaurado no hace mucho, ofrece a la plaza su mejor fachada, un magnífico lienzo de estilo barroco, con grandes y esplendorosos ventanales. La portada es obra de Antonio Ramos. Consta de tres cuerpos a base de mármoles grises, blancos y rosas. En el último, en una hornacina coronada por un frontón triangular, se aposenta la imagen de la Virgen de las Angustias, pieza iniciada por Fernando Ortiz y concluida por el escultor granadino Manuel Agustín Valero. Los cuerpos bajo y primero consisten en dos amplios dinteles abiertos entre columnas de mármol rosa, el inferior constituye el acceso al edificio y el superior, una balconada mixtilínea.
La parroquia de Santa María (Sagrario)
Aunque su entrada principal se encuentra en el patio de los Naranjos de la Catedral, la portada principal se asoma a la calle Santa María. Es de estilo gótico isabelino y muy bella. Consta de dos cuerpos muy decorados a base de motivos vegetales, enmarcados por dos estilizadas pilastras rematadas por pináculos. El acceso es un gran arco de medio punto con arquivoltas en las que figuran las imágenes de los apóstoles.. El trasdós del arco lo ocupa el relieve del Padre Eterno y a un lado y a otro, entre follajes, el escudo y el sello del obispo César Riario, bajo cuyo patriarcado se concluyó la obra. Debido a sus reducidas dimensiones, pero sobre todo a su mal estado, el templo fue reedificado a finales del siglo XVII. Desde esa fecha, el interior muestra una planta de cajón con una sola nave, cabecera plana y falsa bóveda de medio cañón con lunetos y arcos perpiaños, así como coro alto a los pies.
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