1. TOLEDO, capital. Fachada del Ayuntamiento.
2. TOLEDO, capital. Portada del palacio arzobispal.
3. TOLEDO, capital. Fachada principal y torre de la catedral.
4. TOLEDO, capital. Puerta de los Leones de la catedral.
5. TOLEDO, capital. Detalle de la puerta de los Leones de la catedral.
6. TOLEDO, capital. Fachada de la posada de la Hermandad.
TOLEDO** (I), capital de la provincia y de la comunidad: 7 de septiembre de 2008.
Es la ciudad turística por antonomasia de España y uno de los centros históricos y monumentales de irradiación universal. Compendio de la historia nacional, ciudad milenaria, ciudad museo, laberinto de maravillas arquitectónicas, enclavada en un paisaje singular sobre siete colinas rodeadas casi en su totalidad por el Tajo, crisol de las tres culturas monoteísticas: cristiana, árabe y judía, Toledo es hoy capital de la Comunidad de Castilla-La Mancha, sede del arzobispado primado de España y declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.
El llamado casco histórico, esas siete colinas sobre las que se alza la ciudad intramuros, tiene una extensión de 1,5 km de largo por 0,5 km de ancho. En este reducido recinto se apiña el Toledo milenario como una ciudad del Cielo, laberíntica en sus estrechas calles en las que el asombro sale a cada paso. Muchos días hacen falta para conocer la ciudad, pero es inevitable la síntesis turística y por ello ofrecemos primero un Toledo esencial, visitable en una apretada jornada, y luego los distintos Toledos para los que deseen profundizar más.
Toledo esencial
Aconsejamos iniciar la visita en la plaza de Zocodover, que es centro social de Toledo. Si salimos de la plaza por la estrecha calle Barrio Rey, iremos por lugares donde estaban los guarnicioneros, zapateros, carniceros, confiteros, torneros y demás, es decir, el barrio comercial y gremial que, con las lógicas diferencias del tiempo, así sigue siendo en la actualidad. Éste es un recorrido que pasando por la plaza de la Magdalena, la calle de las Tornerías, nos lleva a la catedral. Otra vía alternativa partiendo de Zocodover es la calle del Comercio o Calle Ancha, que es la principal, en la que se instalan los bancos y los comercios de telas, zapaterías, modas, etc.
Ambas rutas conducen a la plaza del Ayuntamiento, a la que se abre la fachada principal de la catedral, el Palacio Arzobispal y el Ayuntamiento. Éste es una de las más bellas muestras del barroco toledano: Herrera, el arquitecto de El Escorial, hizo los planos y la planta baja; después, en diferentes fases intervinieron los arquitectos Vergara y Montenegro, poniéndose finalmente al frente de la obra en 1613 Jorge Manuel Teotocópuli, el hijo de El Greco, que la terminó. A la derecha del Ayuntamiento está la gran fachada del Palacio Arzobispal, con la portada trazada por Covarrubias, y a la derecha de la catedral, el edificio de los juzgados, de reconstrucción moderna.
La catedral*
Antes de visitar el interior de la catedral aconsejamos dar una vuelta completa al templo por fuera. La fachada principal causa siempre una impresión extraña: es una catedral gótica pero distinta a la norma, diferente en muchos aspectos del concepto dominante en el arte ojival. Para empezar, presenta una sola torre, comenzada en el siglo XIV y rematada en el XV. Sobre las tres puertas, el rosetón típico del gótico aparece cortado en horizontal y cegada su mitad inferior por la escenografía de la Santa Cena. A la derecha, en el lugar que debería ocupar una torre gemela hay un primer cuerpo cuadrado, que podría ser la base de esa intención, pero que se corona con una cúpula que corresponde a la capilla mozárabe a la que da luz una linterna. La verdad es que la catedral de Toledo se trazó copiando al templo francés de Bourges, pero, afortunadamente para el arte, el horror del espíritu español a la simetría, la falta de respeto por la pureza de los estilos, el largo tiempo que se tardó en la construcción y los vaivenes económicos de la época hicieron que lo que hubiera sido una mera copia del templo francés se convirtiera en una joya del arte y expresión de originalidad y genio arquitectónico. En este lugar estuvo la mayor mezquita musulmana, que durante un tiempo sirvió de templo cristiano tras la conquista de Toledo en 1085 y que se tuvo que demoler en 1200 por su estado ruinoso. La primera piedra se puso en el año 1226 por la tozudez del arzobispo Rodrigo Ximénez de Rada, que no paró de acosar a Fernando III para que se construyera el templo.
Las tres puertas de la fachada principal se llaman: del Perdón, la central, que sólo se abre en fechas extraordinarias; de la Torre o del Infierno, la de la izquierda, y de Escribanos o del Juicio, la de la derecha. Junto al arco de Palacio, que comunica con la catedral, se abre la puerta del Mollete, que da al claustro y es el acceso para la visita turística. Bordeando el templo por la derecha encontramos una primera puerta que es un pegote neoclásico: es la Puerta Llana, llamada así porque no tiene escalones, construida por Ignacio Haan en 1800. Seguimos la calle y encontramos la puerta de los Leones*, una magnífica joya del gótico flamígero del siglo XV, con esculturas de Egas y Cueman. Luego bordeamos el amplio muro del templo y podemos ver de paso, frente al ochavo catedralicio, el edificio de la posada de la Hermandad, una muestra importante del gótico civil, construida para ser sede de esta especie de Guardia Civil del antiguo régimen. Su portada es del siglo XV y en el interior, dedicado a Centro Cultural Municipal, se conserva la sala de sesiones con pinturas muy restauradas de la época y los sótanos con los calabozos para malhechores.
Seguimos la circunvalación de la catedral hasta situarnos en el lado norte frente a la puerta del Reloj, construida en el siglo XIII y por ello la más antigua y también la más francesa, que aparece encajonada por las viviendas adosadas al templo. Si está abierta podemos entrar y salir por la nave de la derecha al claustro, ahorrándonos la excursión por la calle Hombre de Palo en la que las viviendas nos ocultan los muros catedralicios. En el claustro se adquieren los billetes para la visita interior y podemos admirar las pinturas de Francisco Bayeu, cuñado de Goya, que lo decoran, muy deterioradas por cierto. La escena del interior de la puerta del Mollete, representa el martirio del Niño de la Guardia, raptado por unos judíos y sacrificado igual que Cristo, hecho verídico de la España inquisitorial que sirvió para intensificar las persecuciones contra el criptojudaísmo.
El interior, soberbio, lamentablemente está prohibido fotografiarlo.
El interior, soberbio, lamentablemente está prohibido fotografiarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario