30. TOLEDO, capital. Portada del hospital de Sta. Cruz.
31. TOLEDO, capital. Fachada del hospital de Tavera.
32. TOLEDO, capital. Una de las fachadas del Alcázar.
33. TOLEDO, capital. Puerta de Bisagra desde el exterior.
34. TOLEDO, capital. Puerta de Bisagra desde el interior.
TOLEDO** (IV), capital de la provincia y de la comunidad: 7 de septiembre de 2008.
Toledo renacentista
El renacimiento coincide en Toledo con una época de esplendor y prosperidad, impulsada por los grandes cardenales y recogida, en cuanto al arte, por la presencia en la ciudad de un arquitecto nacido en la población cercana de Torrijos: Alonso de Covarrubias, creador de ese refinado estilo que adapta los principios renacentistas a la tradición mudéjar toledana y el primor de los trabajos del repujado y la platería, es decir, el plateresco. Covarrubias trabajó intensamente en la catedral -capilla de la Trinidad, de Reyes Nuevos, puerta del Tesoro, interior de los Leones...-, en la cúpula de San Román, en el ábside de Santa María la Blanca, en la fachada del Palacio Arzobispal, la portada de San Clemente, etc. Pero su obra cumbre toledana está en sus trabajos del hospital de Santa Cruz*, hoy museo del mismo nombre. Se encuentra traspasando el arco de la Sangre, en Zocodover, a pocos metros de las escaleras que inician la cuesta.
El edificio fue construido para hospital y albergue de niños expósitos por los albaceas del cardenal Pedro González de Mendoza, Isabel la Católica, Cisneros y el arzobispo de Sevilla don Diego Hurtado de Mendoza, y para ello el poderoso cardenal dejó en su testamento cuantiosas sumas de dinero. El proyecto, que se debía realizar en un principio y, según Mendoza, frente a la puerta Llana de la Catedral, es trasladado por los albaceas al lugar que hoy ocupa. Es casi seguro que fue Enrique Egas el autor de los planos y quien inició las obras a finales del siglo XV, a las que se sumó su hermano Antón y, posteriormente, Alonso de Covarrubias -estas dos cuestiones si están comprobadas-, que terminó las obras y realizó su mayor parte. La traza es una cruz formada por galerías de dos pisos con una bóveda morisca en la intersección de los brazos. El proyecto incluía que los cuatro huecos entre los brazos de la cruz fueran otros tantos patios, a modo de claustros, de los que sólo se construyeron dos.
El primero es el llamado claustro noble, levantado entre los brazos meridional y oriental de la cruz, y es un magnífico patio de dos galerías con arcos de medio punto. Parece ser que lo inició Egas y lo terminó Covarrubias, quien hizo la decoración en un plateresco más avanzado que el de la portada. El otro patio, entre los brazos norte y oriental, es de granito y ladrillo, de menor tamaño que el anterior.
La fachada, de granito, ostenta una de las joyas del arte pleteresco que se estudian como ejemplo de éste en las historias del arte. Es, con mínimas dudas, obra de Covarrubias, quien la realizó a modo de retablo de altar, en la que se aprecia un vago recuerdo gótico con muy profundas raices en el arte mudéjar, es decir, representación del primer plateresco toledano, que es como el renacimiento se hace arquitectura en la ciudad.
En el claustro principal se abre una escalera palaciega, también debida a Covarrubias, que es sin duda la más bella escalera de estilo plateresco del país, tradicionalmente usada por los recién casados toledanos para hacerse la foto de bodas.
El curcero, de dos pisos, es la parte noble y era la dedicada a los enfermos. En este amplio espacio se instala el museo de Bellas Artes, dividido de forma cronológica por los brazos de la cruz a modo de salas.
Otra joya del renacimiento en la ciudad es el hospital de Tavera -o de Afuera para los toledanos-, situado a extramuros, en la entrada de Toledo desde Madrid. Su auténtico nombre, por el que nadie lo conoce, es hospital de San Juan Bautista y sus obras comenzaron, por orden y financiación del cardenal Juan Tavera, en 1541, que es cuando se estaba terminando la obra de Santa Cruz.. Es de sospechar las intenciones del poderoso cardenal renacentista de emular y superar la obra de su antecesor en la silla cardenalicia y, de paso, acoger a los enfermos menesterosos de la ciudad que, a juzgar por estas dos obras monumentales, debían ser numerosos. El proyecto, la portada principal y los patios son obra de Covarrubias pero la envergadura del proyecto y su tardanza en construirlo hizo que en él trabajaran otros grandes arquitectos de la época: Hernán González hizo la planta de la iglesia antes de morir, terminándola Nicolás de Vergara el Mozo, y Juan Bautista Montenegro que se encargó de la decoración.
La portada de la iglesia y el magnífico sepulcro del cardenal*, situado en el centro del templo, son obras de Alonso de Berruguete, quien murió -según parece, en la habitación que hay bajo el reloj del hospital- poco después de terminar el sepulcro. El cardenal Tavera había fallecido en 1545 y es seguro que Berruguete trasladara al mármol la mascarilla mortuoria que sacara al cardenal , consiguiendo esa impresionante sensación de frialdad cadavérica que vemos en la estatua yacente.
En las dependencias del museo* hay magníficas obras de El Greco -Bautismo de Cristo-, de Ribera -la famosa Mujer barbuda-, de Zurbarán -Retrato del duque de Medinaceli-, y de otros grandes artistas. Es muy interesante también la farmacia del hospital, con una colección bellísima de tarros de Talavera, que conserva en general el mismo aspecto desde su creación en el siglo XVI.
Covarrubias intervino también en otro importante edificio toledano: el Alcázar**, del que hizo su fachada principal y trazó los planos iniciales. Muerto Covarrubias se hizo cargo de la obra Herrera, pero la obra actual es el resultado de múltiples reconstrucciones. El proyecto se debe al emperador Carlos I, que pensó edificar un gran palacio sobre el viejo y derruido alcázar que allí había. Nunca lo habitó porque las obras se dilataron mucho y Felipe II, su hijo y sucesor, trasladó la Corte a Madrid antes de que terminara de construirse. Luego vinieron las sucesivas desgracias: un incendio a principios del siglo XVIII, otro en 1810, un tercero en 1887 y finalmente, la casi destrucción por una carga subterránea de dinamita durante el asedio de la fortaleza en la guerra de 1936.
Lo que hoy se ve es una reconstrucción casi total que alberga el Gobierno Militar de la cuidad y el Museo del Ejército y del Asedio en las dependencias, conservadas tal y como quedaron después de la guerra civil, incluido el despacho del entonces coronel Moscardó desde el que mantuvo la conversación telefónica con los republicanos que le amenazaron con matar a su hijo si no se rendía, lo que se llevó a cabo porque el Alcázar no se rindió. En 1998, por acuerdo entre el Ministerio de Defensa y la Junta de Comunidades, quedó instalada en dependencias del Alcázar la biblioteca de la ciudad, la segunda de España en importancia tras la Nacional.
Puertas y puentes
Toledo fue ciudad amurallada en la parte que no defiende el foso natural del río Tajo, que es muy corta, y se conservan restos de las sucesivas obras de este recinto. Los hay visigodos, árabes y cristianos, y en sus lienzos se abren interesantes puertas de diferentes épocas. La más espectacular en la puerta de Bisagra, que da entrada a la ciudad histórica cuando se viene de Madrid. Fue construida por Covarrubias, quien modificó otra anterior más sencilla en el reinado de Carlos I, consiguiendo un aspecto más ornamental que defensivo. El gran escudo imperial labrado en su frente es a la vez el de la ciudad, porque Toledo tiene el privilegio de usar como escudo propio el de la casa reinante. Su nombre es una continua polémica: se acepta que venga de Bib -puerta en árabe- pero es difícil de aceptar que Sagra quiera decir Sacra y por lo tanto, Puerta Sacra, Puerta Sagrada. Porque la evidencia está a la vista: las puertas suelen nombrarse según a dónde se abran y ésta se abre a la comarca llamada La Sagra, por lo tanto, Bib más Sagra es una suma exacta: Bisagra.
Enlace a la Entrada anterior de Toledo**:
607. TOLEDO** (III), capital: 7 de septiembre de 2008.
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607. TOLEDO** (III), capital: 7 de septiembre de 2008.
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