1. SOLAR DE MATEUS - Mateus, Vila Real. En el acceso al palacio. |
2. SOLAR DE MATEUS - Mateus, Vila Real. Vista general de la igl. del palacio. |
3. SOLAR DE MATEUS - Mateus, Vila Real. Detalle de la parte superior de la igl. del palacio. |
SOLAR DE MATEUS** - Mateus (I), distrito de Vila Real: 16 de agosto de 2016.
A 3 km de Vila Real, después de abandonar la N15 en dirección a Sabrosa, se encuentra el pueblecito de Mateus y, en él, uno de los palacios más visitados de Portugal: el Solar de Mateus.
El edificio ha alcanzado fama internacional no sólo por su belleza, por el valor de los objetos de arte que contiene, por la tranquilidad que se respira en sus jardines o por la perfección milimétrica de los viñedos vecinos, sino por figurar en la etiqueta de los célebres vinos rosados que se crían en la región. Los visitantes pueden escoger entre darse una vuelta por los jardines, que pueden recorrer libremente, o penetrar también en el palacio, para lo que es preciso ir acompañado de un guía.
El palacio, de estilo barroco y precedido de un amplio estanque, fue mandado construir en la primera mitad del siglo XVIII por Antonio José Botelho Mourão y, por las trazas, parece ser obra del arquitecto italiano Nicolás Nasoni. La iglesia adosada a su lado izquierdo, también barroca y atribuida asimismo a Nasoni, es de construcción algo posterior, probablemente de 1750, y permanece cerrada al público.
La fachada del palacio es un conjunto armonioso en el que destaca la doble escalinata con balaustrada que conduce a la puerta principal. Sobre ella se yergue un frontón con el escudo familiar flanqueado por dos estatuas alegóricas. Como contrapunto a esta elevación, todas las esquinas del edificio están adornadas con altísimos pináculos que se apoyan sobre las cornisas.
En el interior del palacio sólo pueden visitarse algunas estancias de la planta baja, ya que el resto es de uso privado. La biblioteca, vetusta y apacible, guarda en sus anaqueles libros editados entre el siglo XVI y nuestros días. La llamada estancia de las Cuatro Estaciones, que contiene mobiliario del siglo XVIII, valiosos bargueños y porcelanas chinas, debe su nombre a cuatro cuadros alegóricos que simbolizan la primavera, el verano, el otoño y el invierno.
En dos de estas salas se ha instalado un pequeño museo en cuyas vitrinas está expuesta una edición sumamente valiosa de Os Lusíadas, la obra cumbre de Camões. Sólo se tiraron 200 ejemplares que fueron ofrecidos a distintas personalidades europeas de la época, entre otros a Richelieu, al duque de Wellesey y a Metternich. Pueden contemplarse también las cartas que se cruzaron con estas personalidades y las planchas utilizadas para ilustrar el libro. Una sección del museo, dedicada a albergar el tesoro de la capilla, contiene relicarios, custodias, crucifijos y otros objetos de arte religioso, además de una buena colección de casullas.
Si en la parte delantera del palacio los jardines son notables por la presencia de sus árboles centenarios, los que se extienden por la parte posterior están organizados según el gusto francés, de un mayor racionalismo, y en ellos predominan los setos de boj, las rosaledas y los parterres, aunque tampoco faltan buenos ejemplares de cedro, de plátano y de castaño de Indias.
Un largo y umbroso paseo en forma de túnel vegetal, pacientemente esculpido en las ramas de una doble fila de arizónicas, conduce a los viñedos.
El edificio ha alcanzado fama internacional no sólo por su belleza, por el valor de los objetos de arte que contiene, por la tranquilidad que se respira en sus jardines o por la perfección milimétrica de los viñedos vecinos, sino por figurar en la etiqueta de los célebres vinos rosados que se crían en la región. Los visitantes pueden escoger entre darse una vuelta por los jardines, que pueden recorrer libremente, o penetrar también en el palacio, para lo que es preciso ir acompañado de un guía.
El palacio, de estilo barroco y precedido de un amplio estanque, fue mandado construir en la primera mitad del siglo XVIII por Antonio José Botelho Mourão y, por las trazas, parece ser obra del arquitecto italiano Nicolás Nasoni. La iglesia adosada a su lado izquierdo, también barroca y atribuida asimismo a Nasoni, es de construcción algo posterior, probablemente de 1750, y permanece cerrada al público.
La fachada del palacio es un conjunto armonioso en el que destaca la doble escalinata con balaustrada que conduce a la puerta principal. Sobre ella se yergue un frontón con el escudo familiar flanqueado por dos estatuas alegóricas. Como contrapunto a esta elevación, todas las esquinas del edificio están adornadas con altísimos pináculos que se apoyan sobre las cornisas.
En el interior del palacio sólo pueden visitarse algunas estancias de la planta baja, ya que el resto es de uso privado. La biblioteca, vetusta y apacible, guarda en sus anaqueles libros editados entre el siglo XVI y nuestros días. La llamada estancia de las Cuatro Estaciones, que contiene mobiliario del siglo XVIII, valiosos bargueños y porcelanas chinas, debe su nombre a cuatro cuadros alegóricos que simbolizan la primavera, el verano, el otoño y el invierno.
En dos de estas salas se ha instalado un pequeño museo en cuyas vitrinas está expuesta una edición sumamente valiosa de Os Lusíadas, la obra cumbre de Camões. Sólo se tiraron 200 ejemplares que fueron ofrecidos a distintas personalidades europeas de la época, entre otros a Richelieu, al duque de Wellesey y a Metternich. Pueden contemplarse también las cartas que se cruzaron con estas personalidades y las planchas utilizadas para ilustrar el libro. Una sección del museo, dedicada a albergar el tesoro de la capilla, contiene relicarios, custodias, crucifijos y otros objetos de arte religioso, además de una buena colección de casullas.
Si en la parte delantera del palacio los jardines son notables por la presencia de sus árboles centenarios, los que se extienden por la parte posterior están organizados según el gusto francés, de un mayor racionalismo, y en ellos predominan los setos de boj, las rosaledas y los parterres, aunque tampoco faltan buenos ejemplares de cedro, de plátano y de castaño de Indias.
Un largo y umbroso paseo en forma de túnel vegetal, pacientemente esculpido en las ramas de una doble fila de arizónicas, conduce a los viñedos.
Textos de:
SERRA, Rafael y HITA, Carlos de. Guía Total: Portugal de punta a punta. Anaya. Madrid, 2004.
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