1. BAENA, Córdoba. Portada de la igl. de Sta. Mª la Mayor. |
BAENA (I), provincia de Córdoba: 27 de febrero de 2005.
Esta hermosa agrociudad se derrama, blanca de cal y sol, desde la cúspide de una elevada colina, sobre un paisaje de viñas, de olivares y de huertas que riegan los riachuelos Marbella y Bailón.
Ascendiendo hasta la parte más alta por el dédalo de callejuelas propio del urbanismo de origen árabe, se encuentra la Parroquia de Santa María la Mayor. El primitivo edificio parroquial debió asentarse hacia 1280 sobre restos de una mezquita. El actual se construye hacia 1525 por Hernán Ruiz el Viejo, aprovechando que el tercer conde de Cabra había dotado para enterramiento la capilla mayor. Sufrió reformas en el XVII y XVIII, y destrucción en 1936. En la década de 1980 restauró esta iglesia José Antonio Gómez Luengo, y en 2003 dirigió la última reforma Jerónimo Sanz Cabrera. Es un templo de tres naves con cabecera plana tripartita y sin crucero; las naves van separadas por arcos apuntados sobre pilares fasciculados. La cubierta es ahora una noble armadura de madera que simula bóvedas de crucería.
En la parte baja de la población aparece la Iglesia conventual de San Francisco, cuya fundación se hizo a mediados del siglo XVI, bajo el patronazgo de doña María de Mendoza, mujer del primer duque de Baena. Sin embargo, la fábrica actual procede de una reforma de 1694. En el siglo XX se convirtió el convento en asilo de ancianos. La portada principal se fecha en 1773 y la secundaria es de fines del siglo XVII. La iglesia es de planta en cruz, con cúpula elíptica en el crucero. En el muro izquierdo hay capillas y en el derecho hornacinas. Todo el interior se halla cubierto de ornamentación pintada hasta la línea de imposta, realizada en dos fases: la primera, a comienzos del XVIII, afectó a los brazos del crucero, y la segunda, al resto de la iglesia, y es plenamente rococó, mostrando motivos vegetales, niños y rocalla.
El retablo mayor es obra de Jerónimo Sánchez de Rueda, entre 1730 y 1735; se adorna con imágenes de Santo Domingo y San Francisco abajo, y de la Inmaculada entre San Bernardino de Siena y San Juan de Capistrano arriba. De los muros del presbiterio cuelgan dos lienzos que representan al Salvador y a María, que hacen serie con el Apostolado de la nave. Los frentes de los bajos del crucero tienen dos pequeñas capillas; la de la izquierda guarda un retablo barroco de comienzos del siglo XVIII con imagen de vestir de San Antonio. La de la derecha es una tribuna acristalada en la que se guardan imágenes procesionales. Destacan entre ellas Jesús de los Azotes, probablemente del taller de José Risueño, de hacia 1700, y un Ecce Homo, llamado Cristo de la Ventana, que deriva de modelos de José de Mora.
Los brazos del crucero están recubiertos de decoración mural; en el lado izquierdo las pilastras del arco de ingreso se decoran con figuras de los santos reyes Fernando de Castilla y Luis de Francia, San Conrado, Santa Delfina, San Elseario y Santa Brígida; en el muro frontero destaca un retablo barroco del círculo de Sánchez de Rueda, fechable hacia 1730, con imágenes de vestir de San Francisco, San Pedro de Alcántara y Santa Clara; tiene en el ático un curioso lienzo con el tema alegórico del Alma cristiana.
El brazo derecho del crucero conserva las pinturas en mejor estado; en el arco de ingreso se representa el Apostolado y en la bóveda, la Trinidad. En lunetos y paredes se muestran los Padres de la Iglesia, la Epifanía y el Niño Dios adorado por ángeles; debajo de éste cuelga un lienzo con Cristo caído camino del Calvario, de finales del XVIII. En el testero se encuentra un retablo del Setecientos, con una talla granadina de la Inmaculada, de principios del siglo XVIII. Las pinturas murales de los lados componen la Visión apocalíptica, con San Juan Evangelista y la Inmaculada. Por encima del retablo están las Tres Virtudes Teologales.
En el lado izquierdo de la nave, en el muro, se ve un interesante retablito-marco con la Virgen de Belén, del siglo XVIII. Le sigue la capilla llamada de las Victorias o de San Diego, decorada con yeserías rococó. En el muro izquierdo se halla el sepulcro del obispo Manuel María Trujillo y Jurado, obra anónima de comienzos del siglo XIX; enfrente cuelga un gran lienzo de San Diego de Alcalá.
La siguiente capilla se cierra con reja de 1879; se decora con pinturas murales y tiene un retablo sin imágenes, de comienzos del siglo XVIII. Finalmente hay una tribuna acristalada con imágenes pasionistas, entre las que destaca Jesús Nazareno, obra del sevillano Miguel de Perea de hacia 1720, que durante la visita se encontraba en el retablo mayor ya se que celebraba cultos. Cierra la nave un amplio sotocoro, separado de ésta por varios peldaños; se adorna con dos pequeños retablos del siglo XVIII, el de la izquierda, recompuesto, con imágenes de San Antonio y San Judas y el de la derecha con imagen vestida del Niño Jesús, de la misma época.
En el muro de la derecha hay en primer término un retablo imitando mármol con la imagen de San José, obra del escultor local José de los Ríos, de hacia 1830. Le sigue otro del XVIII, en cuyos laterales lucen pequeños fanales con los bustos del Ecce Homo y la Dolorosa, de igual fecha y de modelo granadino. El último retablo es también del XVIII y tiene en el ático un pequeño San Miguel.
Ascendiendo hasta la parte más alta por el dédalo de callejuelas propio del urbanismo de origen árabe, se encuentra la Parroquia de Santa María la Mayor. El primitivo edificio parroquial debió asentarse hacia 1280 sobre restos de una mezquita. El actual se construye hacia 1525 por Hernán Ruiz el Viejo, aprovechando que el tercer conde de Cabra había dotado para enterramiento la capilla mayor. Sufrió reformas en el XVII y XVIII, y destrucción en 1936. En la década de 1980 restauró esta iglesia José Antonio Gómez Luengo, y en 2003 dirigió la última reforma Jerónimo Sanz Cabrera. Es un templo de tres naves con cabecera plana tripartita y sin crucero; las naves van separadas por arcos apuntados sobre pilares fasciculados. La cubierta es ahora una noble armadura de madera que simula bóvedas de crucería.
En la parte baja de la población aparece la Iglesia conventual de San Francisco, cuya fundación se hizo a mediados del siglo XVI, bajo el patronazgo de doña María de Mendoza, mujer del primer duque de Baena. Sin embargo, la fábrica actual procede de una reforma de 1694. En el siglo XX se convirtió el convento en asilo de ancianos. La portada principal se fecha en 1773 y la secundaria es de fines del siglo XVII. La iglesia es de planta en cruz, con cúpula elíptica en el crucero. En el muro izquierdo hay capillas y en el derecho hornacinas. Todo el interior se halla cubierto de ornamentación pintada hasta la línea de imposta, realizada en dos fases: la primera, a comienzos del XVIII, afectó a los brazos del crucero, y la segunda, al resto de la iglesia, y es plenamente rococó, mostrando motivos vegetales, niños y rocalla.
El retablo mayor es obra de Jerónimo Sánchez de Rueda, entre 1730 y 1735; se adorna con imágenes de Santo Domingo y San Francisco abajo, y de la Inmaculada entre San Bernardino de Siena y San Juan de Capistrano arriba. De los muros del presbiterio cuelgan dos lienzos que representan al Salvador y a María, que hacen serie con el Apostolado de la nave. Los frentes de los bajos del crucero tienen dos pequeñas capillas; la de la izquierda guarda un retablo barroco de comienzos del siglo XVIII con imagen de vestir de San Antonio. La de la derecha es una tribuna acristalada en la que se guardan imágenes procesionales. Destacan entre ellas Jesús de los Azotes, probablemente del taller de José Risueño, de hacia 1700, y un Ecce Homo, llamado Cristo de la Ventana, que deriva de modelos de José de Mora.
Los brazos del crucero están recubiertos de decoración mural; en el lado izquierdo las pilastras del arco de ingreso se decoran con figuras de los santos reyes Fernando de Castilla y Luis de Francia, San Conrado, Santa Delfina, San Elseario y Santa Brígida; en el muro frontero destaca un retablo barroco del círculo de Sánchez de Rueda, fechable hacia 1730, con imágenes de vestir de San Francisco, San Pedro de Alcántara y Santa Clara; tiene en el ático un curioso lienzo con el tema alegórico del Alma cristiana.
El brazo derecho del crucero conserva las pinturas en mejor estado; en el arco de ingreso se representa el Apostolado y en la bóveda, la Trinidad. En lunetos y paredes se muestran los Padres de la Iglesia, la Epifanía y el Niño Dios adorado por ángeles; debajo de éste cuelga un lienzo con Cristo caído camino del Calvario, de finales del XVIII. En el testero se encuentra un retablo del Setecientos, con una talla granadina de la Inmaculada, de principios del siglo XVIII. Las pinturas murales de los lados componen la Visión apocalíptica, con San Juan Evangelista y la Inmaculada. Por encima del retablo están las Tres Virtudes Teologales.
En el lado izquierdo de la nave, en el muro, se ve un interesante retablito-marco con la Virgen de Belén, del siglo XVIII. Le sigue la capilla llamada de las Victorias o de San Diego, decorada con yeserías rococó. En el muro izquierdo se halla el sepulcro del obispo Manuel María Trujillo y Jurado, obra anónima de comienzos del siglo XIX; enfrente cuelga un gran lienzo de San Diego de Alcalá.
La siguiente capilla se cierra con reja de 1879; se decora con pinturas murales y tiene un retablo sin imágenes, de comienzos del siglo XVIII. Finalmente hay una tribuna acristalada con imágenes pasionistas, entre las que destaca Jesús Nazareno, obra del sevillano Miguel de Perea de hacia 1720, que durante la visita se encontraba en el retablo mayor ya se que celebraba cultos. Cierra la nave un amplio sotocoro, separado de ésta por varios peldaños; se adorna con dos pequeños retablos del siglo XVIII, el de la izquierda, recompuesto, con imágenes de San Antonio y San Judas y el de la derecha con imagen vestida del Niño Jesús, de la misma época.
En el muro de la derecha hay en primer término un retablo imitando mármol con la imagen de San José, obra del escultor local José de los Ríos, de hacia 1830. Le sigue otro del XVIII, en cuyos laterales lucen pequeños fanales con los bustos del Ecce Homo y la Dolorosa, de igual fecha y de modelo granadino. El último retablo es también del XVIII y tiene en el ático un pequeño San Miguel.
Textos de:
ARJONA, Rafael. Guía Total: Andalucía. Ed. Anaya. Madrid, 2005.
VILLAR MOVELLÁN, Alberto; DABRIO GONZÁLEZ, María Teresa y RAYA RAYA, María Ángeles. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara y Ayuntamiento de Córdoba. Sevilla, 2005.
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